22. Necesitaba un respiro
Era muy incómodo estar en una habitación junto a Michael. Eso nunca antes había sonado raro.
Ahora entiendo por completo a Michael cuando está esperando que le hablara o hiciera algo romántico y solo me quedaba en mi burbuja como idiota. Es horrible, una tortura, una horrible tortura china. Intenté ir a su casa para hablar las cosas, pero se fue a su casa, tal vez estaba en casa de Verónica o en el parque, pero pensé que sería una buena idea si le daba tiempo... ahora no sé si hice lo correcto o lo alejé más.
Desde ese día ya ni siquiera voltea a verme. Parece a las interacciones que teníamos cuando antes de ser una pareja falsa. Éramos dos extraños que no necesitábamos, ahora las cosas cambiaron, éramos dos extraños en busca de amor.
Fueron un total de seis días los que no tuve noticias de él, las pocas eran dichas por Marcus y su reciente novia Verónica. Sí, supe la noticia y casi me desmayo al saberlo. No porque me sorprendiera, sino porque llevan juntos casi un año y yo ni enterado.
—No eres el único que puede fingir las cosas, amigo.
Los dos novios estaban en mi casa sentados en el mismo sillón mientras que yo tenía un vaso de limonada en mi mano y la otra en mi cabello por la impresión de la noticia. Mientras que esos dos parecían tan entretenidos por mis expresiones que casi podía escuchar la risa de Verónica.
—¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué? —Atacaba con tantas preguntas a los segundos que casi era una metralleta.
—Tranquilo, amigo, esta noticia no debería ser tan sorprendente. —respondió Marcus mientras abrazaba a su novia.
—¿No es tan sorprendente? ¡¿No es tan sorprendente?! —Deje el vaso a un lado—. Literalmente me estás diciendo que mi mejor amigo y la mejor amiga de Michael estuvieron saliendo por casi un año y ninguno de los dos lo sabíamos.
—Eso, mi querido amigo, se llama no ser tan obvios —Verónica se cruzó de piernas mientras me señalaba con su dedo—. No como ustedes dos.
—¿De qué hablas? —pregunte.
—Te dije que ni así lo entendería, me debes veinte dólares. —Exclamó mi amigo.
—¡¿Qué?! —Se quejó Verónica—. Tú me debes veinte por decir que Theo no se sorprendería. ¿Tregua?
—Tregua.
Se tomaron de las manos y eso aprovechó Verónica para besar el mentón de Marcus poniéndolo un poco avergonzado.
—Son muy lindo y toda la cosa... ¿Pero de qué hablan?
—Dios, ambos se comían con la mirada —dijo sin rodeo Verónica—. Desde el minuto uno que se vieron no dejaban de darse una ligera miradita. Con Michael pensé que se debía por ver a un chico sexy cualquiera, pero después de la fiesta puede ver esa magia que tengo al ver a Marcus, es como si estuvieras hechizado.
—Mientras que contigo, amigo —Anuncio mi mejor amigo—. Eran ligeros vistazos que le dabas a ese chico, pensé que era por su figura o que lo confundiste con una mujer, luego esos intentos nefastos de intentar establecer una conversación. Con eso supe que sentías algo por ese chico.
Necesitaba un respiro.
Estos dos chicos y Marcelo deberían dedicarse a resolver crímenes, son tan listos que me asustan.
Antes miraba a Michael para poder seguir esa charla tan amena que tuvimos en el evento, después lo miraba una temporada que llevaba pantalones algo ajustados, después fue para preguntarle algo sobre sus dibujos, después fue para disculparme por lo ocurrido en la fiesta, después para invitarle un helado, después, después, después, después y ya perdí la cuenta de todos los después que tuve con ese chico y si no fuera por mi problema con la beca, tal vez seguiría con otro plan de invitarlo y no llegar a nada.
Ahora entiendo que todos esos intentos no eran porque quisiera ser su amigo o me llamara la atención, era porque tuve un crush con un chico y tardé mucho tiempo en darme cuenta de eso.
Oh.
—Fui un idiota.
Para animarme un poco los dos me contaron cómo fue su inicio de relación. Todo sucedió con la clave del wifi... sí, no es broma o una referencia a un libro, literalmente se conocieron al pedir la clave del wifi de la biblioteca. Marcus estaba relajado escuchando música mientras cumplía con un recado del maestro en donde tenía que servir como el sellador de la biblioteca todo un día.
Verónica llegó para poder tener un momento de paz mientras sus cambios de humor solo empeoraban por sus cólicos. Entró con un gran enojo por delante y le pidió la clave del wifi a Marcus, porque según era mejor que el internet principal. Se sentó en una mesa a mirar su celular y como Marcus tiene el alma de un perro, fue preguntarle qué le sucedía con toda la paciencia y tolerancia posible.
