Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

S|iete

HoSeok está excitado.

Su cuerpo reacciona de manera natural al estímulo de su acompañante; Lee. No sabe con exactitud cómo llegó a casa de ella, pero ahí está. Ambos en su cama, grande y demasiado blanda para su gusto, pero esto no logra que su temperatura baje.

Lee está sobre él. Le ha despojado de absolutamente toda su ropa, logrando que pueda ver su miembro excitado. Un leve sonrojo aparece en sus mejillas y mira fijamente los movimientos de su compañera. Ella le mira con un deseo ardiente y lujurioso, mueve su cuerpo de manera sensual quitándose lentamente su ropa en un baile que resulta ser erótico.

Le sonríe de manera pícara, la ansiedad recorriendo sus expresiones faciales. Su boca da un lengüetazo a su glande al tiempo que saborea con intensidad. El pecho de HoSeok sube y baja de manera descontrolada; no puede evitarlo. Hace años que no tiene alguna actividad sexual como esta, su cabeza está comenzando a dar vueltas acerca de las repercusiones, pero parecen estar todavía muy lejanas a él. Lee está dándole besos en su pecho liso, lamiendo su cuello y de paso el lóbulo de su oreja derecha, provocando que todo su sistema colapse en pequeños espasmos irregulares y que su respiración siga descontrolada.

Diablos.

No puede estar peor que en ese instante. No sabe cómo detener a Lee, aunque ciertamente una parte de él no quiere hacerlo. Aunado a esto, no podría romperle el corazón a su amiga. No ahora que se ha confesado y le ha dicho absolutamente todas sus intenciones. HoSeok se sintió como si fuese un colegial, como si no fuese un adulto con dos hijos.

Es sábado, y como lo había prometido asistió a su cita con su amiga, pero jamás se imaginó que ella se arreglase de una manera tan… atrevida. Con un vestido negro que resaltaba sus curvas y un maquillaje que hacía ver su mirada provocadora. Estando en el restaurante, luego de algunas copas de vino, Lee estuvo en silencio algunos minutos hasta que habló. Básicamente le dijo que está enamorado de él y haría cualquier cosa para que le correspondiese. Después de escuchar atentamente, HoSeok no sabía cómo tratar con su amiga, él no había respondido nada claro. No es como si hubiese aceptado los sentimientos de ella, pero tampoco los había rechazado. No tenía nada claro sobre lo que haría. Aparentemente tiene una zona sensible cerca de su cuello y se había olvidado de eso hasta que Lee lo besó de una manera voraz, sorprendiéndolo en sobremanera. Combinando un poco de vino y las ligeras frustraciones que él ha tenido respecto a buscar a una buena madre para sus hijos; se encontró a sí mismo correspondiendo al beso de ella.

No se mentiría, cuando Lee comenzó a gemir bajito algo en él se encendió. Sabía que su cara debía de estar roja y fue cuando ella le pidió ir a su casa. Solamente recuerda como arrancó el auto con velocidad y la manera en la que apresurados entraron hasta llegar a su habitación.

Ahora, HoSeok está sobre ella, lamiendo sus pezones excitados, mordiendo delicadamente sus aureolas, dejando un rastro de saliva en aquella zona. Sus dedos viajan hasta la zona V y juega con los pequeños vellos existentes, sus yemas se adentran ligeramente mientras ella comienza a gemir un poco más fuerte.

Antes de perder todo su control, HoSeok decide parar y pregunta agitado―: ¿Condones?

Ella asiente mientras jadea, estirando su brazo para abrir el cajón de la pequeña cómoda a lado de su cama, saca un paquete gris y se lo tiende. HoSeok lo toma mirando por última vez los ojos de Lee, algo se retuerce dentro de él, pero de eso se ocuparía más tarde. Colocando el preservativo sobre su miembro, se adentra a Lee dando embestidas fuertes, buscando quitarse el placer que está sintiendo. Entre jadeos incesantes y besos ensalivados, HoSeok consigue liberarse. Sale despacio del cuerpo contrario, Lee se encuentra medio dormida con una leve sonrisa en sus labios.

