Capítulo 6
Pasaron un par de horas, pero nadie dijo una palabra durante todo ese tiempo, Robert rompió el silencio.
—Esto es culpa mía.—Su voz era apenas un susurro, pero lo suficientemente clara para que los otros dos lo escucharan.
—No puedes cambiar el pasado.—Dijo Aymeric, con un tono más serio, pero suavizó su expresión al ver la culpa evidente en el rostro de Robert.
—Pero puedes hacer algo ahora.
Pedri, sin mirarlo, habló con dureza.
—Lo mínimo que puedes hacer es ayudarlo, si realmente quieres ser parte de su vida, ahora es tu momento para demostrarlo, no solo por Gavi, sino por todo lo que ha perdido.
Robert alzó la mirada, encontrándose con los ojos de Pedri, lo hizo sentirse pequeño, insignificante ante el peso de las emociones que cargaban esos dos chicos.
—No pienso irme a ningún lado.—Respondió Robert con firmeza.
El tiempo transcurrió lento, pero finalmente, un médico se acercó a ellos con una leve sonrisa.
—Pablito está estable, ya despertó.
Robert sintió un alivio inmenso, había llegado a sus hijos tarde, pero estaba decidido a no perder otra oportunidad.
Pedri lo miró por un momento antes de levantarse.
—Quiero verlo.
El médico asintió y lo condujo hacia la habitación de Gavi.
Robert y Aymeric lo siguieron poco después, al entrar, vieron a Gavi despierto, su rostro pálido pero con una pequeña sonrisa al verlos.
—Hola...—Susurró Gavi, su voz era débil.
Robert se acercó lentamente, como si temiera romper algo frágil.
—Hola, niño.—Dijo... Aún no se sentía listo, o mejor dicho, aún no se ganaba el derecho de llamarlo de forma diferente.
Gavi lo observó por unos segundos antes de asentir ligeramente.
—Gracias... Por quedarte.
Robert sonrió, por primera vez en mucho tiempo, sentía que finalmente había encontrado algo muy valioso.
El médico les había pedido hablar en privado, una señal inequívoca de que la situación de Gavi era más seria de lo que habían imaginado.
El médico entró y cerró la puerta con cuidado, llevaba una expresión seria.
Se sentó frente a ellos y tomó un momento para ordenar sus pensamientos.
—Gracias por venir.—Comenzó con calma, aunque su tono era firme.
—Lo que voy a decirles no será fácil de escuchar, pero es crucial que lo entiendan para que podamos ayudar a Pablo.
Robert se inclinó hacia adelante, un poco nervioso.
—¿Qué tan grave es, doctor?
El médico suspiró antes de responder.
—La condición de Pablo es crítica, su cuerpo está en un estado de desincronización severa con su omega interior, esto no es común, pero tampoco es imposible.
Aymeric frunció el ceño, confundido.
—¿Desincronización? ¿Qué significa eso exactamente?
El médico asintió, como si hubiera esperado la pregunta.
—La desincronización ocurre cuando un Omega no logra aceptar su propia naturaleza debido a traumas o carencias fundamentales. En el caso de Pablo, su cuerpo está tratando su esencia omega como si fuera algo extraño, incluso dañino.
—Su sistema inmunológico lo está atacando, como si intentara eliminarlo, esto está afectando directamente a sus órganos vitales.
El silencio en la sala se hizo pesado, Robert intercambió una mirada preocupada con Aymeric antes de preguntar.
—¿Qué consecuencias podría tener eso?
—Si no logramos estabilizarlo pronto.—continuó el médico con cuidado.
—Corre el riesgo de sufrir un infarto, al principio podría ser leve, pero con el tiempo podría volverse fatal, y si no es un infarto, podría ser otro fallo orgánico, como los riñones u otros órganos.
Aymeric apretó los puños, su voz era tensa por la rabia y la impotencia.
—¿Y no hay nada que podamos hacer para evitarlo?
El médico los miró con seriedad.
—Hay algo que podemos intentar, pero será un camino largo y difícil, para estabilizar a Pablo, necesitamos darle algo que nunca tuvo desde que nació.
Robert frunció el ceño, desconcertado.
—¿Qué significa eso?
El médico se inclinó hacia adelante, su tono ahora más suave pero igual de firme.
—Cuando un Omega nace, lo primero que necesita es establecer un vínculo con su madre a través del aroma, es algo que fortalece su naturaleza omega y lo ayuda a sincronizarse con su cuerpo.
—Pero Gavi... El no..
—En el caso de Pablo, eso nunca ocurrió, no pudo percibir el aroma de su madre, lo que dejó un vacío.
—Pero tuvo a Pedri.—Intervino Aymeric, el Alfa parecía al borde de perder el control, su niño no podía estar pasando por esto.
—Ellos siempre han estado juntos.
—Y eso fue lo que le permitió sobrevivir hasta ahora.—Admitió el médico.
—Pedri, como Alfa, le brindó algo de estabilidad, pero eso no es suficiente, lo que Pablo necesita ahora es una figura paterna, un Alfa con quien pueda construir el vínculo que nunca tuvo.
Robert sintió cómo esas palabras lo golpeaban en el pecho, el médico continuó.
—Pablo necesita más que apoyo médico o terapias, necesita una conexión emocional profunda con alguien que pueda asumir el rol de un padre Alfa, alguien que lo haga sentir seguro, querido, y aceptado tal como es.
—Pero... Aymeric siempre..-
—Lo sé, pero tal y como pasó con Pedri, tienen que competir lazos sanguíneos.
El aire parecía haberse vuelto más denso. Robert apretó los labios, procesando lo que acababa de escuchar, finalmente, su voz quebrada rompió el silencio.
—¿Está diciendo que Pablo me necesita a mí?
El médico asintió, con sus ojos llenos de compasión y esperanza, él había sido el médico de Gavi desde que era un niño, pasó de ser su pediatra a ser su doctor de confianza, le tenía cariño a ese niño revoltoso.
—Sí, Robert, usted es la figura que Pablo necesita.
—Su influencia podría ayudar a estabilizarlo, para sincronizarlo con su omega interior.
Aymeric apoyó una mano en el hombro de Robert, no sabe si fue por apoyo o el español pensaba que se levantaría y se iría... Jamás.
—Entonces, ¿Qué debo hacer? —Preguntó Robert, decidido.
El médico respiró hondo antes de responder.
—Ser un padre.
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