Capítulo I
~*~
— Hay tantas cosas que quiero decir, pero nadie me escucha, todos se burlan cuando me ven llorar, me creen muy débil y frágil, cualquiera puede despedazarme en un parpadeo, con una palabra o una mirada. Quiero sacar todo lo que siento pero odio llorar, odio que todos vean lo débil que soy, odio no ser fuerte y saber como sobrellevar la situación. No soy capaz de decirle a nadie lo que siento cada vez que me lastiman.
Ahí estaba yo sentada en una banca del parque con una libreta y bolígrafo haciendo rayones sin sentido, con la mente en blanco y la mirada en la nada y su voz interrumpió mi silencio.
— Escribelo, debes escribirlo, así gastas la tinta y el papel en algo más productivo que en simples rayones.
Su voz era cálida, amable, amorosa cuando me volvi para mirar a quien fuera la dueña de aquella voz, me llevé una gran sorpresa al no encontrar a nadie a mi lado, me puse de pie inmediatamente para buscar a aquella persona, pero sabía que sería imposible encontrarla.
Eso había sido algo extraño pero ahora que lo pensaba mejor, aquella había sido una buena idea... Escribir cartas.
Asi fue el primer día y la primera carta fue para aquella desconocida que me dio la idea, solo para agradecerle. Las cartas no las escribía a diario, era solo cuando la situación lo ameritaba, cuando un sentimiento verdadero aparecía y no era capaz de callarlo.
(...)
Mi casa estaba en completo silencio -como no iba a estarlo, si mis padres se fueron de viaje al medio día y soy hija única-, salvo por mi habitación, los cristales de mi ventana retumban y mi reproductor, reproduce por vigésima vez consecutiva Just Hold On, me gusta más la letra que el ritmo que lleva, pero hasta cierta parte me encanta aquella mezcla.
Toda la semana ha estado cada vez peor, peleas con todo el mundo, me han suspendido de la escuela, todos mis amigos me han dado la espalda, mamá no me quiere ni ver, papá me ha echado de la casa, a mí su única hija, no recuerdo cuando fue que todo cambio se suponía que ellos me amaban y todo era color de rosa, mi demás familia está de más decirles que tampoco me apoyarán en esta situación.
No sé a dónde voy a ir, pero sé que debo marcharme de este lugar que alguna vez llegue a considerar mi hogar.
Me levanto de mi cama y saco la maleta del closet y la dejo sobre la cama abierta, para poder meter mis cosas, lo más indispensable y claro como dijo mi papá lo que ellos no me compraron, algunos jeans, blusas, sudaderas, tennis, discos, es lo único que estoy guardando.
Después de aventar todo en la cama, rebusco entre los cajones no olvidar nada y debajo de las cajas de tennis que me había comprado mamá hay otra caja un poco desgastada, asegurada con un pequeño candado y recuerdo la pequeña llave que siempre traigo conmigo y no sabía de dónde era.
Saco mis llaves del bolsillo trasero de mis vaqueros y encuentro la pequeña llave, sin dudarlo abro el candado para ver que hay dentro.
— ¿Sobres? — pero no recuerdo de que se trata. ¿De qué se supone que son y porqué no me acordaba de su existencia? Trato de no desordenarlas, pero la curiosidad me está matando. Bueno es cierto aquel dicho que dice "la curiosidad mató al gato, pero murió sabiendo" , tienen mi caligrafía por lo que deduzco son mías y no habrá ningún problema si las vuelvo a leer para saber que dicen, por qué nunca las entregué y preferí conservarlas.
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