Fue desde ese momento en que ambos tuvieron esa denominada magia del enamoramiento. Misma magia que siento por Michael y que tuve desde hace mucho tiempo. Demonios, ¿Ambos fuimos tan ciegos? Pensábamos que esto solo era amistad, cuando era obvio que nuestros corazones laten por el otro. Dios, se me es muy difícil expresarme sin pensar que soy un diálogo de un romance dramático.
—¿De verdad lo quieres?
Verónica dejó a su novio para ponerse de cuclillas y posar sus manos en mi rodilla.
—Claro que lo quiero.
—No, no me refiero si lo quieres. Yo también lo quiero mucho —tomó una pequeña pausa—. De hecho, estoy enamorada de lo que era Michael —quedé con la boca abierta con la declaración—. No pienses que me gustaba Michael, nunca me enamoré de él. Lo que enamoró es su forma de cómo era, un chico dulce, que está a tu lado; quisieras abrazarlo sin saltarlo. Yo quería alguien como él en mi vida —Mira por unos segundos a Marcus y ambos sonríen—. Por eso quiero saber si en verdad quieres a Michael, no hablo solo de la apariencia o cómo es. Quiero saber si amas a Michael López.
Puede que al principio me sentía atraído a su apariencia, en cómo usaba suéteres grandes, siempre tan callado, escuchando música con su amiga y cuando sonríe dejaba a la vista sus hoyuelos. Luego de pensar y hablar, me gustó su manera de ver las cosas, sus gustos musicales, su pasión por el arte, la manera en que baila y como parece tan libre.
Amo todo lo que representa Michael López.
—Definitivamente, me gusta Michael López.
Con eso en claro, trato de hacer todo lo posible para poder hablar con Michael. Como este viaje escolar, es la forma perfecta en que podamos estar juntos sin que salga huyendo de mi presencia. Quise ir en el auto de mamá para recogerlo y llevarlo al autobús, lástima que su hermano ya lo había llevado, después quise esperar para ayudarle con su equipaje, pero justo mi madre tuve que llamarme para desear un gran viaje y cuando colgué ya había metido sus cosas. Por último, me senté en un lugar vacío y le pedí a Verónica y Marcus que se sentaran juntos para que se sentara conmigo y para mi mayor suerte, Teresa, la chica del mal, se sentó en el otro único asiento vacío, por lo que era obvio donde se sentiría Michael.
Nadie esperaba que se sentara con mi ex malvada antes que conmigo. Admito que eso me dolió demasiado.
Quise escuchar All Too Well todo el viaje, cuando Marcelo con su humor de vacaciones de verano vino a sentarse a mi lado. No le dije que no, pero tampoco estaba muy emocionado por su presencia, más sabiendo que diría preguntas como:
—¿Te encuentras bien, hermano? Parece como si te rompieran el corazón —Sin pedírmelo, tomo mi celular y miro la pantalla—. Nooo, con esta canción me lo confirma.
Supongo que vio mi humor, que decidió no hablarme y solo sonreír mientras me ofrecía algún dulce, mientras que con el resto les pedía comida con entusiasmo o hablaban desde su asiento. Mientras que yo disimuladamente miraba al asiento del fondo, donde estaban: La persona que quería y la persona que odiaba. Los dos no parecían matarse, al contrario, puede ver como Michael le tomaba de la mano a Teresa. Juro que quería morder algo del coraje.
Apenas se detuvo el autobús, todos mis compañeros bajaron para estirar las piernas, mientras que yo salí para encontrarme con Michael y Teresa despidiéndose con un abrazo. Disimule que no me dolió ver eso.
Aproveche la oportunidad de acercarme a Michael y hablar mientras tomábamos nuestras maletas.
—Michael —Puede ver sus ojos marrones con un tono brillante, casi diría que desprendía una luz tan enternecedora que casi dejo aún lado todo y lo tomó de las mejillas para besarlo—. Yo.
—Ahora no quiero hablar contigo.
No sé qué fue peor, si el rechazo que recibí, o el amor que me genero escuchar su voz después de tanto tiempo, es casi como si hubiera tenido un ataque de nostalgia. Fue muy doloroso, más de lo que esperaba.
El resto pasó tan deprisa que recién lo estoy analizando.
Entramos al hotel, teníamos que elegir un compañero, Michael me vio, yo le sonreí incómodamente y ahora estamos en la habitación con un ambiente tan incómodo que es horrible.
La habitación tenía dos camas para nada reforzantes, un ventilador que tarde o temprano caería al suelo y una mesita de noche con el control de la televisión; televisión de las antiguas. Casi me sorprendería, si no fuera que el viaje escolar no es para quedarnos en un hotel cinco estrellas, es para limpiar la playa.
Michael puso su bolso en la cama cercana a la ventana y como si nada entró al baño cerrando la puerta con seguro. Es obvio que no quiere ni verme o hablar, y lo entiendo. Leí suficientes libros para saber que un rompimiento, malentendidos y la falta de comunicación nunca es lo más bonito para una relación.
—En diez minutos salimos chicos, prepárense.
Gritó el docente por los pasillos. Suelto un suspiro casi agotado mientras miraba la habitación vacía... no, no tengo que rendirme, tengo que arreglar las cosas con Michael, aunque tenga que poner cara de perro dolido para darme una oportunidad... solo que no ahora. Tenemos que estar listos para empezar con la actividad.
Puse mis cosas en la otra mochila y me quitaba la camiseta para usar una sin mangas y ponerme unos shorts... justo tenía que salir Michael mientras estaba sin camisa. Ambos estábamos como tomates, uno por ver a un chico sin camiseta y el otro por no saber qué hacer; en serio no sabía qué hacer. Solo tomó su maleta y se volvió a meter en el baño a tiempo récord.
Quise esperarlo, no obstante, sabía que iríamos muy incómodos y lo menos que quiero es hablarle mientras esté así, sé que odia hablar de cosas importantes mientras está incómodo, prefiere hablar mientras está tomando algo frío o que sepa a cereza.
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La playa San Marino es conocida por tener una arena amarilla, pero llena de basura de turistas que piensan que su basura se limpiara sola. Cada año el instituto realiza este viaje para promover la limpieza del medio ambiente. En otras palabras, los estudiantes últimos limpian la basura por una nota de biología.
Es entretenido.
Más cuando puedo encontrar una que otra cosa interesante en estas tres horas consecutivas limpiando el lugar. Tiene una mejor apariencia ahora a la que habíamos visto apenas llegamos.
Somos cuatro cursos en total, cada curso está ocupado de una parte de la playa y para mi desgracia el curso de Michael estaba en la otra punta del lugar. Para mi doble desgracia el curso más cercano a nosotros es el de Teresa, la cual esta que me mira con una cara rara desde que empezamos a limpiar la basura.
Lo único bueno de tener a Michael de la otra punta es que no tendré puesta mi mirada en él. Lo dijo por su vestimenta, es demasiado para mis ojos. Llevaba una camiseta blanca algo justo en el torso, unos vaqueros cortos y no sé qué bloqueador estaba usando, pero le hacía resaltar demasiado su piel blanca. Es casi un show de cara roja cada que veo a Michael con algo diferente a pantalones desgastados y suéteres.
—Oye, hermano —Marcelo chocó su hombro con el mío para llamar mi atención—. ¿Cómo vas?
—¿En qué sentido?
—En todos los sentidos posibles. Te veo algo... pálido.
—¿Pálido? —Toque mi rostro como si así pudiera verlo—. ¿Me veo tan blanco?
—¿Qué? No, dijo que te ves pálido, porque pareces que te hayan metido un palo por el culo.
No me hizo nada de gracia.
—Relaje un poco, hermano. Literalmente estamos en una playa. Ya sabes: Sol, playa y en la arena vamo' allá. —Marcelo dejó de tararear la canción para sonreír y sacar un poco la lengua—. Tranquilo, Romeo, ahora que tienes la habitación sola con tu chico, tendrán todo el tiempo del mundo para hablar.
Sabía que Marcus y Marcelo compartían habitación solo para ayudarme con Michael, y debo de agradecerle por el esfuerzo luego. Por el momento solo vuelvo a recoger la basura con mis manos y ponerla en mi funda de basura. Mientras que Marcelo seguía cantando una canción de reguetón cerca de mi lado.
La paz reinaba a mi alrededor, cuando se fue a beber un poco de agua, mientras que yo seguía bajo el sol ardiente recogiendo basura y de vez en cuando sentía mis pies húmedos con las corrientes del mar. Cuando iba a tomar una lata vacía, alguien se me adelantó y me la extendió a mi lado.
—Hola.
Teresa tenía un vestido blanco que contrastaba con su piel morena y usaba un sombrero blanco de gran tamaño que la protegía del sol. Ver tan de cerca era como recibir un balde de agua fría. No sé que me moleste más, si tener que verla o verla me recuerda a la sonrisa de Michael al hablar con ella.
—Hola —logré decir.
—¿Podemos hablar?
Dejé mi funda junto al resto, algunos seguían limpiando mientras que otros aprovecharon el descanso para irse a pasear. Por mi parte, recién voy a tomar el descanso para beber una coca cola fría en uno de los bancos de la playa, mientras que Teresa está bebiendo una bebida energética. En el tiempo que estuve saliendo con ella, supe que ama esas bebidas, aunque no quería que la gente la viera bebiendo eso. Supongo que ahora le da igual.
—¿Sobre qué quieres hablar? —pregunté mientras dejaba la lata a un lado. Ella estaba algo nerviosa, lo notaba en sus dedos y en cómo cada rato se acomodaba el sombrero como si se fuera ir volando.