HoSeok tira el condón en el cesto de la basura del baño, aún está desnudo y aprovecha para darse una buena ducha. No piensa llegar a su casa. Un pensamiento fugaz lo atraviesa, ha dejado a sus hijos a cargo de Rose nuevamente; ella realmente es buena cuidando a sus hijos así que no tuvo que preocuparse mucho en esta ocasión. Sin embargo, una vez que ha salido del baño toma su teléfono para mandar unos mensajes.

Se sorprende cuando ve que es Rose quien le ha estado notificando sobre la actividad de sus hijos, hay algunas fotos y dice que ya han cenado para irse a dormir. HoSeok revisa las más de veinte fotos, en una de ellas puede observar a JiMin con un plumón y en otra a Kook y Kim NamJoon medio dormidos en su sofá con bigotes pintados cada uno. Una sonrisa escapa de sus labios, sabe que no es correcto que su hijo haya hecho algo como eso, pero era apenas una pequeña travesura. Además, Kook se ve demasiado chistoso como para no agradecerle a su hijo por haberlo hecho, y no puede negar que su amigo se veía aún más gracioso. En la siguiente foto aparece TaeHyung con un pequeño pañuelo húmedo intentando limpiar la cara de los pobres hombres. El corazón de HoSeok creció, su pequeño hijo era todo un pequeño angelito. Ambos lo eran, aunque uno más revoltoso que el otro. Una última foto llama su atención: Kim NamJoon está cargando a JiMin. Sus ojos se expanden tanto que probablemente se salgan de sus orbitas en cualquier momento, su hijo no ha querido ser cargado por nadie más que no sea él; ni siquiera a su abuela le ha permitido hacerlo desde que su madre se fue. Rose también lo estuvo intentando, pero también se negó. La cara de ChimChim exponía alegría, su sonrisa hacía que sus ojos se ocultaran en medias lunas. Su interior se agitó, esto sólo le hizo recordar que JiMin tiene la misma sonrisa que su madre.

Pensando que ya tuvo suficiente, acomoda su celular en la pequeña cómoda para recostarse de nuevo en la cama. Siente como el cuerpo de Lee se aproxima al suyo, acurrucándose en busca de calor. Sabe que debería de hacer algo, quizás abrazarla, pero no puede. Algo dentro de él le impide dar al menos una muestra de cariño, de alguna forma todavía se sigue sintiendo raro con ella. En su lugar, mantiene sus manos detrás de su cabeza mientras intenta reordenar sus pensamientos.

La noche sería larga.

Y más porque sabe, que en lugar de pensar en Lee durante el acto, pensó en su esposa y en sus pequeños labios.

* * *

Kim NamJoon es un veterinario, podría jactarse de haber estudiado en una de las mejores universidades para obtener su título, aunque lo que valía más eran los extensos conocimientos que contenía dentro de sí. Sin embargo, nada de eso lo había preparada para tratar con dos niños que querían seguir cazándolo como si fuese un animal.

Oh, él en serio debería ir hacerse una limpia.

Todo comenzó después de que el Sr. Jung se fue a su trabajo. Él había llevado a los niños a la escuela, y se había quedado con Kook para que cuidase de él. Su estómago todavía dolía un poco, pero estaba mejor que en la mañana.

—Entonces le dije que si pedía una pizza iría yo mismo a entregársela ―dice JungKook. Se encuentra sentado en el mismo sillón que su amigo, pero al parecer no están en la misma sintonía porque NamJoon está mirando hacia al vacío―. ¿Estás escuchándome? ―pregunta entre curioso e indignado.

―¿Qué? ―pregunta Nam confundido y parpadeando un par de veces.

―Te estoy contando sobre el chico que conocí y ni siquiera me estás prestando atención ―suelta falsamente ofendido―. Si así iba hacer mi día te hubiese contratado a la enfermera…―murmura por lo bajo.

