Me despierte exaltado sintiendo el corazón latir a mil por hora, miro el reloj y vaya sorpresa la que me lleve al ver que eran casi las 3 de la tarde "¡demonios Alex!" pensé y me levante de un salto de la cama. A la máxima velocidad tomé un baño, me vestí y arregle mi despeinado cabello. Si alguien me hubiera visto actuar con tanta rapidez seguro que habría pensado que me estaban persiguiendo o que había visto un fantasma. Como me había dejado vencer por el sueño era un enigma, no solía ser de los que dormían mucho aunque tampoco era de los que siempre andaban con sueño, mi secreto era dormir bien durante las noches y enfrentar con energía el día, de vez en cuando tomaba alguna siesta de 15 minutos o media hora pero no más, por eso me sorprendía tanto haberme quedado dormido por horas y mas sabiendo que había quedado con Alex a las 3.

—Pá ¿por que me dejaste dormir tanto? —le pregunte a mi padre después de explicarle la situación.
—No me dijiste nada y te vi tan tranquilo que no vi motivo para despertarte —se explico él.
—Tienes razón, bueno ahora me voy —dije aun agitado— cuidate mucho.
—¿Y cuando vuelves? —pregunto él.
—No lo se, supongo que antes de la cena. No quise rechazar la propuesta de Alex pero tampoco quiero extenderme mucho.
—¿Te vas en Moe? —siguió preguntando a pesar de mi notable urgencia.
—No papa como crees, ya son más de las 3. Me voy en mi auto.
—Pero estas seguro ¿recuerdas el camino? —insistió irritandome un poco.
—Si padre ¡ya no soy un chiquillo se cuidarme solo! No te preocupes —respondí fulminante.
Le di un abrazo a mi padre y salí casi corriendo de la casa, por si se le ocurría preguntarme algo mas, saque las llaves de mi auto, lo encendí y salí a toda marcha al comprobar que iba con 20 minutos de retraso.

Los Bledel tenían su casa dentro de la finca que tenían próxima a la de mi familia, aunque la mayor parte del tiempo no lo pasaban ahí sino que se la pasaban viajando por el mundo o instalados en algún otro país, eso si en verano que era cuando iba con mis padres y mi hermana a nuestra finca los Bledel nunca faltaban, convirtiéndose así en nuestros mas íntimos amigos. Luego de la finca Monroe tarde solo unos minutos en llegar a la Bledel, esta era mas grande y mas elegante que la nuestra pero nosotros teníamos algo que ellos no: el lago que daba justo a la parte de atrás de nuestra propiedad.

La casa estaba al frente de la finca y en un terreno mas atrás estaba el área dedicada al trabajo. Entre a la propiedad de los Bledel y cuando estuve frente a la puerta toque el timbre. Escuche la puerta abrirse y unos segundos después apareció Natalia frente a mi, tenía la nariz de un rojo gracioso y llevaba una bolsa de hielo en la mano.

—Buenos di... ¡Tomy! —dijo frunciendo el seño— tu por aquí.
—¿Que te paso? Te reclutó Santa Clous —dije señalando su nariz.
—Ja ja, muy gracioso Tomy. Me lastime la nariz cuando me caí.
—Ah! Cuando huías de mi —Natalia se ruborizó bastante.
—N... No huí —dijo agachando la mirada— ¿y tu que quieres? Supongo que no vienes solo a joderme la existencia.
—No, también vengo a ver a Alex —respondí sonriente— me invito a pasar un rato amigable.
Natalia me miro con un profundo gesto de desagrado pero al final no pudo contenerse y termine por sacarle una sonrisa con la cual permaneció hasta que entre a la casa. Me encontre con su madre tejiendo en la sala quien me recibió con un fuerte abrazo, luego Natalia me guio al cuarto de Alex, a pesar de que sabia el camino de memoria había insistido en que no lo recordaba y ella de mala gana había aceptado llevarme, subiendo las escaleras nos encontramos con su padre quien además de mirarme con bastante desagrado se había negado a saludarme.

—Pues ¿que le pasa a tu padre? —pregunte extrañado.
—Nada —respondió Natalia con naturalidad— solo que te odia y debió sorprenderle verte.
—Me odia ¿y eso como por que?
—Por nada, porque todo lo que me hiciste te parece poco.
—No empieces de nuevo, te juro que algún día me vas a entender.
Natalia me miro de forma agria y dejándome frente a una puerta que sabia de antemano que era la de Alex se dio media vuelta y se echó a correr desapareciendo de mi vista. "Que mujer tan rencorosa, parece que no sabe perdonar" dije en voz baja.

—¡Tomy! —exclamo Alex al momento de abrirme la puerta.
Solo tuve que tocar una vez y el había aparecido mágicamente frente a mi, seguro estaba pegado a la puerta esperándome.
—Disculpa la tardanza es que me quede dormido —confese avergonzado.
—Descuida —respondió él— además no es tarde, te retrasaste solo con un par de segundos.

Entre a la habitación de Alex, estaba distinta. No estaba llena de consolas de juego y mesas de billar como recordaba, en lugar de eso estaban unos libreros y los muebles propios de una habitación decente.
—Mmmm ¿y tus cosas? —pregunte al fin.
—Están en el sótano, en mi "hombre cueva" —respondió con una sonrisa orgullosa— después de que Nath se mudara mamá me dejo ponerlas ahí.
—¿Cuando Natalia se mudo? Y ¿ella dormía en el sótano —pregunté extrañado.
—¡No! Es que lo tenia lleno de las cosas que ya no usaba.
—Aja, pero necesitaba tooodo el sótano para eso ¿que tanto guardaba ahí? —pregunte buscando una respuesta mas clara.
—Cosas de ella y de la beb... —Alex se detuvo agitado a media frase— ¿Ya hablaste con Nath?
Me sorprendió su expresión ya que se notaba preocupado, como si hubiera dicho algo que no debía.
—No —respondí, no quería que Alex supiera lo que paso con Natalia en el lago— ¿sobre qué debíamos "hablar"?
—Sobre nada —respondió nervioso.
Lo observe y recordando lo dramático que solía ser ignore su nerviosismo y cambie el tema, no quería enredar mi vida mas de lo que ya estaba.
—Entonces ¿vamos a jugar o tienes miedo? —pregunte desafiante.

No por nada me llamaban "El haz de los juegos y el dios del billar" y aunque nadie me llamaba así, aun, pronto Alex tendría que hacerlo.