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12| Leia Loud

Categoría: T

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Después de haber tenido una pequeña charla con su hija Lupa, Lincoln entró nuevamente a la casa, encontrándose con la mayoría de sus hijos viendo la television. El control remoto estaba en poder de Lacy. Lincoln sonrío, sabia muy bien quien era la que obtenía o se apodera del control remoto más veces en su infancia. Siempre fue su hermana Lynn, sus energías opacaban al resto, no se podía hacer nada contra ella cuando se trataba de resistencia o perseverancia. Ahora hay una heredera de todo lo que fue Lynn en su juventud, hasta se diría que es más buena que Lynn.

No quiso interrumpir un momento, que parecía tranquilo, con su presencia. Todavía es consciente de que su presencia no es grata para la mayoría de su familia.

"¡No es justo!" Un grito llamó la atención del hombre que giró su mirada a las escaleras. Ahí pudo ver como una enfadada Leia salia del cuarto de su Madre Lola. Inflaba sus mejillas y apretaba sus puños con fuerza.

Al bajar, se encontró frente a su padre quien, con un simple gesto, se ofreció a escucharla. "¿Sucede algo, cariño?"

Leia se cruzó de brazos y desvío la mirada. "Mamá no quiere acompañar al centro comercial. Hay nuevos vestidos y accesorios que quería ver por que son limitados." Lincoln sonrío. Eran las mismas palabras que Lola decía cuando un producto nuevo salia cada semana.

"¿Ya le prefuntastes a algunos de tus. . . primos? Tal vez alguno quiera ir." Leia negó con la cabeza.

"Caresen de sentido de modas. Por eso prefiero ir con Mamá, ella es la única que me entiende." Lincoln puso una mano en su cuello. Leia era igual de creída como su Madre. "Aunque. . ." La chica rubia de dos coletas, analizó a su padre con la mirada, observo desde sus zapatos clásicos, hasta su camisa bien arreglada.

"Oh no." Dijo Lincoln echándose para atrás. Conocía bien esa mirada. Es la misma que hacía Lola cuando sentía un potencial acompañante.

"No te vistes tan mal." Alagó Leia. "¡Muy bien, vendras conmigo!" La chica jaló de la manga a su Padre. Mientras ella lo sacaba por la puerta, Lupa iba entrando por la misma, dejandola con una ceja alzada.

"¡Uh, Lupa. . . Dile a los demás que voy a salir. . . " Observó a su hija Leia determinada a ir de compras con su padre. "Tal vez me tarde un poco." Aseguró él. Si es la hija de Lola, no había muchas esperanzas en poder rechazarla.

"Bueno, yo mismo me involucre en esto." Pensó Lincoln ingresando a su camioneta blanca, y Leía se sentó a su lado. "No prefieres ir atrás, hay más espacio."

"¿Y no estar presumiendo esta nave a cada persona que vea caminando por la acera? Tengo que aprovechar." Lincoln le causó gracia lo dicho por su hija.

"Está bien. ¡Entonces, ponte el cinturón y vamos!" Lincoln tiró reversa haciendo que la camioneta se reincorporara de vuelta a la carretera.

"¡Ooh!" Exclamó Leia mientras que su cuerpo se iba para un costado gracias la fuerza centrífuga.

"¿Lista?" Preguntó Lincoln riendo al ver el rostro de sorpresa que tenía su hija.

"¡Si!" Alzó una mano para después apuntar al frente de ellos, indicando que ya podían irse.

"Wow" Mencionó Lizy desde la ventana de la sala al ver la maniobra que había hecho su padre en la camioneta junto a su hermana Leía.

El camino transcurrió normal. . . para Leia. Para Lincoln, el que su hija presumía estar en esta camioneta costosa, no se veía todos los días. En cambio, Leia, al ser la hija de una super modelo, los lujos obviamente no les iba a faltar, mucho menos en transporte. Pero como Lola nunca quiso tener un auto, por que prefería llamar a un chofer costoso que la viniera a recoger en una limusina, y que el resto de sus tías solo tengan autos del común, no ilucionaban mucho a Leia, pero su impresión cambió al ver por primera vez aquella camioneta blanca que estaba en poderío de su padre. Esto era gratificante para ella, el tener un auto lujoso, y que ella pueda estar adentro de él las veces que quiera y no por que su Madre mande a llamar una limusina solo para ir de concurso en concurso.

