
Capítulo 19
POV ELENA AMBROSETTI
Hoy era miércoles, y me sentía mejor. Me sentía más tranquila, pues entre mis hermanos y mi padre nos habíamos apoyado para salir adelante.
Hoy había decidido regresar a la ciudad, pues necesitaba hablar con Alexander y poner las cosas en orden.
Aquí las cosas ya estaban arregladas: mi padre se quedaría aquí en casa solo, pues quería vivir su duelo aquí. Mis hermanos lo visitarían al igual que yo.
-Con esta es la llamada número 200- comentó Claudia mientras veía su teléfono.
-Yo olvidé mi teléfono en tu casa, pero probablemente también tengo ese número- respondí con humor.
Ella volvió a guardar su celular en su bolso, y terminó de bajar la pequeña maleta que traíamos entre las dos. Aunque era toda ropa suya, pues no había dado tiempo de ir a mi casa por la mía.
-Espero que vengas pronto- dijo mi padre cuando me acerqué a él.
-Y yo prometo venir pronto- dije abrazándolo.
-Y también tienes que traer a tu amiga, ella es buena-
-También vendrá a visitarte, le caíste muy bien-
Procedí a despedirme de mis hermanos y de mis cuñados. Claudia imitó mis acciones. Ella les había agradado mucho, y se había hecho su amiga, y no era sorpresa, ella era tan carismática y amable que lograba ganarse a las personas.
Salimos de ahí y emprendimos camino a casa, y aunque me sentía tranquila de saber que las cosas aquí estaban bien, sabía que en mi matrimonio todo estaba mal, y teníamos que aclarar muchas cosas.
Cada milla que nos acercábamos, mi corazón latía más rápido.
Pensaba cada palabra que diría y cómo manejar las cosas, pues sabía que, si no tomaba el control adecuado, las cosas saldrían muy mal.
Hicimos una parada, pues teníamos ganas de ir al baño y queríamos comprar unos souvenirs. Yo caminaba hacia el carro con una bolsa de papitas. Entré y acomodé mi espacio para ir mas cómoda en el viaje.
-Debo decir que estos baños son muy limpios- comentó mi amiga entrando al auto.
Le ofrecí la bolsa de papas y comenzó a comer, sin embargo, se quedó callada de repente.
-¿Todo bien?- pregunté mirándola.
-No, necesito decirte algo- respondió.
Yo solo la miré confundida, pues parecía triste.
-Voy a hablar con Aarón de una vez por todas, si dice que realmente quiere ser mi pareja formal, entonces voy a quedarme con él, pero si sigue dudando de lo que quiere, lo voy a dejar para siempre-
-¿Y qué pasa si vuelve a mentirte?- cuestioné.
-Por eso quiero hablar con él en serio, lo conozco y quiero saber si es capaz de mentirme a los ojos- contestó.
-Sabes que yo te apoyo en lo que quieras decidir, y que quiero lo mejor para ti- animé.
Ella me sonrió y me dio un pequeño abrazo.
Después del momento emotivo, volvimos a ponernos en marcha para ir a casa.
-Ya hemos llegado- avisó mi amiga despertándome.
Poco a poco abrí los ojos y me acostumbré a la luz.
Me di cuenta de que estábamos en casa de Claudia.
-Pasa por tu teléfono y te llevo a casa- comentó. Me dio las llaves de su casa y me bajé para sacar mi teléfono.
Ella me esperó en el auto, y de reojo vi como hizo una llamada de teléfono.
Al entrar, visualicé mi celular en la mesita de la sala, justo donde me había enterado que mamá había muerto. Una lagrima amenazó con salir, pero ya estaba harta de llorar. Mis ojos ya me dolían y la cabeza estaba matándome.
Al ver mi teléfono, noté las llamadas perdidas de Alexander, y vaya que eran bastantes. También noté sus mensajes, que sobrepasaban los 100. No los quise leer todos porque eran mucho, pero los que destacaban eran "¿Dónde estás?" "¿Estas bien?" "Contéstame el maldito celular" "Tenemos que hablar urgentemente".
Me arrepentía un poco de no haberle dicho de lo mi madre, pues lo había preocupado. Pero él había sido hiriente la última vez que habíamos hablado, y necesitaba pensar. Cuando creía haber tomado una decisión, llegó Dylan a decirme la verdad, e hizo que volviera a pensar todo.
