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Capítulo 13: Una voz en el bosque


Jules escapó esa mañana a escondidas de su hermana y de sus padres, burló a los guardias e inclusive, a los mismos caballeros de la mesa redonda... con apuro se dirigió sigiloso hacia su punto de encuentro, el estanque.

Y en efecto, ahí estaba zule esperándolo, ésta vez no iba acompañada de su hermanito.

-pensé que no estarías aquí- murmuró aliviado mientras se sentaba a su lado.

Los ojos zafiros de zule miraban expectante al recién llegado, hubiera preferido quedarse en casa y estar con su familia pero algo le decía que las cosas irían de mal en peor, su corazón estaba inquieto.

-solo vine para hablar de ese "tema"- refunfuño con fastidio.

En otro momento se hubiera reído de ella, pero necesitaba hablar, sobre todo porque se trataba de sus padres... Y los padres de zule.

-sabes que preferiría estar contigo y con Amadeus de otra manera, no así... En fin... A lo que venía es para advertirte, ten cuidado zule- titubeó un poco, no estaba seguro de lo que estaba haciendo.

-sé cuidarme- su mirada demostraba el poco interés a la conversación.

Jules gruñó por lo bajo, esto no era ningún juego...

-hablo encerio... Mi padre... El rey quiere a todas costa a Miles... Y a tí devuelta en el castillo, se ha oído que incluso podría usar la fuerza- bajó la mirada con un poco de culpa, su padre no entendía lo que era un no.

La pequeña rama con la que zule jugaba se partió en dos haciendo un sonido horrible.

-¡estoy harta de la maldita realeza! ¡Siempre quieren más y más! ¡Los odio!- escupió con veneno arrojando los restos de aquella rama al suelo y seguidamente pisotearlo.

Esta acción sin querer hizo sentir muy mal a Jules, él no había pedido nacer como un príncipe, no le interesaba y ahora la chica que le gusta... Le odiaba solo por su estatus.

-yo hubiera deseado ser un simple pueblerino, no quería el reino ni la corona- musitó decepcionado.

Su cólera hacía el rey y el reino se disipó al escuchas las palabras del erizo, no era justo hechar a todos en un mismo saco... Jules fué el único que se mostraba como alguien normal... Por así decirlo.

-lo lamento... Ya me habían dicho antes que midiera mis palabras, suelo ser hiriente con mis comentarios- se disculpó de corazón.

En silencio se miraron a los ojos... Era una atmósfera extraña... Pero agradable.

-no te preocupes, te comprendo... Bueno, entonces ¿tendrás cuidado?- preguntó con preocupación.

-lo tendré- aceptó con seguridad.

-eso me alegra, no sé qué haría si te llegó a perder- musitó con un leve sonrojó y sin darse cuenta de lo qué decía.

En respuesta, zule se pintó de carmín y su actitud desafiante volvió, se sentía rara con esa muestra de afecto.

-¡No seas tonto! ¡Soy la hija de Lancelot! ¡Sería una deshonra si alguien pudiera derrotarme!- exclamó indignada y avergonzada.

-jajajja... Ok... Ok... ¿Sabes?, Te ves más bonita cuando sonríes... Enojada quita mucho ese atractivo- sonrió socarronamente mientras se alejaba por su bien.

A buena hora se alejó porque de inmediato zule había sacado su preciada espada (sin quitarle la funda) y lanzó un certero golpe contra el principe.

-veo que quieres morir...- el enojo y el aura oscura a su alrededor le hacía parecer mucho a Lancelot.

-paz... Paz te lo ruego...- susurró con temor mientras alzaba las manos, no quería pelear.

Suspirando con fuerza para no perder el control, guardó su espada y se volvió a sentar cerca del estanque, mirando su reflejo en las cristalinas aguas...

-eres irritante...-

-lo sé, mi hermana siempre me lo dice- dijo algo divertido.

Pero su seriedad volvió al mirar la posición del sol, ya era más de medio día.

-debo volver a Camelot, nadie sabe que me escapé- también suspiró derrotado, quería quedarme más tiempo.

Cuando zule se había dignado en mirarlo para despedirse, sus ojos se agrandaron y el rubor en sus mejillas se hizo mayor.

Una sensación cálida se había alojado en su mejilla derecha... Algo sorprendida no pudo articular ninguna palabra.

-adiós zule, nos veremos pronto- escuchó muy cerca de ella, pero cuando al fin cobró control de su cuerpo y lo buscó, Jules ya no estaba.

-idiota...- susurró enojada tocando su mejilla.

Ese erizo idiota le había besado a modo de despedida... Jamás le gustó el contacto ajeno, solo toleraba los gestos que recibía de su familia... Pero aquella muestra que Jules le mostró, no le desagradaba, no del todo...

