Dicen que el mejor estado de un escritor es la tristeza, aquí surgen las ideas con más ímpetu alimentadas por las desesperanzas que está viviendo aquel que se apodera de las palabras y se deja llevar por aquello sentimientos que lo abruman. Sus dedos fluyen con las ideas plasmadas en lo más profundo de su alma mientras esta está desolada solo buscando la forma de llenar ese vacío con letras y oraciones.

La pérdida siempre es un tema constante en cualquier ser que respire y considere que tenga vida, hasta la más pequeña puede desatar una tormenta de emociones, sentimientos, que pueden derrumbar hasta a el más fuerte, enfocándose sobre todo en aquellos que se aferran a sus armaduras con desespero. Atemorizados de que otros puedan ver lo que de verdad ocurre dentro, toda la locura escondida en sonrisas.

Nadie está listo para la tormenta, entrar en un túnel oscuro sin saber que hay del otro lado, con los ojos vendados y las lágrimas deslizándose bajo sus mejillas. ¿Habrá de verdad una luz al final del túnel?