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20. Nada puede cambiar eso

Esto me está partiendo en dos.

Tener que pasar junto a Michael, verlo con esos ojos tan brillantes, para solo ignorarlo me está quemando en mi interior. Lo peor es que solo tengo que correr a su lado, abrazarlo, besarlo y decirle que lo siento por alejarme de su lado. Quiero decirle que soy un idiota y esperar que me perdonara por tratarlo mal.

Nada de eso ocurre. Solo sigo mi camino con algo de pánico en mis manos. Porque tengo miedo; un temor intenso. Todo por culpa de mi padre y sus palabras, están taladrando mi menta tan fuerte que es imposible ignorarla. Y más cuando tiene toda la razón.

Sigues siendo mi sangre y si yo un imbécil, tú terminas siendo igual que yo

Yo también golpeé a alguien en un impulso de ira.

Ese día lo tengo muy marcado, solo había pasado un año del divorcio de mis padres, no lo supera del todo. Un chico de otro instituto se sentó en la misma banca del parque que yo, llevaba la chaqueta de su equipo de fútbol, tal vez por eso no lo recibí de la mejor manera cuando lo vi con una sonrisa burlona. Alabo mis pasos en los partidos, agradecí por eso, para luego decir que mi novia Jules era una cualquiera que se abrió las piernas con el capitán de su equipo. Le dije que no dijera tonterías, pero no paró. Nunca sabré que buscaba con decir todo esto, tal vez pensaba que me deprimiría tanto que dejaría de jugar o solo le gusta el caos.

Pues recibió justo eso: Caos.

Le di un golpe en toda la cara, para luego tomarlo de la camiseta para darle otro golpe más fuerte. Nadie nos vio, nadie nos filmó o incluso nadie nos detuvo. Paré cuando vi como líneas rojizas resbalaban de mi mano hasta caer al suelo. Terror. Fue lo primero que pensé al ver su nariz sangrante y el labio partido. Lo solté y me disculpaba a la par que le decía para ir al hospital. El chico solo se fue del lugar dejándome con las manos manchadas de sangre y lágrimas saliendo de mis ojos.

Cometí el mismo error de mi padre. Golpear a alguien hasta hacerle mucho daño.

Nunca más supe algo relacionado de ese chico, supongo que las heridas no pasaron a mayores o de lo contrario tendría varios problemas con ello. Sin embargo, eso me estuvo martirizando casi los siguientes meses, fue por eso que acepté tan rápido la propuesta de Nora. Necesitaba cualquier distracción para evitar pensar en los errores que cometí.

Pasó el tiempo y ese recuerdo lo tengo solo como eso, un recuerdo. Sigue torturándome el hecho de no ayudarlo, pero puede vivir mi vida sin problemas... hasta hace una semana en que mi padre me hizo recordar que somos familia, por ende, puedo cometer una tontería. Nada me garantiza que en un momento con Michael pierda el control y golpee a otra persona, que me garantiza que esa persona sea Michael... que me garantiza que no termine como mi padre.

Mis temores aumentaron cuando tuve el impulso de golpear a mi propio padre. Mamá estaba orgullosa por hacerle un alto a mi padre, pero yo temblaba por no sentir culpa o ninguna culpa de golpearlo.

No quiero lastimar a Michael... Pero sé muy bien que ignorarlo no ayuda con mis intenciones.

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El docente de literatura me pidió que entregara unas evaluaciones al primer curso, cualquier cosa que evitara ver a Michael sería bien recibida. Después caminé sin mucho ánimo hacia mi curso, pero quise dar una parada en el baño para lavarme la cara, la sentía algo pesada.

Para mi sorpresa, justo estaba saliendo Michael López con una mirada algo triste, lo que daría por darle un abrazo en este momento. Tenía sus típicos abrigos con un pantalón holgado. Un poco de su cabello rizado cubría su cara, quise apartarlo con mis dedos mientras le sonría por ser tan dulce. Pero en su lugar puse las manos en mi chaqueta mientras que me saludaba con algo de timidez.

—Hola. —Conteste tan seco que parecía un extraño. Michi era la única persona en que no necesitaba ser tan formal o seca. Con él podía ser yo mismo y sabía que él me aceptaba como fuera. Tal vez por eso me dolió decir lo siguiente—: ¿Me das permiso?

Él se apartó con algo de miedo y esa fue la señal para entrar al baño y no ver su rostro. No soportaba herir de esa manera. Lo peor es que he leído tantos libros en donde pasaba exactamente esto. Uno de los dos protagonistas se alejaba para no hacer daño a la otra, sin importar que ambos terminan muy heridos por dentro. Cada que pasaba me frustraba, porque solo bastaba charlar un poco las cosas para que todo se resolviera. Solo que esto no era una historia, era la vida real. Aquí no hay una charla en la que pueda cambiar todo como por arte de magia. Lo único que sacaría con esa charla es que ambos saliéramos lastimados de una u otra manera.

Cuando pude secar mis lágrimas dentro del baño, Marcus estaba parado en los lavaderos con una mirada algo confusa.

—Ah, hermano, complicas todo esto más de lo que debería.

Decidí ignorarlo y pasarlo al lavadero para mojar mi cara. Noté que se me marcaban unas ojeras de las pocas horas de sueño que tenía. La mayor parte de la noche la pasó viendo comedias cursis o corrigiendo esa dichosa historia con el protagonista teniendo la personalidad de Michael. Como uno de los pequeños cambios que puede ser, es que en vez de ser una historia heterosexual con una protagonista dulce y un protagonista amargado. Cambié los géneros para que ambos sean hombres y mostrar algo de diversidad en esta historia. Todo gracias a Michael.

Sentí la mano de Marcus en mi hombro lo que ocasionó que volteé la mirada hacia él.

—¿Estabas hablando con Michael? —pregunte algo neutral, aunque en mi tono sonaba algo de celos, porque él podía hablar con toda normalidad con él.

—Algo así, quiso saber de tu comportamiento tan distante.

—Le dijiste...

—No, no. Solo le dije que hablaría contigo.

—Gracias.

Mojé mi cara para salir del baño, mientras que Marcus me seguía el paso.

—Deberías hablar con él, entiendo que estés frustrado por lo que te paso. —Parecía que le costaba seguir hablando, por mi parte me detengo para mirarlo—. Pero ese chico no tiene que sufrir tus problemas... se nota que le gusta pasar tiempo contigo e ignorarlo solo hará que se deprima. —Oculta sus manos en su chaqueta mientras camina con dirección al aula—. Piensa antes de actuar, amigo.

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Marcus me deja en mi casa y como otro día, ignore en todo el día a Michael. Extraño decirle su apodo, pero siento que ya no estamos en buenos términos para decirle así. Entro y apenas veo a Cleo pasear por mis piernas, la tomo entre mis brazos y voy al sofá para acostarme.

Acaricio su pequeña cabeza mientras pienso. Trato de encontrar alguna justificación adecuada, una donde no me haga ver como el villano de la historia por no hablar con Michael. Pero no encuentro nada. En los libros que he leído, la falta de comunicación es sinónimo de problemas en la relación que casi siempre son provocados por la protagonista, incluso en una de mis historias, hay un personaje que está perdiendo al amor de su vida solo por no decirle que su madre no es una super estrella.

Intente tirarme flores al pensar que lo que tengo con Michael no es una relación de verdad. Solo era un trato que nos beneficiaría a los dos. Tengo que ser muy ciego para no darme cuenta de que esto poco a poco estuvo escalando a tal nivel que esta relación falsa la he sentido tan real, al punto de expresarme con lujo de detalle que mis relaciones eran una basura en comparación de los momentos con Michael.

Michael, Michael, Michael.

Como todo mi mundo terminó girando en un chico que solo llamo mi atención por su manera de apoyarme, en un chico que puedo escuchar mis problemas sin decir nada malo o burlarse, un chico que acepto todos mis regalos al punto de exhibirlos en su habitación, un chico con el que puedo ser romántico sin ser rechazado, un chico que con solo tener su nombre en la punta de la lengua provoca un latido en mi corazón y una sonrisa en mis labios.

—¿Te agrada Michael, Cleo?

La gata simplemente bosteza para acomodarse en el sofá.

—Si, supongo que debo dejar de pensar un rato.

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Cuando necesito despejar mis ideas me gusta caminar por toda la manzana apenas amanezca mientras escucho música. Los fines de semana suelo caminar de noche para relajarme, pero hoy me apetece no seguir el mismo horario y hacerlo por la mañana. Esto siempre me ayuda a despejar todas las cosas de mi cabeza, es como si trotar concentrará mi mente en el camino y en la música que para variar no es Taylor. Esta vez estoy escuchando canciones de Camila Cabello, las más alegres que tiene, no quiero deprimir con canciones como Bad Kind of Butterflies.

Cuando llegó a casa, dejo mis auriculares en el mesón y voy por un vaso de agua.

—Buenos días, cariño.

—Buenos días, mamá.

—Buenos días, cariño.

—Buenos... ¿Tú?

El agua se derramaba de mi boca por la impresión de ver a Marcelo muy bien sentado comiendo como si nada.

—Si así me recibes era mejor ni venir.

—Lo siento, solo que no esperaba verte... en mi casa.

—Wow que gran sorpresa, déjame captar este momento en mi cámara —Dos de sus manos forma un rectángulo y hace el sonido de una cámara tomando una foto—. Lastima, saliste con los ojos cerrados.

Suspiro al recibir su humor tan raro y sarcástico en un sábado por la mañana. Mientras que mi madre se limitaba a reír en voz baja mientras apagaba la cocina.

—Señora Dolores, su desayuno estuvo muy delicioso o como diría mi tía "è stato davvero delizioso"

Marcelo estaba vestido con una sudadera tres veces su talla, tenía más pinta de vestido que de sudadera. Las únicas dos veces que ha entrado en mi casa fue por cosas del equipo de fútbol y por su pinta tan tranquila dudo que venga para hablar de fútbol.

—¿Qué ocurre Marcelo? ¿Se te perdió algo?

Se revisa por todo su lado como si fuera un perro buscando su cola, para después sonreír con ironía.

—Por ahora nada, solo vengo a ver a mi amigo.

Volteo los ojos.

—Vuelvo en un minuto.

Me dirige a mi habitación para darme una ducha rápida y cuestionarme porque rayos Marcelo Castillo está en mi casa. Una teoría podría ser para anunciar alguna novedad del equipo, pero descarto eso rápido al recordar que ya tuvimos nuestro último partido del año y que cualquier novedad se escribe en el grupo que tenemos o me lo dicen en privado. La otra cuestión puede ser para hablar como dos jóvenes con gustos similares... no tengo que pensar mucho en eso para saber que no es la razón principal.

Después de ponerme mi típico short con camiseta, me encontré con mi madre riéndose de las ocurrencias de Marcelo.

—Se lo juro, mi madre gritó tan fuerte que el pobre bebé cocodrilo se asustó mucho.

¿De qué diablos están hablando?

—Debió ser un viaje muy divertido. —Comento mi madre—. Nosotros dos no hemos hecho un viaje de ese nivel.

—¿En serio? —Marcelo me vio entrar a la cocina para tomar un poco de jugo y con una sonrisa sarcástica me señaló—. Eso es muy malo, Theito, un muy buen hijo, haría un gran viaje para contentar a su madre.

Apenas terminó su jugo le sonrió a mi madre y agarró del hombro a Marcelo con un poco más de fuerza sin hacerlo tan evidente.

—Mamá, Marcelo y yo estaremos arriba. Cualquier cosa me avisas.

—Tranquilo, pero antes de irte me debes pasar esa receta de pasta.

—Cuente con eso señorita Dolores.

Arrastre a Marcelo a mi habitación mientras cierro la puerta con seguro.

—¿Qué diablos haces aquí...?

—¡Esta es tu habitación! —Como si fuera un niño pequeño comienza a mirar todas mis cosas mientras toca una que otra cosa— Cuantos libros, ¿Te gusta Taylor Swift? Me gusta mucho ese libro. ¿Solo tienes shorts?

En tan solo segundo estaba siendo bombardeado con tantas preguntas que giraban a mi alrededor intento tomar alguna para responder, pero era imposible con nuevas preguntas en la mesa.

Tuvo que tener uno de mis manuscritos para que se calmara.

—¿Tú escribiste esto? —pregunto con algo intriga sin dejar de mover uno de sus pies.

—Si, es una de mis historias.

—Vaya, es interesante que hayas escrito esto —Mira las primeras páginas sin leer todo—. Demasiado cliché para mi gusto.

—¿Por qué estás aquí, Marcelo?

El chico dejó el libro a un lado para acercarse a las ventanas y tocar las cortinas. Cambio de actitud tan rápido que temí lo peor.

—Me sentía muy solo... era como estar en un abismo, no podía estar ni un minuto más con esa soledad abrumadora de mi casa... es una soledad que me carcome.

—Amigo, eso suena algo terrible y más...

Deje de sentir lastima cuando el idiota de Marcelo me sonrió como bufón y se sento en la cama demostrando que es un buen actor y uno de los peores, jugando con sentimientos delicados. Provocó un suspiro más pesado.

—Ya en serio —mencionó—. Estaba tan tranquilo en mi casa comiendo cereal cuando tu amiguito Marcus me escribió para que viniera a hablar contigo. No tuve nada que hacer, así que aquí me tienes. Tú leal segunda opción.

Ahora no se a quien le quiero dar un golpe, si al tonto que tengo de frente o mi amigo que el muy cobarde salió con su familia por lo que no puedo ir a su casa para gritarle por sus sugerencias. Vuelvo a suspirar.

—Mira, Marcelo, entiendo que Marcus te haya dicho que vinieras, pero no es necesario, puedes irte a tu casa sin ningún problema.

—Conozco tu secreto... tu sucio, sucio secretito.

Lo dijo tarareando como si fuera una canción infantil, eso ayuda a poner mis pelos de punta.

—¿De qué hablas? —Cuestione algo nervioso.

—Pues que Michael y tú en realidad no son pareja —Su respuesta me dejó con la boca abierta—. Si quieres matar a Marcus, déjame decirte que no lo supe por él. Solo lo supe por mi cuenta.

—¿Cómo lo supiste?

—Fácil, en mi cumpleaños estuve presente cuando se besaron tan apasionado y meloso, algo asqueroso si me lo preguntas, y con mi vista de águila note que estaban bastantes nerviosos, como si no se besaran mucho, siendo que decían que son la pareja más linda y cariñosa. —Ni yo tuve eso en cuenta ese detalle—. Después estuvo la fiesta de Marcus donde no dejabas de babear por Michael, ¿Nada de malo, todo típico de una pareja? ¡Error! Cometieron el peor de los errores que solo yo note. Tus dedos.

—¿Mis Dedos?

—Dedos. Cada segundo que veías a Michael movías los dedos de los nervios, eso estaría bien si fuera su primera cita, pero tú mismo dijiste que ya habían salido antes, por ende, ya habrías visto bailar a Michael y por ende... ¿Dije mucho ende? Como sea, por ende, su relación era falsa. —Hace una pequeña reverencia—. Caso cerrado.

Me quedé completamente frío.

Entiendo que este chico es super observador, es una cualidad que nos ayuda mucho en los partidos. Es aterrador como usa esa cualidad para descifrar mi supuesta inmune situación de relación falsa.

Antes que pudiera preguntarle el motivo de su visita, me pidió que le trajera un poco de jugo de naranja. Suspire y baje a la cocina donde mi madre habla con Federica, le mande saludos y volví arriba con el jugo de Marcelo.

—¿Esto me hace ver más fuerte o más idiota?

Marcelo tenía puesto una de mis chaquetas, para ser más exacto la chaqueta que le había prestado a Michael y había llevado en el partido. Tense los ojos y con su solo tono furioso dije:

—Quítatela, ahora.

—Rayos, perdón amigo, es solo que te tardaste mucho en ver un jugo que me aburrí.

—Solo me fui por un minuto.

—Tengo Tdah, para mí un minuto es demasiado tiempo.

Tira la chaqueta en la cama mientras toma el vaso de jugo para tomarlo mientras vuelva a caminar en todo mi cuarto como si fuera un museo. Solo suelto aire a la par que toma la chaqueta y la pongo de nuevo en el ropero. No se porque esa reacción tan tonta por una sola chaqueta. Puede que sean celos... ¿Celos? ¿Alguna vez tuve celos por alguien?

Con mis anteriores relaciones nunca tuve celos, a lo mucha decepción al no tener un momento romántico. Pero nunca me había puesto ojos de asesinos por solo ver que alguien más usará la chaqueta que tan bien le quedaba a Michi.

Se nota que estoy tan loco por ese chico.

—¿Problemas con tú chico?

No levanté la mirada cuando Marcelo habló, al contrario, hundí la cabeza en una de mis almohadas para no pensar las cosas. Sentí su peso en la cama, por lo que intuyo que se sentó cerca mío... bueno también porque escuchaba como sorbió con fuerza el sorbete de su bebida. Me arrepiento haberlo puesto.

—Marcelo te puedes ir de una buena vez. Ya hablamos y agradezco tu visita, pero ya no es necesario.

—No soy un robot de apoyo. Ja, robot de apoyo, eso sí es divertido.

Volteo los ojos al despegar la cara de la almohada.