Aún confundida decidió también regresar a su hogar, no quería pensar en él...

Mientras ambos jóvenes regresaban a sus hogares, no notaron una tercera presencia que se ocultaba entre los árboles...

Un extraño con una larga túnica miraba ambas direcciones tan opuestas, al ver que estaba seguro, decidió quitarse aquello que ocultaba su identidad mostrando una larga cabellera y su fiel báculo a su lado.

-esto es peor de lo que pensaba, no puedo permitir que entren al castillo, primero me encargaré del rey y luego de usted, joven príncipe, no puede fijarse en ella- murmuró con coraje.

El hechizo que estaba preparando para el monarca aún no estaba listo... Y el tiempo se le estaba agotando.

Sus ojos se iluminaron al tener una grandiosa idea...

-mmm... Puedo hacer algo con ella para quitarla del medio... Sí... Eso haré- mostró una sonrisa maliciosa mientras desaparecía en medio del bosque...

Cuando regresó junto a su familia, lo primero que encontró fue a un pequeño erizo de mal humor, no le había hecho gracia quedarse sólo mientras zule se iba ¿a quién sabe dónde?.

Sonrió con nerviosismo, no le agradaba para nada tener que lidiar con Amadeus estando... Así... Era cómo lidiar con su padre cuando tenía un largo y pésimo día.

-en mi defensa... Salí sólo por moras para el almuerzo- se defendió mostrando la bolsa con aquellos frutos.

Antes de llegar a casa, aprovechó en llenar su pequeño bolso con las moras que siempre habían cerca del estanque...

-¿Fuistes al estanque sin mí?- chilló el menor indignado.

Su pequeño ceño fruncido era encantador, claro, si le restaba aquella mirada amenazadora y fría.

-emmm... Es que... Quise darte una sorpresa- su voz se hacía más y más pequeña.

El menor sólo suspiró y su semblante se volvió más sereno, pero con un toque de tristeza y melancolía.

-me tenías preocupado... Pensé...- musitó bajito.

-¡no lo pienses! ¡No lo haría!- jadeó preocupada.

De inmediato corrió y envolvió ese pequeño cuerpo entre sus brazos, con cariño besó entre las orejas de su consentido.

-solo fui por moras, no me iré a ningún lado Amadeus, nunca podría dejarte ni tampoco permitiría que alguien te aleje de mí, sabes de lo que soy capaz si lo intentan...- sus ojos se volvieron peligrosos al recordar al rey de Camelot.

Por culpa de ese maldito, Amadeus tenía un pequeño trauma...

-das miedo hermana- susurró con escalofríos pero sin evitar soltar una risita de las cosas que decía.

-ya me conoces, y luego dices que no me parezco a papá- sonrió con soberbia.

Lo pensó por unos segundos, al final asintió efusivamente.

-tienes razón, es como ver a papá enojado cuando se comen su porción de torta- rió divertido.

-mmm... Pero eres tú el que se come siempre su porción, según porque dices que llega tarde a casa- le regañó aún sonriendo.

-bueno... ¡Es que es verdad! Aveces llega muy tarde y pues... ¡Los postres no se desperdician!- exclamó con falsa ofensa.

Se miraron por largos minutos y estallaron en risas, era cierto que Amadeus solía comerse la porción de su padre, pero siempre era zule la que admitía que ella se lo había comido, todo con tal de que no castiguen al menor por sus travesuras.

-así que todo este tiempo... Fuiste tú... Amadeus...- una voz mucho más grave y ronca se hizo presente.

Ambos hermanos con temor, miraron por dónde provenía aquella voz tan fría y exigente.

Sir Lancelot estaba parado en la puerta de la cocina, miraba a ambos menores con sus penetrantes ojos rojos, una risa retorcida se dibujaba en su rostro.

Por instinto, zule cargó a su hermano entre sus brazos... Luchará aún si fuera contra su padre para salvar a su hermanito... De un inminente castigo...

-escuchaste mal padre, solo estábamos bromeando... ¿Verdad Amadeus?- sonrió nerviosa.

El menor estaba con las orejas caídas... Había sido pillado...

-yo escuché otra cosa zule... Los niños malos deben ser castigados, sobre todo al tener esa osadía de comerse mi preciada porción de torta que mi amado Miles siempre me deja...- su típica sonrisa había aparecido en su rostro.

La zorrita parpadeo al ya no tener a Amadeus entre sus brazos... ¿En qué momento se lo arrebató?

Pudo oír quejas y más quejas, su padre tenía a su hermano entre sus brazos...

-jajajjaa, no... Jajajja ¡basta!... Jajajjaja ¡Piedad!- carcajeo a todo pulmón.

-no... Hasta que aprendas a no tomar cosas sin permiso y permitir que tu preciada hermana mayor siempre asuma tus actos... ¿Cómo se dice?- dijo sin sentir piedad ni dejar de tocar los costados del menor.

