13. Besa a alguien de la fiesta
—Te digo que solo fue un beso cualquiera, no es la gran cosa. Tenía que impresionar a su hermano y listo. Fin. Adiós. Tan tan.
—Amigo, solo te pedí un poco de azúcar, no quería un resumen de lo que pasó la semana pasada.
Marcus casi como cada sábado en la mañana, vino a mi casa a desayunar, según porque los sábados son días sagrados y no los va a malgastar en escuchar como sus hermanitos gritan toda la mañana y prefiere venir a nuestra casa llena de silencio y pelo de gato. Mi mamá lo permite, solo porque no come mucho y por traer tés exóticos del trabajo de su madre.
—Es que... no me esperaba ese sentimiento, fue como una explosión, casi comparada con la primera vez que sostuve a Cleo.
—¿Acabas de comparar a tu novio con un gato?
—No es mi... claro, es mi novio lindo y es comparado como mi linda gata.
Mi madre salió de su habitación con un vestido largo típico de sábados y apenas nos vio a los dos desayunando omelette con tocino. Solo me sonrió, se sirvió un poco y miró a Marcus.
—¿De que es esta vez? —preguntó mientras servía agua caliente a su taza favorita, es una rosa con la frase de la mejor madre del mundo... se la ganó en una rifa y tiene el descaro de decir que es mucho mejor a la taza que le regale.
—Coco y vaina.
—Uh exótico. Sígueme trayendo tés y seguiré sin quejarme de que vengas a robarme la comida.
—Claro, señora Dolores.
Marcus es casi parte de la familia. Fue el primer amigo que hice al mudarnos a este vecindario, aunque él viviera como cinco minutos de aquí. Comenzamos a salir a caminar por el vecindario, luego venía a mi casa o yo iba a la suya, después entramos en el mismo instituto, seguíamos con las salidas a comer o comprar algo y terminamos siendo los mejores amigos. Mi mamá dijo que a veces él es el hermano que nunca tuve, me gusta mucho pensar eso. Marcus estuvo en todas mis relaciones amorosas y estuvo día y noche escuchando cómo me enamoraba perdidamente de alguna chica y cómo me imaginaba un futuro con ellas. También estuvo en las noches que me ponía a llorar con una tarrina de helado y Taylor a todo volumen. En conclusión, sabe mis puntos fuertes y mis puntos débiles.
¿Yo conozco a los suyos? La gran mayoría.
Se que quiere ser docente, que no tiene pensado tener un gran amor que sea recordado por toda la humanidad y que, si su esposa no le obliga, no quiere tener hijos. Prefiere cuidar animales que niños ruidosos. Eso definiría a mi amigo.
—¿Hay algún plan para hoy? —preguntó mi madre.
Podría quedarme en casa a escribir un poco, ya terminé la historia de la princesa y su maldición y, quiero escribir algo diferente, tal vez algo de misterio con toques de romance; obviamente. También podría hablar con Michi, anoche estuvimos hablando un buen rato sobre por qué las películas de asesinos en serie son mucho mejores que las películas de terror psicológico. Recuerdo que daba mi tesis sobre lo aterrador que es Freddy Krueger, cuando escuche un pequeño ronquido de Michael. Se me paró el corazón y me costó mucho despertarlo para decirle que se vaya a dormir. Me pregunto cómo habrá amanecido, solo le puse la frase diría y un emoji de cara sonriente.
—Claro que sí —respondió Marcus.
—¿En serio? —pregunte algo confuso.
—¿Lo olvidaste? Tenemos el cumpleaños de Marcelo.
Lo olvidé por completo.
—Claro que no, es solo que pensé que era mañana.
—Si claro, de seguro te tiene muy distraído tu noviecito.
—Cuidado con lo que dirás de Michi, no querrás decir algo malo.
Marcus solo se reía despacio mientras mi madre se iba a la sala seguida por Cleo que solo me dio un maullido en esta mañana.
—Tienes suerte que tú mejor amigo piensa en todo y compro dos camisetas como regalo.