—Sabes, te contaré una historia —Marcelo vio mi cara de enojo y rápido respondió—: Tranquilo, es una historia que te gustaría. Es mi historia con el amor, te aseguro que es super hilarante. Tuve varios Crush con personajes de series, Anubis Cruger era todo un papacito. Pero era raro que nadie me gustara, ni una sola chica, ni un solo chico. Pensé que era porque no encontraba mi alma gemela. Después tuve algunos amigos y muchos decían que yo debía ser pareja de algunos. Según por estar super pegados con mis amigos, los rumores, las miradas de mis amigos y mis ansias de tener pareja logró que yo saliera con un amigo... Besarlo fue la cosa más horrible que hice.

Esta vez no parecía haber un remate, o mucho menos una sonrisa tonta para ver que esta historia era una farsa. Todo lo contrario, ya no movía su pierna como si le picara y solo pasaba cuando prestaba atención o contaba algo serio. Él no era el único que miraba a las personas.

—No me gustó nada —continuó—: Pensé que se debía por ser mi primer beso, pero yo quería besar a alguien, quería ser amado, quería tener pareja. Por eso seguí intentándolo, tuve un segundo beso con una chica... no funcionó, luego un tercero, un cuarto, un quinto y perdí la cuenta de los besos. Después perdí mi virginidad con un hombre y pues... Fue horrible, no sabría cómo describirlo, pero no me gustó ser tocado por alguien más, era como si solo él fuera querido y yo simplemente estaba en mi mundo.

Marcelo se levantó de la cama para mirar mi librero y agarrar el libro de Loveless de Alice Oseman. Pude ver cómo soltó una risa al verlo.

—Tomo un poco de tiempo, a veces pienso que tal vez aun soy joven para sacar esta conclusión, pero creo que soy Arroace. —Logra ver mi cara de confusión y suelta una risa verdadera—. No pongas esa cara de idiota. En pocas palabras no me gusta nadie ni romántica ni sexualmente.

—¿Y te gusta eso?

Fue una pregunta muy estúpida y yo no tengo ningún valor o derecho de decirlo cuando ni yo mismo se si soy completamente bisexual o solo me gusta Michael. Para mi suerte Marcelo se tomó la pregunta con humor.

—Supongo que se siente bien saber que no soy un monstruo que no podía sentir el amor. Me gusta la compañía, pero no por eso quiero besar a alguien.

Por primera vez en esta semana había sonreído sin fingir, era verdadera sonrisa.

Marcelo se acostó en la cama para seguir contándome momentos vergonzosos de su vida y las situaciones que le hizo dudar si en verdad era él o había otro problema. Por mi parte decidí contarte toda sobre mi relación con Michael, como se creó esta relación falsa y como poco a poco mis sentimientos por él se volvían tan fuertes al punto de pensar que su nombre provoca tantas mariposas en mi corazón que solo quería abrazar una almohada y sonreír.

—Por Dios, eres tan cursi. ¿Cómo rayos eres el capitán de fútbol?

Volví a reírme de su comentario. Cuando conoces todas las tonterías que tiene Marcelo, puedo decir que su presencia es bastante agradable.

—Mi padre me metió esa idea de ser un campeón del fútbol.

—Pues si puedo opinar, tu padre es una mierda de padre. Y eso que el mío es abogado.

También le conté mi situación con mi padre y por ende... diablos se me quedó el maldito "ende" en fin. Por ende, también sabe el motivo por el que quiero alejarme de Michael.

—No lo entiendo. Supuestamente tú quieres mucho a ese chico, ese chico se nota que siente algo por ti... ¿Por qué una pelea con tu padre arruinara eso?

—Tengo miedo de hacerle algo de lo que me pueda arrepentir, no quiero hacerlo sufrir.

—¿No crees que ignorarlo, tratarlo de menos y fingir que ya no lo quieres, es un horrible sufrimiento?

—Claro que lo sé, eso también me desespera, pero tengo miedo de cometer una tontería que podría llegar a asustarlo y alejarlo de mi vida.

Marcelo suspira.

—No soy el más inteligente del curso, pero hasta yo sé que si dejar de hablarle a ese chico se aleje de tu lado y dudo que le guste volver con un idiota que no lo valoro. —Juntas sus pies mientras juega con sus dedos—. Además, no es que sea un experto en el amor; sin embargo, sé que ustedes se complementan, claro que habrá sus momentos en donde los dos se enojen y puede haber peleas, ninguna pareja es perfecta, pero el punto de las parejas es eso, seguir juntas en los buenos y malos momentos; apoyándose como un solo ser.

