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Capítulo 1

—Listo —sonrió mientras cierro la caja registradora.

—Dios, muchas gracias Beca, no se que haría sin ti. —responde mi jefe quien está tecleando algo apresuradamente en su computador.

—No hay de que —le doy la vuelta a la barra acercándome a el, para darle el fajo de billetes —. Fueron 5,500 en total.

Hace una mueca. 

—Cada vez bajamos más en ventas.

—No te estreses, son vacaciones de verano y muchos salen de la ciudad —le doy una sonrisa reconfortante —. Verás que después de que acaben todo volverá a la normalidad.

—Eso espero —suelta un suspiro y alza la mirada para verme —. Bueno, corre antes de que pierdas el camión. 

Asiento con la cabeza y tomó rápido mi bolso para salir del local.

—Hasta mañana Jaime.

—Hasta mañana Beca.

Salgo apresuradamente del local abrazándome a mí misma. A pesar de ser verano, en las noches hace un frío horrible, y claro yo siempre decía que no era necesario salir con una chamarra porque según yo no haría tanto frío; y siempre terminaba congelándome. Aunque en cierta parte era gracioso, porque cada que salía con una chamarra de casa, en la noche no hacía nada de frío, pero cuando salía sin ella hacía un frío horrible. 

Hasta para cosas del clima tengo mala suerte. 

Al llegar a la parada mi teléfono comienza a vibrar en mi bolsillo trasero, lo tomo y contesto al ver que es mi mamá.

—¿Si?

—Oh, Beca que bueno que contestas — responde mi mama al otro lado de la línea.

—¿Qué sucede?

—¿Crees que puedas pasar a la farmacia que está cerca de tu trabajo?

Miro hacia el final de la calle, en dirección por donde da la vuelta el autobús, intentando calcular si me dará tiempo ir antes de que llegue el camión y me deje el autobús.

—No creo mamá, si me alejo de la parada voy a perder el camión.

—Por favor Beca, créeme que hubiera ido yo pero la farmacia que está por aquí cerca ya está cerrada.

Muerdo mi labio y dirijo mi mirada ahora a la farmacia que está en el otro extremo de la calle.

—Está bien. —suelto un suspiro lastimero. Soy demasiado bondadosa para mi propio bien—¿Qué necesitas que lleve?

—Un Salbutamol para tu hermano, por favor.

—Bien, te veo en casa.

—Gracias Beca, acá te veo.

Cuelgo y comienzo a caminar a paso veloz hacia la farmacia. Mientras camino hacia allá, comienzo a rezarle a todos los dioses pidiéndoles que se apiaden de mi y que no me deje el autobús. 

Al entrar a la farmacia camino directamente al mostrador, en donde del otro lado hay una señora bajita y un poquito regordeta.

—Hola...

—Ya se me acabaron los condones. —me corta la señora alzando la cabeza para verme.

—¿Eh?

Creo que mi cara de confusión es bastante obvia porque la señora me mira con los ojos entrecerrados.

—¿No vienes por condones?

—No. —digo aún un poco confusa.

—Oh, que bueno, ¿sabes cuántos adolescentes hormonales han pasado este día a comprar condones?

Niego con la cabeza sin entender muy bien cual es el punto de esta conversación.

—Cincuenta —me dice poniendo su cara de indignación —, cincuenta malditos adolescentes hormonales han venido a comprar condones, y la última pareja se llevó la caja completa. —hace una mueca de asco— ¿Para qué demonios necesitan toda una caja completa de condones?

La señora sigue maldiciendo a los adolescentes que vienen a comprar condones, dice algo sobre que en verano siempre se venden más condones, y yo no puedo estar más incómoda.

—Señora —la corto y ella me mira aun con el ceño fruncido —. Lamento interrumpir, pero necesito un Salbutamol, por favor.

—Oh, claro que si linda, ahorita te lo traigo — me da una sonrisa apenada y se va por una puerta aún maldiciendo a los 'adolescentes hormonales'.

Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no me di cuenta que alguien más había entrado a la farmacia, y que justo ahora tiene su mirada clavada en mi perfil.

Decido dejarlo pasar, pero, pasaron los minutos y no quita su mirada de mi perfil. Comienza a incomodarme.

—¿Se te ofrece algo? — mi pregunta sale más brusca de lo que pretendo y volteo mirarlo.

Lo primero que vi fueron sus ojos azules y, ¡joder!, pero que azul mas bonito. No era un solo tipo de azul,  era más bien una combinación entre el turquesa y el azul obscuro junto con unas pequeñas motas de verde claro y su cabello negro despeinado hacia que resaltaran aun más sus ojos. Viajo mi mirada hacia una de sus orejas, en donde se encuentra un arito. Vuelvo a mirarlo a la cara y esta vez esta sonriendo. ¡Dios mío, que sonrisa más bella!.

Al darme cuenta que posiblemente ya estoy hasta babeando, intento recuperar mi compostura, fingiendo que su linda carita no me afecto en lo absoluto —pero claramente eso era una vil mentira porque mis manos estaban comenzando a sudar—. 

—Te hice una pregunta. —digo intentando que mi voz suene lo más segura posible, pero él simplemente se limita a expandir su sonrisa burlona.

¿Por qué me sonríe tan burlonamente? ¿Por qué me mira tanto? ¿Tendré algún moco en la nariz y se esta burlando de eso?

Solo para comprobar que no tenia nada en la nariz, paso uno de mis dedos rápidamente por esta. Después de verificar que no tengo nada, continuo mirándolo esperando una respuesta, pero al ver que no responde, comento otra cosa.

—Al parecer está sordo y mudo. —suelto más para mi misma que para él, mientras suelto un suspiro y vuelvo a mirar al frente.

—Para tu mala suerte no estoy sordo, ni mucho menos mudo. — ¡Por dios!, pero que voz más varonil. 

Vuelvo a mirarlo y sigue con su sonrisa burlona en labios.

—Bueno, pues entonces, ¿se te ofrece algo? — pregunto enarcando una ceja. A lo que el niega con la cabeza como modo de respuesta.

—¿O entonces porque me miras tanto? —vuelvo a preguntar un tanto nerviosa.

Su sonrisa se agrando un más.

—Estaba viendo tus pecas.

Siento como la sangre comienza a llegar a mis mejillas, y antes de que pueda decir algo, escucho como la puerta por donde la señora se había ido se abre.

—Disculpa la tardanza, pero no lograba encontrarla. —me dice con una sonrisa en sus labios, antes de que su mirada se desvié hacia el chico que está a unos metros de mi. — ¡Dylan! Podrías empezar a ser más puntual —dice negando con la cabeza mientras toma una bolsa de plástico con medicamentos y la pone frente a él. —. Cada vez vienés más tarde a recoger el medicamento.

—Perdona, pierdo la noción del tiempo — responde mientras toma la bolsa con medicamentos.

—Ja, 'pierdo la noción del tiempo' —Lo imita y me obligo a reprimir mi sonrisa por su grandiosa imitación —. Nah, lo que pasa es que te vas de vago.

—Que te puedo decir, soy un espíritu libre. —se encoge de hombros mientras le regala una sonrisa que aparenta ser 'inocente'.

—Si claro. Largo de aquí, y más te vale que a la próxima llegues a tiempo. —lo reprende mientras lo señala con un dedo acusador.

—Como ordene jefa. —dice y veo de reojo como comienza a marcharse. Le doy una última mirada, a lo que él me la devuelve junto con una sonrisa encantadora y sale de la tienda.

Después de pagar, salgo de la farmacia y por suerte el camión apenas había llegado, así que me dio el tiempo perfecto para subirme y sentarme lado a una ventana.

En el recorrido hacia casa, no pude dejar de pensar en esos ojos azules, los cuales me recuerdan mucho al azul del mar.

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