║Cap 01║
El timbre sonó anunciando la salida; seguido de ello se escucharon gritos de alegría para luego observar a varios niños correr por los pasillos en dirección a la puerta principal de la escuela.
—¡Papá! —el infante corrió hasta llegar a los pies de su padre, estiró sus bracitos al aire y el mayor entendió el gesto. Su hijo quería ser cargado.
Con gusto lo levantó y preguntó—: ¿Cómo te fue hoy, campeón? —mientras empezaba a caminar rumbo a casa.
—¡Súper! Mi maestra me puso una carita feliz porque me porté muy bien, ¡mira! —exclama con alegría y levanta un poco de su cabello negro que cae por su frente para dejar ver la marca de un sello azul.
Sus ojitos se cierran y enseña su típica sonrisa, la cual es devuelta por su progenitor.
—Felicidades, bebé —Yibo deposita un beso en la mejilla de su niño.
El pequeño ríe y le surge una duda—: Papi, ¿recuerdas si alguna vez papá Zhan tuvo una carita feliz? —haciendo referencia a la que tiene en su frente.
Yibo un poco sorprendido por la repentina pregunta, suelta una risita al recordar una escena pasada.
—Sí, bebé, él tuvo una similar a la tuya.
—¿En serio? ¿Cómo? —El niño se remueve inquieto en los brazos de su padre queriendo saber más.
—Te lo contaré en la noche, bebé, primero debemos almorzar y hacer tus tareas.
El infante forma un tierno puchero para intentar convencer a su padre.
—No lo lograrás con eso, A-Bao, tu papá Zhan me volvió inmune a esas caras.
El infante deja salir un gruñido y se baja de los brazos de su progenitor al llegar a la puerta de su casa. Molesto se adentra luego de que Yibo abriera la puerta y sube directo a su habitación sin dirigirle palabra alguna.
Con ternura, Yibo lo observa desaparecer por las escaleras.
—Se parece mucho a ti, Zhannie —susurra.
—[🦁]—
—¡Terminé! —exclama el infante, lleva su plato al lavabo y sube a su habitación. Cambia su ropa por su pijama que es un mameluco con diseño de pollito y se acuesta bajo las sábanas de su cama.
Un toc toc se escucha del otro lado de la puerta.
—Entra, papi —Yibo obedece y se acerca a su pequeño, deposita un besito en su cabecita y toma asiento en la cama al lado de este.
Bao lo mira fijamente con sus ojitos brillosos gracias a la luz de la luna que se filtra a través del cristal de su ventana, esperando que comience a contarle sobre su papito Zhan.
Yibo ríe y se acomoda mejor para recostar la cabeza de su pequeño sobre su pecho y poder dar caricias en su cabello. Una vez ambos cómodos, empieza a relatar.
—Recuerdo que...
—[🐰]—
—¡Esto es injusto! —estábamos sentados en una de las mesas en medio del jardín de la escuela, mis amigos acallaron sus risas al oír una cuarta voz.
Pronto una cabellera azabache se dejó ver frente a nosotros, tenía sus labios y ceño fruncidos mostrando molestia.
—¿Qué pasó, Zhannie? —me atreví a preguntar. Él tomó asiento a lado mío para después responder.
—El viejo me castigó porque creyó que yo fui el que puso un asqueroso chicle en su silla —gruñó con los brazos cruzados.
—¿Cuál de los tres viejos? —Zhuo Cheng, uno de nuestros amigos, se metió a la conversación.
—El de lenguaje, me dijo que debía hacer ¡300 planas! Yo no tuve la culpa de que él no se fijara donde ponía su trasero.
—Entonces, ¿si fuiste tú? —cuestioné.
—No, BoBo, ¿qué me crees? Me hubiera gustado, sí, pero no, yo no cedo fácilmente a la tentación —los chicos y yo reímos levemente —además, ¿chicle? ¡Iugh! —formó una mueca de asco —eso es caer muy bajo, y lo digo yo que aún ando haciendo bromas a mi abuelita.
El lugar se llenó de risas, Zhannie era de esas personas que te hacían reír por su manera de contar sus cosas, podía pasar horas con él sin aburrirme porque siempre tenía algo nuevo para relatar. Fueron momentos hermosos.
Nuestras risas pararon cuando Cheng volvió a preguntar—: ¿Y terminaste las 300 planas?
—No, el profesor se quedó dormido cuando iba por la 30 y me escapé —sonrió inocentemente, amaba esa sonrisa —debo regresar antes de que termine el rece- —fue interrumpido por la campana que anunciaba el fin del recreo.
—¡Mierda! —exclamó para levantarse rápidamente —debo irme o me dejará 300 más, ¡los veo luego! —lo observamos marcharse a toda velocidad.
—Nosotros también debemos volver a nuestros salones —asentimos a lo dicho por HaiKun y partimos del lugar.
Xiao Zhan era un chico travieso y divertido, disfrutaba su libertad al máximo, le gustaba hacer sonreír a los demás, jugarles bromas inocentes de vez en cuando. No existía ni existió alguna pizca de maldad en su corazón.
Cuando la hora de salida llegó, me detuve en la entrada como siempre para esperar a Zhan. Pasaron treinta minutos y no aparecía, decidí ir a su aula para saber por qué demoraba.
Al llegar, lo observé por la ventana, estaba sentado en su mesa escribiendo algo, aunque más parecía estar garabateando la hoja. Frente a Zhan se encontraba el profesor de Ciencias revisando unos papeles en su escritorio.
¿Qué hiciste ahora, Zhannie? —pregunté para mis adentros. Una idea se me ocurrió.
Corrí hacia la dirección para probar mi suerte y asegurarme de que la maestra de historia aún no se haya ido. Sonreí al verla salir de la oficina del director.
—Señorita Jung —capté su atención—, el profesor Choi me envió a llamarla, creo que no se siente bien.
—Oh, por Dios —su gesto tranquilo cambió a una de preocupación—. ¿Dónde está?
—En el salón de quinto año —ambos corrimos a dicho lugar.
La maestra ingresó al salón sin tocar para aventarse sobre Choi y llenarlo de preguntas como “¿Te sientes bien?” “¿Te duele algo?”, cosa que los tomó por sorpresa a él y a Zhan. Este último cruzó su mirada con la mía y le hice una seña con mi mano para que saliera.
Zhannie acató la orden y silenciosamente salió de lo que para él era la cárcel, lo tomé de la mano para llevarlo hasta la entrada de la escuela y poder irnos de ahí.
A pesar de estar lejos de su prisión, Zhan se mantenía en silencio, cosa rara en él, no tenía consigo su dulce sonrisa, esa que demostraba cuán feliz suele estar.
—Zhannie, ¿sucede algo? —me animé a preguntar. Quería conocer la razón de su ceño fruncido y su aura triste.
—No, bueno sí, es que es injusto, BoBo, me castigaron por algo que yo no hice, eso no vale —puchereó y bajó la mirada.
Sentí mi foquito encenderse y me apresuré en sacar un plumón azul de mi mochila, la cual cargaba en mi espalda. Levanté los mechones de su negro cabello que caía por su frente y dibujé una carita feliz.
—¿Qué haces? —Zhannie se quedó quieto esperando a que terminara.
Luego de encerrar la carita, saqué mi teléfono y poniéndolo en modo selfie, le mostré a Zhan mi dibujito.
—Te lo ganaste por ser un niño bueno, Zhannie —pude observar sus ojitos brillar, no había notado lo hermosos que eran hasta ese momento.
No había notado el revoltijo de emociones que provoqué en Zhan ese día, no había notado mis sentimientos por él, no había notado el cruel destino que nos esperaba...
—[🦁]—
Sintió la respiración calmada de su pequeño, supo entonces que ya había caído en los brazos de Morfeo, lentamente se levantó para arroparlo con cuidado y salir en silencio de la habitación.
Al estar en la sala, clavó su mirada en un cuadro colgado en la pared, en este posaban alegremente él y su amado.
—Extraño ver tus ojitos brillar, Zhannie.
—[🐰]—
03/06/2023
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