capítulo 4: ¿te gustan las moras?
Amadeus era un niño muy listo, bondadoso, inteligente... sobre todo perseverante y valiente, lograba siempre lo que se proponía.
Compartía muchas similitudes con Lancelot, en primera por qué es un erizo oscuro, no heredó las betas rojizas pero si su apariencia, púas semi levantadas y piel canela.
Lo más curioso y llamativo eran sus ojos, eran únicos, uno era roja como la sangre y la otra azul como el mar.
Desde que llegó se convirtió en la alegría de la familia, era la pequeña luz que irradiaba su hogar, la energía que te motivaba a seguir adelante... El pequeño erizo amaba a su familia pero tenía a su persona favorita.
Solo un nombre se le venía a la cabeza cuando preguntaban quién lo hacía feliz.
¡Sin duda alguna mi hermana zule!
Amaba mucho a su madre, es siempre muy comprensivo y también a su padre, lo admiraba mucho... pero Sólo alguien estaba encima de ellos y esa era zule, cuando tenía apenas 2 años de edad la vió por primera vez o mejor dicho la conoció mejor, al sentirse entre sus brazos supo que estaba seguro, que nada malo podría pasarle estando con ella.
Eran cómplices en un sin fin de aventuras y travesuras, cuando hacían algo un poco fuera de lugar, como romper algún objeto de la casa, zule siempre decía que ella lo había causado, no permitía que castiguen al menor.
Con el pasar de los años se le hizo costumbre dormir con ella, crear una cueva con sábanas y cojines metiéndose dentro y contándose historias de todo tipo, le encantaba cuando ella relataba cierta historia de un príncipe que salvaba a una princesa prisionera en un castillo custodiado por un dragón, se imaginaba a zule en un reluciente traje dorado peleando con el dragón, claro, que él también la ayudaría, juntos salvarían a la princesa.
Cuando su hermana cumplió los 15 era una experta en el manejo de la espada siendo superada solo por Lancelot, él en secreto, imitaba los movimientos visto, quiere ser tan ágil como ella...
Hubo un tiempo en que se sintió triste y solo, eso pasó cuando el rey al ver las habilidades de zule le propuso encargarse de la seguridad de sus hijas, ser su caballero personal... A dónde ellas vayan, zule debía acompañarlas y protegerlas, confiaba más en ella que en cualquier otro caballero, tenía en mente proponerselo a Lancelot pero lo necesitaba como su guardian personal.
Con su nuevo trabajo pasaba más en el castillo que en la casa, se sintió triste pero no quiso que lo notara, lo que antes era un erizo revoltoso y con muchas energía se convirtió en un erizo tranquilo, dando vueltas por la casa, aburrido y afligido, extrañaba mucho a zule.
Blacksmith tuvo que hablarle, explicarle que zule no se olvidaría de él, que ella solo cumplía con unos de sus sueños, proteger a los demás y que el tiempo que esté en casa lo compartirían juntos.
Al inicio le costó trabajo aceptarlo pero con el pasar de los días y ver que ella el tiempo que estaba en casa se lo dedicaba exclusivamente a él, lo aceptó.
Cierto día quedó deslumbrado cuando junto a Lancelot fueron a llevarle el almuerzo, ese día tenía entrenamiento... Amadeus miraba con ojos brillantes como ella ágilmente vencía a cada oponente, Lancelot por su parte sonreía orgullos y por qué no decirlo también con ego, su pequeña tenía un talento único, el creía que crecería como una dama distinguida con el talento del canto o manualidades, tal vez en elaborar delicioso postres o costurera pero no, ella amaba la adrenalina, el riesgo, el peligro... Todos la veían como su hija legítima ya que compartían un talento natural para el combate.
Cuando a zule le entregaron su respectiva armadura, Amadeus gritó de emoción, era idéntica al principe de su historia, su armadura era dorada como el oro y brillante como el sol, cabe decir que fue blacksmith quien lo hizo por órdenes del rey... le quedaba muy bien y por el diseño no se sabía si el que lo portaba era un joven o una dama, ella le suplicó a su padre que lo hiciera normal, nada refinado.