—Eres un ángel.
—Lo sé, me lo dicen mucho.
—¿Quién te dice así? —Cuestione su afirmación.
—Nadie, solo es un decir.
Otra cosa de Marcus es que es alguien tranquilo al hablar, no grita demasiado ni baja a la vez. Hablar sin filtros. Por eso es fácil saber cuando algo le gusta o le disgusta, como puede ver que alzó un poco la voz al decir que le dicen mucho ángel. Puede mentirme todo lo que quiera, pero ya sé que tiene a alguien.
—¿Quién es la afortunada? —Mi sonrisa no era para nada discreta.
—Tú mamá.
—¿Yo qué? —preguntó mi mamá con un grito.
—Nada, lo siento, señora Dolores.
Estuvimos todo el desayuno, aseo y despedida con esta pelea para saber el nombre de la afortunada y cada vez que estaba tan cerca de decirle algo, metía cualquier cosa relacionada con Michi que me hacía callar al instante.
—Deberías invitarlo.
Marcus estaba apunto de irse cuando soltó eso como si fuera algo casual. Yo tuve que mirar al suelo para no pensar en nada más.
—No creo que le guste mucho ese tipo de fiestas, además solo irán chicos del equipo.
—Con sus parejas, lo normal en una relación es llevar a una pareja a una fiesta.
Ahí tiene un punto. Mi relación con Michael ya la conoce todo el instituto y hace una semana tuvimos una especie de cita por su cumpleaños. Solo falta salir con amigos y dejar en claro que es mi novio y no soy un hetero engañando a medio mundo. Además, si quiero ir a algún lugar con mi pareja y pasar un buen rato junto.
—Supongo que tienes razón —Me rasque la nuca con mi mano y Marcus me golpea el hombro.
—Siempre tengo razón, solo espero que no lo arruines y te pongas muy meloso en la fiesta. Recuerda quién tiene que ser el centro de atención.
—Tampoco es que soy muy meloso con Michi.
—No voy a gastar saliva en esto. Nos vemos en la fiesta.
Me senté en los escalones y saqué mi celular para mirar el número de Michael por un rato. No entiendo porque ahora me quedo embobado viendo su nombre, o viendo sus fotos de Instagram o viéndolo dibujar cualquier cosa en el recreo o cuando estamos en mi casa o en la suya o incluso en cualquier lado. Me quedo mucho tiempo viéndolo. Su cabello rizado negro, sus labios suaves, sus hoyuelos que se le forman al sonreír, la manera en que habla tan calmada y sarcástico, sus caderas firmes y sobre todo me gusta mucho verlo sonreír, no solo de mi chiste o la forma en que terminamos riendo por algo. Si me gusta la sonría que se le provoca al hablar de sus cosas favoritas, en como me dice que dibuja para dejar de pensar en cosas malas, en como quiere a su hermano o como se la pasa bien con Verónica, sonríe de forma tan preciosa que es encantador.
Claro que dijo todo eso porque soy su amigo, barra novio falso, barra chico hetero que solo piensa que un chico puede ser encantador.
Marque su número y espere tres largos pitidos hasta que escuche su voz.
—Michi, es bueno escuchar tu voz —trate de sonar lo más relajado posible y sin gritar mucho.
—¿Te golpeaste la cabeza con algo? —Creo que no funcionó sonar relajado.
—No que yo sepa, ¿Acaso no puedo estar feliz en un sábado?
—Depende, ¿Saldremos?
No puede ocultar mi sonrisa.
—Chico listo, mira, Marcelo cumple años hoy e invito a todo el equipo con sus parejas. Pues nosotros somos parejas... ¿Captas la idea?
Escuchó un suspiro seguido del sonido de su puf hundiéndose.
—¿A qué hora es? —pregunto.
—Tipo a las siete, si quieres puede decirles a tus padres que saldremos un poco tarde.
—Tranquilo Romeo, a mis padres ni les importará si vuelvo a la una de mañana. Solo que debes dejarme en casa.
