Contemplación Melancólica
Creo que he envenenado mi cuerpo
con los recuerdos de un pasado que no puedo cambiar,
solo lamentar,
y que me causa asco el apenas contemplar.
Creo que el dolor que ahora siento en la carne
es un reflejo evidente de la agonía de mi alma,
pero no hay quién la salve, ni forma
de hacer con que mi sufrimiento acabe.
No hay descanso, ni alivio.
Porque las punzadas no vienen de la carne, sino del espíritu.
Vienen del remordimiento, de los esqueletos en mi armario,
de los fantasmas que reclaman justicia, maldición y castigo.
Que demandan mi caída y que me estrujan el corazón,
al recordarme noche y día de su presencia,
al causar mi contrición.
Por su culpa, ni una miga de paz me resta.
Por su culpa, la tristeza es eterna, vesánica,
y a cada nuevo día más intensa.
La alegría es diminuta, delicada, y a estas alturas propensa
a desaparecer para siempre de mi vida.
Estoy en caída libre, esto es evidente.
Estoy en un túnel sin salida.
En mis ojos ya no está
aquel resplandor de la felicidad
que los hacía brillar,
y que podía iluminar mi sonrisa,
con total sinceridad.
Y el mundo se ha vuelto oscuro,
sin colores que lo hagan vibrar.
El amarillo del sol se pierde en el gris de las nubes.
El verde de los campos, al gris de las urbes.
El azul del océano, de los lagos y lagunas,
al gris de la niebla, y al plomo de la garúa.
El blanco de las flores, al gris de las palomas,
que se asoman sobre las cornisas
sobre los trabajadores,
y que vuelan sin próposito, por esta ciudad.
Pero al menos ellas son gregarias,
mientras que yo vivo reclusa,
en desquiciante soledad.
Contemplando a menudo mi mortalidad.
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Tranquilos que estoy bien ^^ Esto más un ejercicio de poesía que cualquier otra cosa.
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