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Capitulo 9

Al día siguiente, Aiko se levantó temprano, llena de emoción y nervios por su primer encuentro formal con Cologne. Después de un rápido desayuno, se dirigió al Cat Café, donde esperaba demostrar que tenía lo necesario para ser discípula de la anciana.

Cuando llegó, el lugar estaba vacío, salvo por Cologne, quien la esperaba sentada tranquilamente en una de las mesas, con su bastón apoyado junto a ella.

—Llegas temprano. Eso es un buen comienzo, niña —dijo Cologne sin levantar la vista, pero con una ligera sonrisa.

Aiko inclinó la cabeza con respeto. —Estoy lista para cualquier prueba que quiera ponerme, abuela Cologne. Haré lo mejor que pueda.

Cologne la miró con interés, golpeando ligeramente el suelo con su bastón. —Muy bien. Pero debes saber que no acepto discípulos fácilmente. Quiero ver tu potencial. Sígueme.

La anciana llevó a Aiko al callejón detrás del Cat Café, donde había colocado una serie de trampas improvisadas y obstáculos. Había cuerdas colgantes, piedras afiladas y un sistema de dardos de madera que se disparaban al menor movimiento.

—Tu primera prueba es atravesar este camino sin usar la fuerza bruta. Usa tu agilidad, tu inteligencia y, sobre todo, tu instinto. Si te hieres, es tu culpa. Si lo logras, consideraré entrenarte —dijo Cologne con una sonrisa que parecía desafiarla.

Aiko respiró hondo, observando el camino frente a ella. Con determinación, comenzó a avanzar. El primer obstáculo eran las cuerdas colgantes, que debía usar para cruzar un pequeño estanque. Aiko se balanceó cuidadosamente, moviéndose con más equilibrio del que esperaba, aunque casi cayó al agua en un momento. Luego enfrentó los dardos, que esquivó rodando y saltando justo a tiempo, aunque uno pasó rozando su brazo.

Cologne la observaba en silencio, evaluando cada movimiento.

Finalmente, después de esquivar las piedras afiladas y superar el último salto, Aiko llegó al final, jadeando pero con una sonrisa de triunfo.

—Nada mal, niña —dijo Cologne, asintiendo ligeramente—. Mostraste ingenio y resistencia. Quizás valga la pena enseñarte algo.

Aiko se inclinó hacia ella, agotada pero feliz. —¿Eso significa que soy su discípula?

—Eso significa que estás en camino a serlo. Pero esto fue solo una prueba sencilla. Ahora viene lo difícil —dijo Cologne, comenzando a caminar hacia las afueras del pueblo—. Sígueme. Entrenaremos en las montañas. Ahí aprenderás lo que realmente significa ser fuerte.

Aiko, emocionada, la siguió sin dudar.

El camino hacia la montaña era largo y empinado, pero Aiko mantenía el ritmo detrás de Cologne, impresionada por la energía y agilidad de la anciana pese a su apariencia frágil. Durante el ascenso, decidió romper el silencio.

—abuela cologne, ¿ha podido reparar mi caja musical? —preguntó, recordando el delicado objeto que le había entregado días atrás.

Cologne sonrió ligeramente, sin detenerse. —Tu caja musical está casi lista, pero aún no puede usarse. Falta que la luna llene su energía por completo como ya te lo había dicho.

Aiko arqueó una ceja, intrigada. —¿Energía lunar? ¿De qué se trata eso?

—Es un arte antiguo de mi tribu. Algunas herramientas especiales, como esa caja, necesitan energía de la luna llena para activar su poder. Sin ella, no funcionará como debe —explicó Cologne con calma—. Si tienes paciencia, lo entenderás cuando llegue el momento.

Aiko asintió, aunque algo ansiosa. La idea de que un simple objeto musical pudiera contener algún tipo de poder especial era fascinante y también saber que dependía de esa caja para volver a ver a sus padres le causaba frustración.

—Entendido. Esperaré —dijo Aiko finalmente, volviendo su atención al camino mientras las montañas se alzaban imponentes frente a ellas.

Cologne sonrió para sí misma. Esta niña tiene espíritu, pero falta moldearla. No cabe duda que es hija del yerno veamos cuánto puede soportar.

En el dojo Tendo, Ranma se encontraba sentado en el porche, mirando hacia el jardín con una expresión inusualmente seria. Akane, quien pasaba por allí, se detuvo al notar la inquietud en el rostro de Ranma.

—¿Qué te pasa ahora? —preguntó, cruzándose de brazos.

Ranma, distraído, apenas notó su presencia. —Es por Aiko. Esa vieja loca de Cologne se la llevó para entrenarla, y no sé si Aiko tiene idea de en lo que se está metiendo.

