Capitulo dieciséis: el otro chico
La sala de reuniones estaba impregnada de un aire de expectativa. La directora, una mujer de mediana edad con una mirada decidida y una voz firme, se encontraba al frente, explicando el meticuloso proceso de publicación de los episodios de la nueva serie animada. A medida que hablaba, sus palabras fluían con una pasión contagiosa. Hablaba de los plazos de entrega, de la importancia de cada detalle en la producción y de cómo cada miembro del equipo jugaba un papel crucial en el éxito del proyecto.
—Es vital que cada uno de ustedes entienda la magnitud de su contribución —dijo la directora, haciendo una pausa para mirar a todos los presentes—. Desde los guionistas hasta los animadores, todos somos parte de un engranaje que debe funcionar a la perfección. La serie no solo representa nuestro esfuerzo colectivo, sino también las expectativas de nuestra audiencia.
Los miembros del equipo asintieron, algunos tomando notas mientras otros intercambiaban miradas cómplices. La serie había generado mucho interés desde su anuncio, y todos estaban ansiosos por ver el resultado final.
—Mañana —continuó la directora—, tenemos una entrevista programada con Hyunjin. Como escritor del libro en el que se basa la serie, es esencial que hable bien del equipo de producción. Su imagen es importante para nosotros, así que asegúrense de que esté preparado para dar una buena impresión.
Con un gesto decidido, la directora concluyó la reunión.
—Sin más que decir, damos por concluida esta sesión. Gracias a todos por su arduo trabajo.
Los miembros del equipo comenzaron a levantarse y salir de la sala, dejando a Jeongin y Hyunjin solos. Jeongin se recostó sobre la mesa, con una sonrisa en el rostro.
—Estoy tan orgulloso de ti —dijo Jeongin, mirando a Hyunjin con admiración—. Estoy ansioso por verte en la entrevista y en la firma de libros.
Hyunjin sonrió y, en un arrebato de cariño, lo tomó de la cintura, acercándose para besarlo. Sin embargo, Jeongin rápidamente levantó su dedo índice en señal de advertencia.
—¡Ah! No aquí —dijo Jeongin con una mezcla de diversión y seriedad—. Estamos en la oficina.
Hyunjin hizo un puchero, un gesto que siempre lograba sacar una risa a Jeongin.
—Ya estás viejo para hacer pucheros —le respondió Jeongin, aunque su mirada se volvió cautelosa mientras miraba a ambos lados para asegurarse de que nadie los estuviera observando. Finalmente, se acercó y le dio un corto beso en los labios.
Hyunjin estaba a punto de hablar cuando el teléfono de Jeongin vibró sobre la mesa. Él miró el mensaje y su expresión cambió ligeramente.
—¿Quién es? —preguntó Hyunjin con curiosidad.
—Nadie importante —respondió Jeongin rápidamente, aunque su tono sonó evasivo—. Tengo que salir.
Sin más explicación, Jeongin salió del edificio apresuradamente. Al salir, se encontró con un hombre mayor que lo esperaba en la acera.
—Papá, ¿qué haces aquí? —preguntó Jeongin con desdén.
El padre lo miró con una mezcla de preocupación y reproche.
—Si no fuera por terceros, no me enteraría de que volviste. ¿Por qué volviste? Tu futuro está todo por la borda.
Jeongin sintió una oleada de frustración y tristeza. Golpeó el interior de su mejilla con la lengua, intentando contener las lágrimas.
—¿Sabes? —comenzó, su voz temblando—. ¿Alguien alguna vez te ha dicho que eres un pésimo padre? Ya soy lo suficientemente mayor para decidir lo que quiero y lo que no. Y ahora no quiero verte.
Se dio la vuelta para marcharse, pero su padre lo tomó del brazo con fuerza.
—Tu madre quiere que cene contigo —dijo el hombre con un tono autoritario.
Jeongin lo miró con desprecio.
—No, gracias. Eres un hipócrita. No necesito eso en mi vida ahora mismo. Siempre has sido así —respondió antes de zafarse y entrar nuevamente al edificio.