Nam lo mira de reojo, analizando lo que ha dicho su amigo. ¿En serio lo está chantajeando?, ¿tratando de hacerlo sentir mal? En primer lugar era su culpa el que él terminase de aquella forma; y en segundo, la historia de aquel sujeto que le gusta le parece tan superficial que se pregunta si no habrá malinterpretado todo.

―¿Estás seguro de lo que está pasando entre ustedes? ―suelta NamJoon tratando de no sonar tan duro, pero una vez más ha fracasado―. Es decir...

―Sé lo que está pasando, ¿de acuerdo? ―dice mordiéndose el labio inferior―. Bueno… algo así.

NamJoon lo ve y revira sus ojos. ¿Cómo puede ser amigo de ese idiota? Ah, si no fuese porque sus padres se conocían seguramente ni siquiera le hubiese hablado. Pero no era tan malo, JungKook era un buen amigo, sólo que algo impulsivo y de ideas locas que harían a cualquiera dudar de su capacidad de razonamiento. Al menos lo ha conocido por tanto tiempo que sus locuras ya no le parecen tan descabelladas. Es más, podría decir que sin esas ideas, JungKook no sería JungKook.

Ahora, lo que le preocupa es cómo la vida de su amigo de la infancia está siendo destruida lentamente a causa de un enamoramiento tan incapaz como es que se viva sin respirar, ¿en qué estaba pensando cuando se enamoró de Kim SeokJin?

―¿Seguro? ―pregunta sarcástico. Porque para él está más que claro que Kook sólo quiere hacer que le guste otra persona a la fuerza, y si de algo está seguro es que no funciona así.

JungKook evita su mirada, en cambio ve por encima de su hombro, enfocándose en la pared más cercana a él. NamJoon suspira, sabe que su amigo no ha desistido ni una pizca en el amor que tan celosamente le profesa a Kim SeokJin. Con tan sólo pensar en su nombre le dan ganas de golpearlo, hacerle sufrir como lo hizo con su amigo. Hasta el momento no puede entender cómo JungKook se enamoró de una persona tan irritante y mentirosa. Cielos, daría lo que fuese por retroceder el tiempo y haberse confesado a tiempo. Porque eso es de lo que siempre se arrepentiría: burlarse del tiempo. Creer que lo tenía porque siempre el pequeño JungKook lo seguía a todas partes, siempre preguntándole todo tipo de cosas porque él es su mayor, y para un niño muy curioso… Bueno, era un dios, en palabras simples.

El tiempo y la muerte son buenos amigos, causando estragos sin parar; quitando algunas cosas, dando otras a cambio.

Pero Kim NamJoon no quiere cambiar su amor hacia JungKook por el de alguien más. No quiere a nadie que no sea él, y quizás, sólo quizás fue por eso que aceptó la idea de mudarse a pocos meses de haberse graduado. Había pensado… No. Estaba seguro que dormiría en el departamento de Kook, pero se vio sorprendido cuando escuchó que iban hacer una visita a casa de un amigo, y cuando llegaron él tenía una llave. Debió imaginárselo, ¿quién hace visitas a esa hora después de todo? Lo que no le sorprendió fue el golpe que recibió en su estómago, aunque el dolor no podía pasarlo desapercibido. Dolía a morir. Él hubiese hecho lo mismo si alguien estuviese irrumpiendo su hogar a esas horas de la noche, ¡JungKook había perdido la cabeza! Sin embargo, aquella noche, creyó que su mal rato había acabado hasta que vio entrar a un hombre. Traga duramente, conteniendo la necesidad de mirarlo con una cara de poco amigos e hizo todo lo posible por no verse tan enojado al notar la idea de JungKook.

NamJoon había estado ansioso y deseoso ante la idea de dormir en el mismo departamento con JungKook, existiendo la posibilidad de incluso dormir en la misma cama, pero al parecer eso no iba a ocurrir. No sabía con exactitud quien era aquel hombre, pero se dejó llevar porque JungKook parecía gritarle con la mirada que le hiciese caso. Y lo hizo. No tuvo otra alternativa, todo su sistema rogaba por hacerle caso a ese mocoso y ganarse una sonrisa como la que le dio aquel día cuando se estaba despidiendo de él haciendo a su pecho calentarse de una forma agradable.