Akane arqueó una ceja, sorprendida. —¿Te estás preocupando por Aiko? Eso no es muy típico de ti, Ranma.

Ranma reaccionó de inmediato, agitando las manos con nerviosismo. —¡No es eso! Solo digo que... bueno, ella es mi amiga, y no quiero que termine maltratada o algo así. Esa vieja no tiene piedad cuando entrena.

Akane lo miró con una mezcla de desconfianza y curiosidad. —¿Amiga, eh? ¿Eso es todo?

—¡Claro que sí! —dijo Ranma, volviéndose hacia ella con el ceño fruncido—. ¿Qué más podría ser? ¡Solo estoy diciendo que no quiero que termine como yo, todo golpeado y sin entender nada al principio!

Akane no pudo evitar sonreír ligeramente ante su reacción. A pesar de lo que decía, parecía genuinamente preocupado, algo que no era común en él.

—Bueno, si estás tan preocupado, ¿por qué no vamos a buscarla? —propuso Akane de repente.

Ranma la miró, confundido. —¿Qué?

—Piensa en ello —continuó Akane, encogiéndose de hombros—. Si la abuela se la llevó para entrenarla, lo más probable es que estén en las montañas. No sería tan difícil encontrarlas.

Ranma se quedó en silencio por un momento, considerando la idea. Por un lado, no quería parecer demasiado preocupado por Aiko; por otro, realmente no confiaba en Cologne para no llevar las cosas demasiado lejos.

—Supongo que no sería mala idea echar un vistazo —dijo finalmente, poniéndose de pie—. Pero si vienen problemas, no digas que no te lo advertí.

—¿Problemas? ¡Tú eres el que siempre los provoca! —respondió Akane, ya marchándose para prepararse.

Ranma la siguió, murmurando algo para sí mismo. Aunque no lo admitiría abiertamente, había algo en toda la situación que le incomodaba, y no podía quedarse tranquilo hasta asegurarse de que Aiko estuviera bien.

En las montañas, la atmósfera era densa y silenciosa, salvo por el sonido del viento que se deslizaba entre los árboles. Aiko estaba agotada, su cuerpo cubierto de sudor, mientras Cologne, como siempre, no mostraba señales de cansancio.

—Bien, ahora vamos a probar una técnica más avanzada —dijo Cologne, su voz serena pero firme—. Es una técnica parecida al huracán del tigre de ranma, pero mucho más potente. Necesitas concentrar tu energía interna y liberarla con fuerza. El truco está en liberar esa energía de una forma controlada. Si no lo haces correctamente, podrías desgarrarte por dentro. ¿Entendido?

Aiko, aunque cansada, asintió. Sabía que si quería ser digna del entrenamiento de Cologne, tenía que ir más allá de sus propios límites.

Cologne levantó su bastón y señaló a una gran roca frente a Aiko. —Hazlo con toda tu concentración, Aiko. No te detengas hasta que sientas la energía en tu pecho. Enfócate, respira hondo y grita con todo tu ser.

Aiko cerró los ojos, respirando profundamente. Imaginó la energía dentro de ella como un animal salvaje, esperando ser liberado. Con un grito profundo, concentró todo lo que tenía en su interior y lanzó la técnica. El rugido que salió de su boca fue potente, pero la roca, aunque se agrietó, no se rompió completamente.

Cologne la observó, impasible. —No está mal, pero aún no es lo suficientemente fuerte. Deberás hacerlo una vez más, pero esta vez con todo tu poder. ¡No te detengas, Aiko!

Aiko, temblando, se preparó para otra ronda, sintiendo cómo sus músculos y su mente se resquebrajaban, pero empujándose a seguir. Sin embargo, antes de que pudiera hacer el siguiente intento, escucharon pasos acercándose.

De repente, Ranma y Akane aparecieron por el sendero, con la vista fija en la escena. Ranma, al ver a Aiko sudando y claramente exhausta, frunció el ceño y corrió hacia ella.

—¡Aiko! ¿Qué demonios está pasando aquí? ¡Abuela, no puedes hacerle esto! —exclamó Ranma, con el tono de siempre, pero esta vez con un claro tono de preocupación.

Aiko, al escuchar la voz de Ranma, se giró rápidamente y, con los ojos brillando de determinación, le gritó: —¡No te entrometas, Ranma!

Ranma se quedó parado por un momento, sorprendido por la dureza de la respuesta. Aiko, aunque agotada, parecía más fuerte que nunca, y su mirada le dijo que no permitiría que nadie interfiriera en su entrenamiento, ni siquiera él.

Akane observó con curiosidad la tensión en el aire, pero antes de que pudiera intervenir, Cologne intervino con una sonrisa sutil.

