01. Claro que tengo novio
¿Listo para tener novio?
Arrugó el papel que acababa de recibir. No dejó ni terminar la «broma» de Verónica, la cual parecía bastante ofendida por semejante acción en su papel; incluso le había dibujado algunos corazones alrededor. Simplemente, la deja con su cara y subo el volumen a mi música. La cual no es suficiente para calmar las escandalosas voces que se encierran en el salón. Como el primer día de clases, nunca pasa algo interesante, sin contar una presentación muy vaga y las típicas frases motivacionales. Peor cuando es el último año del instituto. Los maestros nos recuerdan que este será nuestro último año; todos seremos perfectos y sin errores.
Tonterías sin sentido, todo será igual, solo que tendremos un examen final y una asamblea para recibir nuestro diploma.
Por eso estoy escuchando música mientras dibujo de Ícaro, solo porque es la primera imagen en mi Pinterest. No soy alguien melodramático ni sombrío. Bueno, soy visto casi siempre de negro y mi pelo negro no ayuda a las comparaciones de ser una Merlina versión hombre, pero no soy gótico. Es solo que es agotador tener que venir a clases, no hacer absolutamente nada, mirar cómo todos hablan de sus vacaciones. La primera hora solo estuvimos sentados con los mismos compañeros por tres años, los mismos maestros con cara de querer matarse y una resaca inmensa y, sobre todo, con toda esa actitud que solo me hace preguntar: ¿Quién puede disfrutar esto?
—¿No es increíble?
Claro, esa respuesta se responde sola. Verónica Gómez. Mi compañera, mi mejor amiga. Nuestra amistad se formó un poco de la nada y a veces siento que fue un gran error al ver cómo es el tipo de chica que no suele quedarse quieta en su asiento.
—Verónica, son las ocho de la mañana, el profesor tiene cara de muerto y no haremos nada por seis horas. ¿Dónde hay algo increíble? Y no digas que tu papelito es increíble.
—No lo digo por eso, sino por la nueva parejita.
Señala a dos jóvenes que se estaban comiendo la boca como si fueran marionetas. No negaré que sentí algo de asco al ver tanto intercambio de saliva.
—Sigo sin entender qué le ves de bueno a tener pareja. —No me molesto en detener la música para escuchar su respuesta.
—¿Acaso quieres morir solo?
—Verónica, todos morimos solos.
—Claro que sé eso, pero yo por lo menos quisiera morir y que en mi tumba diga: querida esposa y tal vez buena madre.
Normalmente, suele decirme que debería conseguir a alguien. Como si no fuera suficiente con ser mi amiga que suele usar ropa de más color y que tiene cabello largo y rubio. Si no, que también tiene complejo de hermana mayor, que no quiere que su hermanito esté tan solo, y teniendo una pareja esa soledad terminará. Tonterías.
—Tener pareja —retomó la conversación—, no es solo tener alguien a tu lado. Es tener un compañero que te entienda, valore y cuide con todo su corazón. Todos queremos uno, alguien tan perfecto que al tenerlo parece que estás en un sueño. Mis padres son el mayor ejemplo; ellos llevan juntos casi toda la vida y no tienen planes de dejarse.
—O, en otras palabras, tendrás un sujeto que te perseguirá como mosca, te sacará dinero donde no tienes y todo por palabras bonitas y besos —di un pequeño bostezo—. No estoy tan emocionado por eso.
—Solo dices eso por ser gay —dijo mientras acercaba su escrito al mío para estar más juntos.
—¿Por qué ser gay es el problema? —pregunté levantando una ceja.
—Porque te cuesta encontrar pareja.
—Tú eres hetero y aún no tienes pareja —mostré una media sonrisa—. Supongo que ser gay no es el problema.
Tal vez quiso debatir otros puntos de la falta de pareja para los dos. Pero el maestro parece recordar que tiene una presentación pendiente y tuve que volver a mi realidad y apagar la música.
