014
LILIANNE
Me quedo sentada unos segundos, ya que mi papá se levanta y me mira, sabía que sus últimas palabras me habían dejado algo perpleja; pero en el fondo lo veía venir, era algo que presentía.
-Vamos, es mejor ir.- murmuro, sonriendo levemente y tomando la mano de mi papá para salir de mi habitación.
En lo que vamos a la sala, mis nervios aumentan; vería a mi hermano después de tanto tiempo, él es tres años mayor que yo, por lo que tengo entendido; pero ahora que es un demonio no sabía con exactitud cuántos años tendría.
-Ahí están.- Gabriel se levanta de la silla donde estaba sentado, acercándose a nosotros-. Lilianne, hija; él es Mathew.
Suelto la mano de mi padre para dar dos pasos hacia adelante, viendo a un muchacho frente a mi. Era del mismo color de cabello, anaranjado; ligeras pecas como las mías y tez blanca. Era alto, pero tampoco tanto. Y sin duda, esos ojos eran los míos.
-Hola, pequeña Lila.- su voz era neutra, su suave sonrisa me hace sonreír a mi-. Me alegro de conocerte, por fin.
-Igualmente, Mathew.- le tomo mano cuando me la extiende-. Y me alegra saber que estás bien.
-Si... ven, te presento a mi madre.- me toma la mano para ir hacia una mujer que estaba sentada en el sofá.
De reojo veo a Anton hablando por teléfono en la cocina, quería ir pero por el momento debía estar con Mathew. Era increíble todo esto.
-Hola, mucho gusto.- le digo a Eris, ella me sonríe cálidamente-. Me alegro mucho de que mi hermano la haya encontrado y la quiera como a una madre.
-Igual yo, es mi todo.- le sonríe y luego me mira a mi-. Y ahora mi hermanito es tu padre, me sorprende que Alzabú sea tan amoroso con una humana.
-Ella no es humana.- mi padre aparece por detrás, poniendo sus manos en mis hombros. Lo que me hace soltarle la mano-. Es una bruja.
-¿Una bruja?- Eris se sorprende-. Pues... si, puede ser; tiene una energía diferente. Mathew es un demonio ahora, pero eso no malogrará su relación de hermanos.
-No no, para nada.- Mathew niega, y me mira-. Hay muchas cosas de que ponernos al día, ¿tienes un momento?
-Si, solo denme un segundo.- murmuro, me suelto de mi padre y voy hacia la cocina-. Amor...
-Lila, preciosa.- Anton apaga su celular y se acerca a mi para darme un beso-. Te noto tensa, ¿todo bien?
-Si, si; solo que esto es algo incómodo.- expreso con sinceridad, suspirando. Anton me toma las mejillas y me da un corto beso-. Y siendo sincera, esta vida me gusta pero a la vez me aterra.
-Lo sé, para ti que recién te estás integrando a todo esto debe ser complicado asimilarlo todo; pero una vez que ya te vayas familiarizando más, todo será como algo normal.- Anton juega con mi cabello, yo asiento levemente-. Lamento haberte mentido, solo que... desde que te conocí, supe que podíamos ser mucho más que solo una pareja del momento y ya.
-Me mentiste otra vez con ese archivo.- él se queda callado, yo ruedo los ojos-. Pero continúa.
- Me gustas. Y eso abarca mucho, pues eso es lo que siento por ti; ¿Alguna vez no has pensado en cuantas estrellas hay?- Yo niego levemente-. Infinitas, mueren y nacen cada minuto; pues yo creo que así definiría mis sentimientos por ti.
Dejo mis manos en su pecho, sus manos van a mi cintura para pegarme más a él; juntamos nuestras frentes y por un momento me olvido de la gente que está afuera, aquí solo estoy junto al chico del cual estoy enamorada desde que soy una niña.
-No quiero a nadie más que no seas tú.- murmuro, él sonríe-. Te quiero mucho.
-Te quiero antes.- frunzo el ceño ante su respuesta-. Cosas de demonios.
Los dos reímos para luego besarnos, Anton es tan delicado al tomar mis mejillas, soy como su muñeca de porcelana; podrá ser algo rudo en algunas cosas pero cuando se trata de mi, es como un niñito.
