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Capítulo 10: Pasado

Jimin no sabía en estos momentos si levantarse de ese lugar o simplemente reírse, siendo que la situación no era para eso. ¿Qué demonios acaba de escuchar? Parecía que el señor Jeon tampoco lo había procesado bien, porque notaba el miedo en sus ojos tras expresar aquello.

—Yo...—decía el Alfa soltando sus manos lentamente— no quise decir eso. Verás...

—Sinceramente no quiero escuchar nada —interrumpió desviando la mirada, soltó un suspiro y cerró los ojos—. Lo que suceda en mi familia no le incumbe señor, y créame que estoy siendo muy respetuoso.

—Jimin, no quería ofenderte de esa manera —percibía cierta sinceridad en su tono de voz, pero eso no quitaba lo que había dicho—. Si me permites explicar lo que quería decir, entenderás por qué dije eso.

Jimin rio bajo. Estaba molesto, irritado y sobre todo cansado. Pero necesitaba el dinero, si no fuera por eso ya le habría golpeado a un Alfa. ¿Estaría bien si lo hacía ahora? Lo mejor era quitar ese pensamiento que cruzaba por su mente en un momento así.

—Hagamos como que no pasó nada —todavía mantenía los ojos cerrados—. En serio, se lo pido por su propio bien.

Había sonado como una amenaza, y aunque no era lo que quería decir, tal vez se debía a que el señor Jeon estaba sobrepasando sus límites. Exhaló una vez más y se levantó de la silla, sonrió notando todavía que el Alfa estaba arrodillado.

—Me retiro —hizo una reverencia—. Tengo que trabajar. Oh —antes de dirigirse a la puerta, levantó un dedo manteniendo su sonrisa— y si puede, debería alejarse de mí y de mi familia. No necesito que me ofrezcan lástima, muchas gracias.

Diciendo esas últimas palabras salió de aquella oficina con la molestia mostrándose en sus orejas rojas. Si se trataría de una caricatura y siendo una comparación innecesaria, ya estaría echando humo por las mismas mientras imitaba a un toro. Había cerrado la puerta con tanta fuerza que en el momento que notó a la Beta, esa molestia se disipó por arte de magia. Maldición.

—¿Te quieres llevar la puerta? —cuestionó bromeando, no respondió llamando así la atención de MinHye— Oye, ¿pasó algo?

—Nada MinHye, lo siento —susurró apenado, se disculpó agachando la mirada—. Iré al lavabo, ya regreso.

No esperó a que ella le respondiera algo, simplemente se alejó sin decir más. Encontró el baño del personal y al notar que no había nadie cuando ingresó, se observó frente al espejo tras cerrar la puerta con seguro.

¿En serio le había dicho todo eso a su jefe?

—No debiste, no debiste —susurraba tras abrir el grifo dejando que el agua corra, se mojó el rostro un par de veces—. No debiste.

Fantasmas de su pasado se hacían presentes. Tras dejar de mojarse el rostro, volvió a ver su reflejo notando a un joven de diecisiete años que había actuado igual como hace unos minutos.

«—¡No Jimin, eso nunca se hace!»

—No debo hablarle así a un Alfa —masculló con molestia para sí—. ¡Eso está mal!

Se permitió una vez más llorar frente al reflejo del espejo siendo el único testigo de lo patético que se veía. En serio, estaba llegando a un punto de su vida en el que diferentes cosas ya lo afectaban de una manera que no esperaba.

Las horas habían pasado, estaba trabajando como si nada hubiera sucedido. Sonreía, hablaba normal y sin embargo sabía que muchos notaron que después de salir de la oficina del señor Jeon, no estaba igual que todos los días.

Aunque intentaba ignorar las miradas curiosas, MinHye no parecía entender lo que era el espacio personal cuando no tenían que atender a los clientes.

—Jimin, podrás engañar a cualquier persona, menos a mí —susurró ella mientras mantenía la mirada al frente—. Tanto tú como el jefe están muy callados. ¿Sucedió algo? ¿Te hizo daño?