Daría todo lo que tiene por nunca dejar de sentir esa sensación, porque apenas estuvo solo con JungKook esta mañana, este le explicó un poco acerca de su plan de encontrar a alguien para su mejor amigo HoSeok. No sabía cómo sentirse al respecto, creyó que él aún seguía teniendo el título, ¿o es que nunca lo tuvo? Con una amarga punzada clavándole el pecho, asintió, mirando hacia la nada. Tendría que hacer algo, él se mudó con un propósito en mente. Quiere que JungKook lo quiera de aquella forma tan esperada por él, pero para eso tendría que tragarse el odio sin sentido ―que aparentemente― tiene hacia HoSeok, por el simple hecho de que ese sujeto parece estar más metido en el corazón de Kook que él mismo.

La conversación con JungKook cambió radicalmente luego de unos minutos de absoluto silencio, ahora centrados en las oportunidades que tiene NamJoon de trabajar y su apuro por encontrar un lugar donde dormir apropiadamente.

―Puedes quedarte aquí, a HoSeok no le molestará ―se apresura a decir Kook con una sonrisa en sus labios; pícara.

―¿Qué has comido últimamente? ¿Cómo piensas que voy a quedarme aquí? Ni siquiera lo conozco, si me aceptó fue por ti ―dice para luego chasquear su lengua.

Molestia surge en su interior. No se quedaría más tiempo, acaba de modificar sus planes. Pensándolo bien no era tampoco buena idea quedarse en el departamento de JungKook, él no podría soportarlo. Estar en la misma habitación y ni siquiera poder decirle lo que siente, abrazarlo de una forma protectora y cariñosa sin que se viera demasiado raro. ¿Qué estaba pensando JungKook con esas locas ideas? Había tenido varias en su vida, pero nunca una tan descabellada como aquella. Jung HoSeok seguro lo odia en secreto por hacer llorar a su hijo.

—Ho es una gran persona, y tiene un gran corazón —dice Kook con lentitud—. Yo me encargaré de que te acepte.

NamJoon suspira rendido, sabe que ese chico era de armas tomar, pero vamos. Él no quiere complicarse más su vida de lo que ya está, así que dice—: Detente, Jeon. Sabes que está mal, y no quiero formar parte de un plan para “enamorar” a alguien a la fuerza —dice haciendo comillas con sus dedos—. Además sólo planeo quedarme esta noche e irme mañana en busca de un buen lugar, ya que al parecer mi mejor amigo —enfatizó las últimas palabras—, no cumplió con lo que me dijo.

—¡Estás jugando sucio! —debate Kook mirándolo con un deje de diversión—. Pero me vas agradecer cuando te estés casando con Ho.

NamJoon ríe. En definitiva JungKook está fuera de sus cabales.

Su conversación sigue cambiando, hablando de distintos temas y de nada al mismo tiempo. Hace tiempo que no se han visto, hay una solicitud no dicha de tratar de ponerse al corriente de la vida del otro lo más que pueden. NamJoon trata de seguirle el hilo a su amigo, pero tiende a divagar cuando está muy emocionado, y eso le fascina. Kook está hablando de su vida escolar; su vida universitaria. Y sonríe porque no puede estar más feliz por su amigo, él está creciendo tanto que se permite que la sensación de leves cosquillas en su estómago lo llenen y lo hagan sentirse cálido.

Sabe que está mal, ilusionarse de aquella forma es una pésima idea. Claro, él lo intentaría; lucharía. Pero, ¿y si era rechazado? No podría con eso. Tiene que contenerse un poco.
El sonido de la puerta principal siendo abierta los saca inmediatamente de la burbuja en la que se encontraban tan absortos. Los pequeños hijos de Jung entran corriendo, uno detrás de otro.