Fue así que lo decidió, quería convertirse en caballero igual a su padre y hermana, proteger el reino y a los suyos.
Aquella mañana era muy especial para la familia, era el cumpleaños del pilar del hogar.
Lancelot tenía guardia hasta el atardecer, se dirigía contento a su puesto por qué tuvo un agradable amanecer, fue despertado por un beso apasionado de su amado, luego recibió a sus hijos que le abrazaron con fuerza y cariño felicitándolo, un delicioso desayuno juntos y la promesa de una mini-fiesta al atardecer.
Mientras el oscuro se iba, blacksmith preparaba todo para la tarde, tenía pensado hacerle la tarta que tanto le gustaba y hornear un pollo.
Zule le tenía un presente, un par de guantes de acero, claro que le pidió ayuda a su "madre", había notado que los guantes que usaba estaban desgastados y pensó en regalarle unos nuevos.
En cambio Amadeus estaba en un problema, no sabía que darle a su padre de regalo... no quería un simple dibujo como siempre le hacía, no sabía nada de herrería, no sabía qué hacer... Pero al pasar por la cocina tuvo una gran idea.
Sin perder el tiempo corrió hacia la habitación de su hermana.
-zuleeee ¡necesito un favor!-
La pobre zorrita dió un salto del susto, la tomó desprevenida.
-¡Tú! Pequeño embustero... ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me deas esos sustos?-
-lo siento-
Suspiró derrotada, no podía enfadarse con el, con dulzura lo cargo en sus brazos.
-aver traviezo... ¿Que se te ocurrió ahora?-
-¡acompáñame al estanque!-
-¡Eh! Eso está en el límite del reino con Camelot, no creo que podamos ir-
-di que sí... ¡Por favor!- le suplicaba bajando sus orejas y mostrando sus enormes ojos bicolor.
Zule pensaba que era un delito hacer eso, este niño sí que sabe cómo manipular a los demás con su carita.
-¿Por qué quieres ir ahí?-
-porque cuando fuimos con nuestros padres a pasear al estanque ¡habían un montón de arbustos de moras!
-¿Moras?-
-sí, son los favoritos de papá, el dijo que esas eran las mejores que había provado-
-ya entiendo, ¿pero no sería mejor ir al mercado y comprarlas?-
-no, no, no... Tienen que ser especiales no comunes-
-no creo que sea lo correcto, podemos encontrar caballeros del reino vecino y nos...-
Se quedó muda al ver la cara triste de Amadeus, jugaba inquieto con sus manos y bajaba la mirada.
-esta bien hermana, entonces acompáñame al mercado por un poco-
Aveces odiaba ser la mayor... ¿Cómo negarse a su hermanito y más con esa triste expresión?, no quería romper sus ilusiones.
En silencio lo bajó al suelo y comenzó a salir de su habitación, suspiró y volteó a verlo, se arrepentiría luego de lo que iba a hacer... ¿Pero que más podía hacer? Siempre fueron cómplices.
-iré por Aarón al establo y mi espada... Lleva tu capucha y dile a mamá que saldremos, regresaremos a la hora del almuerzo-
-entonces...-
-ve rápido o me arrepentiré-
-¡Voy volando!- gritó alegre mientras salía corriendo por la puerta.
Zule se alistó y a los pocos minutos apareció el erizito con una pequeña canasta en manos.
Sin demora lo subió junto a ella y se fueron hacia el límite del reino, miéntras más rápido terminen más rápido se evitarían problemas.
En Camelot, el rey se hallaba sentado en su mesa de trabajo leyendo unos tratado y decidiendo si firmarlos o no.
Escuchó ruido por por el pasillo y vió a su hijo mayor de ahora 16 años caminando molesto hacia su habitación.
Suspiró cansado, ya sabía de qué se trataba y de la molestia de su primogénito.
Con cautela se acercó a él llamándole la atención e invitándolo a pasar, tendrían una charla padre e hijo.
-¿por qué esa cara Jules?-
-creo que sabes la respuesta padre, no lo soporto más, estoy harto de estar encerrado en el castillo-.
