Capítulo 2
Días después
—Rebeca llévate una chamarra por favor, no seas necia.
—Así estoy bien mamá.—le digo mientras me dirijo a la puerta con mi mochila en una mano y con un pan tostado en la otra
—Eres igual de terca que tu padre —la escuchó bufar —. No se te olvide traer la Salbutamol de tu hermano.
—¿Por qué demonios se le acaba tan rápido? —me detengo y giró hacia ella
—Desventajas de tener un hermano asmático. —me responde éste mismo deteniéndose frente a mí para darme una palmadita en el hombro y continuar con su camino hacia su habitación
—Lo siento Beca, he tenido mucho trabajo y no he podido ir a comprarla yo.
—No te preocupes mamá.
Se acerco a mí para darme un beso en la mejilla.
—Cuídate, y cualquier cosa me marcas.
Dicho eso último salgo de mi casa y camino hacia la parada.
Mi miserable vida se resume en comer, ir a la escuela, ir a trabajar y dormir. Bastante aburrido. Ya ni siquiera tengo tiempo para salir con mis amigos —tampoco es que tenga muchos—, a la única que veo muy a menudo es a mi mejor amiga, Criseida. Ella y yo hemos sido amigas desde la secundaria; la verdad es que nuestra amistad no tiene gran historia, simplemente fue que ella acababa de mudarse y por consiguiente la metieron a mi secundaria, quedó en mi salón, y la maestra le pidió que se sentara junto a mi; comenzamos a conversar y nos dimos cuenta de que teníamos muchas cosas en común, y desde ahí nos volvimos buenas amigas.
—Buenos días. —me dice con una gran sonrisa radiante al verme bajar del camión
—Buen día. —le devuelvo la sonrisa y comenzamos a caminar hacia el instituto
Siempre he dicho que mi mejor amiga es demasiado atractiva, sus ojos son como un azul turquesa, lo cual hace que contrasten mucho con su piel morena; lo único que le falla es el hecho de conversar, ya que es bastante tímida.
—Oye espera.— dice deteniéndose a buscar algo en su mochila
—¿Qué pasa? —me detengo a su lado viéndola con curiosidad
—Ayer tuve un poco de tiempo libre y como me dijiste que tenías que entregar un resumen acerca de la historia de 'el diseño gráfico' —me da un folder amarillo el cual recibo un poco confundida —, supuse que no tendrías tiempo para hacerlo, así que te lo hice yo.
Abro el folder y efectivamente, habían 3 hojas en donde se encontraba el resumen.
—Dios Crisi, muchas gracias — me acerco a ella y la envuelvo en un abrazo—. Sinceramente ya no me acordaba de el resumen —le digo separándome para guardar el folder en mi mochila—. Mañana es sábado, y no trabajo ¿te parece que hagamos algo?
Asiente con la cabeza con entusiasmo.
—Entonces mañana, ¿eh? No lo vayas a olvidar. — dice mientras comienza a caminar hacia atrás señalándome con su dedo acusador.
—Prometo que no.
Dicho eso último, Crisi me dedica una última sonrisa y comienza a caminar hacia su clase, mientras yo comienzo a caminar hacia la mía.
Después de clase hice el trayecto de mi instituto a mi trabajo. Desde que empezó el verano —que fue hace una semana— las ventas han estado muy bajas, aunque en cierta parte es lógico ya que mucha gente sale de ciudad para ir a visitar otras.
—Tranquilo Jaime, verás que se repondrá la venta. —le digo mientras recojo mis cosas para marcharme.
—Eso espero, porque cada vez bajamos más —lo escucho soltar un suspiro antes de que alce la mirada para verme—. Ya puedes irte Beca.
Asiento con la cabeza y caminó hacia la puerta.
—Nos vemos mañana.
Al salir me abrazo a mi misma mientras camino rápidamente hacia la farmacia otra vez. La próxima vez le haré caso a mi madre y me sacare una chamarra, porque este frío está horrible.
Al entrar a la farmacia puedo ver a la señora que me atendió la vez pasada.
—Hola —saludo, y antes de que pueda comenzar a hablar acerca de los 'adolescentes hormonales' decido abrir la boca para pedir el Salbutamol—. Podría venderme un...
Y antes de que pueda decir otra palabra me veo interrumpida por la señora, que justo ahora está colocando dos cajas en el mostrador.
—Solo me quedan los condones de sabores, esos son de fresa —me dice señalando una cajita—, los otros son de uva —me señala la otra caja mientras hace una mueca—. Pero, si no te gustan los de sabor creo tener unos normales por acá...
La veo rebuscar en una de las estanterías de atrás, pero antes de que pueda traerme algo la interrumpo.
—No estoy buscando condones. —digo algo incómoda.
—¿Ah no?
Niego con la cabeza mientras se vuelve a acercar de nuevo al mostrador.
—Espera, creo que te recuerdo —pone una mano en su barbilla y me mira con los ojos entrecerrados— ¡Oh! Ya me acuerdo de ti —dice mientras chasquea los dedos—. Tu eres la chica que vino a comprar un Salbutamol, ¿no?