Al final de todo, sabía que quería arreglar las cosas con él, y aunque nos costaría trabajo, él era la persona con quien yo quería estar el resto de mi vida.
Aunque no estaba en mi mejor momento emocionalmente, trabajaría en mi y en matrimonio, pero antes tenía que hablar con él, y decirle todo lo que sabía y lo que sentía.
Decidí enviarle un mensaje, para que pudiera saber que estaba bien.
Hola, estoy bien, Quiero hablar contigo, ¿en dónde estás?
Mo tardó ni dos minutos en responderme.
Estoy en casa, y yo también quiero hablar contigo.
Por alguna extraña razón, su mensaje me alteró un poco. Lo conocía tan bien que distinguía su seriedad por medio de mensajes de texto.
Respiré para calmar los rápidos latidos de mi corazón.
Salí de casa de mi amiga para volver al auto.
Notaba en ella el mismo nerviosismo que había en mí.
-Acabo de hablar con Aarón, esta más que molesto. Quedamos de vernos en la empresa- comentó.
-¿Podrías llevarme a mi casa? Alexander está ahí- hablé.
Ninguna de los dos dijo nada más. Estábamos metidas en nuestros asuntos y pensando en que íbamos a decirle a nuestras respectivas parejas.
Incluso, podía decir que nuestros corazones latían a la misma velocidad y estaban creando una sinfonía llena de miedo y nervios.
Ni siquiera me di cuenta cuando llegamos a la puerta de mi casa.
-Deséame suerte- dije mirando a Claudia.
-Ambas la necesitamos- respondió.
No me quería bajar del vehículo, pero sabía que era necesario.
Vi alejarse a mi amiga, y era consiente de que era hora de entrar a casa. Abrí la puerta poco a poco, sin hacer ruido.
Se veía tranquilo todo, como si todo estuviera excelente.
Me quedé ahí de pie, no quería moverme. Estaba muy nerviosa, y en cualquier momento me quebraría.
Escuché ruido en la parte de arriba, más específico, en nuestra habitación. Estaba a punto de subir las escaleras, cuando una voz me detuvo.
-Elena- dijo Alexander llamando mi atención.
-Alexander- respondí.
Ambos solo nos miramos y no supimos que más hacer.
-¿Quién está arriba?- pregunté para romper la tensión.
-Es Renata, esta haciendo unas cosas que le pedí- contestó.
Pasaron unos segundos en silencio, pero fue roto por los pasos de Alexander. Comenzó a caminar hacia su despacho y sabía que yo también tenia que ir para allá.
Cuando entré, él ya estaba sentado en su silla, supe que yo también tenía que sentarme.
-¿Quieres algo de beber?- preguntó tranquilo.
Negué con la cabeza.
Esto se sentía como si fuéramos dos conocidos intentando tener una conversación, y eso me rompía el alma, pues ya no sentía esa conexión.
-Yo solo quiero decirte que...- comencé a explicar, pero fui interrumpida por él.
-No- aclaró firme -Quiero hablar yo primero-
-Entonces adelante- motivé, pues evitar peleas en este momento era clave para ganar terreno.
Alexander parecía agarrar valor para hablar.
-Últimamente hemos tenido muchos problemas y discusiones por situaciones tontas. De verdad que te he intentado comprender, pero ya me harté. Ni siquiera llevamos dos años casados y ya me cansé de lo mismo y sinceramente ya no quiero una vida así. Durante el tiempo que te fuiste, pensé muchas cosas y las puse en una balanza. Tal vez yo no estaba listo para casarme, o tal vez tu no estabas lista para atarte a mí, por eso las pelas y los desacuerdos-
-¿Qué es lo que quieres decir?- pregunté en voz baja.
Sabía el rumbo que estaba tomando esta discusión, pero no quería aceptarlo.
Abrió uno de los cajones de su escritorio y sacó una carpeta. La puso sobre la mesa y me la ofreció,
-Quiero decir que quiero lo mejor para ambos, aunque eso signifique que no estemos juntos- respondió.
Abrí la carpeta para leer el contendido de las hojas, y mis ojos se llenaron de lágrimas al comprender lo que estaba pasando.
-¿Divorcio?- pregunté atónita.
Alexander me miró y asintió con la cabeza.
Al parecer se había ido a la mierda mi plan de arreglar las cosas y ser una familia feliz...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro