17. No eres una desgracia
—¿Todo está bien?
—Claro, ¿por qué no debía de estarlo?
—No lo sé, Mickey, tal vez que mi hermano está actuando como un adolescente con problemas de adolescentes, en vez de mi frío hermano con gustos melancólicos.
Mark quería saber cómo estaba mi vida últimamente. ¿Qué le diría?
Hola, hermano, ¿Recuerdas a mi novio? Pues resulta que es falso, nosotros no somos novios de verdad, él es super hetero y con una personalidad de Golden retriever. Pues ahora me gusta, me gusta demasiado y no sé cómo decírselo sin salir lastimado. ¿Tú, cómo estás?
Por eso tengo las manos sudorosas, camino de un lado a otro y evitó a toda costa ver su rostro en el celular. Mi hermano conoce todos mis trucos, sabe cuándo algo me inquieta desde que éramos niños. Por eso tengo que actuar normal, sonreír y nada raro. No se si estoy diciendo eso para engañar a mi hermano o para engañarme a mí mismo.
—No tengo ningún problema de adolescente, solo vivo mi vida tranquila y sin problemas. —Claro, sin contar que Theodore Miller ahora es un gran problema—. Debería preguntarte si tú, como doctor, no tienes algún problema.
—Ningún paciente ha tenido grandes complicaciones, así que todo tranquilo.
Luego soy yo el de los chistes de humor negro.
—Mickey —continuó—: sabes que soy tu hermano; si tienes algún problema, me lo puedes decir.
—Claro que lo sé, es por eso que no tengo ninguna novedad que decirte. Todo está bien.
En serio que me estoy engañado a mí mismo.
—Como quieras.
—Cariño, deja tranquilo al niño. Ya es grandecito —La voz de Julio apenas se podía escuchar.
—Es mi trabajo como hermano mayor verificar que todo esté bien.
—Una cosa es verificar y otra es ahogarlo con tu sobreprotección.
Me senté en la cama, tomé el celular y pude ver como la parejita se estaba abrazando mientras Mark ponía su cabeza en el pecho de su novio.
—Ustedes dos son extremadamente cursis —trate de sonar lo más frío posible—, me dan asco.
—Tú no deberías hablar, hermanito. —Mark se acomodo para enfocar su rostro—. Tienes un novio detallista, te lleva a comer en tu cumpleaños, tienen apodos cariñosos. Ustedes dos si son muy cursis.
Si supiera que todo eso lo hizo para seguir esta fachada. Regalos, cartas, frases. Todas son cosas que Miller quiere hacerle a una persona que verdaderamente ame. Yo solo soy un muñeco de prueba que cada día está más enamorada de ese chico.
Supongo que me puse a pensar más de lo normal, ya que mi hermano chasco los dedos tomando toda mi atención.
—Acabo de recordar algo, amor —Voltea la mirada para ver a su novio—. Recuerda que esta Navidad quieres hacer una gran cena.
—Aun estamos en mayo —una risa alegra se puedo escuchar—, pero si tengo pensado realizarla.
—Entonces, podemos invitar a mi familia, tal vez a la tuya —Otra vez mi hermano me mira—. Y tú podrías invitar a tu querido novio.
Mordí mi labio inferior.
No se si sea la mejor idea invitar a Miller, claro que le encantaría cenar con mi familia, pero no me siento demasiado alegre con la idea de tener al chico hetero que me gusta con mi familia fingiendo que nos justamos. Solo es una idea, lo más seguro es que si lo invite, fue por eso que dije:
—Suena como una gran idea, ya le diré para ver que piensa.
—Excelente, esta cena navideña los hermanos López comerán con sus novios y si la noche es joven, comeremos algo más de la comida.
—Cariño. —La risa contagiosa de Julio hizo que mis mejillas se pusieron más rojas de solo pensar en ese chiste.
No soy ningún santo.
Tuve un sueño algo peculiar donde Theodore tocaba mis muslos, para poco a poco sacarme la ropa y terminar haciéndolo. Despertó apenas las cosas terminaron, no quise levantar las sábanas de mi cama y mucho menos comprobar el líquido de mis pantalones. Es por eso que ese chiste me hizo recordar a ese estúpido sueño.
—Veo que mi hermanito no es tan santo después de todo, ese sonrojo no deja mucho a la imaginación.
—Hablamos después.
Colgué la llamada dejando mi celular a un lado para tapar mi cara con una almohada. Cómo es posible que aguante hasta finales de este año escolar sin dejar de pensar en Theodore Miller como si fuera el chico más importante de mi vida.