-lo sé, lo siendo Jules, sabes que tu madre lo hace para protegerte-
-aveces desearía ser hijo de un campesino, podría salir libre y no solo hasta el jardín como lo hago siempre-
-¿a donde querías ir?-
-iba a entrenar con mi arco hacia el límite de Camelot, ese bosque es tan frondoso que puedo practicar sin lastimar a nadie, pero hasta eso me quiere quitar-
-sabes que es peligroso que andes por ahí, el reino vecino puede confundirte con un enemigo y atacarte-
-sé cuidarme sólo... ¡puedo defenderme!, también soy ágil y veloz, pero ella no lo entiende, no quiero esperar encerrado toda la vida hasta que me case, no quiero eso-.
Sonic miraba triste a su hijo, lo entendía muy bien, el de joven salía sólo a explorar, su padre no le ponía límites por qué confiaba en él, aparte tenía su guardian personal que lo seguía en las sombras pero sin interferir en su entrenamiento con la espada... Andaba libre por todo Camelot.
-¿donde está ella?-
-en el comedor con Rose, dejó ordenados a los caballero y a sir Percival no dejarme salir-
-ok, ve con Nery y dile que te haga salir por el portón, ella sabe... Saldrás directo al establo, el lugar donde se guarda la comida para los caballos hay una puerta secreta, sal por ahí y te llevará directo fuera de la muralla... Yo la voy a entretener, solo te pido que vengas a la hora del almuerzo, tengo trabajo aún por terminar-
-¡gracias papá!
No sé esperó tener a su hijo abrazándolo y agradeciéndole, lo vió correr hacia la cocina.
Jules hizo todo lo que le dijo su padre, llegó dónde Nery, ella amablemente le indico por dónde salir pero antes le entrego una bolsa con bocadillos, el gustoso lo guardo en su pequeño bolso que llevaba, fue hacia el establo y tocando por la pared encontró una manija, jaló suavemente de este y se abrió paso al bosque, era libre...
Por otra parte zule había llega al estanque, bajó y amarró a Aarón a un árbol, el caballo en seguida se puso a tomar agua, con cuidado bajó a Amadeus, el menor ya cubierto con su capucha buscó con la mirada los arbusto de moras, sonrió al verlos cerca de un bosque frondoso.
-¡ahí están zule! ¡Wow son muchas! ¿Debí traer una canasta más grande?- se preguntaba dudoso mirando su pequeña canasta.
-jajajja, es un regalo para papá, no vamos a venderlas, además Aarón no podría llevar tanto peso-
-tienes razón, Aarón se cansaría-
-bueno... Ya que me Trajistes aquí ¿Que esperas? ¡Ve a llenar tu canasta! Dejaré la comida de Aarón e iré contigo... no te alejes-
-¡ja! En lo que te demoras en darle su comida yo ya tendré la canasta llena-
-¡ja! Ver para creer ¡Sorprendeme!-
-ya lo verás... Leeeeenta-
-¡espera que te atrapé erizo!- reía viendo al menor comenzar a recoger las moras, se apresuró en dejar la comida para ayudar a su lindo hermanito.
Todo iba bien hasta que... cuando Amadeus casi terminaba, una flecha salida del bosque se clavó directo en la canasta asustando al erizo cayendo sentado en el suelo de la impresión.
Zule corrió al escuchar a su hermano gritar por lo sucedido, lo tomó en sus manos revisándolo si estaba herido.
Al ver que nada le había sucedido, furiosa, buscó al culpable, en las profundidades del bosque, una sombra se acercaba corriendo hacia ellos.
Jules se sentía como un idiota, estaba practicando con los árboles pero se aburrió rápidamente, ni corto ni perezoso lanzó una flecha al azar pensando que se perdería clavado en un árbol en lo profundo del bosque, se equivocó, oyó un grito agudo.
Asustado pensó que hirió a alguien del reino vecino, se adentro al bosque buscando al herido para ayudarlo, disculparse y explicar lo sucedido, no era un enemigo, solo era un idiota imprudente.
Al terminar el bosque vió un claro y un estanque, también a un niño sentado en el suelo y su flecha clavada en una canasta... iba a disculparse pero sintió una amenaza y sacó su propia espada, lo hizo todo a tiempo por qué un encapuchado le estaba atacando.
