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E|xtra tres

«¿Qué debería hacer?», pensó HoSeok viendo a sus hijos comer mientras pensaba en cómo ayudar a que NamJoon y JungKook no estuviesen enojados. Había supuesto que las vacaciones estarían bien para variar, pero claramente se había confiado demasiado. No había pensado que podrían haber peleas entre esos dos debido a sucesos del pasado, y ahora estaban haciendo de las vacaciones algo difícil. Podría llevar el helado que había sugerido Tae para Kim y un delicioso pastel para Kook como dijo Chimchim, pero no podía dejar a los niños solos.

Un momento más tarde los dos postres estaban puestos sobre la mesa mientras que dos caras emocionadas los miraban con delicia.

—No son para ustedes —rió HoSeok—. Uno es para el señor Kim y otro para el tío Kook. ¿Con quién quieren ir primero?

—¡Señor Kim! —chillaron al unísono con mucho entusiasmo.

HoSeok simplemente sonrió.

—Vamos, entonces.

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NamJoon se encontraba en la habitación tratando de ver la televisión, pero por más que lo intentaba sus pensamientos siempre iban a la discusión con JungKook. ¿Por qué tuvo que decir esas cosas? Ciertamente había mejores maneras de expresar su enojo, aunque en su defensa estaba harto. Pero, vamos, también sabe que lo empeoró más. Estaba tan devastado que lo único que quería hacerse es bolita para llorar a mares. Quizás debió quedarse en casa, o mejor aún, quedarse en donde estaba antes de eso. Ni siquiera debió hacer caso a la invitación de JungKook sobre “vivir con él”. Diablos. Todo se estaba desmoronando, y sólo estaba contemplando sin saber qué hacer. Debió quedarse, definitivamente había sido mejor que cualquier otra cosa, ¿no es así?

El sonido de la puerta siendo tocada lo sacó de sus pensamientos, pero no se movió de su lugar. ¿Quién podría ser? ¿Acaso JungKook? No, eso era imposible… ¿Era HoSeok? Y como si le leyesen la mente, la voz del otro lado habló.

—Soy HoSeok.

Rápidamente fue a abrirle, encontrando para su sorpresa a dos pares de ojos mirándolo fijamente desde abajo con una pequeña sonrisa en sus caras. HoSeok sostenía un bote de helado en sus manos y lo extendió hacia él.

—Creímos que necesitaba un poco de helado, señor Kim —dijo Hobi guiñándole el ojo.

NamJoon esperaba que no se le notase su sonrojez. En este punto no sabía qué decir ni siquiera estaba seguro de que su voz saliese correctamente de su garganta.

—¿No quiere helado, señol Kim? —preguntó JiMin con un puchero en sus labios—. ¿No le gustó?

NamJoon lo miró, su cara relajándose un poco. Ese pequeño siempre lo hacía volver a la realidad justo en el momento.

—No, no es eso, Chimchim. —Tomó entre sus manos el pequeño bote de helado y se hizo a un lado para dejarlos pasar—. Adelante.

Fue lo mejor que le pudo pasar a NamJoon ese día. Aquella vez se dio cuenta que un par de ojitos oscuros y un guiño era lo que necesitaba para que su día se tornase claro otra vez. Hubo risas y cosquillas, pelea de almohadas y carcajadas, se podía percibir el cariño y la alegría. NamJoon realmente se sentió feliz, sintió pequeñas burbujas que danzaban hasta la planta de sus pies.

HoSeok aprovechó al NamJoon distraído tomando la almohada más próxima para darle en la cabeza y asustándolo. No demoró mucho para que NamJoon devolviese el golpe con una alhomada que Chimchim —el pequeño traidor— le había llevado para que una nueva lucha comenzase. NamJoon pudo jurar que ese día había visto estrellas en el techo de la habitación, aunque no tenía que buscar demasiado arriba porque habían tres en su habitación.

HoSeok brillaba, brillaba, brillaba, tan hermosamente que NamJoon se encontró sonriendo tan grande como para que sus mejillas le comenzasen a doler, pero ese dolor de alguna manera no lo encontraba molesto.

—¡Quedó helado! —exclamó TaeHyung metiendo sus dedos al envase para luego llevárselos a la boca—. Pero ya no sabe tan lico. —Su carita se volvió a una expresión de tristeza que rápidamente se cambió a una con ojitos abiertos en grande pues Nam le había regalado una paleta.

—¿Cómo se dice, bebé? —dijo HoSeok viéndolo directamente con sus brazos cruzados sobre su pecho.

—Glacias, señol Kim —dijo TaeTae saboreando su paleta.

—¿Y yo? —preguntó Chimchim acercándose a las piernas de NamJoon—. ¿Y mi paleta?