Cuando terminó la hora, fuimos al patio para comer algo. Verónica fue a comprar algo en la tienda mientras que yo la esperaba sentada en una mesa con sombrilla. Nuestro instituto no es extraordinariamente grande, por eso es importante tomar asiento antes que otros lo tomen primero y la única opción sea sentarse en el suelo y tener el miedo de recibir un pelotazo del equipo de fútbol. Irónico, no tendremos tanto espacio para tener mesas, pero sí para una cancha de fútbol en medio del patio donde siempre practican los del equipo de deportes. Lo peor es que tiene otra cancha más grande, pero como esa solo se utiliza en partidos importantes, nos tenemos que resignar a comer con la vista al equipo. Los coyotes naranjas.
—Llámame loca, pero crees que es estúpido que siempre estén jugando, no es que por un día no practicar, vayan a perder un partido —Verónica volvió con una bandeja con una ensalada de frutas con yogur y una rebana de pastel de zanahoria. Ella me entregó el pastel y lo agradecí. Casi siempre me compra algo y yo hago lo mismo.
—Pues si es una estupidez, la mayoría son chicos robustos, con piernas grandes y miradas de pocos amigos. Es obvio que nacieron para el deporte.
Justo cuando iba a comer un pedazo de pastel, un balón rebotó en nuestra mesa y me hizo tirar el tenedor con el pedazo de pastel y la ensalada de fruta de Verónica terminó en el suelo. El objeto culpable terminó cerca de mis pies y estaba a nada de lanzarlo lejos, cuando un chico de pelo castaño, pecho fornido, piernas gruesas y una altura que le daba la apariencia de un oso se acercó.
—Cuando lo siento, no era mi intención patear de esa manera. —El chico se disculpaba mientras movía los brazos entre recoger el pedazo de pastel y la ensalada de fruta del suelo o seguir pidiendo perdón.
—Por eso, odio los deportes —mencioné mientras tomaba el balón en mis manos—. Son un caos sin sentido y solo causan problemas.
—Entiendo que estés enojado —el chico sacaba algo de sus bolsillos—. Si quieren, les pagaré lo que tire.
—Mira, Miller, puedes meterte ese dinero...
—En nuestras manos —Verónica me interrumpió mientras tomaba el dinero del chico—. Para la próxima, tírale la comida a otro y toda la cosa. Gracias.
Terminó de darle el balón y por unos segundos el chico abrió la boca para decir algo más, pero solo suspiró y regresó a la cancha. Me sentí como un campeón al ver que nos dio cinco dólares por algo que dudé que costara más que tres dólares.
—Le acabas de hablar como si nada a Theodore Miller.
—¿Y? —pregunté mientras comía con las manos el pedazo de pastel que pudo sobrevivir.
—No sé si me explicó de la mejor manera —Verónica abrió los ojos y miró fijamente—. Le acabas de hablar a Theodore Miller, el chico más popular de todo el instituto, y tu corazón de león.
—¡Él no es nada mío!
—Ya no te alteres, solo es una broma —suspira mientras se acomoda su cabello—. Pero no puedes negar que es el crush de medio instituto.
Supongo que tiene razón.
Todo el instituto conoce a Theodore Miller, además de que su nombre es igual que el de un presidente de Estados Unidos; y que sus amigos le dicen Teddy. Es el chico más popular de todos; desde que llegó se hizo de un nombre. Es el mejor del equipo de fútbol, participa en los concursos de poesía y escritura del instituto y su belleza es incomparable: pelo castaño, ojos verdes, pecas debajo de sus ojos, sonrisa de sol, ser un maldito Adonis y con un trasero y bulto tan envidiables. —No me siento feliz por saber ese dato. El uniforme de educación física es un asco en ese sentido— Todos quieren y adoran a Theodore Miller. Por eso no podría estar menos interesado en alguien como él.
—No entiendo por qué lo endiosan tanto. Si es guapo y si es bueno en algunas cosas. Pero de seguro tiene un ego gigantesco, solo piensa en tener sexo, le gusta el reguetón y usa a las mujeres como si fueran trapos sucios.
—Ahí lo tienes, estás superenamorado de ese chico.
No puede aguantar la risa.
—Jamás, primero muerto, antes que salir con un chico popular como ese oso deportista. Además, sabes que no estoy interesado en tener pareja.
—Lo sé, quieres morir solo.
No respondo a eso y solo miro cómo Theodore está siendo felicitado por meter un gol. Todos a su alrededor parecen felices estando a su lado y cuando su mirada choca con la mía, solo me volteo para ver mejores cosas.
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La ventaja de ser amigo de Verónica es que ella tiene auto y licencia. Yo no tengo ninguna de las dos, reprobé mi prueba de conducción y tengo que esperar casi un año para poder intentarlo otra vez. Su auto es pequeño y apenas si pueden entrar dos personas, siempre está lleno de basura o envoltorios de goma de mascar. Si alguien viera este auto, nunca se les pasaría por la cabeza que es de esa chica con vestimenta rosa.
Se detuvo enfrente de mi casa y con algo de dificultad tuve que salir del auto. Tiré algo de su basura y casi perdí un zapato. Me despedí con la mano y ella me sacó la lengua con una sonrisa mientras se alejaba. Sonrió, aunque no me duró mucho.
El auto de mi hermano estaba en el garaje. Es un hatchback naranja tan bien cuidado que me sorprende cada vez que lo veo. Contando que mi hermano vive en otra ciudad, eso es mucho decir.
Entró a la casa y el ruido de mis padres riéndose con la voz grave de mi hermano me hizo suspirar. Apenas iba a subir las escaleras de mi habitación, mi hermano me sonrió y me llamó para que me acercara a la sala. Está sentado en un mueble, mientras que mis padres estaban en otro. Juntos como si no supiéramos que son una pareja de cuarenta años que llevan juntos desde pequeños.
—Micky, me alegra verte, pequeño.
Tampoco es que él sea un gigante. Nuestros padres no son los más altos, por ende, nosotros tampoco somos altos. Yo mido un metro sesenta y cinco; eso es ser pequeño en comparación con la mayoría de los chicos del instituto.
—Mark, te ves... Cansado.
Se nota que somos hermanos: sus ojos, color de cabello, labios curvados y pestañas demasiado largas. Lo único en que somos diferentes es la altura, la vestimenta y sus ojos, que llevan grandes ojeras.
—Michael, no seas tan descortés con tu hermano.
Mi madre es la típica madre. En todos los aspectos es una madre promedio. Incluso es ama de casa para completar el cliché. Mi padre no se queda muy atrás, solo que no es borracho y no nos abandonó.
—Exacto, tu hermano viene de muy lejos y tú lo recibes así —Mi padre se acerca y me da un pequeño golpe detrás de la cabeza.
—No, padres, no se enojen. De seguro, Micky tuvo un día duro.
—Cariño, tú eres médico; tu hermano solo tiene que estudiar. Claramente, sabemos quién tiene un verdadero día duro.
Otra vez con esta mierda.
Estoy cansado de que mis padres me estén restregando en la cara que no fui un hijo planeado; no como Mark. Ellos lo dejan muy en claro cada vez que alguien le pregunta sobre sus hijos. Mi madre dice que su orgullo es su hijo Mark, graduado con honores, trabaja en un hospital reconocido, tiene una gran casa, grandes autos, grandes cosas, y, sobre todo, es muy guapo. Pero cada vez que tiene que describirse, lo único que dice es que existo y pronto acabaría la secundaria. Mi padre es casi lo mismo, solo que lo hace con más escándalo, como gritar cuando Mark hace algo llamativo y diciendo con orgullo: "Ese es mi hijo". Los únicos gritos que suelte conmigo son cuando quiere regañarme o quiere que le ayude con algo.
No culpo de todo a Mark. Él, después de todo, es amable, con buen corazón y solo termina siendo el hijo favorito por ser el primero y seguir una carrera que a cualquier padre le encantaría.
—Me iré arriba.
No esperé escuchar los regaños de mi padre por irme de la conversación, aunque ya sé cómo terminará.
«¿Por qué no eres como tu hermano?»
«Mark es perfecto»
«Sé más como tu hermano»
«Mark esto»
«Mark aquello»
Mark, Mark y Mark.
Entré a mi habitación y cerré la puerta para dejar la mochila a un lado. Busqué en mi colección de vinilos, puse el álbum Pure Heroine de Lorde y puse mi canción favorita: Ribs. Sé que mis padres odian cualquier música que no sea nacional o en español. Es por eso que conecto unos audífonos y me acuesto en mi puf. Dejó que la canción me inundara con su melodía suave y la voz tan hermosa de Lorde. Recuerdo que conocí esta canción gracias a la radio. Desde entonces me encanta escucharla cada vez que me siento enojado o estresado. Es la mejor manera de tranquilizarme y sentir que estoy en otro lugar. Cuando llegó el coro, cantó en voz baja, mientras me imagino corriendo por las calles donde la luz de la luna es mi única luz. Me deslizo en un poste de luz y me detengo al imaginarme alguien más, alguien con quien pueda cantar esta canción. Supongo que Lorde y Vero tienen algo de razón. Hay veces en las que me siento muy solo.
—Micky.
Mi hermano me quita los audífonos y le presta atención mientras le doy una expresión de disgusto.
—¿Qué pasa? —pregunté con rabia.
Mark se acostó cerca de mí y, aunque intenté alejarlo a patadas, él solo se ría mientras se puso los audífonos para escuchar casi el final de la canción. Cerré los ojos y dejé que la música lo hundiera. No dije nada más y solo esperé a que terminara la canción.
—Siempre me han gustado tus gustos musicales; yo solo soy una rocola que pone canciones viejas —Mark se quitó los audífonos y permaneció acostado, posando su cabeza cerca de mi pecho.
—No entiendes lo que dicen.
—Tampoco las entiendo y, aun así, me encantan.
—Creo que hasta eso les fascinaría a nuestros padres.
—¿Te molesta lo que digan nuestros padres?
Me da igual, que no es lo mismo.
—Tienen a su favorito, puedo vivir con eso.
Mi hermano me dio una sonrisa, algo vacía, que intentó disimular; lástima que es un pésimo actor y un pésimo mentiroso.
—Bueno, tal vez la noticia que les daré puede que los decepcione —se levanta del suelo y pone sus manos en sus bolsillos—. Bajemos, el almuerzo está servido.
Quise preguntar a qué se refería, pero conociéndolo de seguro, es algo tonto como que no tuvo un aumento o se quedó varado en alguna ciudad y tuvo que gastar mucho dinero. Mi hermano es casi siempre así. Todo lo considera un defecto, excepto las cosas que puede considerar perfectas o mínimamente aceptables.
Bajamos a la par y nos sentamos en el comedor. Mi madre estaba comentando chismes del vecindario. Mi padre describía en mínimo detalle cómo su equipo favorito de fútbol le ganó a otro y felicitaba a su jugador estrella. Mark dijo que en el hospital todo marchaba normal, sin embargo, le molestaba la nueva gerente y yo... pues solo dije que un idiota nos tiró la comida a Verónica y a mí; solo Mark parecía mínimamente interesado.
El ambiente se tranquilizó cuando Mark dijo que tenía un anuncio importante. Apretó sus puños, se lamió los labios y me dio un vistazo con unos ojos tristes. Sé que mis padres lo amaban con pasión y locura, pero no por eso no deja de ser mi hermano y, aunque sea el favorito, le sonrió para que sepa que puede contar conmigo, sea lo que tenga que decir.
—Mamá, papá... Soy pansexual. Lo descubrí hace un año, cuando conocí a mi pareja. Se llama Julio y bueno, eso era lo que tenía que decir.
Puede ver cómo Mark estaba devastado. Ninguno de nuestros padres dijo o hizo algo. Quise pararme, abrazarlo y decirle que lo entiendo completamente y que...
—¡Felicidades, hijo! ¡Eso es una increíble noticia! —La voz de mi madre estaba bastante contenta.
—¿En serio? —Estaba bastante sorprendido por la reacción de nuestra madre.
—Pues claro —respondió nuestro padre—. Dios, espero que el chico que enamoró a mi muchacho sea un encanto, o si no, le vendrá un grito de mi parte.
Mark soltó unas lágrimas de felicidad mientras sonreía al ver cómo nuestros padres lo felicitaban. Mi madre fue la primera en levantarse y abrazar a su hijo. Papá fue el siguiente y parecía una familia tan amorosa.
—¡¿Pero qué carajos?!
Fue lo primero que logré decir. Me levanté para ver de mejor manera la escena y simplemente estaba atónito. Parecía un mal sueño; era como si estuviera sentado en mi puf escuchando el álbum de Lorde. Esto no podía ser verdad. Debe ser una broma.
—¿Qué ocurre, Micky? —Mark dejó de abrazar a nuestros padres y me miró con algo de confusión.
—¿Es una puta broma? —Mis padres me miraron con intriga—. ¿Lo van a aceptar, así como así?
—Pues, es el siglo veinte y Mark ya es mayor para decir con quién quiere pasar su vida —mamá sonrió con cautela—. Yo estoy feliz sabiendo que mi hijo está feliz con alguien.
—¿Papá? —Miré a mi padre y él debía hacerme despertar de este sueño.
—¿Qué te pasa? ¿No estás feliz con la relación de tu hermano? Sé que es raro ver la relación entre dos hombres, pero sé que Mark está tomando la mejor decisión para su vida. —Los ojos de mi padre parecen como pistolas—. Deberías apoyar a tu hermano y no comportarte como un homofóbico.
Esto es una puta broma.
—¡Soy gay! ¡Cómo puedo ser homofóbico cuando soy gay!
—¿Qué? —Mark estaba confundido.
—Por favor, Michael, no quieras quitarle importancia a la salida del closet de tu hermano solo para recibir atención. —Ni me importaba lo que acabó de decir mi madre.
—Llevo tres años diciéndose que soy gay, ¿alguna vez siquiera me prestaron atención?
—Siempre estás diciendo tonterías. Creimos que eso de que eras gay también era una de ellas. —Mi padre se justificó mientras tenía su mano en el hombro de Mark—. Además, con tres años, debiste traer algún novio a la casa para saber que ibas en serio con eso.
¿Tonterías?
¿Tener novio?
¿Iba en serio?
La sangre me estaba hirviendo de rabia. Cuando salí del closet con mi madre, ella estaba lavando platos y le dije que me gustaban los chicos. Ella solo asintió con la voz y ni siquiera volteó a verme o dijo algo. Con mi padre, se lo dije mientras estábamos limpiando el sótano. Dijo que dejara de hablar y siguiera limpiando. Durante tres años quería que me dijera algo, aunque sea algo de odio o algo lindo. Supuse que era porque mis padres eran muy comprensivos y no veían como algo relevante la sexualidad de alguien. Pero al ver cómo abrazaban a Mark, lo elogiaban por su salida del closet y querían como si no importaran sus gustos. Fue la puta gota que derramó el vaso.
Si iba a explorar, esperaba que fuera una explosión colosal.
—Claro que tengo novio, llevo casi un año con él. ¿Pero para qué le iba a presentar? De seguro le iba a importar un comino. Además, no tengo que presumirle mis gustos como si fuera una novedad.
—Micky.
Miré a mi hermano y creo que lo terminó insultando sin querer. No quise decir que salir del closet lo usaría como novedad. Se notaba que esto era algo muy importante para él.
—Micky, es fabuloso que seas gay. Dios, tenemos algo en común. —Se acercó y me tomó de las manos—. ¿Cómo es tu novio? ¿Es lindo? ¿Tienes tus mismos gustos musicales? Quiero conocerlo. —Se quedó unos minutos en blanco antes de volver a sonreír—. Ya sé, que tal vez si lo traes el sábado a la casa, yo también traeré a mi novio y así nuestros padres verán las increíbles parejas que tenemos.
Mark estaba muy ilusionado.
No me importaba cómo estuvieran mis padres.
Solo tenía que decirle una cosa como que mi novio me terminó hace poco, o que es virtual, o que está de viaje. Cualquier cosa que sea mejor que decir.
—Claro, creo que puede venir el sábado.
Pendejo.
—Increíble, esta comida debe ser increíble. Le diré a Julio que no tenga planes para el sábado. Amarán el pastel de limón que hace —me abrazó con emoción—. Muero de ver al chico que le robó el corazón a mi hermanito.
Esto es una puta broma... ¿Verdad?
Fun Fact: En los borradores tempranos de la historia, existía una hermana menor para Michael. Dicha hermana servía como elemento tierno y dulce para la historia. Pero lo eliminé para que no se pareciera a la familia de Charlie de Heartstopper.
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