Capitulo 11
La noche caía sobre Nerima, y Cologne, con su característico bastón, caminaba a paso firme hacia la casa de un viejo conocido, alguien que podía tener respuestas sobre el clan Fujiwara. Mientras tanto, Ranma y los demás permanecían en el dojo, intentando encontrar pistas para rescatar a Akane.
Cologne llegó a una pequeña tienda de antigüedades en el corazón del distrito, iluminada tenuemente por una lámpara de aceite. Golpeó la puerta con el extremo de su bastón y esperó. Un anciano de barba blanca y rostro arrugado abrió la puerta lentamente, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y reconocimiento.
—Cologne... hace años que no vienes por aquí —dijo el hombre, inclinándose ligeramente en señal de respeto.
—No tengo tiempo para charlas, Takeshi. Necesito información sobre el clan Fujiwara —dijo Cologne sin rodeos.
El anciano frunció el ceño al escuchar el nombre, haciendo un gesto para que Cologne entrara. Se sentaron frente a una mesa baja, y Takeshi suspiró profundamente antes de hablar.
—El clan Fujiwara es legendario, no solo por su linaje sino también por su destreza en las artes marciales. Se dice que cada generación desarrolla técnicas únicas que combinan fuerza bruta y precisión letal. Si uno de ellos está aquí, no será por algo trivial. ¿Qué necesitas saber?
—Un joven llamado Rei, representante del clan, ha secuestrado a una chica que es importante para nosotros —dijo Cologne con tono serio. —Quiero saber dónde podría haberla llevado.
Takeshi se llevó una mano al mentón, pensativo. —Si Rei está involucrado, es probable que la haya llevado a la Cueva de los Fujiwara. Es un lugar sagrado para ellos, donde entrenan y purgan a sus enemigos. Pero llegar allí no será fácil. Está oculta en las montañas y rodeada de trampas mortales.
Mientras Cologne procesaba la información, en el dojo, Ranma comenzó a sentirse inquieto. Cerró los ojos por un momento, y un leve recuerdo comenzó a tomar forma en su mente.
Era un día soleado, años atrás, cuando Ranma y su padre estaban de viaje durante su interminable entrenamiento. Habían llegado a una zona montañosa donde encontraron una casa grande, rodeada de árboles. Genma, como siempre, no se molestó en pedir permiso y entró a los terrenos buscando algo de comida.
De repente, un adolescente de cabello castaño y ojos zafiro salió al encuentro de Ranma. Su postura era firme, y sus ojos ardían con determinación.
—¿Quiénes son ustedes para invadir mi casa? —demandó el chico, poniéndose en guardia.
—¡Relájate! Solo estamos de paso —respondió Ranma con desdén, pero el chico no pareció convencido.
—No permitiré que extraños interrumpan en mi hogar. ¡Te desafío! —exclamó, lanzándose contra Ranma.
La pelea fue intensa, cada golpe y técnica ejecutada con precisión. Ranma apenas logró ganar, derrotándolo por una diferencia mínima. El chico, jadeante, cayó al suelo, pero no dejó de mirarlo con rencor.
Ranma abrió los ojos abruptamente, regresando al presente. —Ese chico... —murmuró—. Rei... ¿podría ser él?
Cologne regresó al dojo justo a tiempo para escuchar la última parte de la frase. —¿Qué dijiste, Ranma? —preguntó, fijando su mirada en él.
Ranma frunció el ceño. —Creo que recuerdo haberlo conocido antes. Cuando era un niño, lo derroté en una pelea cerca de su casa. Apenas fue una victoria, pero... eso podría explicar por qué me odia tanto.
—Eso encaja con lo que me dijo Takeshi —respondió Cologne—. Si Rei quiere vengarse, seguramente está en la Cueva de los Fujiwara. Es ahí donde lleva a sus víctimas. Pero será un lugar peligroso.
Ranma se puso de pie, apretando los puños. —No me importa lo peligroso que sea. Voy a ir por Akane y traerla de vuelta.
