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Capitulo diecisiete: el novio

El aire fresco de la mañana envolvía a Jeongin y Hyunjin mientras caminaban hacia el edificio donde se llevaría a cabo la tan esperada entrevista. La emoción y los nervios se sentían en el ambiente, y Jeongin no podía evitar sentir que todas las miradas estaban puestas en ellos.

—Siento que todos me miran y murmullan, es insoportable —confesó Jeongin, frunciendo el ceño mientras observaba a su alrededor.

Hyunjin sonrió, intentando calmarlo.

—Técnicamente, nadie te vio bien la cara, así que tú tranquilo —dijo con un tono juguetón—. Yo resolveré esto.

Jeongin sintió una oleada de confianza al escuchar esas palabras. Sabía que Hyunjin tenía una forma especial de manejar las situaciones, y confiaba en él.

—Está bien, confío en ti —respondió, sintiendo cómo la tensión en sus hombros comenzaba a desvanecerse.

Después de unos minutos de caminar, llegaron a la entrada del edificio. Hyunjin tomó una profunda respiración antes de entrar, y Jeongin lo siguió de cerca. Una vez dentro, se encontraron con un equipo de producción que ya estaba preparando todo para la entrevista. La reportera, una mujer carismática con una sonrisa brillante, los saludó.

—¡Bienvenidos! Estoy muy emocionada de tener aquí a Hwang Hyunjin. ¡Comencemos! —dijo la reportera mientras se acomodaba frente a las cámaras.

Hyunjin sonrió y asintió.

—Estoy muy agradecido de estar aquí —respondió con sinceridad.

La reportera se acercó un poco más y le colocó una mano en el hombro. Jeongin alzó una ceja y rodó los ojos al ver el gesto familiar, pero decidió no comentar al respecto.

La entrevista comenzó con preguntas sobre su reciente novela y el proceso creativo detrás de ella. Hyunjin respondía con entusiasmo, hablando de sus inspiraciones y del arduo trabajo que había puesto en su escritura e ilustraciones. Sin embargo, a medida que avanzaba la conversación, la reportera cambió de tema.

—Ahora, Hyunjin, hay algo que está encendiendo las redes sociales: una foto de ti y otro chico besándose. ¿Quién es ese chico? —preguntó la reportera, con una sonrisa traviesa.

Hyunjin titubeó un poco, pero luego sonrió ampliamente.

—Es mi novio —dijo, sintiéndose orgulloso de poder compartir esa parte de su vida.

La reportera sonrió aún más, como si hubiera dado en el clavo.

—¿Cuánto tiempo llevan juntos? —preguntó con curiosidad.

—Desde hace bastante, de hecho gracias a él comencé a escribir...—respondió Hyunjin—. Lo conozco desde hace bastante tiempo. Ahora es alguien sorprendentemente atractivo, aunque antes tenía el cabello rubio y usaba frenillo... un completo friki.

La reportera rió suavemente ante la descripción y le preguntó:

—¿Te gustan los frikis?

Hyunjin sacudió la cabeza con una sonrisa.

—No, solo me gusta él —respondió sin dudarlo.

La reportera se rió de nuevo, disfrutando de la ternura del momento.

—Eso es muy tierno. ¿Qué les dirías a todas tus fans? —preguntó, con un brillo en los ojos.

Hyunjin sonrió con sinceridad.

—Aprecio mucho su apoyo, pero soy completamente gay y amo a mi novio —declaró con firmeza.

La reportera asintió, satisfecha con la respuesta.

—Y así es como se hace. ¿Él es tu inspiración? —preguntó, asegurándose de obtener toda la información posible.

—Sí —respondió Hyunjin con una sonrisa radiante—. No podría haberlo hecho sin él.

Después de un par de preguntas más sobre su carrera y sus planes futuros, la entrevista llegó a su fin. Hyunjin se acercó a Jeongin, quien le entregó una botella de agua con una sonrisa.

—Gracias —dijo Hyunjin mientras abría la botella y tomaba un sorbo.

Jeongin lo miró a los ojos y dijo con seriedad:

—En serio quiero besarte ahora mismo.

Hyunjin sonrió al escuchar eso, sintiendo cómo su corazón latía más rápido.

—¿De dónde viene esa emoción? —preguntó, disfrutando del momento.

Jeongin se encogió de hombros, tratando de parecer casual.

—Mi novio es un escritor famoso y me agrada la idea de que dijeras abiertamente que no estás disponible —dijo con un guiño.