-¡Está bien... Está bien! ¡Lo siento! Jajajjaja- chillaba intentando alejar esas manos que le hacían cosquillas.

-no me convences...- en ningún momento pensaba parar, no hasta .

No le quedó de otra más que obedecer... No le gustaba decirlo pero no tenía otra opción...

-¡Lo siento mucho sir Lancelot, caballero más poderoso de todos los tiempos!- gritó con sus mejillas sonrojadas del sobreesfuerzo.

Solo oír aquello fué suficiente para detenerse, con diversión sujetó mejor a su hijo menor observando cómo suspiraba aliviado.

-eres malo padre, no se merecía tal castigo y eres muy egocéntrico- sonrió con complicidad.

Desde un inicio sabía que los castigos del menor eran... Por decirlo... Muy inocentes, nunca sus padres usaban castigos serios ya que ambos sabían comportarse y eran respetuosos.

-mis castigos son efectivos, me gusta hacerlos sufrir...- sonrió con prepotencia.

Con falso enojó, arrebato a su hermano de los brazos de su padre, de inmediato Amadeus se recostó en su hombro mientras regulaba mejor su respiración.

-es sólo una porción de torta padre, y es verdad lo que dice Amadeus, llegas muy tarde así que es mal visto desperdiciar los postres- dijo mostrando una sonrisa retorcida igual o peor que la de Lancelot.

-¿Estás de su lado?- preguntó indignado cruzándose de brazos.

-estaré siempre del lado de Amadeus- contestó con seguridad.

Lancelot solo negó con la cabeza mientras se acercaba a su hija y acariciaba sus largos cabellos dorados, ambos eran su orgullo y estaba contento de que se quieran y cuiden mutuamente, han pasado por muchas cosas entre buenas y malas... Sus lazos son los más fuertes que puedan existir.

-estoy orgulloso de ustedes, pero asegúrense de dejarme porción de vez en cuando- sonrió con cariño y rendición.

-siempre y cuando llegues más temprano- condicionó sin dejar de mostrar una sonrisa superior.

-trato hecho- acepto derrotado.

Su sonrisa se amplió más, con entusiasmo abrazó mejor a su hermano, quién se había quedado dormido, y subió para dejarlo en su habitación.

En verdad quería que su padre pase más tiempo en el hogar, lo quería cerca sobre todo para Amadeus... El menor no se encontraba bien desde ese maldito día... Ha Sido preso de pesadillas y su ánimo fué decayendo, aún si mentía diciendo que no le pasaba nada, lo conocía muy bien y esa mirada triste no se iba por mas que se mostrará feliz y sonriente.

Mirando al menor quién dormía plácidamente... Se prometió cuidar de su familia cueste lo que le cueste.

No supo en qué momento se quedó dormida al lado de Amadeus, despertó al escuchar una lejana y familiar voz que le llamaba por la ventana.

Viendo por el cristal se dió cuenta que ya era de noche, esa voz la llamaba.

Era dulce, suave y sobre todo le recordaba algo o a alguien.

Zule... zule... Ven al bosque, ven conmigo...

Intentó ignorarlo y seguir durmiendo... pero esa voz no se iba, no quería que su familia saliera a averiguar de quién se trataba, podía ser una trampa.

Bostezando con fastidio, salió de puntitas de la cama de Amadeus y se dirigió a la ventana, salió por ahí a averiguar lo que sea que le llamaba, no era tonta así que iba acompañada de su fiel espada Arondight.

Se adentró en lo profundo del bosque, la voz se hacía más clara y fuerte.

Una figura que emanaba luz estaba frente a zule, no la distinguía bien pero sus ojos se agrandaron al por fin reconocerla.

-¿Mamá?- preguntó sin poder creer volver a verla.

Su única existencia era a través de antiguas pinturas y dibujos, muy poco la recuerda pero no había duda, era ella...

-sí hija, soy zooey... tu madre- su sonrisa era suave y gentil.

-¿Mamá?... ¿Por qué?- preguntó por su repentina aparición.

¿Acaso la necesitaba? ¿Le iba decir algo importante?

Tenía muchas dudas, pero dejaría que ella comenzara a explicarse...

-estoy triste y decepcionada... Me cambiaron por un caballero, ya no me quieren- habló con tristeza derramando unas cuantas lágrimas.

Su aspecto se hizo más claro, sin duda alguna era Zooey quien llevaba un vestido azul claro.

-no es cierto... No te he dejado de amar pero... Pero...- se sintió culpable, no esperaba que le reclamará por algo que iba a pasar.

No tenía nada de malo rehacer sus vidas... Su madre ya no estaba, es verdad pero siempre la iba a recordar y su amor por ella jamás iba a desaparecer ni ser usurpado por alguien más.