—¡Por favor, no corran! —exclama Rose quien entra última. Los niños sólo ríen y se van perdiéndose dentro de la casa.

Kim se tensa un poco, ¿y esa loca qué está haciendo? Quizás él ha quedado un poco traumado con todo el asunto de los golpes y supuestos ladrones.

—Señor Kim, señor Jeon —saluda cuando los ve sentados en la sala con una pequeña sonrisa, sus mejillas están coloreándose de un leve rojizo—. Buenas tardes.

—No estamos robando nada —dice JungKook ignorando su saludo—. Espero que Ho te haya avisado esta vez.

La cara de Rose se pone aún más roja mientras asiente—: Él me ha informado, señor Jeon. En verdad sigo apenada por toda esa situación. —Su mano viaja hasta la parte posterior de su cuello, rascándose un poco en señal de timidez y culpa.

—¡No me digas “señor”! —exclama Kook levantándose de su lugar y cruzando los brazos contra su pecho—. Ya te dije que tenemos como la misma edad, me haces sentir viejo —termina formando un puchero, el cual lo hace ver gracioso e infantil.

Rose se ríe entre nerviosa y avergonzada, mirando a JungKook mientras trata de asentir. Sus mejillas siguen rojizas, y sus orejas se ponen calientes.

—Lo siento… ¿JungKook? —responde dudosa provocando que el mencionado asienta soltando una breve risilla.
Mientras tanto NamJoon no puede evitar sonreír mientras niega con su cabeza. Ah, ese JungKook no cambiaría nunca, ¿eh? Siempre tan bromista.

—JungKook tiene razón —dice de pronto sorprendiendo a ambos—, no sé porqué le dices “señor” cuando claramente es un bebé —concluye y se acerca hasta su amigo quien lo ve con una ceja enarcada—. Mira esto, no es propio de un adulto, ¿o sí? —Pellizca suavemente los labios del contrario con sus dedos, haciendo más prominente el puchero.

Rose ríe mientras los ve y lleva una mano a su boca para tratar de amortiguar su risa.

—¡Señol Kim, señol Kim! —Escuchan gritar a JiMin mientras aparece con un libro entre sus manos, provocando que todos se calmen—. ¡Vamos a juga', ¿sí?!

De pronto aparece TaeTae detrás de él con una gran lapicera entre sus pequeñas manos, mientras está sonriendo. Ambos niños se han cambiado sus uniformes y están vestidos con ropa más cómoda.

—Será mejor no molestar al señor Kim —murmura Rose viéndolos—, debe descansar.

NamJoon los mira, los pequeños tienen expresiones tristes en su cara y no sabe qué hacer. Por un lado no quiere meterse en más problemas, sabe que su capacidad para jugar con niños es muy pobre. Le ha quedado de experiencia haberlos hechos llorar y no quiere volver a repetirlo, porque no sabe qué haría HoSeok en ese caso; segundo, esas caras de perritos tristes le ha calado hasta los huesos. Esos mocosos sabían cómo derretir un corazón helado.

Ay.

Justo cuando Rose está por llevarlos hacia la cocina NamJoon la interrumpe—: No, no —dice rápidamente—, déjalos aquí. Jugaré con ellos.

JungKook lo mira. Hay una sonrisa traviesa queriendo salir de sus labios, quedándose atrapada en ellos. Nam finge no notarlo mientras extiende su mano para que Chimchim la tome.

Mucho gracias —dice levantando la comisura de sus labios. Antes de dejarse llevar por NamJoon, JiMin toma la mano de su hermanito para arrastrarlo con ellos.

—Estará bien, Rose —aclara Kook al notar su cara de preocupación—. Te ayudo a cocinar mientras tanto.

Rose se mantiene en silencio mientras mira a los pequeños y luego a NamJoon quien asiente para tratar de tranquilizarla. Ella asiente también soltando un suspiro, ladeando la cabeza para que Kook la siguiese.

