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19. Ese chico no es tu novio

No tuve noticias en todo el día.

Corrección, no tuve noticias en toda la semana.

Desde el domingo noté algunas cosas raras en Miller: Ya no me escribía frases cursis de libros, no respondía mis mensajes o llamadas y nada vistazos en el instituto. Es como si yo hubiera perdido gran importancia en su vida. Incluso quise quedarme después de clases esperándolo, pero estuve como una hora y nunca salió.

Verónica mencionó que él debía de estar ocupado con los estudios o en otras cosas, quise creer que eso es cierto. Miller tenía mucho interés de estar conmigo cada día y dudo que de la noche a la mañana quiera dejar de hablar conmigo... eso no es posible.

Esa es la razón por la que inicie la semana de libertar, una semana en donde no pensaré en Theodore y lo dejaré tranquilo. Es fácil, estuve toda mi vida sin compañía, puedo soportar otra semana sin noticias y vivir mi vida.

Utilice todo el tiempo perdido con sus salidas para pintar. La pasión a la pintura creo que empezó a los cinco años cuando jugaba con mi sopa de letras, movía las letras con mi cuchara como si fuera un pincel y al sacar la cuchara derramando el líquido formando una figura abstracta que llamó mi atención. Esa tarde le pedí a Mark que me prestara sus pinturas para hacer un dibujo, aceptó sin mayor problema. Recuerdo que mi primer dibujo fue esa misma sopa de letras. Quedó horrible, parecía una nave extraterrestre, pero a Mark le había gustado y ese fue el principio de mi actividad favorita.

Miraba videos en Youtube para mejorar en mis pinceladas, descargue Pinterest para ver dibujos increíbles y en la moda de Tumblr subía algunas de mis creaciones. De las más destacadas fue un dibujo del cielo estrellado usando colores pasteles y poniendo caritas tiernas a las estrellas. No fui un famosito, apenas llegué a ser conocido para después el sitio cerrará y eso hasta me alegro. Cada nueva creación era única porque solo yo la miraba, no era necesario mostrarla a todo el mundo.

También utilicé el tiempo perdió en pasar más tiempo con Verónica.

El lunes después de clases pase la tarde en su casa haciendo casi nada. Casi siempre hacemos nada, leer algún libro corto, escuchar música o ver alguna película. Eso en teoría no es nada y nos encantaba. Recuerdo que sus padres pensaron que yo era su nuevo novio, solo porque venía casi cada semana y nos quedamos encerrados en su habitación. Fue divertido fingir que era Hetero y me gustaba Verónica, la broma termino con un golpe en el hombro de su parte. Por eso suelo saludar a los señores Gómez como suegros con una sonrisa y un bufido de Verónica.

La habitación de Verónica es la típica habitación de una chica de instituto, trofeos de atletismo, pósters de Lana Del Rey y Karol G... sí, es una combinación muy particular. Cama blanca con almohadas peludas, un velado en donde está su laptop... ¿Y una carta?

—¿Y eso? —pregunté mientras me acercaba a la dichosa carta.

—¡Nada!

Como si estuviera presumiendo sus habilidades atléticas, tomó la carta en menos de un segundo y la apretaba para ni de chiste soltarla. Saber lo que oculta Vero es super fácil, tiene una cara muy expresiva, cosa que le sirve para TikTok, perfecta para saber lo que tiene. La forma en que mira a todos lados, como se muerde los labios y trata de sonreír como si nada lo dice todo.

—¿Segura? —Cuestione, para hacer más largo el juego.

—Muy segura —respondió de inmediato—, solo son propaganda de universidad.

—Claro, solo es propaganda que tienes justo a lado de tu cama. Además, qué propaganda tan bonita, un sobre de color morado con corazones con tu nombre.

—Ya sabes, le deben pagar muy bien a los de marketing.

—Exacto, debería darle un aumento al chico que envió eso. Acertó en tu color favorito para el sobre... ¿Seguimos pensando que se trata de una propaganda?

Soltó un suspiro derrotado

Era obvio que eso era una carta de amor de algún chico hacia ella. Sonreía al ver como ella se exaltaba al decirme lo emocionada que estaba al recibirla y mucho más con las bonitas palabras que le dijo ese chico. Y eso dejó a la vista una gran problemática: ¿Quién es ese chico?

Podía ser cualquiera. Tal vez un chico de sus clases, tal vez un chico de internet, tal vez y tal vez y tal vez. Son tantos tal vez que me quedaría sin memoria de pensar en tantas posibilidades, lo peor es que Verónica lo está ocultando bien, ya que la carta no tenía nombre, la letra era muy convencional y no le dijo ningún apodo cursi. Saber quién es ese chico es como buscar una aguja en un pajar.

—Dame una pista —pedí con voz suave.

—No.

—Por favor, ¿Van a nuestro instituto? ¿Lo conozco?

—¡Michael!

—Ok, ok, ya paro. Es solo... estoy feliz por ti, Verónica. Se nota que en serio quieres a ese chico como para no querer decirme nada.

—Puede ser —tuvo una sonrisa en sus labios—, o tal vez estoy saliendo con Theo y por eso no te quiero decir.

—No serías capaz, Theo no es tu tipo y tienes esa regla de no robar los novios de tus amigos.

—Pero ese chico no es tu novio, así que no hay problema.

Hubo un silencio incómodo y miré al suelo mientras que la sonrisa de Verónica se le borró.

—Lo siento, no era mi intención...

—Tranquila, tienes razón. Theo no es mi novio y si quieres lo puedes tener.

—Michael...

—¿Sabes? Creo que me dio hambre, vamos por un helado.

El helado siempre es la solución a todos los problemas. También es mi manera de evitar hablar cosas que no estoy dispuesto a aceptar en estos momentos.

—Ok, vamos por un helado.

═══════ •♡• ════════

Recuerdo la primera charla real que tuve con Theodore Miller.

No hablo de esa vez en la entrega de diplomas. Si no la vez en que en serio tuvimos una charla real y algo dentro de mí hizo clic al estar con él.

Fue una fiesta de Halloween hace tres años. Apenas llevaba unos meses siendo amigo de Verónica. Cuando llegó, me obligó a ir a una fiesta a la que no quería ir y todavía tenía que ir disfrazado. Ella usó la excusa de que un verdadero amigo no dejaría ir a su mejor amiga sola a una fiesta. Quise decirle que no la consideraba una mejor amiga, pero teniendo en cuenta que era mi única amiga, no tenía mucho argumento en contra.

Ella se disfrazó de Spider-Gwen con un traje que le quedaba increíble. Mientras que yo no tuve muchas ideas de disfraces hasta que Verónica y mi hermano tuvieron la misma idea para mi disfraz.

—Daria

—¿Daria?

—¡Daria!

Conocía al personaje por algunos clips en internet y porque una compañera era muy fan al punto de hablar tan frío como ella. Solo que no entiendo el motivo por que ese debe ser mi disfraz perfecto.

—¿No lo entiendes? Ambos son igual de frío y miran el lado negativo de la vida —Verónica se reía de su propio comentario mientras mi hermano la apoya con eso—. Es tu versión femenina.

—Yo no veo la vida tan negativa.

—Claro que no hermanito, solo miras a todos menos positivo que tú.

—Eso no tiene sentido.

—El punto —enfatizó Verónica—. Es que Daria es un personaje que te queda como anillo al dedo y por suerte tienes todo el disfraz en su closet.

Cuando dijo disfraz se refería a una camiseta naranja, un suéter verde, un pantalón corto negro y unas botas negras. Acompañado con los lentes de descanso de mi hermano, todo estaba listo. Cuando me miré al espejo si me di un cierto aire al personaje, solo que mi pelo era diferente a comparación del personaje. Fuera de eso era una imitación bastante aceptable.

La fiesta era en la gran casa de un chico que ni me molestó en saber su nombre. Todo era una locura. Los chicos bailando con música de Michael Jackson, gritando fuerte para asustar a la gente y por el olor de algunos vasos, estaban bebiendo cerveza. No me importaba, no sería la primera vez que en una fiesta bebían alcohol como si fuéramos adultos de treinta. Lo digo porque también tenía un vaso de cerveza, una muy mala.

Verónica estaba en el equipo de animadoras, porque se la pasó un buen rato con ellas hablando de los increíbles disfraces. Mientras que yo estaba en una esquina, bebiendo un trago malo, con un disfraz que a nadie le impresionaba. No entendía por qué seguía ahí si no haría nada destacable.

—Qué onda.

Gire para encontrarme con una botarga de león, la voz que salió del disfraz se escuchaba algo grave. Supongo que usar una cabeza de león gigante te impide a la hora de hablar.

—¿Hola? ¿Qué se supone que eres? ¿Un furro?

—¿Me veo como un furro?

No hizo falta que respondiera, mi silencio combinando otro trago a mi bebida fue más que suficiente.

—Soy el león cobarde, ya sabes, el del Mago de Oz.

—Yo vi esa película hace unos años... ¿No le falta una medalla al disfraz?

—Pues me inspiré en la versión del libro, en donde es un león de verdad y no le dan ninguna medalla —Mira todo su cuerpo de forma discreta—. Supongo que ahora entiendo por qué me confundiste con un furro.

Solté una pequeña risa.

—Oye, eso no es muy típico de una Daria —Respondió el león con su voz atrapada.

—Cierto es verdad... pero tener una idea de mi personalidad, solo demuestra que cada vez te vuelves más indispensable para la vida.

—Ok eso es mucho más de una Daria —Pone su mano en el pecho—, aunque haya dolido un poco.

—Ya sabes lo que dicen. El dolor solo demuestra que no era tan duro como pensabas —Miro al león como una cara de indiferencia—. ¿Demasiado Daria?

—Demasiado Daria.

Ambos soltamos una risa, aunque por su disfraz parecía que un anciano de noventa años se estaba riendo. Tenía miedo de que en verdad sea un anciano que entra en fiestas de jóvenes. No sería la primera vez que pasa.

Verónica seguía con su grupo de amigas, y yo aproveché para estar casi toda la noche con ese León que no tenía nada de cobardía. No hicimos mucho, solo nos quedamos en un sofá mirando los disfraces de los demás mientras saltábamos información algo interesante del otro. Pero yo estaba jugando mi propio juego. ¿Quién era este león?

Su voz era demasiado andrógina, literalmente escuchar su voz es como escuchar música en versión lenta. Era más alto que yo, pero no sé si es por el disfraz o por su altura. Por ahora no se ha quitado la cabeza y espero que no se la quite hasta adivinar quién se oculta en ese disfraz.

—Ese no está nada mal —mencionó sacándome de mis pensamientos. Se refería a una chica disfrazada de la sirena en versión humana y su melena roja natural le daba el toque.

—Ariel es mi princesa favorita, eso facilita encariñarme con el disfraz.

—Mi princesa favorita es Bella.

—¿Por qué te gustan los furros?

—Jaja, no es por eso —Suelta un pequeño suspiro—. Siempre me ha gustado la lectura, ya sabes eso de abrir un libro e ir a otro mundo. A veces la vida es tan limitada que necesitas un libro para poder ser libre.

—Es una forma muy bonita de ver la vida.

—Gracias, eres de los pocos qué no sean burlado por decir eso.

—¿Por qué me tendría que burlar? —Me levanté del sillón—, eso fue muy lindo y cualquiera que piense lo contrario solo es un ignorante.

—¿Y si nosotros también somos ignorantes?

—Pues por lo menos somos conscientes de ello, eso ya nos da una ventaja con el resto.

Me divertía viendo la cara de la botarga, tan inexpresiva y a la vez era suficiente para saber que el que estaba debajo de ella entendió a la perfección mi mensaje.

—Vamos, seamos ignorantes por otro lado.

Pasamos por toda la casa viendo los disfraces de todos y divirtiéndonos al ver como otros no le metieron nada de empeño a sus disfraces y eran mucho mejor que otros que internaron ser impresionantes.

Por sugerencia del León aceptó participar en ese juego de tirar una pelota en el vaso del contrario para después beber el contenido. Cuando acerté al primer intento, las personas que vieron eso celebraron, incluyendo al león que hizo mucho más ruido. Poco a poco iba perdiendo el tiro y me terminé tomando los seis vasos de cerveza, mientras que mi rival solo se tomó tres.

Verónica se nos unió a casi la hora de estar con el León y se divirtió con la escena hilarante en que Daria se estaba juntando con un León; también le daba gracia que me refiriera a esa persona como "León" No quería ni darle nombre o género hasta tener alguien en mente y mi mayor candidato es Marcus Valarezo. Es simpático, amable con todos y por lo que veo siempre escucha a su mejor amigo, Theodore Miller.

Mientras la música cada vez se hacía más ruidosa y el sabor de la cerveza perdía valor. Le dije al León para sentarnos en el segundo piso. Ya que la casa tenía un segundo piso con balcón que debería dar unas vistas muy bonitas. Él aceptó sin ningún problema.

Me venía riendo al sentirme algo mareado, pero lo suficientemente cuerdo para saber que estaba algo borracho. Por eso me apegaba con mayor confianza a la pobre persona que disfrazada, aunque su disfraz era muy suave al tacto.

—Dime tu mayor miedo.

Le pregunté casi sin pensarlo.

—¿Mi mayor miedo? —preguntó algo confuso.

—Sí, tu mayor miedo. Ahora no vengas con que no tienes ningún miedo.

—Claro que lo tengo.

—Entonces, dinos tu mayor temor, león cobarde.

No tenía que ver su rostro para saber que no estaba muy cómodo con la pregunta, lo puede notar en la manera que miraba sus manos; patas, para después mirarme a mí y de vuelta a sus manos.

—Oye, si fue una pregunta algo inapropiada, lo siento, no era mi...

—Fracasar.

—¿Disculpa?

—Mi mayor miedo es fracasar, pero no hablo solo de fracasar en el instituto, tengo miedo de fracasar en todo lo que hago. En ser un mal amigo, en ser una buena pareja, incluso tengo miedo de fracasar en las cosas que supuestamente soy bueno... es demasiado ver como todos me quieren tanto y no sé si soy lo suficientemente bueno para no fracasar. —La cabeza de león me queda viendo por unos segundos antes de volver a tener la vista al frente—. Lo siento, creo que fui un tarado al decir todo esto, ni me conoces y estoy atascando con mis problemas.

—Para nada, no necesitas conocerme para decirme tus problemas. Todos necesitamos desahogarnos, aunque sea con un completo extraño semi borracho.

Volví a escuchar la risa entrecortada del león y el momento que me dio un ligero vistazo, juro que me guiño el ojo mientras me sonreía. Eso demuestra que el alcohol ya estaba haciendo efecto.

—Gracias por escuchar a un león cobarde.

—No eres ningún león cobarde, es más —Finjo sacar algo de mi bolsillo—. Te entrego esta medalla imaginaria para demostrar tu valor y lo que sea que dijo el mago de oz en la película.

Se reía a la par que seguía el juego y "toma" la medalla para ponerla en su pecho.

—Muchas gracias, ahora siento el suficiente valor. Ahora puedo gobernar la selva y ser un rey.

—Si fueras rey me encantaría ser tu pareja.

Lo pensé en voz alta que supongo puedo escuchar el león que inmediatamente se sacó la cabeza para ver que el sujeto dentro del traje era nada menos que Theodore Miller. Mi corazón latía muy rápido al ver su castaño cabello, con esos labios tan carnosos y su mirada de galán de película.

—Me alegro, pero no creo que sea un novio perfecto.

Mis manos comenzaron a sudar mientras mis ojos miraban a todas las direcciones para no centrarse en Theodore. Estaba poniendo en la mesa la idea de tirarme del balcón para huir tan rápido como mis piernas me dejaran.

—Obvio que lo sé, serías un mal novio... No dijo que eres un mal novio, de seguro quieres a tu novia... El punto es que serias mal novio para un chico, a ti solo te gustan las chicas y yo, pues los chicos... Tengo que irme.

Nunca he hablado tan bien del término "trágame tierra" pero por esta noche lo dejaré pasar y pensaré que esa sería la mejor manera de ocultar mi vergüenza. Acabo de hablar de lo más normal con el chico más popular del momento. Y no solo eso, ese chico es dulce y nada de lo que me esperaba. Pudo estar fingiendo todo este tiempo, muchos podrían verlo y tenía que usar una actitud de niño bueno. Sea o no sea una actitud real, acaba de decir su mayor temor y le dije a la cara que sería un pésimo novio. Así que si, tierra por favor trágame.

Busqué por toda la fiesta a Verónica la cual estaba comiendo unas botanas cuando vio mi rostro de preocupación y supo que era hora de irnos. No volvía a ver a Theodore y nunca entenderé por qué de entre todos sus amigos o incluso a su novia que vi una que otra vez en la fiesta. Quiso pasar la noche hablando conmigo.

En parte me alegra haber huido de esa conversación. No porque odia pasar tiempo con él, de hecho, no estuvo del todo malo. El problema era si me preguntara cuál era mi mayor temor, con los litros de alcohol en mi cuerpo y la normalidad de la conversación, de seguro le decía la verdad.

Mi mayor temor es quedarme solo.

Casi toda mi vida la he pasado solo, e incluso trato de no socializar con otros para evitar salir lastimado. Pero es tan doloroso tener que estar en una habitación vacía sin nadie con quien hablar o lo que es peor, estar rodeado de gente, pero que nadie te note y simplemente imaginen que no existe. Por eso me encanta pasar tiempo con Verónica o con mi hermano, me dan esa pizca de compañía que tanto quiero. Incluso pasar estas horas con Theodore me hizo sentir bien.

Quien iba a decir que ese día solo sería un adelanto de todo lo que terminamos viviendo tiempo después y ahora siento un vacío en mi corazón al no tener su compañía.

═══════ •♡• ════════

En receso salía pasarlo en una esquina comiendo una cosa sencilla mientras escuchaba música. Después cambió a sentarme con Verónica para hablar de algunas cosas, para unos meses atrás volver a cambiar y pasar con Miller, Marcus y Verónica sentando en la misma banca para hablar un poco. Ahora volvemos a hacer solo Verónica y yo.

No dijimos algo interesante, solo comimos una ensalada de fruta mientras de vez en cuando miraba mi celular sin ningún motivo aparente. Casi siempre me arrepentía al ver la foto de Miller sonriéndome mientras me abraza. Tome esa foto cuando fuimos al centro comercial y tras probarme una chaqueta dijo que me veía muy abrazable y comenzó a abrazarme sin importar arrugar la pobre chaqueta. Fue en ese momento que tomé la foto sin alguna razón en particular, solo me justifique con tener más material para los fans.

Hablando de Miller, pude ver como caminaba de regreso con Marcus a su lado. En esos microsegundos vi como ambos toman caminos diferentes.

—Nos vemos en el aula.

—¿Dónde vas? —preguntó mi mejor amiga.

—Tengo que hablar con alguien.

Dicho eso, me levanto en busca del chico alto. No se había ido tan rápido y por su forma de caminar tan tranquilo, pensaría que no tiene mucha prisa de regresar al aula. Esa fue mi oportunidad de tomarlo del brazo y llevarlo a los baños más cercanos. Solo esperaba que nadie nos interrumpiera.

—¿Qué ocurre, Michael?

Marcus preguntó con un rostro bastante confuso, no lo culpo. Sé muy poco de este chico, solo sé que tiene una familia grande, es bastante listo y es el mejor amigo de Miller; es decir que conoce muchos de sus secretos y situaciones.

—Quería preguntarte sobre Miller... en estos días ya no quiere hablar, solo huye y parece que nunca me hubiera conocido. ¿Algo le pasa?

—Eso me gustaría saber, también me estaba cuestionando la razón de que ya no habla de ti y que cada día quiere salir a dar una vuelta, cuando antes ni tiempo tenía porque todo su tiempo libre lo pasaba contigo.

En otra circunstancia estaría un poco avergonzado de oír eso, aunque ahora lo único que siento es algo de indiferencia.

—¿No hay un motivo en particular?

—Dime tú, ¿Pasó algo entre ustedes dos?

—Claro que no... bueno hablamos un poco y luego lo bese en el parque. ¿Eso pareció enojarse?

—Pues enojado no está, es más bien como si estuviera decaído o poco interesado.

Poco interesado.

Esas palabras hicieron eco en mi cabeza más de lo que debería. Note que mi mano comenzó a temblar, pero la entrelace con la otra para controlarme un poco. Supongo que no fue un gesto bastante evidente que la mirada de Marcus se preocupara.

—Oye, ¿Estás bien?

—Claro, no es nada. —me limito a mencionar.

—Mira, trataré de hablar con Theo sobre... lo suyo. Pero no prometo que te pueda ayudar mucho.

—Gracias, Marcus, mi única preocupación es si hice algo malo que a Miller no le gusto.

—Lo dudo, desde que pasa tiempo contigo no ha dejado de ser cursi y tan feliz que nunca lo había visto así. Lo haces muy feliz.

Pues no tanto como para ya no querer hablar conmigo. No digo eso, simplemente asiento con la cabeza para luego salir del baño. Y para mi sorpresa fue ver al mismísimo Miller a punto de entrar. Se notaba unas pequeñas hogueras, su cabello estaba algo desordenado y sus ojos estaban algo idos, como si no estuvieras completamente consciente.

—Hola —dije con algo de timidez.

—Hola —respondió tan neutral que dio hasta miedo—. ¿Me das permiso?

Me aparté de la puerta y ni siquiera dijo algo más. Simplemente, entro y me ignoro por completo. Mi mano volvió a temblar y utilicé eso para largarme del lugar e ir a mi aula. Se sentía horrible ser tratado de esa forma, y más cuando Miller me había tratado tan lindo estos meses, incluso pensaba que le llegue a gustar por todos los gestos y señales que me daba. Pero ver el poco interés que le di me hizo abrir los ojos.

Nadie es como dice ser.

De seguro yo solo fui un juguete, una excusa barata para poder besar a chicos. Eso de su beca lo pudo resolver de otras maneras, yo solo era un show para su entretenimiento. Pero como todos los shows, perdí la gracia y ahora volví a ser el invisible Michael para sus ojos.

No lo culpo, quien en su sano juicio quisiera pasar su tiempo con un tipo tan aburrido. No sería la primera vez que me hacen esto, pero trataré que sea la última. 

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