Capitulo 10
Aiko estaba sumida en un sueño inquietante. En su mente, se encontraba en el dojo Tendo, frente a su madre, quien tenía los brazos cruzados y una expresión severa.
—¿De verdad crees que puedes ser una artista marcial? —gritó Akane, con una voz más dura de lo que Aiko jamás había escuchado—. ¡Nunca serás buena en esto! ¡Estás perdiendo el tiempo!
Aiko retrocedió, sintiendo un peso en su pecho. Quería responder, quería defenderse, pero las palabras no salían. En cambio, Akane continuaba, su voz resonando como un eco en la nada.
—No tienes lo que se necesita. Eres débil, Aiko. No importa cuánto te esfuerces, nunca serás como tú padre o siquiera como yo cuando me dedicaba a esto. Asúmelo y mejor dedícate a hacer algo útil como el estudio.
Las palabras la golpeaban como si fueran físicas. Aiko se encogió, temblando, mientras el mundo a su alrededor se volvía oscuro.
De repente, todo desapareció. Aiko abrió los ojos de golpe, jadeando y cubierta de sudor frío. Su corazón latía con fuerza, y por un momento, no pudo distinguir si estaba despierta o aún atrapada en el sueño.
—¿Aiko? —la suave voz de Kasumi la sacó de su estado de confusión. Kasumi estaba sentada junto a ella, con su característico gesto tranquilo y amable, sosteniendo una bandeja con algo de comida.
—¿K-Kasumi? —murmuró Aiko, todavía intentando orientarse. Miró a su alrededor y reconoció el lugar en el que estaba. Era su habitación, estaba acostada en su futón.
—Has estado inconsciente durante dos días. La abuela dijo que tu cuerpo necesitaba mucho descanso después del entrenamiento tan intenso. ¿Estás bien? —preguntó Kasumi, inclinándose un poco para observarla mejor.
Aiko asintió lentamente, todavía recuperándose del impacto del sueño. —Sí... solo tuve un mal sueño. Nada importante.
Kasumi notó el sudor en su frente y le ofreció un paño húmedo. —Parece que fue un sueño muy intenso. ¿Tienes hambre? Preparé algo ligero para que comas. Necesitas recuperar fuerzas
Aiko, a pesar de su cansancio, no pudo evitar sonreír ante la amabilidad de Kasumi. —Gracias... creo que sí tengo un poco de hambre.
Kasumi le pasó la bandeja con una sopa caliente y un poco de té. Aiko tomó un sorbo, dejando que el calor calmara su cuerpo y mente. Aunque el sueño seguía rondando en su cabeza, decidió no mencionarlo. No quería preocupar a Kasumi ni a los demás.
Mientras comía, Kasumi la observó con tranquilidad. —Pareces esforzarte mucho por mejorar. Eso es admirable, Aiko. Pero recuerda que no necesitas hacerlo sola. Tienes amigos que se preocupan por ti.
Aiko asintió, sintiendo un pequeño alivio en sus palabras. Quizás... quizás sí tengo gente que cree en mí, pensó. Pero aún no podía quitarse de la mente las palabras de su madre en su sueño, aunque sabía que no eran reales o al menos no del todo.
Con una nueva determinación, Aiko decidió que demostraría que podía ser fuerte, no solo para ella misma, sino también para las personas que la apoyaban.
Ranma y Akane entraron en la habitación de Aiko poco después de que Kasumi saliera con la bandeja vacía. Ranma llevaba las manos en los bolsillos, con su típica expresión despreocupada, mientras que Akane lo seguía con una mezcla de curiosidad y preocupación.
—Bueno, parece que finalmente despertaste —comentó Ranma, inclinándose un poco para mirar a Aiko, quien aún estaba recostada—. ¿Cómo te sientes? ¿Todavía te duele algo?
—Estoy bien, solo un poco rígida de estar tanto tiempo en cama —respondió Aiko, tratando de sonreír pero sintiéndose todavía un poco débil.
—Dos días enteros en cama... Eso no es poco, Aiko. Deberías tomarte las cosas con más calma —dijo Akane, cruzándose de brazos, aunque su tono era más suave que de costumbre.
Aiko suspiró, mirando a ambos. —Lo sé, lo sé. Pero ya estoy cansada de estar aquí sin hacer nada. Necesito salir, estirarme un poco.
Akane sonrió, viendo la determinación en los ojos de Aiko. —Bueno, si realmente quieres levantarte, te ayudaré. Pero no te esfuerces demasiado, ¿de acuerdo?
Con cuidado, Akane se acercó para ayudar a Aiko a levantarse. Ranma, aunque fingía que no le importaba, vigilaba desde un lado, listo para intervenir si era necesario. Con algo de esfuerzo, Aiko logró ponerse de pie, apoyándose en Akane.