Estaba sorprendido, ese desconocido tenía una habilidad única con la espada, le era difícil seguirle el ritmo.
No pudo bloquear más los ataques y su rival le despojó de su espada, recibió una patada en el estómago que lo obligó a arrodillarse delante del ganador.
Sintió el filo en su cuello, debió quedarse en casa, ahora moriría y se crearía una guerra por su muerte, había metido a su padre en problemas.
-¡Maldito! ¿Quién eres y por qué nos atacaste?-
¿Era su imaginación o su rival tenía la voz muy aguda?
-¡fue un accidente! Practicaba con mi arco pensando que en el bosque no habría nadie-
Se aterró un poco al ver que la espada le hizo una leve herida.
-¡Mientes!
-te juro por Camelot que solo entrenaba, soy un idiota, lo siento-
Ella no le creía, con enojó y demostrando su fuerza lo jaló hasta quedar cara a cara, de la fuerza hizo que la capucha de su enemigo se deslice revelando su verdadera identidad.
Amadeus miraba nervioso, pero se quedó perplejo al ver a su enemigo, era otro erizo pero azúl... Creía que los únicos erizos eran su padre y el, no vió a otro de su especie por el reino.
También notó la furia de su hermana, lo mejor sería calmarla, en ese estado era muy peligrosa.
Con apuro jaló de la ropa de ella llamando su atención, ambos jóvenes miraron al menor.
-zule, estoy bien... Déjalo-
Aún sin dejar su agresividad finalmente le soltó dejándolo caer.
-¡fuera! ¡No quiero verte por acá o juro que acabaré con un idiota como tú!-
Ambos hermanos le dieron la espalda y regresaron por sus cosas, Amadeus veía triste su canasta, el fuerte impacto casi lo destroza y las moras estaban aplastadas y regadas por el suelo.
A pesar de la advertencia que le dieron, se acercó pidiendo disculpas.
-en verdad lo siento, ¿cómo puedo compensarlo?-
-regresando por dónde viniste-
-¿recolectaban moras?- lo ignoró centrándose en el menor, le era curioso ver a un erizo con ojos bicolores.
-era un regalo... Pero ya no, mi canasta está destruida y no traje uno de repuesto-
-¡lo tengo! Vengan conmigo... En mi casa tengo muchas canastas!-
-¿enserio?-
-por supuesto, solo será unos minutos de caminata, pueden llevarse las que quieran incluso hay arbustos de moras, mucho más grande y jugosas que del bosque-
-no... no confío en tí... ¿Quién eres?-
-me llamo Jules... Soy prin... Principiante de arquería, no soy muy bueno con el arco por eso entreno en el bosque-.
No quiso revelar su verdadera identidad, de seguro se alejarían si le dice que es el futuro rey de Camelot, nadie humilde quiere ser amigo del rey o futuro rey... Él no tenía amigos, no le dejaban...
-ahora entiendo por qué eres tan torpe con el arco-
-si... En cambio tú eres muy bueno, no pude seguirte el paso, eres asombroso-.
-no iremos, Amadeus ven, llevaremos lo que podamos- no le agradaba, le recordaba a alguien pero no lo sabía bien, sus recuerdos estaban borrosos.
-porfa zule, quiero una canasta pequeña para llevarlas, en mis bolsillos las aplastaré-
-confía en mí, no haré nada y si no lo cumplo puedes acabar conmigo-
No tenía otra elección, ya se hacía tarde y debían volver a la hora del almuerzo.
-bien, que sea rápido-
-sigamme, es por aquí-
Caminaron por unos minutos, zule no le quitaba la vista y vigilaba sus movimientos.
-oye, eres bueno con la espada... ¿Él es tu hijo?-
Iba a responderle pero un erizito le ganó.
-nop... Es mi hermana-
-¡¿eres una chica?!- exclamó tropezando con sus propios pies.
-¿podemos ir rápido? Tenemos que regresar pronto a casa-
Jules estaba confundido... ¿En verdad era una chica? ¿Donde aprendió a usar la espada así?.
Llegaron a la muralla, el abrió el portón secreto y pasaron, los llevó a la cocina y buscó en el armario diferentes canastas, no se preocupaba de los guardias porque la cocina era el único lugar apartado del castillo, casi cerca al establo y nadie la vigilaba.
Sacó un total de 12 canastas de diferentes tamaños.
-escoge el que gustes pequeño-
Fascinado, Amadeus tomó una igual al qué tenía.
-¡ésta! ¿Me la puedo quedar?-
-es toda tuya y perdón por destruir la otra-
-está bien-
-oh ya llegaste Jules, justo he horneado unos pasteles de...-
No lo podría creer... Nery veía al extraño junto al príncipe, que aún mantenía su capucha, incrédula... jamás olvidaría esos ojos azules.
-oh... Ah... Mmm Nery le di una de tus canastas porque rompí la suya por error-
-oh... No hay problema, ya que están aquí... ¿Gustan un panecillo?-
Zule no quería ser mal educada, sus padres siempre le enseñaban buenos modales.
Con pesar se quitó la capucha revelando así su larga cabellera dorada, Amadeus la siguió mostrando sus púas rebeldes.
Sin duda era ella, la dulce zule pero notó que no la recordaba, sin dejar de sonreír les dió a cada uno un panecillo.
-estamos agradecidos pero ya tenemos que irnos, buenos días-
-gracias señora-
Sin demora tomó la mano del menor y salió.
El erizo cobalto estaba de piedra, ¿esa hermosa dama era quien le había derrotado?
Se apresuró y la siguió.
-¡espera!-
La tomó de la muñeca y la observó mejor, era hermosa, poseía unos increíbles ojos azules y su pelaje se notaba sedoso, su cola era bellísima y esponjosa.
-¡sueltame!-
-¡perdón! Dime tú nombre-
-da igual cómo me llame-
-a mí me interesa, te acompañaré hasta el estanque-
-tks... No es necesario-
-igual iré... ¡Vamos!-
Caminaron de regreso, como ella no le respondía inicio una pequeña charla con el menor.
-¿como te llamas?-
-no puedo decirlo-
-ohhhh vamos... Yo soy Jules, no haré nada malo, lo prometo-
-me llamo Amadeus-
-¿y ella?
-nop-
-bueno... ¿Irán por las moras?
-sip-
-ya veo-
-a tí... ¿Te gustan las moras?-
-un poco, mas me gustan las manzanas y ¿a ti?-
-son mis favoritas al igual que mi hermana-
Al verlos se dió cuenta que no podrían ser hermanos, eran muy diferente pero todo puede ser posible ¿No?.
Una vez que llegaron el mismo recogió una gran cantidad de moras y se las ofreció al pequeño.
Con la canasta llena y todo listo, zule subió ágilmente a su caballo, Jules cargó al menor y lo subió junto a ella.
-gracias Jules-
-de nada Amadeus-
-gracias por la canasta para mí hermano y la comida-
-un momento... ¿Vendrán denuevo por aquí? Porfa dime tú nombre, puedo traer bocadillos y comer los tres... Y tal vez podrías enseñarme a usar mejor la espada-
-di que sí, ¡me divertí mucho hoy!-
-lo pensaré-
Ya todo dicho galopó lento pero se detuvo, miró al erizo una última vez.
-para la otra no seas torpe con el arco y siempre vigila que no haya nadie... Me llamo zule... ¡Adiós!-
Jules miró cómo desaparecían en la lejanía, esperaba volver a verlos, volver a ver a esa hermosa dama, regresó contento al castillo.
Faltaba poco para llegar a casa, lo bueno es que recién sería medio día, Amadeus dormía en sus brazos abrazando su canasta con una bella sonrisa... Distraída acariciaba sus orejas mientras pensaba en Jules, le era familiar pero no sabía de dónde, daba igual, tal vez no lo vería más.
Hablaría con Amadeus cuando despierte de no contar nada de lo sucedido, por ahora sólo tenía cabeza para la tarde y la sorpresa que se llevaría su padre cuando regrese a casa.
Continuará...
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Y aquí les traigo otro capítulo... Amadeus es un amor... Me encanta cómo lo imaginé... Espero le esté gustando esta pequeña (si claro) historia.
Usagi2233 se despide... ¡Hasta la próxima!
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