—Déjala, Ranma. Ella ha tomado su decisión, y este es el camino que ha elegido. No será fácil, pero, si realmente quiere ser fuerte, tiene que enfrentarse a estos desafíos.

Ranma, aunque reticente, miró a Aiko y vio la determinación en sus ojos. Por alguna razón, no pudo seguir discutiendo.

—Está bien... pero, que no diga que no le advertí —murmuró Ranma, cruzándose de brazos.

Cologne asintió y, volviendo la mirada hacia Aiko, dijo: —Recuerda, Aiko. El equilibrio y la paciencia son claves. No uses tu fuerza de manera imprudente. Usa la técnica, no la fuerza bruta. ¡Rompe esa roca, o esperas que me haga vieja esperándote!

Aiko asintió, preparada para la tarea. Se puso en posición de combate, mirando a la abuela con determinación.

—"¡Muy bien, Aiko! Ahora concéntrate en tu respiración, encuentra tu centro...

Mientras Aiko intentaba seguir las instrucciones de Cologne, Ranma y Akane se fueron a armar sus tiendas de campaña. Ranma, sintiendo curiosidad, no pudo evitar hacer un comentario burlón.

—"¿crees que aiko se estrelle como ryoga cuando lo entrenó la abuela?" —dijo Ranma mientras observaba a Aiko y Cologne.

Akane, que ya estaba acostumbrada a las bromas de Ranma, le dio un empujón en el costado.

—"¡No molestes! Aiko está aprendiendo, y tu deberías dejar de interrumpir siempre con tus comentarios.

Ranma sonrió con picardía, pero en el instante en que comenzó a moverse hacia la zona de entrenamiento, no se percató de que Aiko, concentrada, había comenzado su ataque de práctica.

Con la rapidez que la joven había adquirido en sus entrenamientos, Aiko ejecutó un golpe dirigido hacia un punto específico del aire. Pero sin querer, su mano chocó contra la roca que estaba cerca de ahí justo en el momento en que Ranma pasó corriendo.

El impacto de la roca junto con la fuerza del golpe provocó una explosión de energía que envió a Ranma volando por los aires, dando varios giros antes de aterrizar en un arbusto cercano con un gran estruendo.

—"¡¿Qué demonios?! ¡Aiko! ¡¿Qué te pasa?!" —gritó Ranma, levantándose y sacudiéndose el polvo del rostro mientras todos, incluidos Akane y Cologne, se miraban sorprendidos.

Aiko, en estado de shock por lo que había sucedido, se tapó la boca con las manos.

—"¡Lo siento mucho, Ranma! ¡No era mi intención!"

Cologne, al ver la escena, no pudo evitar reírse mientras observaba a Ranma luchando por salir del arbusto, con ramas y hojas pegadas a su cuerpo.

—"¡Oh, yerno, siempre tan fácil de manejar!" —dijo la abuela entre risas. "Aiko, tal vez deberías controlar tu energía antes de lanzarla."

Ranma, con la cara roja de vergüenza y enfado, se levantó y se acercó a Aiko mientras Akane trataba de contener la risa.

—"¡Esto no es gracioso! ¡Si quieres golpear algo, al menos asegúrate de que no esté cerca!" —dijo, tomando a Aiko por los hombros, aunque la molestia en su rostro se desvaneció un poco al ver lo genuinamente arrepentida que estaba la joven.

Aiko se inclinó levemente, sonrojándose por la torpeza del momento.

—"Lo siento... no fue mi culpa. ¡Mi cuerpo todavía no sabe dónde poner toda esta energía!"

Cologne se acercó y le dio una palmadita en la cabeza a Aiko.

—"Eso es parte del proceso, querida. Aprenderás a controlar tu fuerza, pero hasta entonces... parece que Ranma será tu primer objetivo de práctica."

Ranma resopló, frotándose la cabeza mientras trataba de esconder su molestia.

—"¡No lo digas ni en broma, abuela!"

Akane, finalmente sin poder evitar la risa, rompió a reír, y con ella, todos se unieron a la carcajada. Incluso Ranma, aunque un poco avergonzado, terminó sonriendo ante lo absurda que había sido la situación.

Durante los siguientes tres días, Aiko pasó por un entrenamiento infernal. Cada mañana, Cologne la hacía realizar la técnica hasta que su cuerpo ya no respondía, y cuando parecía que iba a rendirse, la obligaba a hacerlo nuevamente. Aiko sufrió más de lo que jamás había imaginado, pero no dejó de luchar. En su interior, una nueva fuerza comenzaba a crecer, algo más allá de la simple técnica.

En el cuarto día, después de mucho esfuerzo, Aiko se plantó frente a una enorme roca, las manos temblorosas pero la mente completamente concentrada. Respiró hondo, y con un grito feroz, dejó salir todo el poder que había estado acumulando. El rugido que salió de su boca resonó en las montañas, y con una explosión de energía, la roca se desintegró en mil pedazos.