—No MinHye, todo está bien —respondió agachando la mirada con una sonrisa pequeña—. Las razones de su silencio no las conozco, pero por mi parte estoy bien.

—Pero estuviste llorando, tu aroma está ciertamente más delicado —mencionó la Beta—. ¿No tiene nada que ver con el jefe?

—Para nada. Tengo mis propios problemas.

La conversación se detuvo cuando más clientes entraron. Jimin trataba de mantenerse tranquilo. Pero no había visto por completo al señor Jeon tras su pequeña discusión o charla, no sabía cómo clasificarla.

Tenía la misma sonrisa de siempre, solo que sus ojos, demostraban que había llorado un poco. ¿Estaba viendo eso en realidad? Estando a esa distancia, era difícil deducir lo que notaba en su mirada.

—Jimin, necesitamos ayuda —habló JiSeok sonriendo y llamando así su atención—. ¿Vienes?

—Claro.

Sí, lo mejor era concentrarse en lo que estaba haciendo ahora y olvidar por un momento todo lo que no le hacía bien.

Poco a poco el lugar se iba vaciando, y el limpiar las mesas de hacía un trabajo menos pesado. Jimin se dirigió a la cocina con una bandeja de platos que eran un poco pesados y aunque sus brazos dolían demasiado, nadie parecía notar que necesitaba ayuda. Excepto el señor Kim que al notar eso, no había dudado en acercarse para ayudarlo.

—Muchas gracias —musitó mientras ambos ponían aquella bandeja en la mesa junto con los demás utensilios sucios—. No quería molestarlo.

—No me queje, así que no metas palabras en mi boca —Jimin sonrió ante aquellas palabras, pero logró notar una mirada ciertamente interesada sobre su persona—. Jimin, ¿pasó algo?

—Eh... no —respondió seguro, o eso fue lo que intentó—. Estoy bien.

—¿Seguro? No es que sea un metiche y menos un chismoso —el señor Kim parecía preocupado— pero... tu aroma te delata bastante, y puedes hablar conmigo o con Jungkook si algo te molesta. Estamos para ayudarte.

Asintió sonriendo. Realizó una reverencia, por lo que ahora solo quería volver a su trabajo; sin embargo en el momento que dio la vuelta el señor Kim le pidió que se detuviera.

—Toma esto antes de irte, y después podemos hablar con calma —el señor Kim se lo entregó en sus manos sin dejar de sonreír, estaba sorprendido—. Ahora sí, ve a trabajar.

Sintió el papel doblado, y la sorpresa se convirtió en preocupación y miedo porque no estaba listo para algo así. Los dos Alfas que eran sus jefes actuaban de una manera bastante extraña, guardó el papel en su delantal ya que no quería llamar la atención de nadie.
       
—Hoy fue un día agotador.

Byul-Yi estaba acostada en el piso en ese momento tras haber llegado a su hogar. Jimin sonrió con algo de pesar asintiendo a eso. Había llegado más temprano y ella salió debido a un tema de estudios; apenas habían cruzado palabras hasta ahora.

—Estás callado. ¿Qué pasó hoy?

—Escuché esa pregunta todo el día —respondió soltando un suspiro— y ya estoy cansado de eso.

Conociendo de antemano a su amiga, esa respuesta no sería más que lo primero para hacer que hablara de lo que le ocurría. Byul-Yi era muy insistente cuando se trataba de sus sentimientos y todo lo que le pasaba. Seguro aprovecharía que SoYeon estaba durmiendo en estos momentos.

—Sí pasó algo, así que puedes empezar a hablar —Byul-Yi se levantó del suelo y se sentó en el sillón que él ocupó—. Vamos Jimin, si debo golpear a alguien lo voy a hacer.

Se rio de eso, Byul-Yi no dejaba de insistirle mientras picaba su estómago con sus dedos causándole cosquillas. Tuvo que bajar el ruido de sus risas ya que despertarían a la pequeña.

Pasó un poco el silencio entre ambos, Jimin tomó el valor suficiente para hablar de todo lo que había pasado, incluso cuando el señor Jeon le dijo tal tontería hasta el papel que le entregó el señor Kim. Byul-Yi ya no se veía tan contenta.

—¿Y qué demonios quería decir con eso? —se encogió de hombros ante aquella pregunta hecha con molestia— Oh, esto es demasiado. Ese hombre es en serio... ¡Necesito golpearlo!

—Byul-Yi por favor —susurró—. SoYeon ya no puede escucharte decir groserías. Y a mí también me agarró desprevenido.

—Es un Alfa idiota, demasiado debería decir —la Omega no podía con su propia molestia—. Tienes que renunciar, buscar otro trabajo, esto lo podemos tomar como acoso.

—Necesito el dinero —respondió interrumpiendo así las palabras de su amiga, no le dirigió la mirada—. Sé que tengo un orgullo que respetar pero, no estoy en condiciones de exigir nada y yo...

Sus palabras se detuvieron cuando Byul-Yi lo abofeteó, se sintió extrañamente suave pero igual le había dolido. Sorpresa era poco para describir cómo se sentía en estos momentos.

—Lo siento, pero era necesario —la Omega no corrió la mirada cuando le devolvió la mirada—. Jimin, no vuelvas a decir una estupidez como esa. ¿Quién te ha enseñado que tu dignidad vale algo, como para soportar eso?

—Tú sabes muy bien porqué lo digo —dijo y aunque todavía no salía de su sorpresa, rio con amargura—. Ya le dije al señor Jeon lo que sentía, y eso no es algo que deba hacer. Ahora, no puedo renunciar porque...

—Necesitas el dinero, lo sé, es lo único que repites con frecuencia —completó Byul-Yi, se cruzó de brazos—. Sácate esas ideas de la cabeza. Tú sí le puedes hablar como quieras a un Alfa, le puedes poner peros, y decir qué te molesta cuando es necesario. ¿Cuántas veces hemos hablado de esto?

—Byul-Yi créeme que me gustaría, pero no es sencillo.

—Solo porque tú no quieres. Te dije que podías trabajar, que sí podrías superarte, pero sigues metido en el mismo hoyo que hace cinco años —agachó la mirada—. ¿Sabes? Llegará el día en el que te darás cuenta que todo lo que tu familia te ha enseñado no sirve para nada, que fue tonto creer en algo así.

Y el silencio de nuevo cayó sobre ellos, ambos mirándose con cierta preocupación. Jimin veía a la Omega como aquella hermana mayor que nunca tuvo, y que si bien ahora le había golpeado, sus palabras habían dolido como nunca antes.

Las palabras siempre dolían más después de todo.

«—No Jimin, no seas idiota por favor. Si sigues con esa actitud nadie te va a tomar en serio.»

—Me volvieron a dar esto —habló Byul-Yi quitándolo así de sus pensamientos, y le extendió aquel papel de la otra vez—. Creo que deberías llamarlos, tal vez así alejen a Jimin de ti.

—¿Cómo estás tan segura de eso?

—Me lo comentó una compañera, dice que su hermana pudo acceder a ese servicio —sonrió todavía incrédulo—. Dice que el Alfa fue amable con ella y con su pequeña hija, las llevaba y traía para que no solo pasen tiempo con él, sino también entre ellas dos.

—¿Sí? —se animó a preguntar— Aunque... no, esto es ridículo.

—Yo también lo creí así —Byul-Yi tomó el papel del anuncio publicitario—. Pero dice que desde esa vez, su hermana cambió mucho y que cuidaba a su hija mejor que antes. ¿Por qué no lo intentas? Mañana es tu día libre.

Ciertamente pensaría en eso. Era tonto considerarlo pero, necesitaba alejar a Jeon Jungkook de su vida, tal vez solicitar a un papá por una semana sería beneficioso después de todo.

—Un papá solo por una semana —masculló—. Podría intentarlo.

El destino es en verdad curioso.

Eso es todo. Si veis algo que no encaje me decís. Espero que os guste. Se despide:

—almin♡

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