Si dices que me amas,

desisto ahora de resistirme a tu encanto.

Me rindo a tus pies —sin mucha demora—

y me entrego al quebranto de quererte solo a ti.

Si dices que quieres

ser mía por siempre,

dejo de mentir.

Dejo de fingir, me olvido de lamentos

y digo lo que siento,

soy sincera al fin.

Me lanzo al suelo

e imploro tu piedad,

imploro tu perdón y digo la verdad:

Que siempre te he amado,

querido, deseado,

y que el mayor pecado que yo cometí

fue alejarte de mí.

Si limpias tu ropa y ensucias tu imagen,

me lanzo en el lodo, dejo que me trague.

Y me quito el traje, de miedo y temor.

Me desnudo ante ti, ante tu amor.

Y te digo la verdad:

Yo siempre te he querido, admirado y anhelado,

y el mayor pecado que ya cometí

fue herirte, gritarte, y alejarte de mí.