
10.
Yoongi, Yeonjun y Taehyung miraban una película animada acostados en la cama del mayor.
Los menores no dejaban de reír con los chistes de la película pero el rapero no podía dejar de observar a su pequeño. Tenía que llevarlo al otro día para que lo vea un especialista y tenía miedo, no sabría que hacer si el niño tenía algún problema.
Estaba tan absorto en sus pensamientos que ni siquiera notó cuando la película había terminado y que su hijo lo observaba también sin saber porque lo miraba así.
—¿Yoongi hyung?— preguntó Taehyung viendo la expresión de su hermano.
—¿Si?— parpadeó varias veces dándose cuenta que ambos lo miraban. —Lo siento, me distraje pensando.
—¿Papá puedes tocar el piano para mí?— preguntó el niño cambiando de tema.
—Si, claro. Vamos a la sala.
Los tres se levantaron de la cama y salieron al pasillo, el pequeño corrió a la sala donde el mayor tenía su piano.
—Hyung— lo detuvo Taehyung tomando su brazo. —Deja de mirarlo así, vas a asustarlo— le susurró y el mayor suspiro, quería dejar de hacerse la cabeza pero le resultaba imposible si la salud de su hijo estaba en juego.
Cuando llegaron al piano, Yeonjun ya estaba sentado en el banco frente al piano. Yoongi se sentó a su lado y Taehyung se recostó sobre el instrumento frente a ellos. Una suave melodía comenzó a sonar y el infante recostó su cuerpo sobre el costado de su padre disfrutando de la melodía.
El diseñador amaba observar la delicadeza con la que las manos del mayor paseaban por la teclas, así que tomó el celular del mayor y sacó una foto de ellas cuidando que su sobrino no saliera en la imagen. Abrió un editor de fotos y comenzó a probar filtros en ella.
—¿Qué haces?— preguntó Yoongi viendo lo concentrado que estaba mirando la pantalla.
—Saqué una foto para actualizar tus redes, hace mucho que no subes nada. Tus fans me lo van a agradecer— dijo mientras hacia zoom en la imagen para comprobar que Yeonjun no salía en la foto. —Oh, ¿aún usas esa pulsera?— preguntó viendo ahora la muñeca de su hermano.
Hace unas semanas, Yeonjun hizo en su clase de arte una pulsera con mostacillas. El accesorio no tenía la cantidad necesaria de cuentas, tenía muchos colores para su gusto e incluso un pequeño dije de un gatito que no iban con su estilo de bad boy, pero cuando su hijo la colocó en su muñeca se sintió tan orgulloso que haya pensado en él para hacerla, que no pudo volver a sacársela.
—¿Qué tiene? Me gustan los colores— Taehyung lo vio con una ceja alzada. —De acuerdo, me fascina que mi bebé haya pensado en mi para hacerla.
—Es verdad, Yeonjun. ¿Por qué tu tío favorito no tiene una pulsera?— le preguntó al niño. Ambos se giraron para mirarlo pero el pequeño no respondió. Se había quedado dormido. —Oh, se durmió. Voy a llevarlo a su cama.
—Tranquilo, publica la foto que sacaste y ve a dormir. Yo lo llevo— dijo susurrando.
—Bien, buenas noches.
—Buenas noches— respondió también.
Taehyung acarició la cabeza del pequeño y se fue a su habitación. Yoongi observó el rostro dormido de su hijo. Tenía una expresión tranquila. Por la posición sus labios estaban abultados haciéndolo lucir adorable. De un momento a otro el pequeño parecía tener un mal sueño porque su ceño se frunció, arrugó la nariz e hizo puchero. En ese momento, Yoongi no vio a su hijo sentado a su lado sino que vio a Jimin. Estaba haciendo exactamente la misma expresión que su ex hacia cuando tenía pesadillas y un recuerdo llegó a su mente.
Ambos dormían abrazados en la cama del mayor. La noche anterior Yoongi había dado un show en un gran estadio de Seúl, por lo que se habían dormido bastante tarde.
Yoongi despertó por la luz que le daba en el rostro. Por la intensidad del sol se dio cuenta que sería cerca del mediodía. Un quejido lo hizo bajar la mirada al chico que dormía entre sus brazos. Jimin tenía una expresión adorable para él, pero parecía que algo lo molestaba en el sueño porque su ceño estaba fruncido y tenía un puchero en los labios. El mayor sonrió y besó sus labios. El rubio relajó su expresión automáticamente y segundos después despertó.
Jimin miró al mayor abriendo sólo un ojo, le sonrió y escondió el rostro en su pecho.
—Buen día— saludó el rapero con voz ronca.
—Buen día— respondió y le dio un pequeño beso en un pectoral. —¿Me besaste o lo soñé?
