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Mei-Mei

Espero que les guste~

A Macaque realmente no le gustan los salones de juegos, había demasiado brillo y mucho ruido, por no mencionar la cantidad de gritos y risas que resonaban en el cerrado lugar. Así que no se acercaba pero su hijo lo arrastró hasta uno, mirando por la puerta abierta el interior y dando pequeños saltos, obviamente emocionado.

-¿Quieres ir a jugar?- preguntó con una ligera sonrisa, divertido ante los saltos ajeno. Siempre era divertido verlo tan emocionado por cosas tan simples. MK asintió rápidamente, sonriente. Nunca había podido entrar a un lugar de esos, solo los había visto de afuera, pero los ruidos y las risas, por no decir los pocos juegos que podía ver, habían llamado su atención. -Bueno...- se agachó. -...¿Cuáles son las reglas?-

-No ir con extraños y no aceptar cosas de extraños- contesto rápidamente. -También gritar muy fuerte si algo malo pasa para que me encuentres- agregó ante la mirada sería de su papá.

-Buen niño~- acarició suavemente la cabeza ajena, rebuscando algo de dinero entre sus bolsillos y poniéndolo en el bolsillo del lado interno de la campera de su hijo. -Juega todo lo que puedas pero quédate aquí, ¿si?- tomo las manos ajenas y le dio un suave apretón. No quería dejar a su hijo allí pero debía darle algo de libertad. -Yo iré a comprar y luego vendré a buscarte- la tienda no estaba lejos.

-Si, papá- asintió sin dudar, notando entonces algo que llamó su atención. -Papá...- llamó con la vista baja, notando que su sombra era más oscura de lo que debería ser, más aún teniendo en cuenta que era de día. -...¿Le hiciste algo a mi sombra?- señaló, mirando al mayor con curiosidad.

-...quizás- sonrió con diversión, haciendo un gesto disimulado con sus manos, la sombra del menor moviéndose por si sola, moviendo la mano con un saludo y haciendo un ligero baile antes de volver a su posición anterior. -Es uno de mis clones, esta escondido en tu sombra. Así que si algo pasa, te ayudará- era algo sobreprotector pero no le importaba, mejor prevenir antes que lamentar.

-Oh...- parpadeo con asombro, viendo su sombra, sonriendo ligeramente. -Está bien, papá- no le molestaba el guardián escondido en su sombra, lo hacía sentir seguro y si eso ayudaba a su papá a estar más tranquilo, que así fuera. El mayor se inclino, dejando un suave beso en la frente de su niño, quien soltó una ligera risa, y se quedó allí por un segundo, viendo al menor correr hacia dentro del lugar ruidoso. Suspiro y se dispuso a irse, aunque estaba atento a los ruidos y al clon que estaba con su hijo.

Mientras tanto, MK estaba extasiado, viendo la variedad de máquinas, todas brillantes y coloridas. Ya tenía fichas y se dispuso a elegir uno de los tantos juegos pero se detuvo en seco, viendo a una niña muy familiar jugando en una extraña pista de baile. Se acercó con pasos lentos, sin poder creer que era ella, una gran y lenta sonrisa dibujándose en su rostro. Era ella, podía reconocerla.

-¡Mei-Mei!- chillo con pura emoción, avanzando a grandes pasos y al parecer, incluso con todo el ruido a su alrededor, ella pudo escucharlo porque se detuvo y alzó la vista, mirándolo.

-¡MK!- sus ojos se abrieron con reconocimiento y abandono su juego, corriendo para acortar la distancia, rodeando a su amigo con sus brazos apenas estuvo cerca y abrazándolo con fuerza. Él se aferro de igual manera, soltando una ligera risa de puro felicidad.

-¡Volviste!- ella se separó solo para verlo de frente, aunque no se alejo mucho, agarrando una de las manos de su amigo. -Tu...desapareciste pero...ahora volviste...- miro a su amigo, notando todas las grandes diferencias que ahora tenía. -...y te ves genial...- sonrió, con pequeñas lágrimas de felicidad saliendo de sus ojos. Había estado tan triste cuando su amigo ya no se había presentado, ni en el parque o en el local de fideos, pero ahora estaba allí, justo frente a ella, luciendo mucho mejor que antes.

-Lo siento tanto, Mei...- la volvió a abrazar con fuerza, sintiéndose mal por haber desparecido y no haberla buscado antes. -¿Quieres jugar conmigo?- preguntó, esperando que ella se animará ante eso.

-¡Juguemos!- y de repente, él estaba siendo arrastrado hacia los juegos por su emocionada amiga. Pasaron por todos los juegos que había allí, incluso cuando a MK se le acabaron las fichas, Mei usa todas las que tenía ella para que pudieran continuar y cuando las fichas de ambos se acabaron, salieron, sentándose en el suelo frente al local, él abrazando un pequeño dragón color verde que su amiga le había ganado y ella abrazando un peluche de mono que su amigo había logrado ganar. -¿Tienes un nuevo hogar?- preguntó después de que él terminará de contarle todo lo que había sucedido. Estaba asombrada y muy curiosa al mismo tiempo pero sobre todo, estaba aliviada de que su amigo estuviera en un mejor lugar ahora.

-Sip~- asintió con una gran sonrisa. -También tengo un papá ahora, es muy amable conmigo y jugamos juntos. Él...Él me quiere mucho- sonrió con cariño, sintiéndose cálido.

-Eso es genial, MK- Mei sonrió, feliz de verlo nuevamente y saber que estaba bien. -¿Crees que pueda ir a tu casa para que juguemos juntos?- porque su propia casa no era una opción.

-¡Eso sería genial!- sus ojos brillaron ante la posibilidad de que su amiga fuera a su nueva casa. -Aunque, debo pregúntale- aunque supuso que su papá no se negaría. Abrió la boca para hablar, cuando gritos y explosiones se empezaron a escuchar, el piso bajo ellos temblando ligeramente. -¡¿Qué está pasando?!- chillo, levantándose, abrazando al peluche de dragón contra su pecho.

-¡Un ataque!- ella lo imitó, aunque no podía diferenciar si eran demonios o humanos. Los ataques no eran exactamente comunes pero tampoco eran raros. MK se estremeció al escuchar los gritos y ahí fue cuando su sombra se movió, el clon de su padre emergiendo del piso y tomando al menor entre sus brazos. Él soltó un ligero chillido por la sorpresa pero se acomodo y se aferro al clon, algo aliviado de que estuviera allí.

-¡No dejes a Mei!- suplico, señalando a su amiga, quien estaba estática y sorprendida. El clon no dudo en alzar a la niña y dan un gran salto, elevándose lo suficiente como para llegar al techo de los edificios y correr, con el objetivo de poner a salvo al par.

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