—Trato. Espero que te vistas de forma seductora para tu novio.
—No me haga que me arrepienta de esto.
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Marcelo es hijo único, hijo de padres con dinero y de un gran número de amigos. Es obvio que sus cumpleaños sean en lugares de locura o que nos deje con el ojo cuadrado. El caso es que alquilar toda una zona de videojuegos no estaba en mis planes de fiesta para celebrar dieciocho años. Bueno es mejor lugar que mi fiesta de dieciocho. El lugar cambia unas cincuenta personas, pero para favor de Marcelo, solo había como unos veinte chicos, de los que conocía a once. Tenía suerte de que a mi lado estaba Marcus hasta que viniera Michael.
—Hermano, ¿Cómo la estás pasando? —El cumpleañero apareció con una corona de cartón y un vaso de cerveza en su mano. Apenas empezaba la fiesta ya estaba tomando forma y como cualquier fiesta de instituto, no está de cerca ser como en las series. Solo son adolescentes tomando, bailando como idiotas y en esta ocasión, impresionando a sus parejas con juegos de recreativas—. ¿Dónde está tu novio?
—Vendrá pronto.
—¿No lo traes tú mismo? Qué poco caballeroso de tu parte, caballero de brillante armadura.
—¿No tienes algo mejor que hacer, Marcelo? —preguntó Marcus mientras bebía su trago.
—La verdad no, me gusta fastidiar a las parejas y ver cuánto se demoran en enojar. Es un hobby muy entretenido.
Podría decir que solo fueron cinco minutos, pero sentí como cinco horas estar junto a Marcelo hablando de que esta fiesta es especial, porque es el mismo lugar donde celebró su primer cumpleaños y que ahora se está aprendiendo el nuevo tren de tiktok. La verdad deje de prestar atención después de los primeros dos minutos. Habla demasiado por lo tranquilo que parece.
Mi atención se centró en las dos personas que entraron al lugar. Una chica rubia con un vestido negro y un chico pelinegro con pantalones caqui, camiseta por dentro y las mejillas ligeramente rojas. Michael se veía muy lindo, más de lo que esperaba.
—Vaya, veo que cumpliste con la petición —Sonreí con algo jocosidad, mientras que Michael me da un suave golpe en el pecho.
—Esta no es ninguna petición, solo es la maldita mano de obra de Verónica.
—¿Disculpa? —Verónica sonaba algo ofendida, incluso se tocó el pecho como si le doliera—. Pase mucho tiempo buscando algo lindo para esta fiesta ¿Y así me lo agradeces? Oficialmente te quedas sin diseñadora personal.
—Uh, cuidado pierdo algo muy importante.
—Oh, eres un maldito.
Me reía en voz baja y justo dejó de respirar cuando siento la mano de Michael junto a la mía. Fue raro, casi nunca me pasaba eso con alguien. Era casi como si chispas se provocaran al juntar nuestras manos.
—Perfecto, ahora que tenemos las parejas listas. ¡Que empiecen los juegos!
Marcelo reunió a todos los invitados a una mesa en el centro del lugar y algunos tuvieron que dejar sus partidas en la mitad por la petición del cumpleañero. No éramos demasiados y es una sorpresa teniendo en cuenta que tiene el don de hacerse amigo hasta del aire, pero bueno, en sus fiestas solo suele invitar a unos cuantos. Todas las parejas se sentaron juntas y eso nos incluía, que rápidamente fuimos el centro de atención por ser la pareja estrella del instituto. Título que no me gusta mucho.
Verónica se terminó quedando y se sentó junto a Marcus que no tuvo ninguna molestia.
—Ok, no quiero arruinar el ambiente y la oportunidad de usar todos los juegos. Solo quería hacer este juego que tanto amo y nunca debe faltar en las fiestas: Verdad o reto.
Algunos suspiraron, me incluyo, mientras que otros se mantuvieron emocionados, siendo el caso de Michael.
—Como soy el cumpleañero, yo doy inicio y hacemos las cosas a la vieja escuela. Con una botella.
Puso una botella vacía en la mesa y comenzó a darle vuelta para que se detuviera apuntando a Marcus.
—Uh que interesante forma de empezar —dijo Marcelo mientras miraba a Marcus—. ¿Verdad o Reto?
—Lo que sea... verdad
—Es cierto que el descubrimiento bisexual de Theo, fue que estuvo enamorado tuyo.
¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Alguien piensa que eso es verdad?
—Quisiera, yo no fui el despertar gay de Theodore.
Algunos se reían, incluyendo a Michael que puso los ojos en blanco mientras se reía.
Los siguientes turnos fueron más entretenidos e hizo que el ambiente se volviera más ameno. Hubo preguntas vergonzosas, retos extremos e incluso Verónica tuvo que jugar en la máquina de fuerza contra el cumpleañero, dejó a todos con la boca abierta al ver que ella tuvo una marca muy alta de un solo golpe.
—Michael —dijo uno de mis compañeros de fútbol—. ¿Verdad o Reto?
—Verdad. —afirmó con una sonrisa en los labios.
—¿Es cierto que ya no eres un chico virgen?
Por un momento sentí algo de temor en sus ojos, como si no esperaba esa pregunta para nada. Pero al mirarme, su rostro se calmó y pasó a darme una sonrisa perversa mientras me sacaba la lengua.
—Pues los rumores son ciertos, ya no soy un chico virgen.
Alzó su vaso y varios comenzaron a gritar mientras se unían en su brindis hipotético. Claro que después de decir eso, todos querían saber si yo era el responsable de esa acción y Michael solo se limitaba a decir que ya hicieron una pregunta y con eso bastaba. Yo solo no podía dejar de verlo y sonreír.
Michael giro la botella causando un alboroto al caerle justo al primo del cumpleañero. Se tomó su bebida de un solo trago y mostró una sonrisa pícara.
—Dime, precioso —su tono era seductor y con un acento español muy marcado.
—¿Verdad o reto? —preguntó Michael correspondiéndole la sonrisa a ese sujeto. Los mire con mucho detalle.
—No soy ningún cobarde, elijo reto.
—Esto se pondrá bueno —dijo Marcelo mientras sacaba su celular.
La cara de Michael estaba algo dudosa, hasta que me miró y rápidamente supo que decir. No se si sea bueno o malo.
—Quiero que hagas un striptease.
Varios comenzaron a murmurar, otros se reían y Michael junto a Verónica se reían en voz baja. Era obvio que lo decían de broma, además ese sujeto con pintas de tipo malo de libro juvenil ni de loco haría esa cosa.
—Por fin alguien dice algo interesante.
Alguien cambió la música por una más seductora y ese sujeto se levantó de su asiento para comenzar a menearse al ritmo de la música. Los invitados acompañaron al sujeto con gritos y aplausos y Michael estaba rojo al ver como se le estaba acercando un chico mientras se quitaba su chaqueta de cuero. Poco a poco se acerca y se quitó la camiseta mostrando su pecho fornido y todos gritaron al ver cómo se movía seductoramente y se quita el cinturón. Al final terminó tocando la mejilla de Michael y dejándole su camiseta. En todo ese acto no podía dejar de mirarlo e inconsciente apreté el puño tanto que puede ver mis marcas en la palma.
Cuando todo se calmó, seguían con las vueltas en las botellas, pero yo no podía dejar de pensar en esa escena. Un sujeto le acaba de bailar sexy a Michael, le tiró su ropa, sonreía con diversión y yo quería quitarlo lejos de él.
—¡Theodore!
La voz de Verónica me distrajo de mis pensamientos, todos me quedaban viendo y al ver la botella lo entendía: Era mi turno.
—¿Verdad o Reto? —dijo ella con una sonrisa.
En este juego es mucho mejor decir la verdad para evitar recuerdos vergonzosos o tener que lamer el suelo. Sin embargo, sentía algo de envidia al ver que ese sujeto había hecho un reto como si nada y mucho menos se acercó a Michael como si fuera un amigo cualquiera.