—Al menos no van a poder incendiar la casa —murmura por lo bajo creyendo que nadie la escucharía.

—Te oí —suelta Kook dándole un golpe juguetón en el hombro. Y ríen mientras se dirigen a la cocina.

Cuando NamJoon nota que se ha quedado solo, se aclara la garganta más para que los niños le presten atención que cualquier otra cosa.

—Escuchen mocosos —comienza decidido—, jugaré con ustedes, ¿de acuerdo? Pero nada de llorar o pelear o… o… cualquier otra cosa peligrosa, ¿está bien? O ya no volveré hacerlo de nuevo —advierte entrecerrando sus ojos—. ¿Queda claro? —Señala con su dedo índice intercalando entre uno y otro.

Ambos niños se miran sorprendidos algunos segundos hasta que una risa sale de sus bocas.

Shí, señor Kim —dice TaeTae asintiendo.

—Ajá —confirma ChimChim abriendo su libro para colorear.

NamJoon tiene sus mejillas calientes, no puede creer que acaba de “amenazar” a unos niños para que no lloren o algo por el estilo, pero en realidad está harto de que siempre los niños hagan eso con él. ¡¿Qué clase de maldición tenía?!

Los tres están boca abajo en el suelo, sobre la gran alfombra que hay en la sala. NamJoon ayuda a colorear a Tae la página izquierda mientras Chimchim pinta la página derecha, es chistoso porque los tres tienen la lengua hacia afuera como señal de suma concentración, con sus ceños fruncidos levemente.

Conforme los minutos pasan, Nam siente un ligero dolor en su estómago. Así que decide parar; él no debería estar en esa posición si quería sanar de una vez. Soltando una clase de gemido por el esfuerzo por tratar de pararse, lo cual es un grave error porque cuando lo logra no se da cuenta que ha pisado la pequeña manita de JiMin quien estaba agarrando un color que había rodado por sus pies.

¿Mala suerte? Alguien ayúdelo.

Mira hacia abajo al sentir una inestabilidad en su pie, y casi quiere morir cuando se da cuenta de lo que está haciendo.

—Mierda, JiMin —le dice quitándose de inmediato con cara de susto—. Diablos, diablos, diablos…

La expresión de JiMin está entre el dolor y las inconfundibles ganas de llorar. Sus ojitos están demasiado acuosos mientras lleva su manito hasta su pecho.

—No, JiMin… Tranquilo. Diablos, ¿qué hacías ahí? Ay, no llores.

NamJoon se hinca de inmediato para tratar de evitar que JiMin se ponga a llorar, pero no lo toca. Siente que si lo hace sólo empeoraría las cosas.

—No digas malas palablas —dice TaeHyung de repente viéndolo, aunque no puede adivinar la expresión que mantiene en su cara—. A papá Hobi no le gusta las malas palablas.

—¿Qué? ¿Hobi? —pregunta confundido, pero lo deja pasar al ver la molestia en la cara de Tae—. De acuerdo, no malas palabras. Lo prometo.

—Me duele —susurra Chimchim sintiéndose olvidado y con su dolor de manito. Sus dedos arden, parece como si no tuviese mano—. ¿Me la van a quitar? —pregunta temeroso.

—Sí —responde sin pensar, queriendo darse una bofetada después—. Es decir, no. No, no, no te la van a…

Pero ya es demasiado tarde, JiMin está muy asustado y un leve sollozo empieza a escucharse. Pequeñas lágrimas comienzan a descender sobre sus mejillas, y su manito sigue encima de su pecho.

—Me voy a quedar sin mano, TaeTae —solloza un poco más fuerte.

—¡Diablos! —exclama sin pensar de nuevo.

—Sin malas palablas, señol Kim —dice Tae dándole un golpe en su pierna—. Chimchim, no llores. Si te quitan tu manito puedo plestarte la mía.

JiMin asiente pero sigue sollozando cada vez más fuerte.

Señol Kim, ¡haga algo! —pide TaeTae molesto—. ¡Le aplastó su manito!