"¡Esto es genial!" Pensó ella sacando su cabeza por la ventana de había arriba de la camioneta. El viento comenzó a llevar sus coletas hacia atrás, haciendola sentir libre.

Al frenar en un semáforo, Lincoln vio como a un costado de su auto, unas chicas alzaban sus manos como si fueran soldados. El hombre se extrañó por ello, miró a su hija Leia que también hacía lo mismo.

"Leia. . . ¿quiénes son ellas?"

"Mis subordinadas." Lincoln arrugó la frente. Tal vez había escuchado mal. ¿Subordinadas? ¿Cómo Leia tendría esa clase de amistades? Lincoln vio con detenimiento, las chicas eran un poco más grandes que Leía, tal vez dos o tres grados más arriba. Llevaban bolsas de una tienda de ropa, todas parecían firmes ante la presencia de Leia.

"¿Amigas?" Dijo incrédulo.

"No del todo, pero si." Después de que el semáforo volviera a verde, Leia entró su cabeza de nuevo a la camioneta.

Una esquina antes de llegar a su destino, Leia sonrío un poco. "Pareces feliz."

"Me acabo de acordar de algo." Su sonrisa se volvió maliciosa al ver a su padre. "¿Te acuerdas de la castaña que estaba en el medio de las chicas, la que tenia el pelo corto?" Lincoln asintió mientras apagaba la camioneta.

"Si, parecía una chica muy seria."

"A ella le gusta Lemy."

"Eso es buen- ¿¡qué!?" Lincoln se sorprendió. "¿Es ella?" Replicó.

"Si, y a ella también le gusta Lemy." Su risa resonó mientras se desaprovecha el cinturon de seguridad.

Lincoln recordó esa corta conversación que tuvo con su hijo Lemy anteriormente. Y pensar que esa misma chica también gusta de él. Lincoon río un poco llamando la atención de Leia.

"Creo debería comenzar por ver el nuevo calzado." Sugirió ella para si misma. Con uma mano en su frente, anuló la luz que provenía desde arriba, entre cerro la mirada y analizó una posible potencial tienda de calzado.

El hombre de cabellera blanca sentía que iba a ser una ida de compras muy, muy largas. Al menos su bolsillo tenia algo de cambio, por si su hija dura más de lo debido, queda la opción de comer afuera.

Cuando por fin se decidió, arrastro a su padre a una,  muy llamativo, tienda de calzado para damas y niñas.

( . . . )

"¿Razón de su visita?" Preguntó un oficinista.

"Reunión familiar." Dijo la chica con alegría. "Vengo a ver a mis hermanas y sobrinos."

"Ok, eso es todo." El hombre le dio devuelta su visa. "Bienvenida de nuevo a Royal Woods, señorita Lily."

( . . . )

"Si, gracias. Me parece bien." Lori estaba al teléfono mientras termina de hacer unos informes que debía entregar para el siguiente día. "Leni." Llamó a su hermana que se encontraba a un lado de ella, diseñando nuevas prendas innovadoras.

"Dime." Leni no apartaba la mirada.

"Lily dijo que no hacía falta que la fueras a buscar al aeropuerto."

"¿Porqué~?" Dijo Leni sorprendida con un tono desanimano. "Yo quería ir a ver a mi hermanita lo más antes posible."

"Lo sé, yo también quiero saber cómo se encuentra. Pero ella quiere recorrer un poco la ciudad. Dijo que iría a comprar algo para nosotros en el centro comercial." Explicó Lori.

Leni se dio por vencida y prosiguió con lo suyo. "Oye Lori, ¿has visto a Lincoln?" La contraria negó con la cabeza.

( . . . )

"¿En que me he metido?" Preguntó en voz baja.

Leia se encontraba luchando con otras cinco niñas por un par de calzada. Una decía que lo vio primero y la otra negaba esa afirmación diciendo que fue ella quien lo vio y que las demás solo estaban resentidas por que a ella seguramente le quedaría mejor. Las madres que iban con dichas niñas estaban por sus lados, no prestaban atención a lo que estas niñas estaban causando por unos simples zapatos.

"¡¿Qué dijiste imbécil?! ¡Estos no son unos simples zapatos, idiota!" Oh. . . perdón. Esto. . . ¿zapatillas que están a la moda? "Un poco mejor, si." . . . . .

Como decía. Lincoln quiso llamar la atención de las madres de las niñas, pero estas al parecer comenzaron a pelear al igual que sus hijas. Esto dejó sin muchas esperanzas al albino para detener esta lucha. Solo quedaba esperar a que alguna de las niñas ganara y se quedara con el trofeo que para ellas serian esos zapat- esas zapatillas que están a la moda. Realmente Lincoln no le encontraba un atractivo a dicho calzada, para él parecía calzado común, pero al parecer, con que la tienda diga que está en descuento y es el ultima par que queda, hace que las mujeres enloquezcan por algo que solo, por lo mucho, lo usaran como tres veces por el resto de su vida. Ya que al cabo de unas semanas más, saldrá un nuevo modelo, y se estarán olvidando del anterior. Lincoln bajó la mirada, notando que sus zapatos clásicos, aún con los años encima, siguen relucientes. No es que Lincoln sea un tacaño, o que no quiera desperdiciar dinero, y si fuera así, no tuviera tan costosa camioneta blanca.

De niño, todo su tiempo que desperdició en juegos y en leer cómics en ropa interior, fue cobrado con horas extras en sus multiples trabajos, que para él, no fueron más que una simple distracción de la realidad. Como si un joven se encerrara en su cuarto, y jugara juegos de realidad virtual. . . era lo mismo para Lincoln, su realidad virtual era estar más tiempo en el trabajo, ese es su escape de la realidad. Por el momento estaba indeciso de seguir escapando de lo que en verdad es, y aceptar la culpa por ello. Entonces. . . por qué siente que aún no esta viviendo en la realidad.

Mentiras, todo gira entorno a eso. Sus problemas, su vida, el oficio. . . su familia. Por ese motivo no esta viviendo una realidad, y como un juego virtual, su vida esta llena de mentiras, mentiras incapaces de volverse una verdad, y verdades que parecen mentiras.

"¡Mira Papá!" Llamó Leia a su Padre quien parecía volver en si. "¡Lo conseguí!" Mostró el calzado por el que la chica estuvo, no sé cuanto tiempo, luchando por él.

Lincoln recorrió el lugar con la mirada, visualizó a las mismas niñas que estaban luchando por lo mismo que Leía, tumbadas en el piso. "¡Uh!" Se quejó una de las niñas que yacía en el suelo del local. El albino giró su mirada para ver a su hija sonriente con su triunfo en sus manos.

"Creo que será mejor echarle un ojo." Se dio un recordatorio después de salir de la primera tienda con dirección a otra. ¿Cuánto tiempo duraron allí? Lo suficiente como para que una mujer rubia de sonrisa estática llegara con aires de felicidad.

"Hora vamos por un vestido. Te prometo que será lo último." Su sonrisa seguía llena de diversión por estar haciendo esto, no con su Madre, sino con su Padre.

"Dijistes eso hace tres tiendas." Reclamó el albino.

Después de haber salido de su primera parada, Leia llevó a su Padre a dos tiendas más de calzado para mujer, seguido de un salón de belleza donde solo le retocaron las uñas, para después entrar a tres tiendas de ropa donde ningún vestido le gusto. Quedó la última opción, y era ir a la tercera planta del centro comercial. En su mayoría se venden ahí, accesorios u objetos para regalar a excepción de un local que en su entrada, las puertas tenían dos enormes eles, una en posición normal y la otra de cabeza. Lincoln conocía esa marca, ¿y por qué no? Es la marca de modas de su hermana Leni Loud. Primero se Preguntó por que esto estaba aquí y no abajo con el resto, pero al observar el lugar entendió el porqué.

La primera planta estaba llena de gastronomía, juegos, y sitios de espera para compartir en familia. En la segunda planta, el lugar tenia un olor a fragancias de múltiples ropas, colonias, el sonido de alguna secadora. En pocas palabras, el paraíso de cualquier mujer. . . y ese el problema, al menos en la primera planta hay espacio para descansar un poco, en cambio, en la segunda, todos los espacios están ocupados entre tiendas y tiendas. ¿Entonces por qué en la tercera planta esta ese único local de ropa? Sencillo, no había espacio en el primer ni segundo piso, mitad del tercer piso es ocupado por un solo local. La tienda era tres veces más grandes que una normal, además de tener una cantidad considerable de clientes, su interior aún parecía enorme, con secciones dividas entre ropa de mujer y hombre, torso, faldas, lencería, y algunos accesorios para mujeres.

"Increible." Mencionó Lincoln con algo de sorpresa. Había escuchado sobre la presencia de su hermana Leni en el mundo de la moda, pero para él, esto era demasiado.

"Aveces vengo aquí, pero solo cuando mi Mamá me acompaña. Las cosas de aquí son muy caras como para que mi mesada pueda hacer algo contra eso." Leia se adentró más.

"¿Entonces por que me trajiste aquí?" La niña rubia sonrío.

"¡Quiero probar algunos vestidos que vi la semana pasada en la revista de modas que mi Mamá siempre compra!" Lincoln suspiró con pesadez, eran las mismas acciones que hacía su hermana Lola en estos casos.

"Jaja. . ." Una pequeña risa provocó que Lincoln diera media vuelta, viendo a una mujer de espaldas que tenía su cabello recogido. Ese color rubio le provocó un sentimiento de nostalgia al hombre.

Antes de que su voz actuara por si sola, su hija Leia lo jaló de la manga, haciendo que este desviase la vista hacia su hija.

"¿Qué sucede, no quieres entrar?"

"¡No, no es eso!" Lincoln miro hacia atrás por un momento. "Tal vez este confundiendo las cosas." Pensó. Volvió a mirar a su hija. "Simplemento no me imagino lo hermosa que te verías con cualquier vestido que te pruebes." Aclaró él caminando ya, un poco más adentro de la tienda. Sin que él lo notara, su hija Leia se había sonrojado por un instante.

"Me gustaría este, gracias." La tenderá le dio a Lily lo que ella pedía. Unos hermosos juegos de pendientes, fueron nueve en total. "Tal vez a mis sobrinos les guste un poco de chocolate." Pensó ella girando a ver un letrero que decía donde podias encontrar lo que buscabas. Un poco a su izquierda noto el local, donde solo venden la ropa hecha por Leni. Dudó un poco, no era muy amante de la moda, pero como actriz debeía vestir como tal.

Ya en el tocador o probador. . . no sé como se dirá. Bueno, ahí, se encontraba Leia, y no con uno o dos, sino con siete conjuntos diferentes para probar, y eso, por que su Padre la convenció que no fueran muchos, ya que no tenían mucho tiempo además de que ninguno de los dos a ingerido algo aún.

"¿Qué tal este?" Le preguntó a su Padre en lo que él asentía mientras de daba halagos.

Leia se probó un vestido rosado con rayas blancas a los bordes, mientras que en el pecho, donde está su corazón, había un bordado de una corona. La niña de coletas volvió a entrar para cambiarse el vestido, y probar otro. Se estaba tardando. Lincoln noto que después de probar cinco vestidos seguidos, en el sexto aún no salia. Eso hasta que Leia llamó a su Padre.

"¿Qué sucede cariño?" Lincoln apartó la cortina, encontrando a una Lira estoica, con su mirada fija en el espejo viéndose de medio lado. ". . . Oh." El vestido tenia una rasgadura vertical que iba desde su cintura hasta el final de sus glúteos.

Al parecer Leia había hecho mucha fuerza, y esto por que el vestido no encajaba con su cuerpo, aún así, estaba decidida a ponerse, que para ella, ese hermoso vestido de color blanco. Sentía la necesidad de probarselo y escuchar los cumplidos de su Padre, se sentía muy bien el ser halago por él.

Tal vez era la poca atención que Lola le daba a su hija. ¿Alguna vez Lola le dio un cumplido a alguien más que no sea a ella misma? Lo dudó, y de hay el extraño comportamiento de su hija por tener más y más atención de Lincoln.

El vestido seguía teniendo una rasgaduras, aunque Leia se quedara viendo el espejo, lo que para ella era una horrible situación, el vestido seguía igual. Lincoln la tomó del hombro para que entrara en si, nada se podía hacer ya.

"Ven, vamos a preguntar cuanto cuesta. No quiero te preocupes, solo fue un accidente." Dijo con una sonrisa. Leia aguantaba las ganas de llorar como un niño que acababa de romper el jarrón de su abuela.

La pequeña niña de seis años se mantuvo en silencio mientras su Padre pagaba por el vestido que ella había rasgado por no entender el significado de las tallas. Si, también estaba la cuestión que era el único vestido de ese estilo pero para contesturas más pequeñas que la de Leia.

"No esperaba que un simple vestido aquí, costara tanto." Se quejó Lincoln.

"A que si. Solo un millonario podría comprar como máximo cuatro vestidos para su mujer." Apoyo una mujer rubia que se encontraba también pagando a su lado por un lazo pequeño para el cabello.

Ambos se giraron a ver. Lincoln sentía la nostalgia en su rostro, pero no lograba reconocerla. Se veía muy familiar pero a la vez no. La rubia con el cabello recogido abrió los ojos como platos al ver el blancusco cabello del hombre, ella sabía, o mejor dicho, supuso de quien se trataba. Una notable sonrisa se formó en aquella mujer rubio. Lincoln como su hija Leia la veían confusos, incluso Leia se escondió detrás de su Padre perdiendose de la vista de la mujer que aún no sabía que el hombre venia acompañado. Lincoln que aún no guardaba su cartera, fue sorprendido por aquella mujer que se le tiro encima en un gran abrazo, Lincoln se había asustado, pensó que quizás se trataba de un malentendido por ella, pero al parecer no era nada de eso cuando la mujer gritó el nombre del él con palabras de sobra.

"¡Lincoln, hermano! ¡No esperaba verte por aquí!" Musitó ella. "¡Cuánto tiempo, o no, hermano!"

La cara de Lincoln estaba suspendida en la confusión, por su lado, Leia analizó a aquella mujer rubio que estaba robando la atención de su padre. Leia reaccionó al darse cuenta de quien era; "¿¡Tía Lily!?" Pensó ella aún atrás de su padre.

"¿Perdón, pero. . . quien es usted?" Preguntó el albino haciendo que la mujer se apartarse un poco de él.

Su sonrisa seguía. "Cierto. . ." Dijo ella. "Hermano, nosotros dos, técnicamente llevamos años sin vernos. Es normal que no te acierdes de mi. Despues de todo, eh cambiado en muchos aspectos." Hizo el símbolo de paz con su dos dedos de la mano derecha.

El hombre seguía confuso, y por suerte nadie estaba haciendo fila detrás de ellos. En cambio, nadie entendería la confusión de Leía.

"¿Por qué tía Lily llama a Papá; hermano?" Sus pensamientos se inundaron con eso, olvidando por completo que todavía seguía oculta de la mirada de su tía Lily.

"Tal vez esto te refresque la memoria, hermano." La mujer suspiró, tomó algo de aire para despues decir: "pop-pop. . . ¡rayos, ya no me sale como antes!" Hizo un chasquido con sus dedos de frustración al no poder decir las palabras, que en su infancia, le salian como anillo al dedo.

El hombre no necesitó más demostraciones para saber, ahora, quien era la que estaba al frente de él.

"¿Lily. . .?" Sus manos se aflojaron. Dejó caer su cartera al suelo, y por decisión del destino, o mala suerte de él, al caer, una fotografía salió.

Esta vez, Lily volvió al abrazo, siendo correspondido por Lincoln. No fueron tres o cuatro años en lo que no vio a su hermana Lily como el resto de sus hermanas; simplemente para el tiempo fueron casi más de siete años o tal vez Lincoln ya perdió la cuenta desde que su hermana fue a trabajar como posible actriz en varias películas de Hollywood. Su despegue a la fama no fue como el de sus hermanas, al igual que todas, tenia sus altos y bajos como en cualquier carrera. Pero con todo eso, ella superó todo obstáculo que se le pusiera de frente. Para Lincoln fue gratificante saber que el apellido Loud se conoce casi mundialmente por sus hermanas, por sus logros y esfuerzos, y no por el degenerado hombre que se cogió a su hermanas. Sabía que si eso llegara a las luz, todo el futuro que construyeron sus hermanas, caería como hojas de otoño, marchitadas y apartadas del resto.