—Reto —afirme con rapidez.
—Besa a alguien de la fiesta con los ojos vendados.
—¿Disculpa?
Otra vez el escándalo se desató. Esto me empezaba a molestar.
Entre Marcus y Marcelo me sentaron en un rincón de la mesa y con una venda me taparon los ojos. El reto era simple, solo tenía que quedarme quieto y alguien me besaría y tendría que adivinar quién es. Solo rezaba en todos los idiomas que no fuera ese sujeto de pintas a tipo malo.
Marcelo dio un grito y sentí como alguien me tocaba la mejilla. Escuchaba risas de fondo y un escalofrío inundó todo mi cuerpo. Su mano era fría y suave. Iba dando pasitos con los dedos hasta mi frente, sujetó mi cabello y acercó sus labios contra los míos. Sentía sus labios, eran carnosos, dulces, como si saboreara una cereza. Cuando sus labios se separaron de los míos, rápidamente lo mordía para que volviera a besarme y no hubo ningún regaño. Todos gritaron y escucharon los flashes de los teléfonos.
Cuando nuestra respiración se agotó, dejamos de juntar nuestros labios y no me necesitaba quitarme la venda para darme cuenta quien era mi besador misterioso.
—Oh Michi, tus labios son inconfundibles. —Michael me quitó la venda y sus mejillas están rojas. Sus labios estaban hinchados y puede ver la marcada de mis dientes en sus labios. Se me aceleró el corazón y otra cosa también se aceleró. Tuve que pensar en otras cosas para no mostrarlo por completo.
—Sabes lo que dicen. Siempre ten contento a tu novio.
Por su voz puede notar que el alcohol ya le estaba pegando, no lo culpo ya son casi las once y viendo que no paraba de tomar, me sorprendería que no fuera así.
—Ya has bebido demasiado, ¿Qué tal si cumplo mi promesa y te llevo a casa?
—Nooo. —Su voz se parecía a la de los niños pequeños—. No quiero, quiero seguir en la fiesta y que otro chico se desnude delante mío.
—Nos vamos ahora.
Tenía suerte que le pedí el auto a mi madre y podía llevar a Michael sin preocupación. Tuve que despedirme de Marcus y de Marcelo que también ya le estaba pegando el alcohol. Verónica parecía la madre de esos dos y evitaba que siguiera tomando, supongo que quedarán en buenas manos.
Subí a Michael al asiento de copiloto y no paraba de reírse y decir que mis labios eran los más adictos que había probado en su vida. Mi orgullo se alegró demasiado al escuchar sus palabras.
—Sabes que era falso, ¿verdad?
Su voz era alegre por los litros de alcohol que tenía en su cuerpo, yo apenas bebí un poco, además heredé la habilidad de mi padre de poder soportar varias rondas sin siquiera marearme.
—¿Qué cosa? —cuestione levantando la ceja.
—Sigo siendo virgen —suelta una risa silenciosa—. Solo lo dije para hacerte quedar como todo un fornicador.
Él seguía alegre por su comentario mientras que mis mejillas se calentaron hasta sentir que mis orejas también estaban calientes. Llegamos a su casa y tuve que pedirle las llaves para abrirle la puerta. Fue un reto porque decía cosas como que quería volver a la fiesta o que no sabía de qué llaves hablaba. Revisé en sus bolsillos y la encontré sin tocar más de lo necesario. Abrí la puerta y estaba a nada de subirlo a su habitación cuando me detuvo con su mano.
—Tranquilo Oso perro.
¿Oso perro?
—Puedo subir solo —continuo con algo de fuerza—. No quiero que mis padres piensen que mi novio entra conmigo para tener sexo.
—Yo no... está bien, pero apenas entres a tu habitación me envías un mensaje.
—Claro don aburrido, ahora déjame en paz que tengo que comer para dormir bien.
—No voy a cuestionar esa lógica.
