Herida sin Catriz
Cosió sus heridas, con el más fino hilo de larva mariposera, tal vez de monarca, tigre, ulises o cebra.
La aguja de un cristal que pudiera ser luminoso, covalente o iónico, punta de marfil esmaltado,
para quedaran cicatrices que le recordarán su doloso pasado.
Ungüento para cerrar poros y hendiduras; que al que entregó su cuerpo, alma y corazón,
con estocada de mentiras
su interior maltrecho le dejó.
Una que otra pomada de consejos por personas amadas,
queriendo que su alma no quede triste y desilusionada.
Pero el mejor remedio lo consiguió cuando entendió,
que esas laceraciones sanadas,
pero marcadas eran su salvación.
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