O|nce
HoSeok no sabe exactamente cuánto tiempo ha estado encerrado en el baño de su habitación, pero no siente ningún remordimiento ya que es de noche y sus hijos están durmiendo. Durante la cena, sus pequeños han estado particularmente parlanchines haciendo comentarios sobre lo bien que la han estado pasando con NamJoon. No es porque se sienta molesto al respecto, es decir, él fue el primero en aceptar que Kim siguiese llevando a sus hijos al parque los domingos. Claro, eso después de que Kook le diese una larga plática acerca de cómo les estaba afectando a ellos el salirse así como así de una rutina que ya tienen arraigada, para luego decirle que NamJoon había quedado encantando de ir al parque la primera vez y secretamente esperaba que se repitiese. Eso bastó para que JungKook prácticamente hiciese su mejor esfuerzo en persuadir a HoSeok para que aceptase la gran propuesta: dejar que NamJoon continuase llevando a sus hijos al parque.
Regresando al punto, HoSeok está molesto consigo mismo. La cena se le hizo eterna mientras escuchaba atentamente las actividades que hicieron sus hijos con Kim y prácticamente deseó haber estado allí. Está sentando sobre el inodoro con la tapa cerrada, su pijama verde le queda algo grande, pero siempre le ha gustado de ese modo; mantiene una pequeña barra de chocolate en su mano derecha mientras que en la izquierda sostiene su celular viendo las fotos que su buen amigo Kook le ha enviado sobre la visita al parque. Fotos que amablemente JungKook en persona tomó, ya que se dio la libertad de ir hoy con ellos. Y eso es fantástico, un tío (ya sea de sangre o no), necesita tiempo de calidad con sus sobrinos, ¿no?
El chocolate en su mano se apachurra un poco producto de la fuerza que ejerce. Diablos. Sí, está muy molesto. En verdad es bueno siendo... básicamente un idiota. Bloquea su celular y alcanza a ver su reflejo en la pantalla apagada, en ese momento el pensamiento del porqué está comiendo ese dulce en el baño atraviesa su mente. Los niños están durmiendo así que no tiene ninguna necesidad de estar ahí, pero se encuentra con que el baño es más íntimo y si por alguna razón las ganas de llorar lo invaden, él fácilmente puede hacerlo, lo que sería un problema si estuviese en su cama con las sabanas cubriéndolo debido a que sus hijos pueden entrar, a veces lo hacen cuando tienen pesadillas... Y no quiere explicar el motivo de algún llanto. Da un mordisco a su chocolate y mastica con fuerza mientras tiene su ceño fruncido.
No debería estar perdiéndose momentos tan importantes, ¿qué diría Iseul? Estaría muy decepcionada, desde luego. Ella siempre pensó que la familia es lo más importante para uno, tanto así que en su lecho de muerte lo único que quiso fue abrazar tanto a sus hijos como pudo y despedirse de HoSeok con un dulce beso en su frente.
«Siempre cuidaré de ti», la voz de Iseul retumba en su cabeza.
—Pero no cuidé de ti —dice en voz baja, tirando la envoltura vacía en el cesto—. No lo hice bien. No estás aquí más.
«No fue tu culpa», dice la voz un poco parecida a su consciencia.
—Te extraño —dice en un murmuro. Su pecho comienza a doler mientras se levanta y sale del baño—. Los niños te extrañan.
«En tu corazón», la voz dice, también en un ligero murmullo.
HoSeok decide no contestar, en lugar de eso va directamente hasta la puerta de la habitación y sale, en completo sigilo, pero sintiendo como su corazón parece querer salirse de entre sus pulmones. Pasando a lado de la habitación de sus hijos, justo al final del pasillo, hay una puerta un poco más desgastada que las demás. La perilla mantiene un color oxidado y alguna que otra telaraña se puede observar. Con una inhalación profunda, toma el collar alrededor de su cuello que tiene una llave colgando. Solía llevarla todo el tiempo, pero cuando comenzó todo la situación con Lee, se dijo a sí mismo que no podía hacer eso. Ahora solamente la lleva cuando se siente tan fuera de sí, tan molesto e indeciso, como en ese instante. Le gusta pensar que es una manera de estar más cerca de Iseul, ya que esa llave da acceso a la pequeña oficina en la que trabajaba. Abre la puerta tan rápido como puede y entra hasta situarse en uno de los sillones de la pequeña sala que hay al centro de la habitación. Las paredes están pintadas de un color rosa pálido combinadas con algo de blanco, un librero al fondo tiene presencia y contiene demasiados libros, todos con sus lomos desgastados producto del tiempo y la falta de utilización. El escritorio está lleno de polvo, aún hay algunos libros sobre él, como si se estuviesen usando y alguien hubiese arrojado una cubeta de polvo sobre este. HoSeok saca el aire que está reteniendo, tanto que parece se desinfla como si de un globo se tratase. Ha creído que venir aquí lo ayudaría a calmarse, a pensar en algo que pudiese ayudarlo, sin embargo no fue así. Su decepción se hizo tan presente que de inmediato siente como la habitación se vuelve más deprimente, las luces con sensores de movimiento no ayudaron tampoco. Cuando Ho dejó de moverse, éstas se apagaron.