—Gracias, Akane. Creo que caminar un poco me hará bien —dijo Aiko, aunque sus piernas aún temblaban un poco.
—No exageres, o terminarás inconsciente otros dos días —dijo Ranma con una media sonrisa.
Una vez en la sala, Aiko se sorprendió al encontrarse con Cologne, quien estaba sentada tranquilamente, sorbiendo una taza de té. La anciana levantó la mirada cuando vio entrar al grupo, sus ojos brillando con esa astucia característica.
—Vaya, parece que ya estás de pie, pequeña. Me alegra ver que no te rendiste después de ese entrenamiento —dijo Cologne, su tono tan seco como siempre.
Aiko asintió, todavía apoyándose en Akane. —Gracias por preocuparse... supongo.
Cologne dejó su taza de té y se levantó, caminando lentamente hacia Aiko. Se detuvo a su lado y, sin que Ranma ni Akane lo notaran, le hizo un gesto para que la siguiera.
—Ven conmigo un momento, niña. Tengo algo que decirte —murmuró Cologne en voz baja.
Aiko, intrigada, miró a Akane. —¿Podrías darme un segundo? Creo que la abuela quiere hablar conmigo.
—¿Estás segura? —preguntó Akane, un poco dudosa.
—Sí, no te preocupes. Estaré bien.
Con algo de esfuerzo, Aiko siguió a Cologne hasta un rincón más privado de la casa. La anciana esperó a que estuvieran fuera del alcance de los demás antes de hablar.
—Tu caja musical ya está lista —dijo Cologne, sacando un pequeño objeto envuelto en tela de su bolso y entregándoselo a Aiko.
Aiko tomó el paquete con cuidado, sintiendo el peso familiar de la caja musical. —¿Entonces ya... puedo usarla?
Cologne asintió. —La caja se ha llenado de energía lunar, como te dije. Ahora está completamente funcional. Si quieres usarla, puedes hacerlo cuando desees. También, si lo prefieres, puedes irte ahora.
Aiko miró la caja por un momento, en silencio. Había esperado mucho tiempo para este momento, pero ahora que tenía la oportunidad de irse, algo la detenía. Miró hacia el salón, donde Ranma y Akane conversaban, y se preguntó si realmente estaba lista para dejarlos atrás.
—Gracias, abuela Cologne. Lo pensaré —respondió finalmente, guardando la caja con cuidado.
La anciana asintió, satisfecha. —Hazlo, pero recuerda: las decisiones importantes no deben tomarse a la ligera.
Ambas regresaron a la sala, donde Akane seguía observándola con curiosidad, y Ranma, aunque pretendía no interesarse, lanzaba miradas rápidas. Aiko se sentó con ellos, sintiendo el peso de la caja en su bolsillo y en su corazón. ¿Realmente estaba lista para usarla y seguir adelante?
El ambiente en la sala del dojo Tendo era relajado mientras Ranma, Akane, Aiko y Cologne conversaban sobre el entrenamiento reciente. Ranma, con los brazos cruzados, no perdía la oportunidad de burlarse un poco.
—¿Así que finalmente dominaste esa técnica? Debió ser difícil con esa vieja tan exigente enseñándote —dijo Ranma con una sonrisa.
—Silencio, chico insolente. Aiko mostró un potencial que no creí ver en alguien tan... novata —respondió Cologne con su característico tono burlón, ganándose una mirada molesta de Ranma.
—Fue difícil, pero lo logré. Aunque no habría sido posible sin la ayuda de la abuela Cologne —admitió Aiko con una leve sonrisa, sintiendo aún el peso del arduo entrenamiento en su cuerpo.
Akane, sentada al lado, asintió. —Aiko, lo que hiciste fue increíble. No sé si yo habría aguantado ese nivel de entrenamiento.
De repente, Cologne alzó una mano, indicándoles que guardaran silencio. Su mirada se endureció, y sus ojos brillaron con una mezcla de alerta y preocupación.
—¿Qué pasa? —preguntó Ranma, frunciendo el ceño al notar el cambio en la expresión de Cologne.
—Siento un aura extraña... y peligrosa —respondió Cologne en voz baja, mientras giraba hacia la puerta, como si intentara localizar el origen de la perturbación.
Antes de que alguien pudiera reaccionar, un fuerte estruendo sacudió el dojo. La madera crujió y polvo se levantó mientras una figura alta y oscura atravesaba la pared con un salto, aterrizando en medio de la sala.
—¡Ranma Saotome! —gritó el intruso con una voz grave y llena de odio—. ¡Finalmente te encuentro!
Ranma dio un paso adelante, poniéndose en guardia, mientras Aiko y Akane retrocedían ligeramente. Cologne observaba al extraño con ojos entrecerrados, analizándolo.
—¿Quién eres? —preguntó Ranma, su tono desafiante.
—Soy Fujiwara Rei —respondió el hombre, sus ojos llenos de furia—, y he venido a vengarme. ¡Me lo arrebataste todo, y ahora te haré pagar destruyendo todo lo que te importa!
—¿Vengarte? ¿De qué estás hablando? ¡Ni siquiera sé quién eres! —dijo Ranma, confundido pero listo para el combate.
Rei no respondió, solo lanzó un ataque directo a Ranma, quien lo esquivó por poco. Cologne intervino rápidamente, posicionándose entre ambos.
—Esto no es asunto tuyo, anciana, pero si insistes en interferir... —dijo Rei, lanzándose contra Cologne con una velocidad sorprendente.
Cologne logró bloquear los primeros golpes, utilizando su bastón con precisión, pero el poder de Rei era abrumador. Con un ataque devastador, la anciana fue lanzada contra la pared, quedando inmóvil.
—¡Abuela Cologne! —gritó Aiko, intentando acercarse, pero Ranma se lanzó contra Rei antes de que ella pudiera hacer algo.
—¡No te saldrás con la tuya! —gritó Ranma, atacando con todas sus fuerzas. Sin embargo, Rei parecía anticipar cada uno de sus movimientos. Con un golpe certero, lo derribó, dejándolo aturdido en el suelo.
—Eres más débil de lo que esperaba, Ranma. Esto será más fácil de lo que pensé —se burló Rei mientras se dirigía hacia Akane.
—¡No te atrevas a tocarla! —gritó Ranma, tratando de levantarse, pero Rei lo pateó nuevamente, dejándolo fuera de combate.
Akane intentó retroceder, pero Rei la tomó del brazo con fuerza.
—¡Suéltame! —exigió Akane, luchando por liberarse, pero Rei era demasiado fuerte.
—No solo te derrotaré, Ranma. También destruiré a quienes amas. Empezaré con ella —dijo Rei, mientras cargaba a Akane y saltaba fuera del dojo, desapareciendo en la noche.
—¡Akane! —gritó Ranma, tratando de levantarse, pero sus fuerzas lo traicionaron.
Aiko corrió hacia él, ayudándolo a ponerse de pie. Su rostro mostraba una mezcla de preocupación y determinación.
—Tenemos que hacer algo. No podemos dejar que se la lleve —dijo Aiko, mirando a Ranma a los ojos.
Ranma, temblando de rabia, apretó los puños. —Voy a recuperarla... ¡y ese tipo va a pagar por lo que hizo!
Ranma estaba de pie, todavía tambaleándose, con el ceño fruncido y los puños apretados. Aiko permanecía a su lado, ayudándolo a mantenerse en pie mientras ambos intentaban procesar lo que acababa de suceder. Cologne, aunque visiblemente herida, se acercó lentamente con su bastón, su mirada fija en Ranma.
—Ranma, debo saber algo... —dijo Cologne con seriedad, deteniéndose frente a él—. ¿De dónde conoces a ese chico?
Ranma negó con la cabeza, frustrado. —¡No lo sé! ¡Nunca lo había visto en mi vida!
Cologne lo observó con detenimiento, evaluando su respuesta. Después de un momento, suspiró profundamente.
—Ese hombre, Rei, no es cualquier enemigo, Ranma. Has metido la cabeza en un nido de avispas. Pertenece al clan Fujiwara, un grupo extremadamente poderoso y peligroso.
—¿El clan Fujiwara? —preguntó Aiko, frunciendo el ceño mientras ayudaba a Ranma a sentarse.
Cologne asintió. —Es una familia antigua, conocida por su habilidad en las artes marciales y sus técnicas únicas. Rei es uno de sus representantes más temidos. Si se ha presentado aquí, significa que tiene un motivo muy personal para vengarse de Ranma.
Ranma apretó los dientes, frustrado. —¡Pero ya te dije que no lo conozco! ¿Por qué estaría buscando venganza contra mí?
—No importa si lo recuerdas o no. El daño ya está hecho, y ahora ese hombre tiene a Akane —dijo Cologne con severidad.
Antes de que pudieran seguir hablando, se escuchó un fuerte grito desde la entrada del dojo.
—¡Ranma, esta vez no te lo perdonaré! —exclamó Ryoga mientras irrumpía en la sala, con el rostro lleno de furia.
—¿Qué demonios haces aquí, Ryoga? —gruñó Ranma, girándose hacia él, claramente irritado.
—¡Vi cómo ese hombre se llevaba a Akane! ¡Y todo esto es tu culpa! —gritó Ryoga, avanzando hacia Ranma con el puño levantado, listo para golpearlo.
Pero antes de que pudiera siquiera acercarse, Aiko reaccionó rápidamente. Con una patada veloz, golpeó a Ryoga en el costado, deteniéndolo en seco y haciéndolo retroceder unos pasos.
—¡No es momento para tus tonterías, Ryoga! —gritó Aiko, poniéndose entre él y Ranma—. ¡Akane está en peligro, y lo último que necesitamos es que pierdas el tiempo peleando con Ranma!
Ryoga, sorprendido por el golpe y las palabras de Aiko, la miró con incredulidad. —¿Qué...?
—Si realmente te importa Akane, en lugar de atacar a Ranma, deberías ayudar a encontrarla —dijo Aiko, con la voz firme y decidida.
Ryoga bajó lentamente el puño, aunque todavía se veía frustrado. —Tienes razón... pero si algo le pasa a Akane, Ranma, juro que te haré pagar.
Ranma, todavía molesto, se levantó con esfuerzo. —¡Cállate, Ryoga! Como si fuera a dejar que algo le pase a Akane.
Cologne golpeó el suelo con su bastón, llamando la atención de todos. —¡Basta de discusiones inútiles! Si queremos salvar a Akane, debemos actuar con inteligencia. Ranma, Ryoga, Aiko... prepárense. Iremos tras Rei y recuperaremos a Akane, pero no será fácil enfrentarse a alguien como él.
Aiko asintió, decidida. Ryoga frunció el ceño, pero no dijo nada más. Ranma, con los ojos llenos de determinación, apretó los puños.
—No importa quién sea Rei o qué tan fuerte sea. Voy a recuperar a Akane, cueste lo que cueste.
En la fría penumbra de la cueva, Akane fue arrojada sin ceremonias contra una pared de roca por Rei, quien la observaba con desdén. El aire húmedo y pesado hacía que respirar fuera incómodo, pero Akane no dejó que su mirada reflejara miedo. En cambio, cuando Rei se inclinó para agarrarla nuevamente y depositarla en un espacio que había preparado, ella reaccionó instintivamente, levantando la rodilla con fuerza y golpeándolo en el estómago.
Rei retrocedió un paso, sorprendido por un momento, pero su expresión rápidamente se tornó en una mezcla de furia y desprecio.
—¡Tienes agallas, te lo concedo! —gruñó, limpiándose la chaqueta con desdén—. Pero cometiste un gran error.
Antes de que Akane pudiera responder, Rei la agarró del brazo con fuerza y le lanzó un golpe directo al rostro. El impacto la hizo tambalearse y caer al suelo, mientras sentía el calor de la sangre brotar de su labio partido.
—Escucha bien, niña —dijo Rei, mirándola desde arriba con una expresión dura—. No me importa que seas mujer. No voy a contenerme solo por eso. Si te atreves a desafiarme, sufrirás las consecuencias como cualquier otro.
Akane, con las manos temblando, se limpió el labio mientras lo miraba con furia. —No soy una niña indefensa... ¡Soy una artista marcial!
Rei soltó una carcajada fría, cruzándose de brazos. —¿Tú? ¿Artista marcial? No me hagas reír. Gente como tú ni siquiera debería usar ese título. Eres débil. Siempre lo has sido, y siempre lo serás.
Las palabras de Rei se clavaron en Akane como puñales, pero ella mantuvo su mirada desafiante. Sin embargo, cuando Rei se giró y comenzó a caminar hacia la entrada de la cueva, sus pasos resonando en el silencio, Akane sintió una oleada de impotencia apoderarse de ella.
Rei se detuvo un momento en la entrada, mirando por encima del hombro. —Quédate ahí y no intentes nada estúpido. Si intentas escapar, lo lamentarás.
Sin esperar respuesta, desapareció en la oscuridad, dejándola sola.
Akane, ahora sin fuerzas, se arrastró hacia una esquina de la cueva. Se sentó con las rodillas abrazadas contra el pecho, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas.
—"Ranma..." —pensó, cerrando los ojos con fuerza mientras el dolor físico y emocional la abrumaban—. "¿Dónde estás? ¿Por qué no estás aquí?"
Su cuerpo temblaba mientras las palabras de Rei resonaban en su cabeza, recordándole lo que había dicho sobre su debilidad. "¿Soy realmente tan débil?" se preguntó, con la voz interior rota.
—Ranma... —murmuró en voz baja, su voz temblorosa perdida en el eco de la cueva—. Por favor... ven por mí.
El frío de la noche comenzó a filtrarse en la cueva, pero para Akane, el dolor en su corazón era mucho más profundo que cualquier frío físico.
Continuará......
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