Le di un abrazo y volví al auto mientras veía como cerraba la puerta. Mientras conducía de vuelta a mi casa, puede ver como me envió un mensaje con un emoji de cara sonriendo, diciéndome que está sano y salvo. Eso me tranquiliza.
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Salí de la ducha ya vestido recibí cientos de vídeos de Marcelo. Algunos eran de los juegos que hicimos, otros de algunos retos, uno donde Marcus tuvo que cantar una canción de reguetón, el video de su primo bailando; eliminé ese video y el video que vi más de una vez, el beso que nos dimos Michael y yo.
Fue un beso intenso, no quería que acabara, era como si besar fuera un nuevo descubrimiento y no quisiera alejarme de este tesoro. Solo recordar la marca de mis dientes en su labio, dios... no puedo sacarlo de mi cabeza. Se veía tan...
Mejor tomé un nuevo cuaderno y comencé una nueva historia. Tenía muchas ideas en estas semanas y después de planear escenas, nombres e investigar un poco de autos de carreras. Tuve la idea de una nueva historia.
¿Nos preparamos para actuar?
La historia trata de una chica tímida que recientemente se mudó de su ciudad natal a una ciudad donde casi todos los días hace frío y la nieve es su mejor amigo. Todo comenzó a peor cuando un chico malote que tiene una reputación de tener un secreto oscuro, será su compañero de trabajo. Quise hacer una historia más cliché después de hacer mucha fantasía y me quedé con hacer más escenas eróticas.
Extrañaba hacer este tipo de historias, son tan fáciles de escribir y al seguir un patrón de chica tímida y chico extrovertido, el principio es super fácil de presentar. Una mañana cotidiana, la protagonista se siente algo torpe, su madre queriéndola, camina con su mejor amiga y todo se detiene cuando mira al chico malo.
Mis ojos se detuvieron en ese chico de pelo negro, sus labios eran carnosos, con sus mejillas ligeramente sonrojadas. Tenia una mordedura en el labio y sus colores negros en la ropa, le daba una apariencia atrevida y sensual.
Lentamente ese chico se me acercaba con una sonrisa confiada en los labios y pasando por su cabello rizado. Era jodidamente sexy. No podía dejar de verlo, era tan adictivo que no me sorprendería que todos se quedaran impactados como le clavó los ojos.
—¿Tú debes ser Violet? —Su voz era suave, pero con un tono grave que sonaba como una dulce melodía. —Me llamo... Michael.
Cerré el libro de un solo golpe. Lo tiré lejos y abría los ojos como platos. Esto no podía ser cierto. Mi personaje masculino no se llamaba Michael; su nombre era Valentino. Es solo que todas las cualidades: pelo negro, voz grave pero suave, forma de vestir, la mordedura. Todas son cualidades de Michael.
Tocaba mis mejillas y estaban ardiendo, respiraba con rapidez y me levanté de la cama para caminar en círculos.
Ahora me sentía Violet en los últimos capítulos donde se da cuenta que estaba enamorada de Valentino. Solo que yo no puedo estar enamorado de Michael, apenas si nos conocemos... bueno hemos hablado en estos tres años, solo han sido pequeños diálogos y en su mayoría no duraba más de cinco minutos. Pero ahora conozco muchas cosas de él, sus gustos, sus temores, sus sueños... pero él es un hombre, no me pueden gustar los hombres... bueno no tengo molestia en besarlo, de hecho, sus besos son mejores que los besos de alguna de mis exs y ni hablemos que cada que recuerdo sus caricias o ese bendito beso con mordida, mi... mi... bueno... Mierda me quedo sin argumentos.
Tome mi celular y marque a Marcus con la esperanza que no estuviera en un coma por el alcohol. Por lo menos había recibido la llamada al quinto sonido.
—Es la una de mañana, Theo ¿Qué mierda quieres? —su voz era molesta y por su tono, diría que lo había despertado de su siesta. Eso no importaba.
—Creo que estoy enamorado de Michael López. De forma no falsa y como un sentimiento verdadero.
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