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E|xtra dos

Después del abrazo que había recibido HoSeok en la playa —uno muy lindo—, pasó la tarde jugando con sus hijos y con NamJoon. Las olas azotaban tranquilamente como si estuviesen gozando de las pequeñas risas que soltaban los pequeños al intentar no ser capturados por los dos grandes monstruos del mar que habían salido de las profundidades para comérselos.

Era increíble como algo tan simple como un juego les proporcionase mucha felicidad. Sentía la arena pegarse a sus pies y no le importaba en lo más mínimo, pues lo único que quería hacer en ese momento era capturar entre sus brazos a cualquiera de sus hijos y devorarlos con besos en las mejillas.

—¡No! —gritó JiMin tratando de correr—. Vamos TaTa, ¡correee! —rió.

—¡Ay! —chilló TaeTae que había sido capturado por los brazos de NamJoon—. ¡No, sueltáme! ¡ChimChim! —gritaba, pero HoSeok había agarrado a su hermano también.

—¡Ya no podrás escapar! —habló NamJoon en un tono de monstruo feroz aprisionando a TaeHyung en un fuerte abrazo.

NamJoon muy atrapado en su papel de monstruo del mar dirigió su boca a la cabellera del pequeño y sacudió su nariz con un poco de fuerza haciendo sonidos de estar masticando.

—¡Appa! —gritó TaeHyung asustado—. Sr. Kim me está comiendo, ¡appaaa! —gritó con más fuerza sacudiendo sus bracitos en el aire—. ¡Me está comiendo mi celeblo! ¡ChimChim, ayúdame! —continuó gritando mientras NamJoon reía.

HoSeok quien sostenía a JiMin en sus brazos igualmente se detuvo. Su brazo izquierdo agarraba a su hijo por su estómago, mientras el pequeño parecía como un costal de papas dejando sus extremidades sueltas e inertes. Los ojos de HoSeok mostraron un brillo extraño al notar la escena que estaba sucediendo con Nam y TaeTae. Un calorcito se extendió por su pecho, viendo como NamJoon dejaba de tratar de “comer” el cerebro de su hijo y lo sostenía bien para darle un besito en su frentecita. NamJoon le sonrió al pequeño, y este dejó de sollozar a la vez que le mostraba una linda sonrisa tímida.

—¿Qué e’ e'to? —preguntó TaeTae llevando uno de sus pequeños dedos a la mejilla de NamJoon y colocándolo en su hoyuelo derecho—. ¿Te comieron los mostuos?

NamJoon sonrió, enternecido por la singular imaginación de aquel chiquillo.

—Sí —respondió tratando de no sonreír más—, dijeron que era necesario.

Un chillido de asombro salió por los labios de Tae. ¡Un monstruo había comido la mejilla del sr. Kim! ¿Por qué nadie había hecho nada?

Pol eso eres un mostuo —siguió el pequeño—, polque te han comido aquí. —Su dedo giró sobre el hueco formado, acentuándose más—. Pe'o ya no me vas a comer, ¿verdá?

—Nop —contestó Nam doblando sus labios hacia dentro de su boca y comenzar a mordisquear nuevamente la cabellera del pequeño que ya no lloraba, sólo reía—. ¡Porque es hora de las cosquillas! —exclamó dejándose caer con cuidado sobre la arena y comenzar hacerle cosquillas con sus manos al pequeño por todo su estómago, moviendo sus dedos como si de arañas se tratasen.

—¡Appa! —gritó TaeHyung, pero ésta vez ahogado en risa—. ¡Chim-Chim, ayuuuda!

—Papá, vamos —dijo JiMin retorciéndose sobre él para que lo bajase—. Hay que ayudarlo.

HoSeok lo soltó con una pequeña sonrisa, y en cuanto JiMin estuvo en el suelo fue corriendo hasta trepar por la espalda de NamJoon y comenzar hacerle cosquillas también.

—¡Oh-no! Una emboscada —dijo Nam mientras se recostaba boca arriba sobre la arena. Los niños reían aún más fuerte y su técnica de hacerse el muerto no trajo sustos en ésta ocasión.

La lengua de NamJoon salía a la superficie y mantenía sus ojos cerrados, sólo que no pudo seguir con su propio juego porque realmente estaba sintiendo muchas cosquillas y la risa le ganó. Se comenzó a reír tanto que lo único que encontró para combatir su ataque fue retorcerse de lado a lado, sus manos agarraban fuertemente su propio estómago, mientras que los pequeños seguían provocándole cosquillas.

—De acuerdo —dijo HoSeok avanzando hacia ellos—. El sr. Kim se hará pipí en los pantalones si continúan así —rió levemente.

Un sonido de decepción se escuchó por parte de los niños que ya se habían separado de NamJoon y puesto de pie.

—Gracias —musitó NamJoon apoyándose sobre sus codos para ver mejor a HoSeok.

—De nada. —Se encogió de hombros—. Permíteme ayudarte —dijo dando un paso frente a él y extender su mano para que la tomase.

Mientras tanto JiMin y TaeHyung se habían entretenido con unas pequeñas conchitas que encontraron a sus pies, examinándolas con curiosidad, hablando de lo complicado que era sacudirles la arena.

—¿Sabes? Creo que soy más pesado que tú —aclaró NamJoon, pero de todas formas le dio la mano.

En el vano intento de HoSeok por querer ayudar a levantar aquel cuerpo pesado soltó un ruidito lastimero, ya que NamJoon había intentado hacerle una broma y poner su cuerpo aún más pesado de lo que ya era. Fueron fracciones de segundos para que el cuerpo de HoSeok estuviese arriba del cuerpo de NamJoon. Cómo odió las leyes de la gravedad en ese momento.

Fue como si el tiempo se hubiese pausado. HoSeok tuvo la mirada de NamJoon demasiado cerca para su gusto, pudo observar sus ojos, sus cejas, su nariz, sus pestañas… Él había examinado de todo, menos sus labios. Sintió como un ligero rubor se asomaba por sus mejillas y cuello, como su respiración se hizo más lenta hasta el punto en que sintió que casi no respiraba.

NamJoon quien había tenido sus manos sobre sus caderas por reflejo, en el afán de querer sostenerlo y que la caída no fuese tan dura, llevó sus manos hasta sus hombros donde dejó una pequeña caricia mientras continuó viendo aquellos ojos oscuros que en ese instante se veían tan asustados, pero a la vez lindos. Era la primera vez que se había detenido a observarlos tan detalladamente; la manera en que los rayos del Sol se reflejaban en ellos era preciosa, y aquel rojo de sus mejillas lo hacían verse joven, como un niño que ha sido descubierto haciendo una travesura. HoSeok poseía una máscara de inocencia que no había logrado captar en ninguna otra persona... era la primera persona en la que él había reparado este pequeño detalle.

NamJoon inclinó su cabeza un poco más casi a punto de chocar con la frente de HoSeok. Él en serio hubiese permanecido allí por mucho más tiempo, pero su cuerpo estaba empezando a entumecerse. Así que empujó los hombros de HoSeok un poco para que pudiese captar que ya era tiempo de separarse, aunque por lo visto ninguno de los dos quería hacerlo.

—Lo siento —susurró HoSeok aún con el rubor en sus mejillas al tiempo que se ponía de pie.

«Yo no», pensó NamJoon, pero guardó sus pensamientos para él mismo.

—Sí, bueno... —habló Nam cuando estuvo de pie—. ¿Alguien quiere comer? —preguntó alzando una mano para contarse él mismo.

JiMin y TaeHyung lo imitaron con brillantes sonrisas y ojos hambrientos. Todos habían quedado viendo a HoSeok, que soltando un suspiro —lleno de emociones confusas— levantó su mano para que al fin todos fuesen a comer.

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La comida estuvo deliciosa, o eso es lo pensó HoSeok. Prefería seguir comiendo a escuchar los comentarios de JungKook que seguía insistiendo en que quizás se había asoleado demasiado y por esa razón estaba rojo.

HoSeok se mantuvo evadiendo la mirada escrutadora de Kook, que estaba frente a él en aquella mesa redonda, usando como pretexto que sus hijos aún no sabían utilizar correctamente los cubiertos —así que los ayudaba con sus platos— a pesar que los mismos eran de entrenamiento.

—Oye, Kookie —interrumpió NamJoon—. ¿Y YoonGi?

Y fue el turno de JungKook de hacerse el tonto.

—Bueno… —comenzó llevando un poco de comida a su boca—. Se ha ido —dijo después de haber tragado.

El silencio se hizo aún más notable. JungKook no pudo soportarlo por mucho tiempo.

—Pero digan algo, cielos —habló en voz alta—. ¿Por qué tan callados? ¿Tanto les dolió que se haya ido o qué?

NamJoon miró de reojo a HoSeok, quien al parecer también estaba buscando su mirada.

—No es eso, Kook… —inició Ho, pero se vio interrumpido por NamJoon.

—Considerando todo, creo que al que le está doliendo es a ti —dijo como quien no quiere la cosa—. Pero tampoco es para que lo tomes de esa forma, si se ha ido es porque no se sentía cómodo, ¿no lo crees?

—¿Y cómo lo sabes? ¿Acaso hablaste con…? —Se detuvo en seco, uniendo puntos en su cabeza—. Lo hiciste, tonto. ¿Qué le dijiste?

—¿Yo? Nada. Él fue el que me dijo que estaba sintiéndose extraño y que estaba pensando en qué hacer. Jamás creí que se iría. —Su voz sonaba un poco a la defensiva.

—Chicos… —intervino HoSeok—, al menos aún podemos…

—Pero seguramente se te escapó algo que lo hizo sentirse mal, ¿es que siempre vas a intentar molestar todos mis planes?

—¿De qué estupidez estás hablando?

—¡NamJoon! —exclamó Ho con desaprobación.

—Lo siento, Hobie, pero no encuentro otra manera de llamarlo. YoonGi se ha ido, pero, ¿por qué eso tiene que estar ligado a mí específicamente? ¿No has pensado, JungKook, que tú tienes algo que ver en eso o eres tan cobarde que no puedes aceptarlo?

—Ahora, ¿de qué mierda estás hablando tú? Desde que recuerdo tienes esta afición por mí que sólo hace que las demás personas se alejen.

—¿Qué? ¿Ahora llamas esto “afición”? ¿Ni siquiera puedes decirlo correctamente? Se le llama gustar. No es una afición ni una obsesión, sólo es una clase de enamoramiento empedernido que he tenido por ti desde hace años —dijo sosteniendo fuertemente el vaso de cristal frente a él—. Y he sido tan estúpido todo este tiempo, y tú lo has sido también.

—¿Así? —indagó JungKook a punto de estallar en cólera.

—Me invitaste sabiendo que YoonGi vendría y no me dijiste nada, JungKook. Sabiendo lo mucho que esto podría afectarme, afectarlo…, a todos. Diablos. Sabías que me has gustado desde hace tanto, tanto, maldita sea, tantísimo tiempo, y preferiste guardar silencio, hacerte el tonto. Y yo lo acepté, también lo preferí de esa forma, pero ya no puedo hacerlo más. Entiende que todo esto me dolió, saber que todo mundo se daba cuenta de mi ridículo sentimiento por ti, y que tú sólo eras capaz de ignorarlo, y que yo sólo era capaz de hacer absolutamente nada. La única razón por la que terminé quedándome fue porque Hobie me lo ha pedido.

En este punto HoSeok sólo pudo abrir y cerrar su boca una cuantas veces sin saber qué decir o cómo hacer que aquella discusión se acabase.

—No tengo la culpa de todo lo que te ocurre, JungKook. Nadie la tiene. Y que yo recuerde, jamás he alejado nadie de ti a excepción de SeokJin, pero ya veo que cometí un error. Quizás debí haber dejado que te golpeara esa noche, así no estarías diciendo lo de ahora.

Los ojos de NamJoon se abrieron como los de los demás, sabía que había arruinado la comida, pero había llegado a su límite; lo descubrió en ese instante. Miró a JiMin y TaeHyung quienes mantenían su cabeza gacha, después a HoSeok que sólo miraba a JungKook con gesto de preocupación. Tragó saliva con dificultad.

—Me iré ahora —dijo al pararse de su asiento—. Provecho.

Los pasos de NamJoon eran débiles y sin ritmo. Qué mal había resultado todo.

Unos cuantos minutos pasaron para que HoSeok se atreviese a hablar.

—Kook, yo…

—No. —Negó levemente con su cabeza—. Está bien, es cierto. Todo es cierto. Está bien, estoy bien… solamente…

—¿Kookie? —dijo suavemente, con la preocupación en todo su ser.

—Me tengo que ir. Nos vemos después —susurró.

Y salió del restaurante a los pocos segundos.

HoSeok soltó aire, frustrado, molesto, preocupado. Ya ni sabía qué tantas emociones estaban cruzando por él en aquel momento. Tenía sus labios estirados hacia delante en una clase de triángulo extraño mientras las arrugas de frente se hacían más prominentes.

—¿Aún podemos pedir postre, papi? —preguntó TaeHyung un poco ajeno a todo el asunto.

HoSeok parpadeó. —¿Qué…?

—Podemos pedir pastel para el tío Kook, ¿verdad, papá? —averiguó JiMin.

Porque al tío Kook no le gustaba el helado, pero amaba el pastel de zanahoria.

—Claro —dijo HoSeok con una ligera sonrisa.

—¡Y helado para el sr. Kim! —exclamó TaeHyung—. Para aleglarlo, papi.

¿Cuándo sus niños se habían vuelto tan compresibles? HoSeok no estaba seguro, pero le alegró saberlo.

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