Una vez dentro, se dirigió al baño. Cerró la puerta tras él y se apoyó contra el lavabo, sintiendo cómo las lágrimas empezaban a brotar. Recordó su infancia, sus sueños y anhelos cuando vivía en Nueva York. Lo único que quería en aquel entonces era confianza y apoyo incondicional por parte de sus padres, pero nunca lo obtuvo.
Jeongin estaba acostado en su cama en Nueva York, las lágrimas corrían por sus mejillas mientras recordaba cómo Hyunjin lo había dejado solo en aquella ciudad llena de recuerdos. Se sentía vacío y perdido. La soledad era abrumadora. En un impulso desesperado, tomó su teléfono y marcó el número de su madre. Esperó ansiosamente mientras el tono sonaba repetidamente.
—¿Mamá? —sollozó Jeongin al tercer tono.
Pero desafortunadamente, no contestó ella. En cambio, fue su padre quien respondió.
—Jeongin... me alegra que llames —dijo su padre con una voz fría—. Estaba por decirte que hace unos días vi a Hyunjin por aquí. Me alegra que hayan terminado. Él nunca me agradó para ti; tú tienes un futuro brillante y él...
La voz del padre se desvaneció en el aire mientras Jeongin cortaba la llamada con furia. Quizás si en aquel entonces hubiera escuchado un "todo está bien", tal vez habría sido más fuerte para enfrentar los desafíos que se presentaban ante él.
Jeongin salió del baño con el corazón aún acelerado por la conversación que había tenido con su padre. Se sintió un poco más ligero después de desahogarse en el papel, pero la incertidumbre sobre su futuro seguía pesando en su mente. Cuando entró nuevamente a la oficina, su mirada se encontró con la de Hyunjin, quien estaba sentado en su escritorio, revisando algunos documentos.
—¿Todo bien? —preguntó Hyunjin, levantando la vista con una expresión de preocupación.
Jeongin asintió, tratando de sonreír para tranquilizar a su pareja.
—Sí, todo bien —respondió, aunque sabía que había más en su mente de lo que estaba dispuesto a compartir en ese momento.
Hyunjin sonrió y se levantó, acercándose a Jeongin.
—Perfecto. Entonces, ¿qué te parece si vamos a cenar? —sugirió, iluminando la habitación con su entusiasmo.
Jeongin sintió que su corazón se calentaba ante la idea de pasar tiempo a solas con Hyunjin.
—Está bien, vayamos —respondió, sintiendo que una cena sería justo lo que necesitaba para despejar su mente.
Ambos salieron del edificio y caminaron hacia un restaurante cercano. La conversación fluyó fácilmente entre ellos, riendo y compartiendo anécdotas sobre el trabajo y sus sueños. La comida llegó y, aunque era deliciosa, lo que realmente disfrutaban era la compañía mutua.
Después de la cena, salieron del restaurante y se detuvieron un momento en la acera. Hyunjin sacó su teléfono para revisar algo.
—Un segundo, necesito atender una llamada —dijo, dándose la vuelta para alejarse unos pasos.
Jeongin asintió mientras observaba a Hyunjin hablar por teléfono. Fue entonces cuando un hombre se acercó a él.
—¿Jeongin eres tú? —preguntó el desconocido con una sonrisa amplia.
Jeongin frunció el ceño al reconocerlo.
—¿Qué haces aquí? —respondió con desdén.
El hombre sonrió con entusiasmo.
—¡Dios! Al fin te encuentro! He estado buscándote por mucho tiempo —dijo el hombre, cuyo nombre era Mingi.
Jeongin sintió que la incomodidad lo invadía.
—Mingi, déjame en paz. Ya te dejé claro que no quiero nada contigo —interrumpió Jeongin, tratando de mantener la calma.
Mingi no se dio por vencido.
—No puedes rechazarme sin darme una oportunidad —dijo, tomando a Jeongin de la muñeca.
—¡Suéltame! —exclamó Jeongin, intentando liberarse de su agarre.
En ese momento, Hyunjin se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y rápidamente interrumpió la conversación.
—Ya le dijo que no quiere nada contigo. Suéltalo —dijo Hyunjin con firmeza.
Mingi miró a Hyunjin con desdén.
—¿Y tú quién eres para meterte en conversaciones ajenas? —preguntó, desafiándolo.
Hyunjin se mantuvo firme.
—Soy el novio de Jeongin —respondió con seguridad—. Y me estás comenzando a molestar.
Mingi miró a Jeongin con incredulidad.
—¿Es por este vejete que lo has cambiado? —preguntó, esbozando una sonrisa burlona.
Hyunjin se cruzó de brazos y respondió con calma:
—Mientras más viejos somos, más experiencia tenemos... Estoy seguro que le gusta aprender, no enseñar..
La tensión aumentó en el aire. Jeongin sintió cómo su corazón latía más rápido mientras Mingi lo miraba, cuestionando su decisión.
—No vale la pena, Hyunjin vámonos...
—¿Hyunjin? ¿Volviste con tu ex Yang? Oye, eres un estúpido. ¿Cómo puedes volver con alguien que te hizo daño? Te volviste loco; eres un estúpido que no sabe tomar decisiones... —Mingi comenzó a gritar.
No pudo terminar esa frase porque Hyunjin le propinó un golpe en la mejilla, sorprendiéndolo y haciendo que retrocediera un paso.
—No le digas así. Eso no es tu problema —dijo Hyunjin, furioso.
Mingi no se quedó atrás y devolvió el golpe. Jeongin sintió que el tiempo se detenía mientras observaba la escena. Justo cuando Hyunjin estaba por responder con otro golpe, Jeongin intervino.
—¡Hay mucha gente! —exclamó—. Hyunjin, eres bastante reconocido como escritor; no podemos hacer esto aquí... Mañana tienes una entrevista, debes cuidarte.
Hyunjin se detuvo al escuchar las palabras de Jeongin. Miró alrededor y vio las miradas curiosas de algunos transeúntes. Mingi sonrió al ver que Hyunjin dudaba.
—Te esperaré para cuando Hyunjin te rompa el corazón —dijo Mingi antes de alejarse, dejándolos solos.
Hyunjin tomó la mano de Jeongin y comenzó a caminar lejos del lugar, aún tenso por lo que había sucedido. Cuando llegaron al auto, Hyunjin se volvió hacia Jeongin y lo observó detenidamente.
—¿Estás bien? —preguntó, señalando el golpe en su mejilla.
Hyunjin asintió, aunque su rostro mostraba preocupación.
—Lo siento... sigo cometiendo errores —dijo Jeongin con tristeza en su voz.
Hyunjin le tomó la mejilla con suavidad y plantó un beso suave en sus labios.
—No es tu culpa —susurró—. No tienes que disculparte por lo que otros hacen o dicen. Estoy aquí contigo y eso es lo que importa.
Jeongin sintió que las palabras de Hyunjin lo envolvían como un cálido abrazo. Se sintió agradecido de tenerlo a su lado y decidió dejar atrás las inseguridades del pasado.
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A la mañana siguiente, Jeongin despertó y encontró a Hyunjin a su lado. Sonrió al ver esa imagen familiar; era un consuelo en medio del caos de sus pensamientos.
—Extrañaba esta vista —dijo Hyunjin al abrir los ojos, sonriendo mientras se estiraba.
Jeongin rió suavemente.
—Deja de ser tan bonito; me matas de un infarto —respondió Hyunjin con una sonrisa juguetona.
Justo en ese instante, el teléfono de Hyunjin sonó. Este contestó rápidamente al ver quién llamaba.
—¿Jake? —dijo mientras se alejaba un poco de Jeongin para hablar más tranquilo—. ¿Qué pasa?
La expresión de Hyunjin cambió drásticamente mientras escuchaba a Jake del otro lado de la línea.
—¿Por qué hay una foto en todas las redes de ti golpeando a un tipo y otra besándote con Jeongin? —preguntó Jake con incredulidad.
—¿Qué?
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