—¿Debo dejarla? —pregunta en un susurro. Sus dedos moviéndose ligeramente sobre sus palmas—. ¿Qué pasará entonces? ¿Qué pasará con los niños? Ellos... —Niega con la cabeza—. Yo... Bien... Yo...
De repente siente como un peso desciende sobre su cuerpo, un aroma familiar lo rodea. Manzanas, ella olía a manzanas con albahaca, como su perfume. La sensación de que está siendo abrazado aparece y nada puede hacerlo sentir mejor que eso. Cierra sus ojos en un intento por disfrutar al máximo de lo que parece ser su medicina para sus preocupaciones, una leve presión es puesta en su mejilla; un beso. Sonríe al instante mientras lleva su mano hacia su cara.
«Lo harás bien», escucha que susurran en su oído. Esta vez no fue dentro de su cabeza, está seguro de eso. Ha sentido como el aire hormigueó en su piel mientras ella habló.
Algunos instantes pasaron y entonces ella se fue... La sensación de soledad lo envuelve de nuevo, pero sabe que no debería ser así.
—¿Qué haré? No lo sé, pero lo haré —dice claro, un signo de fuerte convencimiento reuniéndose en su interior.
Sale de ahí para ir directo a su habitación. La noche es joven y francamente tiene sueño. Todo lo sucedido lo ha dejado algo perplejo, pero quiere considerar que la magia existe. Que nada fue mentira, una broma de su imaginación. Que donde sea que los muertos vayan, ellos pueden ayudar a los vivos cuando lo requieren, quiere aferrarse a esa idea y no soltarse de ella jamás. En algún lugar ha escuchado que los vivos deben aprender de los muertos y sus enseñanzas nunca escritas, HoSeok quiere hacerlo.
Diciéndose a sí mismo que el amor es grande, capaz de sobrepasar las barreras de la muerte, cierra sus ojos para poder, al fin, dormirse.
* * *
La mañana llega, eventualmente, para todo el mundo. Han pasado alrededor de tres meses en los que HoSeok ha estado con Lee, este lunes en específico se cumple su tercer mes. ¿Cómo llamarle a eso? "Mesversario", recuerda haber escuchado a Lee mencionarle un par de... cientos de veces, incluso le había estado enviando mensajes para que no se le olvidase la dichosa fecha y un gran regalo, por supuesto. Lo único que HoSeok ha planificado es una cena en un restaurante gourmet y una linda tarjeta de felicitaciones con un enorme girasol, debía ser suficiente, ¿no? Aunque para ser honestos, los hechos ocurridos la noche anterior lo han dejado pensando... quizás él...
—¡Appa, el desayuno! —Escucha como grita TaeHyung desde su asiento en la mesa de la cocina. Rápidamente sale de su trance y comienza a revolver los huevos que estaban a punto de quemarse. Eso estuvo cerca.
—¡Servidos! —exclama HoSeok colocando dos platos frente a cada uno de sus hijos.
Sus pequeños sonríen mientras se quedan mirando el atuendo de su papá. Lleva puesto un mandil color naranja con letras negras que dicen "El mejor cocinero del mundo", tomando en cuenta que casi se le quema el desayuno podría sonar como blasfemia, pero incluso a los mejores cocineros les pasa.
Un toque a la puerta lo interrumpe de ver a sus hijos comer, algo curioso se dirige a abrirla, pues en realidad no estaba esperando a nadie. Rose llegaría en la tarde.
—¡Bebé! —exclama Lee al ver a HoSeok—. Hola —dice mientras se acerca a dejar un beso en la comisura de sus labios.
