Capítulo 14
AYTON
La acosté sobre la cama, estaba temblando. Y estaba sudando.
—Tengo calor — se quitó el vestido, y la ropa interior.
—Estás helada.
—¿Qué me dieron? — apreté los labios en tanto la imagen de Chris sobre Nila me atormentaba.
—Descansa, cielo, aquí estoy.
—Ayton. Perdón — se le rompió la voz en la última palabra. Sonreí con labios apretados y la acaricié.
—Está bien, ángel.
—No, no está bien. Nunca quise que te fueras. Nunca querré. Te quiero conmigo, para siempre. Y cuando te dije que no te quería mentí, mentí como nunca había mentido. Y me dejaste. Pero yo no quería eso.
—No te preocupes, ángel — ella ladeó la cabeza.
—Está bien. Aquí estoy. Ya nadie va a hacerte nada malo — Cerró los ojos e hizo una mueca.
—Estás pálida. Vamos al baño — ella asintió y la levanté, su cuerpo frío y sudoroso contra el mío. Puse a cargar la bañera y ella me rodeó con sus brazos. Me acarició la mejilla y cerré los ojos.
—Eres real.
—Sí, cariño — una vez la bañera se estuvo cargada, la deje caer y se estremeció.
—Esta bien, cielo. Te voy a bañar. Es agua.
La apoyé contra el mármol blanco y la obligue a que se suelte.
—No te vayas. Me voy a ahogar — me tomó de la camisa y reí levemente.
—No pienso dejarte — ella asintió y cerró los ojos.
—No, no te duermas.
—Tengo miedo — la voz se le quebró, y apretó mi mano.
—Aquí estoy — le aparté los pelos de la frente y sonrió con tristeza —Me tienes para siempre.
(...)
Vomitó.
—Lo siento — me pidió por enésima vez.
—Deja de pedirme perdón — le aparté el pelo de la cara y ella se enjuagó la boca.
—¿Sigo pálida? — se miró al espejo y sus labios temblaron.
—Joder.
—Es porque no has dejado de vomitar.
—Ya te dije que lo siento.
—Ya te dije que no es culpa tuya.
—¡Haces que crea lo contrario! — se volteó hacia mí.
—Haces que piense que es culpa mía — Solté un suspiro.
—No vamos a pelear ahora — la tomé de los brazos.
—Me voy, Ayton — intentó salir del baño, pero ahí estaba yo para impedírselo.
—Y una mierda — se quedó callada.
—No tienes por qué enojarte. Nunca te he dado a entender que tú tienes la culpa de estar así. No es tu culpa que te hayan drogado, ¿Sí? tampoco que te hayan violado, joder, Nila — Golpeé el mármol y Nila bajó la mirada, quizás arrepentida.
—Lo siento — volvió a decir.
—Ya deja de pedir perdón, tonta — le pellizqué la nariz y reí, una risita corta, aguda.
—Perdón — soltó una risita y me abrazó. Me separé para verla y vi como el color carmesí tan común en ella le teñía los pómulos.
—Recuérdame porque no estamos follando ya — sentenció y reí por la nariz.
—Porque no te sientes bien.
—¿Yo no me siento bien? — solté una risa y la tomé de la cintura.
—Mira lo bien que me siento — Me tomó de la muñeca y me llevó la mano hasta su entrepierna.
—Nila. ¿Qué estás buscando?
—Todo, señor Lewis. Estoy buscando todo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro