Namjoon lloraba sin saber qué hacer, su hijo estaba enfermo, con fiebre, dolor de estómago y vómito. 

Como le había recomendado el doctor preparó la tina para darle un baño de agua fría y bajar su fiebre, pero eso solo hizo que recordara a Seokjin; él había sido dulce y siempre supo qué hacer.

Jungkook lloró cuando lo sumergieron.

—No, appa… No. No quelo. Fío, hace fío —le decía alzando sus bracitos y pataleando—. ¡Appa!

Namjoon se dejó caer en el suelo abrazando al niño sin importar mojarse.

—Perdón… No puedo ser un buen padre para ti. —le dijo tratando de calmar su llanto, tratando de que su hijo no viera su lamentable apariencia.

—Appa… —Jungkook lo abrazó y le besó en la frente levantándole el flequillo— Te quelo, appa. Te quelo.

—Y yo a ti, bebé —susurró, dándole también un beso en su pequeña frente—. Te quiero más que a mi propia vida.

—Appa, extraño a Jin.

—Yo igual. Lo encontraré, te lo juro. Él regresará con nosotros.

Sacó al niño de la tina y lo acostó en la cama.

Minutos después el timbre sonó y, nervioso, fue a abrir. Tal vez… Solo tal vez, era Seokjin.

Pero Soyeon estaba afuera, y no se veía contenta. 

La dejó pasar y encendió su teléfono, tal vez si grababa su chantaje tendría una ventaja.

—¿Qué es esto, Namjoon? —le preguntó apretando un papel en su mano.

—¡Amma! —Jungkook, enfermo como estaba, la vio desde la habitación— Amma… —lloró y caminó hasta ella tambaleándose— ¡Jin no etá!