Capítulo 4
NILA
El olor a alcohol me penetra las fosas nasales apenas piso el lugar.
—¿Qué quieres hacer? ¿Dónde está tu novio? — pregunta y tironea de mi hasta el apartado VIP. Bien, aquí la gente está más tranquila y parece llevar el tema mejor que en la entrada.
—No es mi novio — ella ríe y me contagia. Me estira un trago y, sin cuestionar, me lo tomo de sopetón. El licor quema tras su paso y hago una mueca.
—Lo que quieras, pero allá viene — contesta, y me volteo sobre mi eje para observar cómo las puertas de la entrada se abren de par en par y Ayton entra observando a los lados.
No puede ser...
Lleva jeans más ajustados que el vestido en el que me metió Karla y una camisa tan simple pero que le queda tan bien. Maldito seas, ángel.
Su mirada se encuentra con la mía y apenas nuestras miradas se cruzan, sonríe con abertura. Camina hacia nosotras, las miradas de todas las chicas sobre él, moviéndose cerca de él. Pero Ayton no les da crédito.
Me está mirando a mí y se está acercando a mí. Se apoya en la madera de la mesa del bar y se inclina hacia mí.
Sus dientes rozan mi oreja y susurra:
—Juraría que traes ligueros — siento la sonrisa en su voz. Se aleja de mí para mirarme a los ojos y, a pesar de su seriedad, hay diversión en su mirada.
Lo atraje hacia mí, y también susurré:
—Son para ti — Soltó una risita.
—Mierda, ángel. Vas a hacer que mande a la mierda las órdenes del arcángel.
—¿No las habías mandado ya? — sonríe y me atrae de la cintura.
—Buen punto — Se acercó a mis labios, y antes de tocarlos, se dirigió a mi cuello. Cerró los labios en él y succionó.
Los apreté contra mí en tanto mis labios despedían un suspiro pesado. Besó mi cuello y subió hasta el filo de mi mandíbula, sonrió sobre mi piel y siguió subiendo sus besos hasta rozarme los labios.
—Ya, por favor — supliqué y el simplemente río.
—No aquí — es lo único que dijo antes de arrastrarme hasta el telo del edificio.
Me empujó contra la primera pared y mi vulnerabilidad fue tan extrema, que mis cuernos ya las se hicieron visibles y tocables para él. Estábamos en privado, encerrados en una habitación para tener sexo, no es justamente de lo que debería preocuparme.
Ayton se alejó de mí para contemplar mis cuernos y los acarició, una llama de deseo se incendió en sus pupilas. Sonreí ante su reacción y revoloteé mis alitas en tanto el me acariciaba. Utilizó su pulgar para levantar el ruedo de mi vestido hasta mi cintura y volvió a sonreír.
—Realmente sexy — susurró y sentí el calor de su cuerpo contra mis piernas desnudas.
—Bésame — le pedí y subió su rostro para mirarme — Por favor.
Acercó sus labios y dudó al tocarlos, se quedó quieto algunos segundos, hasta que me besó, cerró sus labios en torno a los míos de una manera deliciosa.
Sus manos se apretaron en mi cintura y las mías encadenaron su cuello.
Y de repente volvió a pasar. Lo demás se hizo humo, el tacto de Ayton se volvió frío. Me alejé de él un poco y observé el entorno, de nuevo un bosque. La neblina nos envolvía.
—Ayton — lo llame con miedo y él me sonrió, como si nada de lo que estaba pasando estaba pasando en realidad.
—¿Seguimos aquí?
—Aquí estoy, ángel — susurró y deslizó una de sus manos a través de su bolsillo trasero.
No pude ver que hacía ya que me besó y cerré los ojos. Pero supe lo que tramaba cuando sentí el filo de un cuchillo penetrarme con calor en el abdomen. Me alejé asustada. El dolor y el calor se expandía por mi cuerpo. El de verdad me había acuchillado.
—¿Qué hiciste? — la voz me dolía, el cuerpo me comenzaba a pesar.
—Te lo dije — susurró entonces.
Y de repente el dolor cesó, abrí los ojos y me encontraba en la habitación nuevamente. Ayton a unos centímetros de mí.