Hyunjin sonrió ampliamente y tomó la mano de Jeongin.

—Vamos a salir —dijo mientras tiraba suavemente de él hacia la salida.

Jeongin lo miró con curiosidad.

—¿Quieres ir a comer? —preguntó.

Hyunjin frunció el ceño, intrigado.

—¿A dónde?

Jeongin sonrió misteriosamente.

—Es una sorpresa —respondió mientras salían del edificio.

Después de un rato caminando por las calles iluminadas por el sol, llegaron a la casa de los padres de Jeongin. Hyunjin frunció el ceño al ver el lugar familiar para Jeongin.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó con curiosidad.

Jeongin suspiró antes de responder:

—Mi padre me invitó a cenar... pero no estaba del todo feliz para verlo solo así que te arrastré conmigo.

Hyunjin se rió ante la idea de ser arrastrado a una cena familiar. Justo cuando estaban a punto de tocar el timbre, la madre de Jeongin salió al porche y quedó atónita al ver a Hyunjin junto a su hijo.

—¿Chicos? ¿Qué hacen aquí? —preguntó con sorpresa en su voz.

Jeongin sonrió nerviosamente.

—Papá me invitó a comer... y yo lo traje conmigo —respondió.

Ella los invitó a pasar mientras ambos entraban en la casa. El padre de Jeongin estaba en la sala y al verlos entrar, sonrió levemente antes de fruncir el ceño al notar la presencia de Hyunjin.

—Al fin llegaste, Jeon... ¿Qué hace él aquí? ¿No habían terminado? —preguntó el hombre con una mirada inquisitiva.

Jeongin asintió lentamente antes de hablar:

—Hyunjin y yo hemos vuelto.

El padre no dijo nada; solo se quedó mirando a Hyunjin con una mezcla de desconfianza y curiosidad. La tensión en el aire era palpable mientras se sentaban a la mesa para cenar. Al principio, todo estaba en silencio; solo se escuchaba el sonido de los cubiertos sobre los platos hasta que la madre decidió romper el hielo.

—Felicitaciones por tu éxito, Hyunjin, tu libro es bastante famosos—dijo amablemente, aunque su tono era un poco forzado.

Hyunjin sonrió agradecido.

—Gracias. Antes alguien me dijo que era un arrastrado y por eso me esforcé por ser alguien —respondió, recordando las palabras que el padre de jeongin le había dicho en aquellos momentos.

El sonido fuerte de los cubiertos chocando contra la cerámica hizo que todos miraran al señor Yang, quien había dejado caer su tenedor sobre el plato al escuchar lo que Hyunjin había dicho.

—¿Por qué has vuelto con El? —preguntó el padre directamente a Jeongin, su voz cargada de preocupación.

Jeongin se enderezó en su silla y respondió con firmeza:

—Soy un adulto y puedo tomar mis propias decisiones.

El padre lo miró fijamente antes de responder:

—Me preocupo por ti... después de todo lo que Hyunjin hizo...

Jeongin soltó una risa sarcástica al escuchar eso.

—¿Cómo lo sabes? No estuviste allí —replicó con desdén, sintiendo cómo la frustración comenzaba a burbujear en su interior.

El padre lo miró intensamente antes de continuar:

—Me preocupo por ti porque te amo.

Jeongin frunció el ceño ante esas palabras.

—Nunca te has preocupado realmente por mí; siempre has pensado más en lo que dirán que en mi estabilidad emocional —dijo con voz firme.

El padre interrumpió:

—En Nueva York ganabas dinero, tenías una casa...

Jeongin lo miró incrédulo y preguntó:

—¿Dinero? ¿Por qué te interesa tanto el dinero que gane? Creo que no te debo nada.

La atmósfera se tornó tensa mientras ambos hombres intercambiaban miradas desafiantes. Hyunjin observaba en silencio, sintiendo cómo la situación se volvía incómoda para todos ellos.

El aire en la habitación era denso, cargado de tensiones no resueltas. Jeongin, con la voz temblorosa pero firme, miró a su padre a los ojos.

—No te debo nada —bramó, sintiendo cómo las emociones se desbordaban dentro de él—. Nunca te preocupaste por mí. Siempre estuve solo, incluso cuando estaba en Nueva York. ¿Sabes lo mal que la pasé mientras estudiaba? Ninguno de ustedes se tomó el tiempo para escribirme, ni siquiera para saludarme, como sobre lleve el estrés yo solo, ¿Siquiera cuando conseguí trabajo en una empresa como director de arte? ¿Sabes cómo me fue? No fueron nisiquiera a mi maldita graduación...