Me calle. Me calle y si pudiera golpearte con un bate lo haría en ese mismo instante. Sus palabras fueron más efectivas de lo que esperaba, fueron como la luz que necesitaba para aclarar mis ideas. En cientos de historias se muestra el lado bueno y malo de las relaciones, momentos en los que se es duro para las dos partes; nada es perfecto. Y no por eso hay que terminar todo, se necesita la fuerza de las dos partes para seguir adelante, necesito dejar de pensar que dañare a Michael y enfocarme en que puedo ser alguien bueno para él como lo es para mi. Necesita correr a su casa a disculparme.

—Tranquilo, Romeo —Marcelo se levantó de mi cama—. Será mejor que te calmes un poco, planees lo que quieras decirle y cuando estés listo vayas a su casa para arreglar las cosas y quién sabe, por fin decirle que sientes algo más real que una relación falsa.

En serio que no sabía que Marcelo podía ser tan buen amigo hasta ahora. Supongo que Marcus lo sabía y por eso acudió a él. También cabe la posibilidad que solo lo hizo para molestarme, cualquier sea el caso, me alegra que haya venido.

Él se tuvo que ir a penas vio que estaba buscando las palabras correctas para hablar con Michael. No podía llamarlo o mucho menos escribir un mensaje, se merece una plática en persona. Tuve que escribir lo que quería decirle en una especie de carta, solo por si los nervios me consumían y no podría decir lo que siento.

Busqué mi mejor camisa, unos pantalones vaqueros y para camuflar el sudor de los nervios, colocó colina por todo el cuerpo.

Mamá había salido a casa de su amiga, por lo que la única que estaba en la sala era Cleo que miraba la puerta esperando a que mi madre volviera, ahora no me quejaría de que tiene un gran favoritismo. Necesito llegar a la casa de Michel y decirle lo mucho que lo quiero y deseo poder...

—¡Michael!

Estaba aquí, en carne y hueso. Tenía su tipo suéter grande para cubrir sus manos, los ojos cubiertos con unas ojeras negras, y por una extraña razón tenía la misma libreta que llevo el día que fuimos al parque. ¿Habrá estado dibujando?

Cleo pasó por sus patas y este se agacho para rascarle por detrás de las orejas. Puede notar una sonrisa, no era tan pura como las que tenía cuando salimos juntos, pero era precioso verlo sonreír y dejar ver sus hoyuelos.

—Michi... es bueno verte.

Michael no me contestó, él solo se levantó, me dio un rápido vistazo y abrió el cuaderno para arrancar una hoja. Para ser más exactos la hoja en la que hicimos nuestro contrato.

—¿Qué? —pregunte con un vacío en mi boca.

—Se terminó. ¿Es lo que querías? —Su voz, dios su voz, estaba tan apagada que se sentía como un escalofrío, casi como si estuviera muerto y solo salieran silbidos del viento de su boca.

—¿Qué estás diciendo? Yo no quiero esto.

—Theodore, yo no soy un juguete, entiendo que esto sea más que una falsedad y entiendo que hacer esto puedo poner en peligro tu beca, pero no puedo seguir con esto.

Juro que la beca podría ir al demonio. En este mismo instante eso no es importante.

Michael me mostró la hoja antes de romperla por la mitad, juro que escuche un crujido en mi interior al ver como la rompía sin ninguna importancia.

—Michael, espera, déjame explicarte todo...

—No, ya me cansé de ser un juguete para todos, si en verdad quisieras explicarme algo, nunca te hubieras alejado de mí. Yo sé que, si alguien quiere arreglar un jarrón roto, solo es para no sentirse culpable, pero ya es muy tarde, está roto y nada puede cambiar eso.

—Michael...

—Adiós, Theodore.

Pude detenerlo...

Pude besarlo...

Pude decirle que lo quería más de lo que quería a alguien...

Pero solo me quede viéndolo irse de mi casa como si hubiera roto mi corazón en mi pedazo. Supongo que es lo justo, fue un imbécil al tratar al único chico que me quería como si fuera basura.

No es por ser un escritor cruel que le gusta ver sufrir a sus lectores, pero este será el último capítulo por un tiempo para especificar hasta una semana, ya que esta historia se tomara un pequeño descanso por motivos de que mi otra historia "Ojos color de estrella" se estrena el próximo viernes y quiero pulir algunas cosas; por eso "Paper Rings" tomara un descanso. 

Espero que lo entiendan y estén emocionados por saber cómo sigue esta historia. Muchas gracias por el apoyo, en serio que se los agradezco <3 

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