Y, se quitó la piel...
Quitó la piel como quien se desprende de una bufanda,
la arrojó tan lejos donde no envenenara su alma.
Arrancó cada parte centímetro a centímetro hasta quedarse sin nada,
dejando su cuerpo libre de dolores, cicatrices y partes marcadas.
Era libre como ave en bandada, como las olas del mar o turbonada,
cuál estrella fugaz en las bellas noches iluminadas.
Se despidió de pesadillas, fantasmas, anclas y demonios alados, soltó lo que para su espíritu era profano,
embozando una sonrisa esperando que su cuerpo se cubriera con algo más liviano.
Y se quitó la piel...
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