Su madre trató de intervenir, pero Jeongin la interrumpió.

—Innie, cálmate —dijo ella, intentando mantener la calma en medio del huracán emocional que era su hijo.

—No, mamá —respondió Jeongin, sacudiendo la cabeza con frustración—. El siempre tiene que buscar algo por lo que pelear, un error o algo, cuando es la persona menos indicada para hacerlo. Nunca se preocuparon realmente por mí, siempre por el maldito que dirán, incluso antes cuando sucedió lo del contrato... No se preocuparon en como me afectaría en el futuro y rn mi confianza... Siempre ha pensado que...

—Tu madre te ha consentido mucho, todo lo que hacemos lo hacemos por tu...

—cierra la boca, ¿Te estás escuchando?

La mirada de su padre se endureció ante las palabras de Jeongin, pero este ya no podía detenerse.

—Se supone que yo quería estudiar eso, pero no tenía a nadie para apoyarme. Así que no me digan que se preocupan por mí. ¡Nos vamos, Hyunjin!

Hyunjin asintió, comprendiendo la tormenta interna de su novio, y ambos se encaminaron hacia la salida. Cada paso que daban parecía liberar un poco más la carga que Jeongin había estado llevando durante tanto tiempo.

Una vez dentro del auto, Hyunjin miró a Jeongin con preocupación.

—¿Estás bien? —preguntó suavemente.

Jeongin negó con la cabeza, su voz apenas un susurro.

—Quiero irme a casa.

Hyunjin asintió y arrancó el motor. Mientras conducían, el silencio era pesado, pero finalmente Hyunjin rompió la tensión.

—¿Te has puesto a pensar que debes soltar el pasado? —dijo con cautela.

Jeongin no respondió de inmediato, sumido en sus pensamientos. Hyunjin continuó.

—Debes seguir adelante y perdonar a tus padres.

Jeongin soltó una risa amarga.

—Tú eres el menos indicado para decir eso —replicó—. Desde que nos conocemos, nunca has hablado de tus padres.

Hyunjin lo miró de reojo mientras conducía.

—No hay necesidad de hacerlo, yo nunca pase mucho tiempo con mis padres, de hecho mi madre, no conocí a mi padre. Pero tú debes soltar toda esa ira que cargas con todos: tu papá, tu mamá, incluso conmigo. Deja de creer que no nos preocupamos por ti.

—Tú bien sabes que mi padre no se preocupa —respondió Jeongin, sintiendo cómo la ira comenzaba a burbujear nuevamente dentro de él. —No lo defiendas ahora...

—No lo hago —dijo Hyunjin, manteniendo la calma—. Solo que no sabes cuándo será la última vez que los veas.

Jeongin sintió un escalofrío recorrerle la espalda al escuchar esas palabras.

—Incluso a mí, debes detenerte —continuó Hyunjin—. No avanzas porque no quieres. Deja de vivir en el pasado.

Jeongin apretó los dientes, sintiéndose atrapado entre el deseo de gritar y la necesidad de ser comprendido.

—Tú no sabes nada —dijo finalmente—. Deja de meterte en cómo me siento. Esa garra que mi padre creó entre nosotros es difícil de sanar, quizás no lo entiendes por qué nadie te ha fallado lo suficiente...

Hyunjin observó el semáforo en verde y aceleró un poco, pero su mirada seguía fija en Jeongin.

—Deja de comportarte así, estás toca do fondo... —le dijo—. Tu padre se equivocó. Sin embargo, todos merecemos otras oportunidades, así como me las diste a mí...

Pero Hyunjin no pudo terminar aquella frase. Un golpe fuerte sacudió el auto, haciendo que los dos fueran lanzados hacia adelante. El sonido del metal chocando resonó en sus oídos mientras la realidad se desvanecía en un instante caótico.

Jeongin sintió cómo todo se volvía borroso y oscuro mientras el impacto los envolvía.

Cuando la confusión comenzó a despejarse, Jeongin intentó enfocar su mente en lo que había sucedido. El olor a goma quemada y metal retorcido llenaba el aire. Miró a su alrededor, aturdido y desorientado.

—Hyunjin... —logró articular, su voz apenas un susurro entre el caos.

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