Aiko y Ryoga, que habían estado escuchando, intercambiaron miradas y se pusieron de pie también.
—No te dejaremos ir solo, Ranma —dijo Aiko con firmeza.
—Akane es importante para mí también —agregó Ryoga, aunque su rostro mostraba un leve rubor.
Cologne asintió, mirando al grupo con seriedad. —Entonces prepárense. Nos dirigiremos a las montañas al amanecer. Si Rei está en la cueva, necesitaremos toda nuestra fuerza para enfrentarlo.
El grupo avanzaba a través de un sendero estrecho en las montañas, guiados por Cologne. Ranma iba al frente, con una expresión tensa y el ceño fruncido. Aunque intentaba ocultarlo, era evidente que la preocupación lo estaba carcomiendo. "No puedo perderla... No otra vez," pensaba mientras apretaba los puños con fuerza.
Aiko y Ryoga caminaban detrás de él, intercambiando miradas de preocupación. Aiko intentó animar el ambiente. —Oye, Ranma, no te preocupes tanto. Llegaremos a tiempo, y Akane estará bien.
—¡Cállate! —gruñó Ranma, sin voltear. —No entiendes nada...
Ryoga, irritado, frunció el ceño. —¡Oye, Ranma! No eres el único que se preocupa por Akane. Si no vas a ser útil, al menos no la hagas más difícil para los demás.
Cologne interrumpió antes de que la discusión escalara. —¡Silencio! Necesitamos concentrarnos. Este camino está lleno de trampas y obstáculos. Si pierden el enfoque, no llegarán muy lejos.
Mientras tanto, en la cueva, Akane abrió lentamente los ojos. Su cuerpo estaba adolorido, y el frío de la cueva la hacía temblar. Miró a su alrededor, dándose cuenta de que estaba sola en su rincón, salvo por Rei, que estaba de pie a unos metros de distancia, mirando hacia la entrada con los brazos cruzados.
—¿Por qué...? —comenzó a decir Akane, su voz débil. —¿Por qué odias tanto a Ranma?
Rei giró lentamente la cabeza hacia ella, su expresión llena de amargura. —¿Por qué? —repitió con una sonrisa sarcástica—. Porque hace años, él me humilló.
Akane lo miró confundida. Rei continuó, su tono lleno de resentimiento.
—Era apenas un niño cuando vino con su padre. No pidieron permiso, no mostraron respeto. Cuando lo enfrenté para defender mi hogar, Ranma me derrotó... aunque por poco.
Akane frunció el ceño. —¿Y eso qué tiene de malo? Fue una pelea, no una humillación.
Rei la miró fijamente, sus ojos azules brillando con furia. —¡No entiendes nada! —gritó, dando un paso hacia ella. —En mi clan, una derrota es una deshonra. Mi fracaso frente a Ranma me hizo perder el respeto de mi familia. Me expulsaron del clan Fujiwara por ser débil, todo por culpa de él.
Akane sacudió la cabeza, incrédula. —Eso es... absurdo. ¿Tu propia familia te rechazó por perder una pelea?
Rei se inclinó hacia ella, con una sonrisa fría. —Para un clan de guerreros, el honor lo es todo. Tú no entenderías eso... especialmente alguien como tú, que no tiene derecho a llamarse artista marcial.
Akane apretó los dientes, furiosa. —¿Qué quieres decir con eso?
—Eres débil. Una niña mimada que juega a ser fuerte. ¿Qué haces en las artes marciales? Deberías dedicarte a otra cosa, porque no tienes lo necesario para sobrevivir en este mundo.
Las palabras de Rei cayeron como un martillo sobre Akane, pero ella se negó a ceder. Aunque el miedo y la inseguridad la acechaban, no iba a dejar que este hombre la pisoteara.
—Tal vez no soy la más fuerte... —dijo con la voz temblorosa, pero con una mirada decidida—. Pero no necesito tu aprobación para saber quién soy.
Rei soltó una carcajada seca y se giró, dejándola sola nuevamente. —No pierdas tu tiempo hablando, niña. Pronto Ranma vendrá, y entonces terminaré con él... y con todos los que se interpongan en mi camino.
Akane apretó las manos en puños mientras las lágrimas intentaban salir, pero no les permitió caer. "Ranma... sé que vendrás," pensó, aferrándose a la esperanza. "Solo necesito resistir hasta entonces."
El grupo seguía avanzando por el accidentado terreno montañoso cuando, entre los árboles, divisaron una pequeña cabaña cubierta de musgo. Frente a la cabaña, un anciano de larga barba blanca y mirada penetrante estaba sentado en un tronco, tallando un bastón con paciencia. Al verlos acercarse, levantó la vista y sonrió, como si los estuviera esperando.
—Vaya, vaya... ¿qué trae a un grupo tan peculiar a estas montañas peligrosas? —preguntó con una voz ronca pero llena de sabiduría.
Cologne dio un paso al frente y lo observó con atención. —Buscamos la guarida del clan Fujiwara. Uno de sus integrantes tiene a una amiga nuestra.
El anciano dejó de tallar y entrecerró los ojos. —El clan Fujiwara... Ahora entiendo. No muchos se atreven a enfrentarlos. Pero parece que ustedes están decididos.
Ranma, con impaciencia, dio un paso adelante. —Si sabes dónde están, dínoslo. No tenemos tiempo que perder.
El anciano lo miró fijamente, como si evaluara su determinación. Luego, asintió lentamente. —Muy bien, los llevaré. Pero sepan que ese lugar no es para los débiles. Si van a enfrentarse a ese clan, deben estar preparados para todo.
Guiados por el anciano, el grupo avanzó por un camino oculto entre los árboles. A cada paso, Ranma sentía cómo su preocupación por Akane crecía, y sus pensamientos se llenaban de imágenes de ella enfrentándose sola a Rei. Aiko y Ryoga también estaban tensos, cada uno perdido en sus propias preocupaciones.
Finalmente, llegaron a la entrada de una cueva oculta entre las rocas. El anciano señaló hacia la oscura abertura. —Ahí está. Esa es la guarida del clan Fujiwara. Adentro encontrarán a su amiga... si es que aún está con vida.
Ranma no esperó más. Sin decir una palabra, se adentró corriendo en la cueva, seguido de cerca por los demás.
Mientras tanto, en el interior, Akane estaba agazapada en un rincón, observando a Rei desde las sombras. Su cuerpo aún dolía por los golpes recibidos, pero su espíritu seguía firme. Aprovechando un momento de distracción de Rei, decidió actuar. Se lanzó hacia él con todas sus fuerzas, intentando sorprenderlo por la espalda.
Sin embargo, Rei, con reflejos impecables, giró rápidamente y la detuvo. —¿En serio pensaste que podrías sorprenderme? —preguntó con una sonrisa despectiva.
Akane forcejeó con él, pero Rei, furioso, la golpeó con fuerza, haciéndola retroceder hasta el borde de un precipicio dentro de la cueva. Antes de que pudiera recuperar el equilibrio, Rei la empujó, y Akane cayó al vacío.
—¡Akane! —gritó Ranma, quien había llegado justo a tiempo para verla caer. Sin dudarlo, se lanzó tras ella, logrando atraparla en el aire y sujetándola con fuerza mientras se aferraba a una saliente con la otra mano.
—Ranma... —susurró Akane, su voz llena de alivio y miedo.
Ranma la miró con una intensidad que pocas veces mostraba. —¿Estás bien? —preguntó, aunque sus ojos ya buscaban a Rei, llenos de furia.
Subiéndola de vuelta al borde con cuidado, Ranma se levantó, mirando a Rei con una ira palpable. Sus ojos ardían, y sus puños temblaban de rabia.
—¿Cómo te atreves...? —dijo en un tono bajo pero lleno de peligro. —como te atreves a tocar a Akane y encima ponerla en peligro... ¡Me las pagarás con tu vida!
Rei sonrió con arrogancia, levantando los brazos en una postura de combate. —Inténtalo, Saotome. Esta vez no será como cuando éramos niños. Esta vez, no perderé.
Ranma se lanzó hacia él como un vendaval, su cuerpo movido no solo por su habilidad marcial, sino por la rabia de ver a Akane herida. Sin darle tiempo a procesar ranma le dio un golpe limpio a Rei estrellándolo contra la pared de rocas que estaba cubierta por una cascada. La pelea estaba por comenzar, y el choque de voluntades sería devastador.
Rei limpió la sangre del costado de su boca con el dorso de la mano mientras una sonrisa burlona se formaba en su rostro. —No entiendo por qué te preocupas tanto por esa chica —dijo con un tono frío y calculador, mientras sus ojos brillaban con un deje de malicia. —No parece nada especial. Solo es una carga que te debilita.
Ranma, con los puños cerrados y la mandíbula apretada, avanzó un paso hacia él. —Eso no es de tu maldito asunto —respondió, con la voz cargada de furia contenida.
Rei rio con desprecio, levantando la barbilla para mirar a Ranma con superioridad. —¿De verdad crees que puedes protegerla? Eres fuerte, Saotome, pero no lo suficiente. Y cuando te derrote, me la llevaré. Quien sabe? Tal vez hasta esa chica tenga el privilegio de desposarse con alguien como yo después de todo no está tan mal. —dijo mientras recorría de arriba hacia abajo la figura de Akane.
El comentario fue la chispa que encendió el fuego. Ranma perdió lo poco de paciencia que le quedaba. Su mirada, intensa y determinada, se fijó en Rei como si el mundo entero desapareciera a su alrededor. —¡Nadie me va a separar de Akane! ¡Jamás! ¡Porque ella es mi prometida! Y se va a casar conmigo!
Con un grito lleno de rabia, Ranma se lanzó hacia Rei con una velocidad que lo tomó por sorpresa. Antes de que Rei pudiera reaccionar, Ranma le propinó otro golpe pero esta vez directo en el abdomen con toda su fuerza. El impacto resonó en la cueva como un trueno, y Rei, con los ojos abiertos de par en par, escupió sangre mientras su cuerpo se doblaba por el dolor.
—Eso es por Akane, ¡y por todo lo que le has hecho! —exclamó Ranma, su voz vibrando con una mezcla de furia y determinación.
Rei retrocedió tambaleándose, llevándose una mano al abdomen mientras intentaba recuperar el aliento. Aunque aún intentaba mantenerse en pie, era evidente que el golpe lo había afectado gravemente.
—Tú... —murmuró entre jadeos, mirando a Ranma con incredulidad. No esperaba tanta fuerza, ni esa furia que parecía haber potenciado sus habilidades. —Parece que te subestimé pero no correrás la misma suerte una tercera vez.
Ranma no respondió. Su postura seguía firme, y su mirada ardía con la intensidad de alguien que estaba dispuesto a luchar hasta el final. Detrás de él, Akane lo miraba, todavía recuperándose del susto, con una mezcla de alivio y admiración.
—Ranma... —susurró, aunque su voz no llegó a oídos de él, quien seguía enfocado únicamente en Rei.
Rei se enderezó lentamente, aunque su cuerpo temblaba por el dolor. Una sonrisa amarga se formó en su rostro. —Esto... aún no termina —dijo, preparando su siguiente movimiento, aunque sabía que esta vez, Ranma no sería tan fácil de superar.
La batalla entre ambos estaba lejos de terminar, pero Ranma tenía algo que Rei nunca podría entender: una razón para luchar que iba más allá de sí mismo.
Continuará.....
Grite como fan a la hora de escribir el capítulo. Me re emocione y eso que falta la parte más importante de la batalla, prepárense para el siguiente capituló 😉
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