Cologne sonrió levemente, satisfecha. —Finalmente lo has hecho. Ahora tienes lo necesario para dominar esta técnica. Eres más fuerte de lo que pensabas.

Aiko, exhausta pero sonriendo, cayó de rodillas en el suelo, pero no de cansancio, sino de orgullo. Había logrado lo imposible.

—Lo logré... —susurró, mirando las piedras dispersas.

Ranma y Akane, que habían estado observando en silencio, se acercaron, sorprendidos.

—¡Lo hiciste, Aiko! ¡Eso fue impresionante! —exclamó Akane, sonriendo con entusiasmo.

Ranma, aunque más serio, no pudo evitar sentir una mezcla de admiración y alivio. —Te dije que podías hacerlo... pero, ¿estás bien? No te sobreexijas.

Aiko, aunque cansada, le dedicó una mirada confiada a Ranma. —Estoy bien, Ranma. Todo esto es parte de lo que necesito. Y no me detendré.

Cologne, viéndolos desde atrás, murmuró para sí misma. Esta chica tiene algo especial. Yerno, deberías estar orgulloso de ella. A demostrado ser digna hija tuya, me hubiera gustado que mi nieta fuera su madre pero al parecer el destino no puede ser alterado.

El sol comenzaba a ponerse mientras Ranma caminaba por el sendero hacia el dojo Tendo, llevando a Aiko desmayada en sus brazos. Su rostro mostraba una mezcla de preocupación y cansancio, aunque intentaba disimularlo con su típica expresión seria. Aiko había agotado todo su cuerpo tras dominar la técnica, cayendo inconsciente al poco tiempo de terminar el entrenamiento.

—No puedo creer que se haya esforzado tanto —dijo Ranma en voz baja, más para sí mismo que para los demás.

Akane caminaba a su lado, con una toalla húmeda en la mano que usaba para limpiar el rostro de Aiko de vez en cuando. —Fue impresionante lo que hizo, pero no sé si fue demasiado. La abuela no se detuvo ni un segundo con ella.

—Esa vieja siempre hace las cosas a su manera —respondió Ranma con una mueca—. Pero Aiko... bueno, es más fuerte de lo que pensé.

—¿Eso es un cumplido? —preguntó Akane, arqueando una ceja mientras intentaba esconder una sonrisa.

—¡No dije nada raro! Solo digo que... ya sabes, es una amiga, y es bueno que esté logrando algo importante para ella —respondió Ranma, desviando la mirada.

Cologne, quien los seguía unos pasos atrás, caminaba tranquila con su bastón, observándolos en silencio. Aunque no decía nada, parecía satisfecha con lo que había logrado Aiko y con la manera en que su fortaleza estaba impresionando a todos, incluso a Ranma.

Sin embargo, mientras el grupo avanzaba, una figura oculta entre las sombras los observaba detenidamente desde un acantilado cercano. Sus ojos brillaban con resentimiento, y su presencia irradiaba una oscura intención.

—Ranma Saotome... —susurró la figura, apretando los puños con fuerza—. Has arruinado mi vida en más ocasiones de las que puedo contar. Pero esta vez, no te saldrás con la tuya.

La figura dio un paso atrás, dejando que las sombras lo envolvieran. Su voz baja resonó con odio.

—No solo tú pagarás por lo que me hiciste... también lo harán todas las personas importantes para ti. Prepárate, Ranma, porque mi venganza será implacable.

Mientras tanto, Ranma y los demás continuaban su camino, ajenos a la amenaza que se cernía sobre ellos.

—¿Cuánto falta para llegar al dojo? —preguntó Akane, mirando a Ranma.

—No mucho. Aiko necesita descansar en un lugar cómodo, y pronto. Está completamente agotada —respondió Ranma, ajustando a Aiko en sus brazos para asegurarse de que estuviera cómoda.

—Es fuerte, pero debería aprender a no sobrepasar sus propios límites —murmuró Akane, con una leve preocupación en su voz.

—Eso es algo que todos deberíamos aprender —dijo Cologne desde atrás, con un tono enigmático—. Pero a veces, para ser verdaderamente fuertes, debemos llegar al límite. Aiko lo entenderá.

Los cuatro continuaron avanzando mientras el cielo se oscurecía. La amenaza que se escondía en las sombras aún permanecía invisible, pero el peligro no estaba lejos, y el equilibrio que habían logrado podría romperse en cualquier momento.

Continuará......

N/A: me ha gustado hacer esta historia y debo informar que estamos a pocos capítulos de terminarla. Es corta pero buena y ojalá les esté gustando ^-^

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