—¿Estás bien? — me preguntó y me observé el abdomen, estaba limpio y sin rastro de haber sido penetrado por un cuchillo. Lo observé con dolor, ¿Qué significaba esa alucinación?
—No — mis ojos se llenaron de lágrimas y el hizo una mueca de tristeza.
—¿Te hice algo que no querías?
¿Estaba fingiendo? ¿Por qué su mirada oscura en aquella alucinación no era absolutamente nada con lo que estaba viendo?
¿Por qué me dolía pensar que él quería matarme? Comencé a sentirme vulnerable, no sabía cómo defenderme si Ayton pretendía hacerme algo.
—Nila —susurró mi nombre preocupado.
—¿Te lastimé?
—Vi algo — Ayton me escrutó con sus ojos.
—¿Una alucinación? — Sentí que si lo diría, perdería toda mi dignidad. ¿Además de ser vulnerable en este momento se lo diría?
—Algo así — sentencié.
—¿Quieres contármelo? — ladeé la cabeza con vehemencia y me acunó el rostro.
—Tengo miedo.
—¿De quién, cielo? — se sentó en la cama, Y me sentó en sus piernas.
—Dime quien te está haciendo algo — Lo mire a los ojos, los míos me ardían. Acaricié su rostro y comprendí que lo que él generaba en mi era más que un odio irracional.
—Tú — susurré y ¿cerré los ojos? tenía miedo de ver su reacción.
—¿Yo? ¿Qué hice? — me besó en la mejilla.
—Yo te quiero — admitió y todas las dudas que tenía sobre el amenazaron con esfumarse.
—¿De qué hablas?
—Que te quiero, Nila. Y creo que sé a qué te refieres — soltó un suspiro pesado.
—No quiero hablar — susurré y me levanté.
—Tengo que explicarte ciertas cosas.
—No quiero estar cerca de ti después de lo que vi. Quiero estar sola.
—¿Y ahora qué te pasa?
—Basta.
—Ya te dije que tenemos que hablar.
—Y yo ya te dije que no quiero — Estaba realmente dolida, pese a que su "te quiero" me háyase generado una rara y bienvenida sensación.
¿Cómo podía quererme en tan poco tiempo? Eso me dejó en duda las siguientes semanas luego de esa noche. ¿De verdad se trataba de "poco tiempo"?
Aqui hay otra parte de la historia que nadie está contándome. Sólo me queda una cosa. Hablar con mi padre. Tengo que hablar con la única persona que puede ayudarme.
Lucifer...
—¿Vas a ignorarme toda la vida, ángel? — la voz de Ayton llega hasta mí y observo, sin mirarlo directamente, como se sienta en el banco de al lado y se recarga en la silla.
—Deja de llamarme así — le pedí lo más cuerda que pude.
—Deja de ignorarme — me toma de los cachetes con una mano, y acerca sus labios a los míos para besarme. Otra vez desobedeciendo los artículos trece y veinte del libro de Enock.
—Deja de hacer esto — le pido, tratando de ocultar la sonrisa.
—No me dejas otra opción — Me doy el atrevimiento de observarlo sin ese descaro que creía tener.
—¿Me deseas, ángel? — se muerde el labio inferior y yo hago lo mismo.
—Basta. Esto está mal.
—Creí que no importaba.
—Y yo creí que querías mantenerte con vida, o con alas.
—Creíste mal.
—¿Vas a decirme que quieres de mi? — Sus ojos me escrutan y el brillo en su mirada amenaza con apagarse. ¿Qué le sucede? desde hace tiempo viene raro, me trata raro y me dice cursilerías que me afectan más de lo que admitiría.
—De ti nada — admitió y apartó su mirada de la mía, como si ya no pudiese sostenerla. No aguanté la pena que sentí, verlo realmente confuso me impulsó a tomarlo de las mejillas esta vez yo y besarlo. Se apartó y sonrió sin ganas.
—¿Y eso?
—Una demostración de afecto — pegué mis labios a los suyos.
—¿Sólo afecto?
—Mas que eso, y lo sabes.
—Lo dices sólo porque quieres que follemos — solté una risita y entrecerré los ojos.
—No — el río esta vez.
—Pero la idea no está mal.
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