—Sí, sí… ¿Eh? JiMin, ya calma —dice nervioso—. Está bien, está bien. Nadie te quitará tu manito.

—¡No me mienta, señor Kim! —casi grita, haciendo después un puchero con sus labios—. ¡Mi manito!

NamJoon desesperado, toma su manito con cuidado sin importar nada más y empieza a tallarla lo más suave que puede.

Sana, sana colita de rana, si no sana hoy sanará mañana —canta—. Sana, sana…

Esto parece calmar un poco a JiMin quién lo mira y después a su manito.

—¿Mejor? —pregunta con el corazón en su boca—. ¿Ya no duele tanto?

JiMin asiente mientras dice—: Ya no.

TaeTae ríe y abraza a su hermano mayor por un costado, depositando un cariñoso beso en su mejilla.

En eso la puerta de la cocina se abre, NamJoon nota que JiMin tiene rastros de estar llorando así que no piensa mucho cuando empieza hacerle cosquillas al pequeño en su estómago haciéndolo caer sobre su espalda. TaeHyung también reacciona haciéndole cosquillas a Nam; él también quiere jugar.

NamJoon se retuerce, JiMin ríe fuertemente y TaeHyung ríe aún más fuerte. Risas infantiles se escuchan por todo el lugar.

—¡Tae, no! —exclama NamJoon sin poder respirar—. ¡Aaaaaah! —grita cuando no puede más.

Deja de atacar a JiMin para contraatacar a TaeHyung en busca de venganza. Todos de pronto están sumergidos en una burbuja cálida y con aire familiar que no se dan cuenta que están siendo observados por dos pares de ojos.

A como puede NamJoon se levanta fijándose esta vez de no aplastar a nadie.

—Es suficiente —suspira—, estoy casando.

Pero para JiMin no es suficiente, quiere más del señor Kim. Sin pensarlo mucho estira sus manos hacia arriba y busca la mirada de NamJoon.

—Arriba —dice dando pequeños saltos. NamJoon lo mira y suelta un bufido, para después lanzarle una sonrisa.

—Arriba será. —Lo sujeta debajo de sus axilas para cargarlo. No contaba con que pesaba demasiado, de hecho, no recuerda que tiene seis años. Sin embargo hace el esfuerzo por sostenerlo adecuadamente y brindarle otra sonrisa que hizo notar sus hoyuelos; JiMin los mira asombrado, no pudiendo reprimir su deseo de posar sus deditos sobre sus dos huecos. Ambos ríen, mirándose como si compartieran un secreto.

—No le digas nada de esto a HoSeok —dice NamJoon mientras ríe avergonzado,

JiMin asiente.

—Quiero un chocolate —susurra con una mano sobre su boca.

—¡Qué lindos! —grita Rose al tiempo que les toma una foto con su celular—. ¡El señor Jung sabrá de esto! —informa.

NamJoon casi se congela, pero luego analiza que nadie ha escuchado nada. Por esta vez está a salvo.

—¡’Hora a mí! —pide TaeTae a Nam—. ¡Aliba!

—Se dice “arriba”, TaeHyung —corrige JungKook.

—¡Aliba! —repite Tae sin escucharlo, y Kook no puede evitar poner los ojos en blanco. Niños.

NamJoon deja a su hermano mayor en el suelo, despeinándolo un poco para luego cargarlo a él.

—Yo tamben quero un chocoate —murmura en su oído.

Sólo escucha el ruido que hace el celular de Rose al sacar varias fotografías, y sus pequeños gritos de ternura. Además de escuchar a JungKook decirle que saque más y más. Ambos parecen demasiado entusiasmados.

—De acuerdo —susurra también sonriendo.

Al menos esta vez nadie le sacó la lengua en busca de una batalla.

- - -

N/A: A mí me cantaban "Sana, sana, colita de rana" para que me curara más rápido.

Déjame saber si te ha gustado, ¡nos estamos leyendo!

¡Gracias por tu apoyo! (TT)💜

Editado 6/12/18.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro