—¿Quieres un helado? —le preguntó Hyejin, una compañera de clase de Seokjin, al niño.

Este asintió aplaudiendo.

—Este niño se va a convertir en un consentido si siguen comprándole lo que quiere. —les dijo el castaño, pero solo recibió gestos haciendo menos la idea.

—¡Ey, Jin! —Woosung pasó una mano por su brazo y se sentó a su lado, mostrando la lengua al niño justo como el más pequeño también lo hacía y trataba de alejar su brazo— Cuando podremos salir a dar una vuelta, ya sabes tú y yo, no sé...

—No tenga mucho tiempo —le explicó—. Desde que Jungkook llegó a mi vida me consume mis horas por completo.

—Pero no es tu hijo, ¿y tiene un padre que puede cuidarlo no?

Seokjin hizo un puchero, y aunque sabía que Woosung tenía razón, no quería salir por ahí y perderse tiempo con el menor. Lo quería como si fuera suyo, sabía que nunca iba a ser padre, y no pudo evitar encariñarse con el pequeño. Sabía también que no era su hijo, que Namjoon se lo podía llevar en cualquier momento, pero aún así quería disfrutar la experiencia.

—Prometí que veríamos una película —le dijo—. ¿Verdad?

Jungkook asintió.

—Madagaca. —respondió con entusiasmo, más cuando Hyejin regresó con su cono de helado.

—Pues tú te lo pierdes. —soltó Woosung y se fue.

—Hasta luego. —se despidió Seokjin, sin recibir respuesta del otro.

—¡Grosero! —le gritó la chica.

—¡Oh no, no manches tu ropa Kookie! —exclamó limpiando las prendas con una servilleta.