HoSeok apenas puede procesar que Lee esté frente a él, ¿qué hacía ahí? ¿No se suponía que la vería más tarde? Traga saliva, tratando de poner su mejor sonrisa.
—Hola —murmura—. ¿Qué... qué ha pasado? —No quiere quitarse de la puerta, no quiere dejarla entrar. Parece un guerrero resguardando la entrada de su fortaleza.
—Pasaba por aquí y quería verte antes, ¿algún problema? —pregunta batiendo sus pestañas, mirándose inocente—. ¿Estás cocinando? —interroga cuando ve que Ho se queda callado y al percatarse de su mandil.
—Eh... sí.
—¿Y no vas a dejarme pasar?
La pregunta deja a HoSeok pensando aún más, ¿por qué no quiere dejarla entrar?
—Porque no nos... —Un par de gritos llamándolo lo interrumpen.
—¡Appa, tu teléfono está sonando! —Escucha gritar a TaeHyung. Su cuerpo se tensa al ver la mirada extraña que le da Lee, pero lo ignora puesto que su hijo ya está a lado suyo con el aparato en sus manos—. El Sr. Kim llamó —dice con un puchero en sus labios, ya que se ha perdido la llamada.
HoSeok toma el celular entre sus manos, una sensación de duda se instala dentro de él, ¿por qué Kim lo estaba llamando? Casi lo deja caer al ver que nuevamente Kim estaba marcando. De reojo puede ver como Lee lo está viendo con una ceja levantada sin tomarle mucha atención a TaeHyung. Al final, se hace a un lado indicándole que puede entrar mientras se lleva el aparato a su oreja.
—Habla Jung —contesta lo más normal que puede.
—Habla Jung. —Lo imitan y se percata de que se trata de JungKook—. ¿Así saludas a alguien que no sea yo? Me siento ligeramente halagado —ríe.
HoSeok trata de no virar sus ojos mientras camina hasta la sala, pero no puede hacerlo. TaeHyung está aferrado a su pierna como si estuviese escondiéndose de algo, una pregunta silenciosa adorna sus ojos cuando hace contacto visual con su hijo y éste se limita a mirarlo como si quisiera llorar. Entonces se da cuenta de que Lee está mirando a su hijo de una forma rara, pero intensa. Lo único que se le ocurre es acariciar sus cabellos mientras sigue escuchando hablar a su amigo. Al parecer quiere llevarlos a comer helado saliendo de la escuela.
—Ya le he dicho a Rose que tiene que cuidarlos, no puedo cancelarla ahora —dice evitando no frustrarse. Le ha tomado cariño a la chica, sabe que necesita el dinero para mantenerse mientras estudia la universidad.
—Genial, más a mi favor. Que ella venga conmigo, así los cuidamos mejor —habla en tono juguetón.
Un suspiro se escapa de sus labios mientras sigue acariciando a su hijo que parece querer arrancarle la pierna.
—Saluda a YoonGi de mi parte —acepta y vuelve hablar antes de que JungKook diga que está equivocado—. ¿Qué pasó con tu teléfono?
—El idiota de NamJoon se llevó el mío. Últimamente está algo distraído, ya hablaré con él. Bien, nos vemos. ¡Los recogeré saliendo, ¿eh?!
—Sí, pero ¿Kim está... —Kook había cortado la llamada—, bien? —murmura para sí mismo.
—¿Amor? —pregunta Lee al notar a HoSeok algo perdido—. ¿Estás bien?
Ho asiente mirando a su hijo, su agarre no se ha suavizado, parece que sigue tratando de esconderse sin resultados.
—¿Qué sucede, Tae? —pregunta HoSeok con cierto deje de preocupación.
—¿Cuál es su nombre? TaeHyung, ¿cierto? —interroga Lee sintiéndose excluida, eso no es lo que tenía en mente cuando decidió llegar a casa de su novio para poder sacarlo de ahí y empezar a celebrar su día. Se le olvidó el insignificante detalle de que HoSeok es padre, y tiene dos hijos.
—Así es —contesta sin mirarla—. ¿Dónde está ChimChim? —pregunta ahora a TaeHyung.
No fue necesario que respondiera, porque el pequeño ha llegado corriendo hasta ellos gritando un "appa, ¿qué te dijo el señol Kim?"
El pequeño JiMin se detuvo en seco al ver a Lee, la inspeccionó de pies a cabeza para después ir detrás de su hermano TaeTae con un ceño fruncido.
—Hola, pequeños —dice Lee luego de notar que algo claramente está mal—. ¿Ya desayunaron?