—Lo siento. Fui una maldita perra al tratarte como basura cuando saliste conmigo. También lo siento por humillarte a tal nivel de casi perder tu beca. Lo siento por todo y quiero que me perd...
—¿Por qué haces esto?
Le pregunté sin mucho ánimo.
—¿Por qué ahora? ¿Por qué después de hacer el caos quieres disculparte?
—Por qué no es justo, ni para ti, ni para mí vivir sin una disculpa de verdad. Por eso quiero disculparme de verdad, Theo... claro, si no te importa escuchar mi disculpa. No me molestaré, es más, lo entenderé.
Quisiera levantarme del asiento y largarme a cualquier lugar menos este, sigo teniendo algo de odio a esta chica que juraba ser mi novia. Después ella insultó a Michael y... ¿Él la perdonó? Bueno, es tan típico de él, siempre dispuesto a escuchar una explicación para todo antes de hacer cualquier cosa. Supongo que también puedo aprender eso de él.
No me largue, en su lugar me quede con una expresión indiferente a todo lo que Teresa tenga que contarme.
Supongo que fue una buena decisión.
Supe un poco más de ella, como sus padres que sufren de favoritismo por su hermana menor, la necesidad de atención y como estaba tan desesperada que cometía idiotez tras idiotez por un poco de cariño. Supongo que yo nunca hubiera sido suficiente para llenar ese hueco que tantos años se hacía más grande.
Era solo una chica que quería un poco de atención, sin importar que eso le terminará hundiendo en un agüero demasiado grande. Tampoco por eso quita el hecho de haberme hecho sentir horrible algunas veces, pero ahora puedo entender un poco más sus razones.
—Lo sé, soy una mierda. Solo quería que supieras mis razones —El poco rímel que tenía se corrió en su rostro.
—Lo siento, pero no puedo perdonarte.
Escuché un pequeño suspiro, casi de decepción.
—Tranquilo, lo entiendo. Yo tampoco me perdonaría si fuera...
—Basta, no ganas nada tirándote mierda cada segundo. Fuiste una mala persona, no solo conmigo, sino que con varias personas. Eso nadie podrá quitártelo... ¿Pero sabes lo bueno de las disculpas? —Ella negó con la cabeza—. Tienes la oportunidad de empezar de nuevo. —Me levanté de mi asiento y extiendo mi mano cerca de ella—. Podemos empezar de nuevo, ¿Si así lo deseas?
Ahora si estaba completamente manchada por su rímel, ella tomó mi mano mientras que con la otra intentaba limpiarse las lágrimas.
A veces no todos son completamente malos, ni tampoco somos completamente buenos. Solo estamos asustados de lo grande que es el mundo y cómo nos sentimos tan pequeños ante este.
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Volvimos al trabajo y esta vez con un mejor humor.
Ella me comentó que quiere ser veterinaria y le dije que si quería podría venir a mi casa y platicar con mi madre para que pudiera darle consejos de lo que es ser veterinaria. Eso le emocionó más de lo que esperaba.
—Por cierto, si te sientes sola. Puedes estar con nosotros, no solo en el receso, hablo de pasar tiempo con alguien más.
—Eso sería muy lindo —Teresa sonrió, una verdadera sonrisa que nunca hizo cuando fuimos pareja. Supongo que nunca fuimos destinados para hacerlo. Y es mucho mejor siendo amigos—, gracias.
—Cuando quieras, Teresa.
—¡Ahora del baño!
Marcelo se acercó para tirarme al agua y dispararme con una pistola de agua pequeña.
—Ahora ya no tienes cara de tener un palo en el culo.
—Pequeño bastardo.
Lo perseguí para hundirlo al agua, mientras que Teresa se reía discretamente. Casi podría decir que esta tarde salió mucho mejor de lo que tenía previsto. Solo faltaba una pequeña cosa para terminar bien este día.
Hablar con Michael.
Se que dije que no habría capítulos nuevos hasta el próximo sábado y toda la cosa... pero olvidé un pequeño detalle que hizo que volviera a escribir esta historia en primer lugar.
Los wattys 2024.
Estaba haciendo mis cálculos y si hago eso de un capítulo por semana, nunca llegaré a la fecha límite, así que para su suerte habrá capítulos más seguidos, tal vez dos o tres por semana, pero la historia finalizará antes del 4 de agosto. Así que felicidades para ustedes.
También espero que cuando la historia participe en los wattys puedan apoyarla ya sea con recomendaciones de todo tipo. Espero que luego de terminar con esta historia quieran leer la próxima novela con el mismo estilo y con referencias tanto a Taylor como a otras cantantes.
Ya me alargué de más. En resumen, más capítulos para ustedes y menos horas de sueño para mí. Yey.
Los quiero, bye <3
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