C|ero
Jung HoSeok se encuentra escondido en el baño de su recámara. Ha estado ahí desde hace aproximadamente quince minutos, está sentando en el suelo con su espalda pegada a la puerta y no puede evitar sentirse nervioso aún si sabe que nadie podrá encontrarlo por un rato más.
También se siente muy tonto por estar escondiéndose de esa forma teniendo treinta años, pero él en verdad se encuentra muy cansado y antes de hacer un berrinche frente a sus hijos prefiere hacerlo en el baño, así nadie lo ve.
Respira para tranquilizarse mientras saca de su bolsillo una barra de chocolate. La abre lentamente y la lleva hasta su boca para darle un gran mordisco.
«¡Oh, sí!», piensa mientras mastica. El inconfundible sabor de almendra con chocolate es su favorito. Esto es lo que necesitaba desde hacía tiempo, pero con dos pequeños siempre detrás de él... Bien, es difícil comer lo que él quiera cuando ellos siempre están pidiéndole. No es que fuese un padre egoísta, pero a veces él quiere poder comerse una barra de chocolate entera sin que nadie le pida (eso incluye a sus hijos), y sólo por ésta vez, por buena suerte o un milagro sus hijos no se han percatado de su desaparición.
Sigue dando mordidas a la barra de chocolate hasta que se la termina, casi se pone a llorar porque ya no queda nada más que la envoltura vacía entre su mano. Quizás debió comprarse dos en lugar de uno cuando fueron al supermercado para hacer el mandado, pero haberse comprado uno ya de por sí ha sido una batalla campal, no se imagina comprar dos.
Sus hijos pedían y pedían y pedían, mientras que él negaba y negaba y negaba, así que para mantenerlos quietos les había comprado un pequeño peluche a cada uno... Sabía que era malo, sin embargo en ocasiones le parecía necesario hacer ese tipo de negociaciones con sus hijos.
Volviendo al punto, él sabe que si compraba un chocolate y ellos lo veían también le pedirían. Y no, no señor. Ellos ya tenían sus peluches, ¡ellos no pueden tocar el cielo dos veces en un mismo día!
Así que tuvo que taparles los ojos mientras le hacía un gesto a la cajera para que pasase por el verificador la barra que había puesto un tanto escondida entre los demás productos que llevaban. La cajera rió asintiendo, y él articuló sin emitir sonido alguno la palabra «gracias», ésta sólo levantó su pulgar en modo de respuesta.
Suspira al recordar la ida al supermercado, seguramente si su amada Iseul todavía siguiese con vida sabría que hacer incluso con él. Sacude su cabeza, ¿por qué de repente estaba pensando en esas cosas? Aunque de eso ya habían pasado cuatro años, claramente la muerte de una persona amada siempre dolería y estaría presente a través de los años.
-¡Appa! -Oye como su hijo menor lo está llamando-. ¡Tenemos hambre!
Suspira y sonríe, al menos obtuvo un poco de tiempo a solas. Además, no es como que pueda dejar a sus hijos sin comer, ¿o sí...?
«No seas idiota», se regaña mentalmente.
-¡Ya voy! -grita poniéndose de pie para abrir la puerta del baño. Sin embargo, antes de salir procura tirar la envoltura llena de pecado en el cesto que hay dentro. La evidencia debe ser eliminada.
Parado a un metro de la puerta del baño se encuentra su hijo mayor; JiMin. Tiene apenas seis años, sin embargo su energía parece la de alguien de diez.
-¡Pizza! -grita cuando ve salir a su padre cerrando la puerta detrás de él.
-Chimchim, comimos pizza la semana pasada -le dice yendo hasta él para cargarlo y al fin salir de la habitación.
-¡Pero TaeTae tamben quere pizza! -grita de emoción, aturdiendo los oídos de su padre.
La pronunciación de su hijo no es tan buena, pero está aprendiendo al ritmo que se supone debería, ¿no?
-TaeTae siempre quiere pizza -dice HoSeok divertido.
Sostiene a su hijo con fuerza, siempre que lo carga tiene miedo de caer con él encima, pero sabe que a JiMin le gusta ser cargado y él no puede evitar decirle que no. Aunque lo niegue es un padre muy consentidor.
-¡Papá, quelemos pizza! -Escucha HoSeok cuando está entrando a la cocina. Su hijo Taehyung está sentado en la mesa que hay en una esquina, pintando un libro para colorear-. ¡Pizza! -repite sin despegar la vista de su libro. Él tiene cuatro años, claramente no pronuncia mejor las palabras que su hermano, aunque suele hablar más mimado en ocasiones buscando su propia conveniencia.
-Ya hemos comido pizza la semana anterior, así que no -dice cansado-. No vamos a comer pizza.
•
Quizás debió ser más duro y firme con su decisión, sin embargo para cuando se dio cuenta en sus manos está el celular que JiMin le estaba tendiendo. Ni siquiera sintió cuando había bajado a su pequeño hijo al suelo, pero ahí está, apretando sobre la pantalla táctil el número que se ha aprendido de memoria de tanto marcar.
-¡Buenas tardes! ¿Qué desea ordenar? -saluda una voz muy animada.
Si no se equivocaba esa voz sólo podía pertenecer a su amigo JungKook, aunque éste fuera nueve años menor que él. Su amistad si bien era inusual, ambos se tenían mucho cariño y respeto. JungKook había estado ahí cuando su esposa se fue y aunque apenas tiene dieciocho, tuvo la madurez suficiente para dar un apoyo moral y correcto a HoSeok. Además, HoSeok a veces se comportaba demasiado paternal con él, no puede evitarlo. Lo cuida como si fuese su hijo, pero lo quiere como un hermano... Algo así.
-Hey Kook, soy HoSeok -contesta más animado.
-Déjame adivinar, te rompieron el celular de nuevo. -Escucha como su amigo ríe-. ¿Quién fue ésta vez, ah?
-A JiMin se le cayó por las escaleras -suspira. Sabe que JungKook lo molestará después, siempre lo hace-. Agenda éste número, aprovechando que estoy marcando.
-Lo hice hace unos segundos -responde-. Bien, ¿de qué será ésta vez? -pregunta refiriéndose a la pizza.
HoSeok mira a sus hijos, ellos están sentados a la mesa. JiMin está ayudando a su hermano a colorear un dibujo. Ambos empiezan a susurrar cosas, y aunque trata de leer sus labios le es imposible saber de qué va aquella conversación.
-Ya sabes, la de siempre -responde.
-Una pizza de pepperoni familiar está en marcha -dice y casi puede jurar que Jung está sonriendo en grande-. En treinta minutos o su orden es gratis.
-Tendré que poner obstáculos en la entrada entonces -le contesta con diversión, sabe que JungKook dice eso porque se supone que es lo que debe decir en su trabajo. Sin embargo, antes de esperar una contestación más cuelga rápidamente y guarda el celular en su bolsillo delantero del pantalón.
Se hace una nota mental sobre no darles nuevamente su celular a sus hijos, es el tercero que rompen en menos de dos años.
Él no fábrica dinero.
Se dirige a la mesa con sus hijos colocándose atrás de sus espaldas y en medio de ellos.
-¿Quién es ella? -pregunta de forma curiosa al percatarse de la especie de garabato que alguno de los dos ha dibujado sobre el verdadero dibujo que se supone deberían pintar.
-Es la bruja mala -explica Taehyung volteándose para verle la cara a su padre.
-¿Bruja mala? -suelta confundido. ¿Quién podría ser esa persona? El intento de persona tenía -sobre lo que se supone era su cabeza- cabellos parados en forma de rayos, una escoba en su mano y una sonrisa que se ve casi diabólica.
-Maesta mala de TaeTae. -Trata de explicar JiMin-. Ella deja mucha talea.
-¿La maestra de TaeTae le deja mucha tarea? -pregunta para verificar si había entendido bien.
-Sí -responde Taehyung.
HoSeok suspira y decide reírse. Podría tomarlo con una ligera broma, pero claramente tiene que explicarle a los niños sobre su forma de ver las tareas y a las personas.
•
Después de que la pizza llega, ellos quisieron ver una película así que se dirigieron a la sala. Una enorme pantalla plasma se instalaba al centro de la habitación para disfrute de todo aquel quien tuviera la dicha de sentarse en los comodísimos sillones. Para cuando la noche se hace presente, tres películas han sido vistas, la tercera está por acabar cuando HoSeok siente como Taehyung se le acurruca en su lado derecho y JiMin del lado izquierdo; están profundamente dormidos.
HoSeok sonríe, tocando el cabello de sus hijos con la respectiva mano. Un quejido sale de sus labios cuando carga a JiMin dejando que su cabeza descanse sobre su hombro, hace un esfuerzo sobre humano cuando llega el momento de cargar a Taehyung también, teniendo ya a JiMin en uno de sus brazos. Camina hacia la escalera con sus dos hijos, uno en cada hombro. Sube cada escalón con cuidado e intenta que el miedo que está sintiendo no lo haga caer, sigue subiendo hasta que al fin llega.
Abre la puerta del cuarto de sus hijos -ya que ellos duermen en la misma habitación-, deja a su pequeño Chimchim sobre su cama, para después hacer lo mismo con su grandísimo TaeTae en la cama de a lado. Los arropa de forma cariñosa y da a cada uno un beso en la frente. La luz es apagada quedando solamente una lámpara de noche con forma de osito entre medio de las dos camas para alumbrar los sueños de sus retoños.
Afortunadamente para HoSeok, sus días de trabajo solamente son de lunes a viernes, aunque tiene que levantarse demasiado temprano para ir a trabajar, así que su madre es quien, a veces, le ayuda por las mañanas ya que ellos entran hasta las nueve.
Y gracias a su trabajo madrugador él puede ir a recogerlos saliendo de éste, debido a que sus horarios coinciden, sus hijos solamente deben esperar a su padre alrededor de veinte minutos para que sean recogidos.
Fue directo hasta su habitación y decide que puede bañarse por la mañana. Nada como una buena ducha para comenzar la agitada semana de su alocada vida como padre viudo. Se coloca su pijama y se rinde ante los amorosos brazos de Morfeo.
Linda noche, dulces sueños.
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Editado 13/07/19.
-Jamás la termina-
Actualización: Me faltan tres capítulos para terminarlo [13/07/19].
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