Amaba mucho a Lancelot, era como su segundo padre...

El sentimiento de culpa se hizo más grande, sus ojos se apagaron y una extraño humo negro comenzó a rodearla haciéndola sentir miserable...

-me engañaron... Alguien más ocupó mi lugar- siguió reclamando mientras se alejaba más y más.

-no... Espera mamá... No te vayas- hipnotizada caminó con torpeza para alcanzar a su madre, debía explicarle las cosas.

Pero Zooey se iba más y más...

Zule no se había dado cuenta que estaba llegando al filo de un barranco.

-mi propia familia me traicionó- siguió lamentándose.

-no es cierto, déjame explicarte cómo sucedió todo- insistió acercándose más.

-mientes... E incluso estás con ese mocoso... Qué ni siquiera es tu hermano- lloró Zooey con amargura.

Cada palabra la hacía sentirse peor... ¿Que le estaba pasando?

'no le creas zule... Yo nunca diría esas cosas, ten cuidado hija mía... Prometiste proteger a tu familia, ellos te necesitan cariño'

Cómo si de un espejo se tratara, la imagen de su supuesta madre se rompió mostrando una sombra oscura y asquerosa que flotaba en el aire...

Un momento... ¿Flotaba? ¡Pero estaban en tierra firme!

Con horror se dió cuenta que había caído en una trampa, debajo de ella no había nada y la gravedad hizo lo suyo, vió como la sombra desaparecía mientras sentía que caía al vacío.

Cerró los ojos con fuerza... ¡Que tonta fué! Se dejó engañar y ahora iba a morir dejando desprotegida a su familia.

Cuando creyó que todo estaba perdiendo, sintió un fuerte jalón que la regresó devuelta hacia arriba, respiró agitada mente presa del susto.

Frente a ella estaba un caballero de armadura plateada y dos espadas gemelas que la apuntaban.

-¿enemigo o aliado?- preguntó sin titubear.

-solo vivo en el reino vecino- respondió cortante.

Aquel caballero recibió un certero golpe, cortesía de su compañero.

-lamentamos las molestias joven dama, pero oímos una voz de auxilio por aquí... Y decidimos investigar, tuviste suerte de no caer por aquel barranco... ¿Qué haces por el bosque a esta hora?- la voz que aquel "caballero" no sonaba muy masculina que digamos.

Por unos segundos se le quedó mirando a ambos... Ya los había visto a ambos antes...

Sus ojos se agrandaron al ver el símbolo en sus armaduras, son la escolta del rey de Camelot.

Lo mejor era irse, no quería saber nada con ese reino...

-también oí una voz que pedía auxilio y decidí investigar, gracias por la ayuda pero debo irme- explicó con rapidez tomando su espada entre sus manos y procediendo en alejarse.

-un momento... ¿Esa es la espada Arondight?- preguntó aquel sujeto.

-es la espada de Lancelot... ¿Por qué la tienes tú?- la voz del otro caballero sonaba sorprendida.

Vaya... Estaba metida en problemas...

-eso no importa... Adiós- se alejó lo más rápido que pudo.

No alcanzó a dar más que dos pasos, aquel extraño de voz suave se quitó su casco mostrando que no era un caballero, era una dama, una gata lila.

-¿¿zule??... Soy sir Percival...- se presentó haciendo una suave reverencia.

-y yo sir gawain- imitó a su compañera.

-no es necesario las presentaciones... Me voy- sintiéndose más molesta, los ignoró comenzando a irse.

-¡Espera! ¡Te escoltaremos hasta tu hogar!- se apresuró sir Percival en acompañarla.

Pero retrocedió al esquivar un ataque... De zule.

-hoy no estoy de ánimos... Les agradezco que me salvaran... Pero sé cuidarme sola... Me desagrada todo lo que venga de camelot- finalizó con frialdad.

-¡eso fue grosero niña!- gruñó sir Gawain.

-iremos contigo ... Necesitamos hablar con Lancelot- insistió Percival.

-mi padre no tiene nada que hacer con ustedes...-

-te lo pido... Necesitamos su ayuda... Déjanos ir contigo- suplicó mostrando piedad.

Lo pensó por algunos segundos... Maldijo por lo bajo.

-siganme...-

En silencio ambos caballeros siguieron a la hija de Lancelot... Los tres iban absortos en sus pensamientos, no se dirigieron la palabra en todo el camino.

¿Qué debo hacer? Este presentimiento me siguen oprimiendo el pecho... Usaron la imagen de mi madre en mi contra... Y fuí salvada por los ex compañero de mi padre... ¿Qué está pasando?¿Estoy haciendo lo correcto?

Eso y mil preguntas más rondaban por su mente mientras caminaba a su hogar acompañada de los caballeros de la mesa redonda...

Continuará...

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