HoSeok soltó una risita y miró a JiMin como diciéndole con la mirada que no siguiese pidiendo nada porque a comparación con su hermano él había comido mucho helado, sin embargo NamJoon desde que conoció a esa pequeña bolita de cabellos bonitos se convirtió en su debilidad, así que sacó una paleta más de su maleta y se la dio sintiendo la mirada reprochadora de HoSeok en su nuca.

—¿Qué?

HoSeok se dedicó a mirarlo. Fueron unos segundos de haber tenido su intensa mirada sobre su cara que lo hizo tragar con dificultad.

—¿Tú también quieres? —preguntó NamJoon sintiéndose un poco incómodo.

HoSeok pareció volver de su trance después de haber parpadeado y dijo—: Sí. Es decir, no… Estaba pensando… —Se quedó callado unos segundos—. Tengo que ver a JungKook, ¿podrías cuidarlos mientras tanto?

Cuando NamJoon le aseguró que no habría problema salió de la habitación con un ligero sonrojo sobre sus mejillas, su pecho se alzó y bajó con rapidez mientras apoyaba su espalda en la pared del pasillo. Se había imaginado a un NamJoon hogareño en la comodidad de su sala jugando con sus hijos y eso, de alguna manera, no le pareció tan raro. ¿Se estaba volviendo loco? ¡Eso ni siquiera estaba dentro de sus posibilidades! Se obligó a volver a la normalidad para ir a la habitación de a lado.

—¿Kook? —susurró HoSeok—. Pedí pastel para ti, te fuiste antes de que comieras tu postre. ¿Te lo han traído?

HoSeok esperó por unos minutos antes de pensar en irse. Quizás JungKook ni siquiera estaba dentro o estaba tan enojado que no quería abrir, ¿o se había quedado dormido? Tocó la puerta una vez más y frunció sus labios. Esto no era lo que se había imaginado. ¿Quién no querría verlo? ¡JungKook tenía que abrir! Ese mocoso malagradecido; debería enseñarle más modales. Sin embargo, un momento antes de darse vuelta la puerta abriéndose de golpe lo asustó.

—¡Sí, lo recibí! —chilló JungKook, quien tenía una gran porción en un plato y un enorme tenedor.

—Ya veo —dijo HoSeok sonriendo, pues su amigo tenía toda la boca llena de crema.

—¿Qué? ¿Qué tengo? —preguntó JungKook con las cejas fruncidas—. ¡Ya sé que doy asco!

—¡Woah! Amigo, ¿qué te sucede?

—¿Qué me sucede? ¿A mí? ¡¿Por qué no le preguntas a él?! —exclamó JungKook señalando hacia el pasillo con su mano libre—. No tenía derecho a decir lo que dijo —prosiguió metiendo un gran trozo de pastel a su boca.

—De acuerdo, pero ¿me vas a dejar pasar o vamos a tener la plática aquí? —preguntó Ho alzando su ceja divertido.

JungKook sólo rodó sus ojos.

—No me estás tomando en serio, hombre.

—No es eso, simplemente estoy tratando de mantenerme fuera de tensiones. Deberías respirar más —le aconsejó HoSeok adentrándose a la habitación.

—¡Estoy respirando! —gritó JungKook dando un portazo.

Los minutos se convirtieron en horas, y HoSeok se sintió como un intermediario, más que molestarlo, le pareció curioso la historia de sus amigos. Como dos personas podrían estar envueltas en tanto a pesar de no haberse visto en tanto tiempo, y HoSeok pudo conectar más con JungKook. Eran mejores amigos después de todo, saber parte de Kook era como una tarea primordial.

—Quédate —dijo JungKook con su cara llena de crema y un puchero en sus labios—. Tú eres mi amigo, no de ese baboso.

—Tengo que ver a los niños, Kookie.

—Yo te conocí primero —dijo cruzando sus brazos—. Tengo derecho de antigüedad.

HoSeok rió, pero algo en la cara de JungKook lo hizo acceder. Su amigo no era de pedir cosas de ese estilo, sí, a veces Kook parecía hacerse el gracioso, todo el tiempo estaba haciendo bromas a sus sobrinos y proyectaba una imagen de confianza que dejaba a cualquiera maravillado, pero muy dentro, JungKook sólo quería esconderse o salir huyendo. Había pasado tanto desde una corta edad, nunca pidió nada referente al amor familiar, nunca pidió abrazos a nadie, hasta que conoció a HoSeok. Recibió miles de abrazos por parte de Iseul y él, que se sentía abrumado por tanto amor. HoSeok pudo ver en sus ojos cristalinos una pizca de ansiedad que buscaba desesperadamente algo de afecto, pero no sabía cómo pedirlo correctamente.

—De acuerdo —accedió HoSeok con una sonrisa—. Le avisaré a NamJoon.

Esa noche, JungKook lloró en el hombro de HoSeok; su mejor amigo. HoSeok sólo lo abrazó silenciosamente, pero la fuerza de sus brazos eran suficientes para hacer ruido en toda su alma.

Después de todo, los abrazos son mejores cuando se dan con el corazón.

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