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Mi habitación es mi oasis, es mi lugar seguro. Casi lo tengo todo: una ventana con una vista al barrio, un caballete para mis lienzos, un puf, una cama normal, y mi parte favorita, la repisa. No había nada en esas repisas en sus orígenes, según era para poner libros o álbumes, al final solo deje ese lugar vacío para que acumulara polvo. Hasta que conocí a Miller. La primera vez que recibí uno de sus regalos, pensé que se trataba de una broma: ¿Un regalo hecho a mano para mí? Es obvio que Miller solo lo hizo para hacer más creíble la farsa... hasta que hubo otro regalo, y otro, y otro, y otro. Perdí la cuenta de todas las manualidades, cartas y ni hablemos de las frases románticas de libros.
Una tarde le pregunté el motivo de tantos regalos.
—¿No te gustan?
Preguntó con un rostro algo triste.
—Para nada, me parecen muy hermosos.
Le dije mientras sentía mis mejillas ardiendo.
—Pues, hay veces en la que no hago nada, tengo una hoja a la mano y comienzo a hacer una rosa. Con ninguna de mis exs apreciaron mis regalos, pero contigo, tú las tienes en tu cuarto como si fueran un trofeo. Eso es lo más hermoso que alguien ha hecho con mis regalos. Es la razón por la que te sigo haciendo regalos.
—¿No solo para seguir con la farsa?
—Michi ¿Crees que alguien haría tantos regalos por una farsa?
Desde entonces me gusta tomar alguna carta, algún regalo o ver alguna de sus frases con más detenimiento.
¿Crees que alguien haría tantos regalos por una farsa?
Tengo que cubrirme la cara con una de las cartas para no morir de la pena al recordar esas palabras. Quisiera no ilusionarme con esto, se que tenemos una fecha de caducidad, se que ese chico solo es romántico conmigo porque se divierte, se que un chico como Theodore Miller nunca se fijaría en alguien como yo; yo no soy nadie comparado con él. A veces me arrepiento de aceptar este trato, todo sería más simple.
Bajo a la cocina para tomar algo cuando escucho a mis padres, no son las personas más discretas, la mayor parte del tiempo solo los dejo hablar mientras no notan mi presencia. Solo que esta vez la conversación, mi hermano y yo éramos el tema principal.
—Mark dijo que vendrá con Julio en una semana para preparar una cena excepcional. —La voz de mi madre era suave, sin dejar ese tono presumido.
—Julio es un buen hombre, y ese noviecito de Michael tampoco es malo, por lo menos sabes de equipos, y apoya a Liga de Quito es mejor que el promedio. —Sonreí, al escuchar verdadera felicidad, provenir de mi padre.
—Lo dudo, ese chico solo causa problemas, no recuerdas su primer instituto. Dios, es tan agotador estar con él. —Soltó un suspiro de agotamiento—. No entiendo cómo pudimos tener un gran hijo como Mark y después tenemos a ese chico.
—Te dije que con uno estamos bien, sentía en los huesos que tendríamos un mal niño.
—¿Mal niño? —se rio de forma tan irritante—. Ese chico es un maldito caos, ese novio que tiene de seguro lo está usando para su beneficio.
—Debe estar muy desesperado para querer acostarse con Michael, después de que...
Me lancé hacia la entrada con el mayor ruido posible y me largué de la casa azotando la puerta. Traté de limpiarme las lágrimas mientras caminaba sin rumbo alguno. Esas conversaciones son mi día a día en la casa, casi siempre que no tienen un tema sobre el que charlar, me usaban para satisfacerse. Entiendo que soy un hijo no deseado, entiendo que soy la sombra de mi hermano y, también, entiendo que nunca seré digno de ser llamado su hijo... pero porque entiendo todo eso, no significa que esté acostumbrado al dolor de sus palabras.
Trato de minimizar esas palabras, pero me es casi imposible poder tapar el sol con un dedo cuando cada día es lo mismo. Prefiero estar solo, prefiero que nadie pueda herirme con sus palabras. Es todo una mierda.
—Michi...
Puede que sea por las lágrimas que cubrían mis ojos, pero era totalmente irreal ver a Theodore Miller delante mío tocando mis manos.
—¿Qué ocurre? ¿Te encuentras bien? —Su voz tuvo un efecto en todo mi cuerpo, como una suave brisa.
—Yo... —No tenía palabras, quería quitarlo de mi camino y larga lejos ¿Pero a donde iría? O ¿Por qué me alejaría de la única persona que no me trata como mierda en este lugar?—. ¿Podemos ir al parque?
Los asientos para mi alegría estaban desocupados, Miller fue a la máquina expendedora por dos bebidas mientras que yo me limpiaba las lágrimas con un trapo suyo, no preguntare porque rayos tenía un trapo.