-¿Como hacías para que tus alas sean como las de Gabriel?- pregunto.
-Soy un demonio, puedo crear visiones alternas a quienes quiera; es una ventaja mía.- lo dice con tanto orgullo-. Así te gusto.
-Quisieras.- Le doy un palmazo en el pecho, los dos reímos-. Yo te tengo aquí, aquí.
Le enseño la palma de mi mano, él rueda los ojos con sarcasmo y empieza a hacerme cosquillas, yo intento alejarme pero me es inevitable.
-Disculpen, chicos.- los dos nos detenemos para voltear a ver a Mathew quien se asoma por la entrada-. Herm... Lila, ¿tienes unos minutos?
-Está hablando conmigo.- Anton responde, yo lo miro advirtiendo que no diga nada ofensivo.
-Ahí voy.- le doy un beso corto a Anton y me separo de él, quien se pone serio mirando a Mathew.
Los dos nos vamos a mi habitación, en lo que pasamos por la sala, solo están Jesús y Gabriel conversando.
-¿Y mi papá?- le pregunto a Mathew.
-Se fue con Eris a hablar fuera.- me dice, yo asiento-. Bueno... ven.
Nos sentamos en mi cama, yo me apoyo en la pared y él en la cabecera de la cama.
-¿Que quieres hablar?- le pregunto, poniendo una almohada sobre mi regazo para apoyarme.
-Cuéntame sobre ti, ¿puedo decirte hermana?- su tono de voz está lleno de emoción, aunque intentaba contenerse-. Bueno... ¿Como ha sido...? Ya sabes.
-Un infierno, te soy sincera.- él suspira arrepentido de haber preguntado-. Alzabú me salvó la vida, al igual que Gabriel y Anton; sin ellos tres mi vida hubiera sido una basura total.
-Entiendo, lo mismo con Eris y bueno, ahora con Jesús.- los dos reímos bajo-. ¿Quien diría, no?
-Nunca creí que Jesús fuera así... pensé que era, como dicen los libros.- pienso unos segundos-. Pero el hombre parece salido de una revista de Calvin Klein.
Me aguanto la risa al igual que Mathew. Y así seguimos conversando casi toda la tarde y noche, ya sea sobre cómo fue nuestra vida antes de conocerlos y ahora. También me contó sobre su vida con Eris, y todo lo que Adán les hizo. Al darnos cuenta, mi padre y Eris ya habían regresado, Anton se había ido a su casa y ya era casi media noche.
-Luego me gustaría conversar contigo, pequeña.- Eris me toma de la mano, yo asiento.
Ya todos estábamos en la sala, porque mi hermano y su familia ya se iban.
-Por supuesto, cuando vuelvan podremos conversar.- yo le sonrío levemente-. Y un gusto conocerlos.
-Igualmente chicos.- Jesús da una sonrisa pequeña.
Antes de que se vayan, Mathew me da un abrazo que dura poco pero se siente muy bien, claramente se lo correspondo.
-Ya habrá tiempo de salir los dos, pasar más momentos juntos de los que hubiéramos querido.- murmura cuando nos separamos-. Lamento no haberte sacado de allí antes.
-Ahora estoy bien, eso es lo que importa.- le sobo el hombro-. Cuídate, Adiós.
Los tres salen y Gabriel cierra la puerta. Mi papá me da un beso en la frente y luego nos vamos cada uno a nuestra habitación.
Me quedo un rato más mirando la televisión, ya cuando el sueño me va entrando me levanto para ir a lavarme y me dijo en que mis padres ya se durmieron. Cuando me voy a acostar, veo a Adán sentado en mi cama.
-Siéntate, Lila.- suspiro intentando no tensarme y le hago caso-. Tienes algo que me interesa.
-No tengo nada que sea tuyo, maldito.- escupo con cólera.
Mis ojos se oscurecen y de mis manos salen chispas violetas, Adán está impresionado con ello pero cuando aprieto mis puños, le hago sentir dolores.
-Eso es...- se retuerce, yo frunzo el ceño y le hago sentir más dolor-. Ese... poder... será mío.
Con sus fuerzas, me da un puñetazo y caigo inconsciente al suelo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro