Prólogo
Odio ser el centro de atención. Fue lo primero que pensé al estar sentado enfrente de todos. El traje elegante me apretaba, la corbata no me dejaba tragar saliva y los zapatos me quedaban grandes. No quería estar aquí, no me gusta que todos me vean, no puedo controlar mis dedos. Esto es una pesadilla.
No es porque tenga pánico escénico o tenga pavor a ser abucheado, estoy acostumbrado a eso. La razón principal de mi actitud es la incomodidad de estar sentando en la tarima y no hacer absolutamente nada más. Soy una persona a la que le gusta realizar cosas, y estar sentando como tonto no es una de ellas.
Cuando el maestro propuso mi dibujo para un concurso en donde otros institutos participarán, acepté porque sabía que no ganaría; ahora me arrepiento con todas mis fuerzas. Solo era la entrada a un bosque que en su mayoría era de colores verdes y sus derivados. No entiendo cómo eso es considerado el mejor dibujo. Ahora tengo que estar sentado con otros chicos que ganaron otros concursos escolares y ser el centro de atención hasta que digan nuestros nombres.
Tengo suerte de no tener que dar unas palabras; de eso se encarga el director. Nosotros nos sentamos, tomamos nuestro diploma y esperamos a que todos tengan el suyo para poder irnos. Ya van como trece chicos y todavía no dicen mi nombre. Bueno, tampoco dicen el nombre del nuevo chico popular del Instituto San Pinedo; ni siquiera sé cómo luce ese chico.
Este instituto se podría describir en una palabra: doble cara. Estoy a pocas semanas de terminar mi primer año y con eso me basta para saber que no puedes confiar en nadie y mucho menos puedes creer en lo que digan. Como en el caso de Edward, que era el más querido por ser capitán del equipo de fútbol, era amado, tratado como un dios, y nadie creía que ahora es odiado, humillado y un simple don nadie ¿El motivo? Besó a una chica desconocida, sabiendo que él tenía novia. Eso hizo que todo el instituto le diera la cara y lo llamaron de todo solo por un beso. Puede que tengan demasiado tiempo libre, puede que no haya nada mejor que hacer, pero una vez que entraste al instituto San Pinedo, todo el mundo sabrá de ti y si cometes el mínimo error, tu poca reputación que tienes se irá al retrete. Con todo eso, sigo pensando que es un mejor lugar que mi anterior escuela.
—¡Michael López! —La voz del director me hizo regresar a la realidad. Ocurre más de lo que me gustaría admitir—. Ganador del quinto concurso anual de artes del Instituto San Pinedo.
Tuve que respirar profundamente para tener el valor de levantarme. El salón estaba callado. Solo se escuchaban suaves murmullos de algunos chicos. Para mi suerte, solo recibí un diploma y tuve que posar junto al director. Fue ahí donde vi que ni mis padres, ni mi hermano estuvieron presentes. De mi hermano, por lo menos tuve un mensaje de disculpas, de mis padres ni los buenos días.
Volví a mi asiento y siguieron describiendo las cualidades de cada concurso y su importancia para la juventud.
—No te ves muy feliz.
Un rostro con pecas debajo de sus ojos, unos labios carnosos, un pelo castaño y unos ojos verdes preciosos, hizo que casi se me caiga el diploma al ver tanta belleza. Era un chico, un chico jodidamente hermoso.
Me costó demasiado abrir la boca, su presencia era arrolladora, no sabía si cualquier cosa que dijera sería suficiente para su presencia. Ahora pienso que estoy endiosando a alguien que ni creo que se lo merece.
—Un pedazo de papel con mi nombre, no es la manera de obtener mi felicidad.
El chico sonrió tan dulcemente que casi podía escuchar a mi corazón latir de solo verlo. No es la primera vez que siento algo por un chico. No termina bien, por eso no quiero pensar en lo guapo que está y mejor me controlo.
—Es cierto, aunque daría todo porque un pedazo de papel en tapa blanda tenga mi nombre —suspira—. Sería un sueño hecho realidad.
La forma de hablar, la forma en que sus ojos se mueven tan libres, el movimiento de sus manos y la sonrisa tan espléndida. Es tan fácil perderse en su rostro, o en cualquier parte de él.
—Los sueños solo son sueños —puede ver algo de decepción en el rostro—. Déjame terminar y luego te deprimes. Los sueños solo son sueños; si algún día se cumplen, nunca fueron sueños.
Nunca antes había hablado así con alguien, ni con mi amiga hablé de esa manera. Mucho menos esperaba decirle una frase de un anime a un desconocido. Quise decirle que no tomara muy en serio ese comentario, cuando de la nada sonrió, cerrando un poco los ojos.
—Eso fue muy bonito, la verdad, creo...
—¡Theodore Miller! —La voz del Director seguía con un tono formal—. Ganador del tercer concurso anual de escritura del Instituto San Pinedo.
Espera un momento... ¿Ese chico es Theodore Miller? ¿El nuevo chico popular del instituto? Por un carajo.
Cualquier rastro de atracción o incluso valor de abrir la boca se fue a la basura. Prometí que nunca me volvería a juntar con chicos populares y mucho menos en este instituto donde todos te pueden hundir. Jamás me volveré a fijar en Theodore Miller.
Recibí mi diploma y al sentarme quise seguir hablando con ese chico pelinegro, por lo que supe que se llamaba Michael López. Es un nombre muy común, bueno, yo soy todo lo contrario. Nadie en esta ciudad se llama Theodore o se apellida Miller.
—Como decía, creo que...
Michael se levantó de su asiento y pidió permiso para retirarse. Nadie lo notó. Todos estaban más interesados en sus celulares o disimulando interés por las palabras del director.
Quisiera ir por él para ver lo que le pasaba. No se veía del todo bien. Sin embargo, el director dio por terminado el evento con unos agradecimientos y una calidad despedida. La mayoría, al escuchar eso, se comenzó a levantar, provocando un caos de personas de un lado o del otro. Bajé de la tarima y quise ir por donde había salido el chico, pero era casi imposible verlo entre todas las cabezas.
Entre tanto caos, alguien me abrazó por la espalda.
—Theo —La voz de mi novia Julia hizo que girara para verla.
Ella era preciosa, y más con su vestido verde que destaca su tono de piel morena. Me besó en los labios y yo aproveché para tomarla de la cintura y poner mi frente con la suya.
—Eh, ¿qué haces? —Frunció los labios mientras me separaba con sus manos.
—Lo siento, pensé que no te molestaría este detalle...
—Pensaste mal, no quiero arruinar mi maquillaje con tu frente sudada —sacó un espejo de su bolso y con sus dedos se arreglaba el maquillaje. Casi siempre le digo que se ve hermosa con o sin maquillaje. Nunca me hace caso.
—Sabes, te veo en un momento, voy a ver si mi madre está por aquí.
—Sí, sí. Solo no te vayas sin mí; recuerda que saldremos con los chicos.
Con los chicos se refiere a los del equipo. Organizaron una salida para comer pizza y helado por tener mi diploma de escritura, pero por lo poco que los conozco, ni siquiera saben de qué es el diploma, solo quieren buscar una excusa para salir. Caminé hacia la puerta principal y con mi mirada buscaba a Michael. No sé qué le vi, solo era un chico cualquiera, tal vez sea su estatura pequeña, el lunar que tenía debajo de su ojo izquierdo, los hoyuelos que eran visibles cuando hablaba o que fue la única persona en todo este lugar que parecía genuina.
Tal vez pueda ser un amigo, tal vez pueda ser un mejor amigo... bueno, eso es imposible; ya tengo uno. Pero si de algo estoy seguro, es que podría sacar un excelente material de escritura con la idea de un chico dulce que desaparece entre las sombras.
Michael López, quisiera saber más de ti.
Fun Fact: La frase: Los sueños solo son sueños; si algún día se cumplen, nunca fueron sueños. Viene del anime Fullmetal Alchemist. Se quedó muy presente en mi cabeza y necesitaba plasmarla en la historia.
Fecha de Inicio: 04/03/2024
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