—Te besé, tenías un puchero adorable en los labios y yo soy un hombre débil— Jimin soltó una pequeña risita. —¿Qué soñaste? Parecías molesto— el menor suspiró. —¿Qué sucede?
—Soñé que tus fans se enteraban de lo nuestro y que muchos dejaban de seguirte porque yo no soy lo suficientemente bueno para ti.
—¿De qué diablos hablas?— lo separó de su cuerpo para mirarlo a los ojos.
—Yo no soy nadie, hyung. Sólo soy un chico normal que trabaja en un café y que estudia danza. No soy un idol o uno de esos modelos perfectos que todos aman.
—Estuviste leyendo los rumores en twitter sobre el modelo ese y yo, ¿verdad?— Jimin asintió. —Escúchame, sabes bien que fue al show porque lo invitaron desde la empresa por la campaña de ropa que vamos a hacer juntos.
—Lo sé... pero tus fans estaban tan contentos pensando que podrían ser pareja. Ellos quieren alguien así de perfecto para que sea tu pareja. Yo no califico allí.
—Tu eres perfecto para mí. Y no me importa lo que digan los demás porque yo te amo a ti. No quiero un modelo o un idol o a alguien más que no sea Park Jimin a mi lado.
—Pero...
—Sin peros. No quiero volver a escuchar que te rebajas a menos nunca más.
—No me estoy rebajando, yo sé cuales son mis cualidades.
—Lo estas haciendo, porque tú eres maravilloso y nada de lo que digas me va a hacer cambiar de opinión— dijo besando su frente, volvió a abrazarlo y Jimin se acurrucó en su pecho. —Además, estás dudando de mis gustos en chicos. ¿Sabes cuáles son las cosas que más amo de ti?
—Dímelas.
—Tu generosidad, eres las persona más generosa que conozco— dijo recostando su mejilla sobre la cabeza del rubio. —Amo tu sonrisa, siento que siempre que sonríes iluminas la habitación— bajó a su oreja donde susurró. —¿Sabes que más amo?
—¿Qué cosa?— preguntó Jimin despacio. La respiración del mayor en su cuello lo ponía nervioso. La mano derecha del mayor comenzó a bajar por su espalda y se detuvo en su trasero donde dio un apretón. —Venías siendo muy dulce pero el romanticismo se fue a la basura.
—¿Cómo que no es romántico? Estoy enamorado de tu trasero también. Tu sonrisa es lo primero que veo cuando entras a un lugar pero tu trasero es lo último, estoy seguro. No puedo dejar de admirar esas dos cosas.
Jimin se rió y rodeo el cuello del mayor con sus manos.
—¿Qué pasará si algún día descubren nuestra relación?
—Seré la envidia de toda Corea por tener al novio con el mejor trasero del mundo.
—YA DEJA DE HABLAR DE MI TRASERO— respondió dándole un golpe en el pecho.
—Pero es la verdad— dijo riendo. Cuando ambos dejaron de reír, Yoongi lo miró a los ojos y volvió a hablar: —Ese día presentaré al amor de mi vida a todo el mundo. Te subiré al escenario conmigo, te cantaré una canción y tu bailaras para mí. Cuando termine te besaré frente a todos.
—Eso me gustaría.
—Y antes de que bajemos del escenario te daré una nalgada para que todos sepan que ese trasero me pertenece.
—AGH, ERES INSOPORTABLE— gritó, tomó una almohada y le tapó la cara cuando quiso besarlo.
Yoongi comenzó a reír con fuerza y antes de que el menor escapará de la cama lo tomó del brazo y volvió a recostarlo. Se subió sobre él y rápidamente el cuarto se llenó de las risas de Jimin producidas por las cosquillas que el mayor hacia en sus costillas.
Yoongi volvió a mirar a su hijo durmiendo sobre él.
Deseaba tanto haberse dado cuenta de lo que Jimin sufría estando a su lado. Deseaba haberle dado más seguridad a su novio. Deseaba que se hubiese sentido lo suficientemente seguro a su lado como para formar una familia juntos. Si tan solo se hubiese dado cuenta, tal vez en este momento estarían juntos. Ambos acostarían a su hijo y luego, tal vez, ambos tomarían una taza de té en la cocina; o verían algo en la televisión de la sala acurrucados sobre el sillón; o tal vez, Yoongi se llevaría a Jimin a su habitación para hacerle el amor.
Pero nada de eso podía pasar, así que simplemente tomó a su hijo en brazos y lo llevó a su cama. Lo arropó y acarició su rostro con delicadeza. Dejó la habitación con el corazón afligido pensando en la cita con el doctor al otro día, rogando que todo salga bien.
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