—Espero que te guste. —Puso una bebida de café con leche mientras que él tenía café con chocolate—. ¿Pasó algo grave?
Sostuve la bebida en mis manos. No tenía palabras, siempre soy el chico que escuchó los problemas de los demás. Con Mark solo hablamos de cosas buenas y considera que mis padres son santos solo que tienen más cariño por ser el primer hijo. Verónica sabe que mis padres no me quieren mucho, pero nada fuera de típicas peleas de padres estrictos o que no comprendan a los adolescentes. Teddy piensa que mis padres son buenas personas, cariñosos y siempre estarán por sus hijos. Podría decirle que solo estaba llorando por una discusión pequeña, podría decir que soy un exagerado, podría, podría y podría. Es la mejor forma en la que expresó las situaciones, es tan fácil ocultar todo y fingir que todo está bien.
—Mis padres... dijeron cosas horribles de mí.
Puede decirle tantas mentiras que al final podría pasar por realidad. Sin embargo, no quise mentirle, Teddy siempre es honesto conmigo, trata de alegrarme los días, puede mirar su sonrisa de Golden retriever para tomar algo de impulso.
—¿Qué tipo de cosas? —preguntó mientras bebía su café.
—Ellos me odian, lamentan mi nacimiento o bueno, lamentan que yo sea su hijo.
La calma del rostro de Teddy desapareció por completo, en su lugar una mirada de preocupación apareció mientras dejaba su bebida para tomar una de mis manos.
—Ningún padre diría eso.
—Bienvenido a mi familia —quise sonar sarcástico, solo que no tuve los ánimos—. Nunca fueron buenos padres conmigo. Ellos tenían a su favorito.
—¿Tú hermano?
—Si, el perfecto de Mark. Desde pequeño fue muy consentido, querido y amado por mis padres. Cuando nací las cosas no fueron tan fáciles, casi parecía Matilda en su niñez. Solo en casa, no salía a ningún lado, mi único amigo era mi hermano y cada cumpleaños era un pastel simple, una canción de cumpleaños y un regalo que era ropa usada de Mark.
Teddy no dijo nada, hasta podría decir que le quité el apetito cuando dejó a un lado su bebida. Yo di un gran sorbo para seguir hablando:
—En fin, supongo que merezco todo ese rechazo. Dijo, mírame. Soy gay, no tengo muchos amigos, mi novio es falso y siempre seré la sombra de mi perfecto hermano... soy una desgracia.
—¡Claro que no!
Teddy se levantó de su asiento golpeando la mesa con sus nudillos mientras dio tremendo grito, tuvimos suerte de que el parque no estaba muy concurrido. Tuve algo de miedo al escuchar su grito que solté mi bebida del susto.
—No digas eso —contigo, alzando la voz—: tú no eres una desgracia y mientras yo esté a tu lado no dejaré que lo digas. —Se acercó a mi lado para tomarme las manos y mirarme a los ojos—. Michael López, no eres ninguna desgracia, eres el chico más encantador que he conocido, estoy feliz de haberte conocido y ten esto presente: "Eres una increíble persona con un corazón de oro".
Estamos muy cerca, nuestros labios casi se tocaban. Quería llorar, llorar por escuchar tan hermosas palabras dirigidas sólo para mí. Pero en su lugar hice mi nueva cosa favorita: besar a Theodore Miller. No quería que me correspondiera, solo quería que supiera lo mucho que me encantaron sus palabras, como me encanta este chico. Teddy correspondió al beso mientras me sujetaba las mejillas, podía escuchar mi corazón latir a gran velocidad, esto era irreal el chico más increíble del instituto me estaba besando con tanta suavidad. Tuve que separarnos para poder respirar un poco, mala idea, ver el rostro de Teddy todo rojo y con una sonrisa tan brillante sólo me hacía querer darle otro beso hasta desmayarnos. En su lugar él dijo:
—Lo siento por el golpe, creo que me deje llevar por mis impulsos.
—Para nada, todos necesitamos alzar la voz para mandar un mensaje.
—¿Somos muy raros?
—Los más raros, sin duda alguna.
Escuchar cómo se reía Teddy fue un deleite, tanto que se me hizo inevitable reírse con él. Solo este chico lograba hacerme reír después de haber llorando por mis horribles padres... A la mierda ellos, sino no me quieren como su hijo, pues bien, luego de terminar la universidad no los volveré a ver en mi maldita vida. Por ahora solo tengo que pensar en la risa de Teddy, en la forma en como toma mis manos, sus dulces miradas llenas de amor, en como cada vez se me hace tan inevitable no amarlo.
Amarlo.
No tengo muy claro lo que es amar a alguien, según las canciones es algo tan dulce que alegra tu corazón en un solo segundo, según mi hermano es un vínculo que creas con alguien para formar una sola pieza, según Verónica es un sentimiento único y especial. Para mi el amor es pensar en esa persona con una sonrisa, poder hablar con normalidad de cualquier cosa, dar pequeños regalos, cantar a todo pulmón una canción cursi de Taylor Swift, comer hamburguesas, y darse besos en el parque.
Con eso confirmo que estoy completamente enamorado de Teddy.
—Teddy, ¿Puede decirte algo?
—¿Es algo grave?
—No, para nada, es solo que... ¿Piensas que nuestra relación falsa es un problema en tu vida?
—¿En serio me lo preguntas?
Estuve apenado por preguntarle eso, incluso pensaba arrepentirme y justificarme con la primera mentira que se me ocurriera. Solo que Teddy fue más rápido.
—Esa es la pregunta más tonta del mundo, esta relación falsa es lo mejor que puede hacer en mi vida. Incluso, me gustaría que...
Antes que mi corazón se detuviera al escuchar sus palabras, su celular comenzó a sonar con la melodía de la canción de Paper Rings, puse los ojos en blanco con una sonrisa al ver su sonrisa culpable. Sonrisa que le duró pocos segundos al ver su celular. Cualquier rastro del Teddy feliz desapareció de la nada.
—¿Teddy, todo bien?
—Tengo que irme.
Su voz, su rostro, su postura, todo en él era diferente.
—¿Pasó algo grave? ¿Quieres que te acompañe?
Quise tomar sus manos cuando se levantó alejándose un poco de mi lado.
—No —le tembló un poco la voz—, no es nada, solo tengo que irme. Nos vemos, Michael.
Jamás pensé que escuchar mi nombre se sentiría tan horrible.
Puede ver como se alejaba.
Yo me quedé quieto, confundido y con un sentimiento de culpa en el pecho.
Solo Theodore Miller puede ponerme de buen humor y ahora logra quitármelo en un par de segundos.
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Regreso a mi casa con la cabeza hecha un caos de todas las preguntas que tengo.
¿Por qué se tuvo que ir?
¿Es algo grave?
¿Por qué se apartó de mi lado?
¿Estaba a punto de decir que quiera algo más?
Todas las preguntas se movían en círculos en mi cabeza mientras una voz se volvía más ruidosa que era imposible no poder escucharla, no quisiera pensar que paso algo grave, pero es raro que Teddy se volviera tan apagado, no recuerdo verlo así desde la humillación de sus exs y del baile del año pasado.
El instituto organizó un baile de Bienvenida donde Verónica me hizo ir con un traje azul mientras ella iba con un vestido morado. No soy un amante de esos eventos por la única razón de tener que estar en una esquina bebiendo ponche sin hacer nada. No quería sacar a nadie a bailar y nadie me sacaría a bailar, por lo que estuve sentado bebiendo ponche barato mientras Verónica hacía migas con algunos chicos. Todo era aburrido, hasta que lo vi, Theodore Miller con una mirada caída, casi diría que estaba devastado, estaba tan apagado que con algo de miedo fui a brindarle un poco de ponche con algo de miedo. Era un chico hermoso y yo un don nadie, lo más seguro es que me mandara a la mierda al primer momento. En su lugar sonrió y me agradeció, no le di importancia y me regresé con Verónica.
Nunca supe lo que le pasaba. Cuando lo volví a ver, estaba con su segunda exs novia bailando con una mejor cara. Supongo que nunca sabría lo que sería pasar tiempo con él, de todas maneras, un hetero como él nunca se interesaría en mí, a menos que sea una chica.
A lo lejos puede visualizar una figura sentado en las gradas comiendo un helado, solo con ver el auto viejo aparcado enfrente de mi casa puede saber de quién se trataba.
A lo lejos pude visualizar una figura sentada en las gradas comiendo un helado. Solo con ver el auto viejo aparcado enfrente de mi casa, pude saber de quién se trataba.
—Holis, ¿cómo te encuentras, Julieto?
—Supongo que no muy bien —Me entregó el helado con suspiro—. Me alegra venir con helado para este día de mierda.
—¿Pasó algo malo en tu vida?
—Lo de siempre, el club de atletismo es una tortura. Por eso es hora de helado y calma.
—Helado y calma.
Le di una cuchara del helado mientras nos quedamos en completo silencio, es la manera que tenemos para no pensar en nada malo, solo relajarnos comiendo un helado al aire libre. Supongo que necesito esto para no pensar esta montaña rusa que se convirtió este día.
—Está muy rico.
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