Asiento rápidamente con la cabeza y veo como su sonrisa se ensancha.
—Que bueno es tener a alguien que no venga a buscar condones—me sonríe como si en verdad estuviera agradecida conmigo por eso —. Dime linda, ¿Qué te voy a dar?
—Un Salbutamol, por favor.
—Pero claro que sí. —sin decir otra palabra se marcha con una gran sonrisa hacia la puerta por la que se fue la vez pasada que vine.
No han pasado ni dos minutos cuando escucho que la puerta de entrada se abre y seguido de eso una voz bastante conocida para mi.
—Joder, si esto ya no es obra del destino, no se que sea.
Automáticamente me giro para ver a la persona dueña de esa voz. Al hacerlo me encuentro con el mismo chico que había visto hace unos días aquí. No puedo negar que el simple hecho de volver a verlo me emociona bastante, pero me obligo a mi misma a fingir que no ha ocasionado ninguna reacción en mi.
—Bueno, pues de seguro el destino solo quiere estar jodiendo. — respondo mientras vuelvo a mirar hacía en frente.
En menos de dos segundos ya lo tengo a mi lado apoyando su cadera en el mostrador con los brazos cruzados.
—Pues a mi sí me parece que es obra del destino.
—Bueno pues a mi me parece que no. —le digo mientras volteo mi cabeza para mirarlo; al parecer algo le hizo gracia en mi respuesta porque su sonrisa se ensanchó.
—Aquí está linda. —mi atención se desvía de nuevo a la mujer que acaba de salir de la puerta mientras se acercaba a nosotros con una pequeña cajita en sus manos, la coloca sobre el mostrador y yo la tomo rápidamente para meterla en mi bolso.
—Gracias —le dejo el dinero sobre el mostrador y me doy la vuelta hacia el chico —. Bueno hasta aquí acabó la 'obra del destino' —le dedicó una de mis mejores sonrisas y me encamino hacia la puerta -. Adiosito.
Salgo rápidamente de la farmacia y comienzo a caminar hacia la parada de nuevo. Ya estoy a unos pasos de llegar, pero antes de que pueda hacerlo un cuerpo —de hombre para ser exactos —se interpone en mi camino; alzo la mirada para encontrarme con esos ojos azules que están empezando a gustarme más de lo permitido.
Suelto un bufido.
—No me digas— me cruzo de brazos—, el destino te dijo que vinieras a interponerte en mi camino.
—Algo así —me dice mientras me muestra una sonrisa burlona—. Simplemente pensé que si íbamos a estar viéndonos constantemente, porque, 'casualmente' coincidimos en en venir a la farmacia los mismos días, al menos podía intentar presentarme.
—¿Y que te hace pensar que seguiré viniendo 'casualmente' los mismos días que tú? —le preguntó aun con los brazos cruzados
Se encoge de hombros.
—Tengo fe —estrecha su mano hacia mi —. Soy Dylan Black.
Observo su mano con desconfianza.
—Oh vamos, no voy a morderte. Bueno al menos que tu no quieras
Lo miro con mala cara, y después de dudar un poco decido darle la mano.
—Soy Rebeca, Rebeca Evans.
—Rebeca. Es un lindo nombre.
—Prefiero que me digan Beca. —noto que mi mano esta empezando a sudar, así que decido quitarla, cosa que él no deja pasar porque su sonrisa se vuelve burlona. Pero para mi buena suerte no dijo nada al respecto.
Su mirada bajó a mis brazos y frunció el ceño.
—¿Qué no tienes frío?
—El frío es mental. —hago un ademan con mi mano para restarle importancia
—Si tu lo dices. — suelta un suspiro y comienza a quitarse su sudadera por encima de la cabeza, quedando en una camisa blanca de manga corta; pudo notar que en su brazo derecho tiene un tatuaje que abarcaba desde su codo hacia hombro.
Los hombres con tatuajes me gustaban bastante. Y el tiene uno. Punto positivo para el.
—Toma —me dice extendiéndome su sudadera—. Póntela, se ve que tienes frío.
No me atrevo a replicar porque en verdad si estoy teniendo mucho frío.
—Gracias.
Dicho eso, comienzo a pasarme la sudadera por encima de la cabeza; tuve que reunir toda mi fuerza de voluntad para no clavar mi nariz en esta y aspirar su olor.
Otro punto débil mío era que amaba cuando los hombres dejaban su colonia en alguna prenda de ropa. Otro punto positivo para él.
—Pero tú...
—Ya me la devolverás cuando nos volvamos a ver.
Alzo una ceja cruzándome de brazos.
—¿Qué te hace pensar que nos vamos a volver a ver?
—Ya te dije, tengo fe. —sin más me rodea y comienza a caminar.
Lo sigo con la mirada y veo como desaparece al final de la calle. Me doy la vuelta y comienzo a caminar a la parada mientras hundo mi nariz en la sudadera aspirando su olor.
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