HoSeok espera por una respuesta que jamás llega; sus hijos parecen querer tirar de sus piernas. Se traga otro suspiro y observa a Lee con una sonrisa algo incomoda.
—Ella es Lee. —La señala cuidadosamente—. Es mi...
—Novia —interrumpe Lee, pero al mismo tiempo HoSeok dice—: Amiga.
—Es una amiga —repite HoSeok a sus hijos, mirándolos. Él siente la mirada molesta de Lee, sin embargo se niega a devolverle la cara.
Quizás debió hablar primero con Lee sobre la interacción con sus hijos y lo delicados que se ponen respecto a conocer personas nuevas. En especial si se miran como Lee, ella tiene una mirada dura a primera vista, además sus ojos son demasiado profundos, sus facciones siempre parecen estar algo tensas y su boca casi nunca tiene una sonrisa sobre ella. Le daría miedo hasta un perro herido.
HoSeok se está preguntando cómo no se dio cuenta antes de eso, porque ahí, contemplando a Lee, un escalofrío recorrió su espalda.
—Ella ya se va. ¿Verdad, Lee? —pregunta Ho con una sonrisa amable sobre su rostro, sus ojos pidiendo compresión.
Lee lo observa, sus facciones se endurecen por un segundo, para después mostrar una sonrisa... pero sólo llega a ser una mueca.
—Te veré por la tarde, ¿de acuerdo? —pregunta enarcando una ceja.
—Claro.
—Nos vemos, pequeños. —Se despide de ellos agachándose hasta su altura y haciendo un "adiós" con ambas manos. Los niños sólo pueden medio sonreír.
Un bufido de irritación se quiere escapar de la garganta de Lee, pero logra contenerse. Antes de irse, le da un beso en la mejilla a HoSeok y cierra la puerta en lo que se puede percibir con un portazo.
Que alguien ayude a HoSeok.
Ho trata de relajarse, arrodillándose para ver a sus hijos—: ¿Qué sucede? —pregunta preocupado. Jamás había visto tan reacios a sus hijos por conocer a alguien.
—Ella miedo da —susurra ChimChim.
—Parece una bruja —dice TaeTae viendo hacia la puerta—. ¿Pol qué es tu amiga? Ella da frío.
—Bien... De acuerdo... —balbucea HoSeok porque no sabe qué decir, ciertamente a él también le dio miedo Lee en esos momentos—. ¿Un abrazo para el calor? —Se le ocurre preguntar y extiende sus brazos para estrecharlos contra sí.
—Se parece a mi maesta —murmura ChimChim, escondiendo su carita en el cuello de su padre.
Todos ríen mientras le tensión se disipa poco a poco.
•
Cuando la tarde llega, HoSeok siente que tiene un dolor en su garganta que no puede quitarse con nada. Tomó pastillas y algo de jarabe, hizo gárgaras, pero se encontró con que no es un dolor de esos que necesitaban medicamento. Es algo que tiene que decir, y que no ha podido hacerlo.
Estando en el restaurante, sentado frente a Lee las palabras salen sin que las piense demasiado.
—Tenemos que terminar.
Los cubiertos que sostiene Lee suenan al caer contra su plato; es lo único que se escuchó. El silencio reinó en su lugar en aquella mesa.
—La comida está deliciosa —dice Lee a cambio, HoSeok no puede estar más perplejo.
—¿Me estás escuchando siquiera? —cuestiona, el malhumor invadiendo sus interior.
—La pasta está sabrosa.
La sonrisa de Lee lo está empezando a sacar de quicio. Ella ha vuelto a comer, lo está ignorando. Y no hay algo que le desagrade más que una persona no le haga caso cuando está hablando.
—No puedo con esto, Lee —intenta una vez más—. Lo intenté, te lo juro, pero no puedo hacerlo.
Lee no despega la vista de su plato, su respiración suena pesada y sus manos parecen afianzar fuertemente los cubiertos.
Los segundos pasan, interminables y desesperantes. Ella sigue sin hablar.
—No —musita—. No puedes hacerme esto, Jung HoSeok. ¿Acaso fui un estúpido juego para ti? —pregunta apretando sus dientes, su mirada va directo a sus ojos. El frío en ellos hace a Ho encogerse un poco, pero no lo demuestra—. ¿Crees que soy un desechable?
—Estoy siendo honesto, Lee. Estoy diciendo que no puedo continuar con esto.
—¿Es por esos bastardos, no? ¿Por lo que pasó esta mañana, es eso? —inquiere con un tono irritado.
—¿Bastardos? —repite HoSeok sintiendo su sangre hervir. Nadie habla de ese modo de sus hijos estando él presente. Nadie—. ¡Son mis hijos, Lee! ¡Estás hablando de ellos como si fuesen una cosa!
—¡No encuentro otra forma de llamarlos! ¡Han hecho que esto se vaya al diablo! —grita furiosa. Los cubiertos se caen.
Silencio. Un silencio ensordecedor los envuelve, HoSeok se percata por el rabillo de su ojo que está siendo observado por otros comensales. Él no quiere dar un espectáculo.
—Será mejor que salgamos —habla lo más calmado que puede, aunque quiere gritar con mucha fuerza. Jamás se había sentido tan enojado... desde hace tanto tiempo.
Lee no dice nada.
—Salgamos ahora, ¡maldita sea! —farfulla poniéndose de pie y yendo hasta la salida. Lee se levanta para ir detrás de él con todo el enojo corriendo sobre su sistema.
—Entonces... ¿así me dejas? —habla Lee luego de estar segundos sentada en el asiento del copiloto del auto de HoSeok. Su tono dice que está molesta, irritada.
—Sabes muy bien que esto no está yendo para ninguna parte.
—Porque tú no quieres —debate Lee.
—¿Yo no quiero? —cuestiona burlón—. ¿Yo no quiero? —repite más alto mientras golpea sus manos contra el volante—. ¡Por el amor de de Dios, Lee! ¿Qué sabes tú acerca de todo lo que yo he hecho para que esto malditamente funcione?
—Es por ellos... —susurra Lee. Jamás ha visto a HoSeok tan molesto.
—No te atrevas a hablar de ellos. Mis hijos no tienen nada que ver en esto. —Mantiene su mirada fija al frente, no puede ver a Lee sin intentar sacarla del auto de una mala manera. Con sus hijos nadie tiene derecho a meterse, ni siquiera ella.
¡Por Dios Santo! ¿Cómo no se dio cuenta antes? ¡Lee no quiere a sus hijos! Y pensar... ¡y pensar que quería casarse con ELLA! ¿Acaso está loco?
—No vamos a terminar, Jung —habla más fuerte y claro, viendo su perfil.
La mandíbula de HoSeok se tensa, ¿esa mujer lo dice en serio?
—Sal del auto, Lee.
—¿Qué?
—Sal del auto, Lee -repite más fuerte y seguro—. No quiero tratarte mal ni hacer algo de lo que pueda arrepentirme después. Traté de hablar contigo lo más adulto posible y resultaste ser una niña mimada. —La mira directo a los ojos—. Hemos terminado, ahora sal del auto.
La expresión en la cara de Lee pasan en forma de carrusel, primero es de asombro, luego un deje de tristeza pareció verse, hasta que al final la ira la inundó.
—Púdrete, Jung.
Ella se salió del auto, azotando la puerta como despedida.
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N/A: ¡Muchas gracias por leer! ¡Gracias por esperarme!
Aquí dejo algunas aclaraciones que quizás sean innecesarias, pero de todas formas quiero hacerlo.
La historia a pesar de llevar estos saltos en el tiempo, tienen una narración algo detallada. Para algunos les parecerá aburrido y tedioso, pero tiendo a enfatizar las pequeñas acciones de los personajes de este modo. ¿A qué quiero llegar? A que me tengan paciencia. :c Me esfuerzo mucho para escribirles 6+ en Word con Calibri (cuerpo) 11, es algo difícil para mí, pero me gusta hacerlo. Siguiendo con esto, obviamente también quiero drama, me gusta leerles sabiendo que también lo esperan, pero tranquilas. Ya llegará, y cuando llegue... todas vamos a llorar. Bueno, ni tanto, pero ajá.
El siguiente punto es, que el motivo por hacer los capítulos algo extensos es porque quiero llegar a los 20 o 25 capítulos nomás. Ese es mi objetivo mínimo, pero ya veremos cómo avanza la historia y cómo espero no regarla completita. Sigo siendo nueva escribiendo para personas reales que en VERDAD me leen ;-;. Uno puede escribir pero nunca dar a conocer sus escritos, ¿entienden?
Bueno, creo que eso es todo. Cuídense mucho, gracias por leer hasta aquí. :3
Editado 12/12/18.
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