Suponiendo que eso pasara. Él está dispuesto a tomar la culpa de ello, y si fuera por dejar su futuro intacto, es capaz de jurar por su vida que el mismo violó a sus hermanas contra su voluntad, y que él las amenazó para que mantuvieron sus bocas cerradas. Y si es así, la sociedad las vería como personas que se les quitó algún derecho, y bueno. . . Lincoln por suerte pasaría algunos años, todos sus años de vida en prisión, con la imagen de un monstruo.

Decir que violó y amenazó a su propia familia es para varios años tras las rejas. Su reputación se iría por el caño pero sus hermanas e hijos seguirán adelante en la sociedad. . . hijos.  . .  Lincoln apartó a Lily con desdén para dejar ver a su hija Leia. Ella tenia una foto en su mano, Lincoln sintió que su alrededor se volvió pura oscuridad, antes de que el sitio fuera opacado por la oscuridad que su mente creaba, tomó a Leia en sus brazos dejando a Lily mientras él salia del local.

"Padre. . . ¿Estas son mis Tías y mi Mamá pero, quién es él?" La niña señalo en la foto, a un chico albino que se encontraba en medio de la foto, rodeado de lo que parecía ser su familia. "¿Eres tú, por qué la Tía Lily te llamó hermano, si ella es hermana de mis tías?" Lincoln le quitó la foto a Leia al entrar a la camioneta.

"¿Qué escuchaste?" Preguntó un angustioso Lincoln. Leia no entendía muy bien lo que acababa de pasar. Al ver la angustia de su Padre, Leía sonrío con malicia.

"Qué que escuché, oh Papá, lo escuché todo." Mintió ella. "No lo puedo creer Papá, todo eso de ti." Volvió a mentir, aguantando las ganas de reír al ver el rostro de su Padre.

"¡No es lo que crees, dejame explicarte!" Leia dejó de sonreir cuando vio el rostro de resentimiento de su Padre, parecía otra persona. Ahora Leia no lograba decir que estaba jugando con él.

Leia sentía el pesar de su Padre. No sabia porqué, de tantas personas con la que ella fue egoista nunca sintió algo por ellas, incluso con sus primas; como cuando de le echo limón al aparato de ortodoncia de Liby, o cuando vendió los balones de Lacy. Ellas se sentían desafortunadas pero Leia satifescha, hasta con los golpes que les había dado a aquellas niñas por aquellas zapatillas, o por los vestidos que les arrebató de las manos a otras personas, solo para que su Padre la observar con ello puesto. . . seguro era eso: Atención. Qué mas podía pedir una niña mimada por su madre, pero que le falta algo de entendimiento. De por si, así es la actitud de Lincoln; alguien amable y de buen corazón, con palabras que sucumben a cualquiera. Sus halagos eran como rosas que eran arrojados hacia Leia, hermosas y perfectas, la hacían sentirse como la mejor de todas, no necesitaba de algún juez reconocido en el mundo de la moda o la belleza, con escuchar a su Padre se le facilitaba llegar a su verdadera felicidad, y por un momento, todo aquel pensamiento negativo que tenía de las demás personas que no fuera ella misma, desapareció. Y ahora, qué decirle a su Padre para que vuelva en si, ella quiere oir halagos de él, no sus lamentos, por primera vez en sus seis años, Leia se sentía inferior, inferior por mentir, inferior por ser ella, inferior por existir.

La niña de coletas posó sus manos sobre las mejillas del rostro de Lincoln, ambos se miraron con lagrimas en los ojos. Lincoln no sabía por que también comenzó a llorar al ver a su hija con los ojos húmedos, tal vez la nostalgia era algo muy cruel aveces.

( . . . )

"Maldición." Una chica de aspecto rudo miraba un mapa físico que traía con ella. Su vista recorrió el lugar el lugar hasta que se dio cuenta de algo.

Con una cara de derrota ella mencionó su adversidad. "Me perdí." Laika sacó su celular, buscó en sus contactos y marcó. "Ho-hola. . . P-Padre" Dijo con voz fingida.

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