006
ALZABÚ
Esperaba algo impaciente a los dos, en donde sería nuestro nuevo hogar, un mini departamento de dos habitaciones en un edificio lejos de la ciudad central; en donde por fin tendríamos esa familia que tanto le prometí crear a Rebekah.
Tanto que me molestaba conque yo tendría ese corazón de pollo según ella, y pues si; pero yo siempre fui terco y lo negaba. Aunque ahora, todo era diferente.
Cuando escucho la puerta, me acerco a abrirla y al ver a mi hija la abrazo con pocas fuerzas, no quería lastimarla. Beso su frente con suavidad y la miro a los ojos, ella me sonríe con sus ojos llorosos.
-Seguirás yendo al colegio, no te preocupes; yo ya me encargué de todo eso.- le explico-. Y seremos una familia feliz, te lo prometo.
-Gracias por rescatarme, mi demonio guardián.- los dos reímos, Gabriel nos mira con amor-. Quiero ver cuál será mi cuarto.
-Vamos a ver entonces.- Gabriel entrelaza su brazo con ella para entrar al departamento, yo cierro y voy tras ellos.
Nos pasamos toda la tarde planificando cómo acomodaríamos los muebles que compraríamos, el nuevo cuarto de Lilianne la cual lucía extremadamente feliz y eso me hacía feliz a mi. Gabriel se pasó la tarde jugando con el cabello de Lila, y podía notar el cariño que se tenían, como una madre y su hija; entendía que Gabriel no tenía un género definido y yo tampoco. Los seres celestiales no éramos algo en si, solo tomábamos forma humana.
Pero esto se había vuelto una familia, y así éramos felices.
Por esta noche, dormiríamos los tres en la sala, ya que todavía no teníamos los muebles ni nada, habíamos acordado en ir el día siguiente. Lila se acomoda sobre mi pecho, ya que de por si la única que duerme es ella, nosotros no lo necesitamos.
-Buenas noches, mi niña preciosa.- susurro, besando su cabello.
-Buenas noches a los dos, gracias por todo.- susurra, durmiéndose por las caricias de Gabriel.
-Eres su ángel.- Gabriel me dice luego de unos minutos de puro silencio-. Y te quiere mucho.
Suspiro algo pensativo, tal vez ella me quería y todo pero yo seguía siendo un demonio, y esos arranques que tenía como todo demonio existente harían que se aleje de mi. En el fondo los dos tenemos que sanar mucho, ella está rota por toda infancia tan fea que ha llevado; y yo dolido por no haber tenido unos padres con los cuales poder contar.
-Deja de sobre pensar, Alzabú.- Gabriel hace que lo mire-. No eres un ser malo, entiende; si fueras malo y sin corazón, no nos querrías.
-Pero... tengo miedo de lastimarla o hacerte algo a ti, solo por esos momentos que no puedo controlarlo.- murmuro, acariciando el suave rostro de Lila por un momento, era mi niñita-. Y ella... no merece un demonio como yo.
-Amor...-Gabriel me atrae para besarme en los labios unos segundos-. No eres un demonio, sino no podrías quererla; ya te lo he dicho.
Nuestros ojos se conectan.
-No sería nada sin ella, sin ustedes; son mis dos tesoros más preciados.- Gabriel apoya su cabeza en mi hombro, beso su frente-. Descansa, mañana será un día pesado.
Los dos reímos bajo, mi mano libre se entrelaza con la suya.
-Buenas noches, angelito.- amaba molestarlo con ese apodo, él bufa.
A los pocos minutos, se ha quedado dormido; por lo cual apoyo mi cabeza hacia atrás en la pared, cierro mis ojos y me dejo llevar por el relajante momento de estar con mi familia.
***
Al día siguiente, dormía plácidamente; casi nunca mis sueños eran así; pero unas palmaditas en el rostro me hacen gruñir. Abro con lentitud los ojos, viendo a Gabriel mirándome con gracia.
-Nosotros ya estamos listos, faltas tú.- se levanta del suelo, yo tomo su mano para levantarme también-. Ve a lavarte la cara o algo, gruñón.
Lila no estaba en la sala, supuse que andaba en otro lado del departamento; entro al baño para refregarme un poco la cara, de un chasquido tengo nueva ropa y salgo del baño despeinando un poco mi cabello. Amaba estos "poderes" de ser un demonio, ya que podíamos hacer aparecer cosas y demás.
Aunque pudiese usarlo para hacer aparecer las cosas del departamento, gastaría mucha energía y eso lleva a perder el control como esa ves o que otros ángeles me encuentren, ya que me dejo visible ante otras energías más fuertes por un corto periodo de tiempo.
Es mejor no arriesgarse.
-Buenos días, papá.- Aparece Lilianne por detrás, yo la abrazo besando su frente-. ¿Dormiste bien? No tuve pesadillas después de mucho tiempo, me siento muy bien la verdad.
-Me alegro mucho hija, de verdad.- le acomodo su cabello tras sus orejas-. Veo que ya estás lista.
-Si, Gabriel me ayudó.- vamos los dos a la sala, donde está Gabriel esperándonos-. Dice qué hay que aprovechar el día.
-Ella tiene razón.- Gabriel responde-. Vayamos.
Los tres salimos del departamento, con cada paso más que dábamos fuera del lugar, mi hija se ponía nerviosa; la entendía, temía de que pudiesen encontrarla. Pero Gabriel y yo le hicimos un encantamiento, si es que se puede llamar así a la combinación de brujería con magia celestial; e incluyendo que Lila es una bruja.
Estaría bien.
-Papá.- tomo la mano de mi hija quien me habla-. ¿Seguro que nadie se acordará de mi?- pregunta, yo niego.
-Nadie sabe que eres Lilianne, a menos claro que nos crucemos con otro ser como nosotros.- le explica Gabriel, ella asiente ya más calmada.
Llegamos al centro comercial, y mi tortura inicia, estar rodeado de mucha gente me tenia estresado, muchos niños o de por si, las personas y su afán por hablar hasta por los codos. Detestables.
-Iré con Lila a buscarnos ropa, gruñón.- Gabriel me saca de mis pensamientos, dándome un beso en los labios-. Ve a buscar si es que venden paciencia por ahí, la necesitarás.
Ellos dos se van riendo, yo ruedo los ojos para luego irme a ver otras cosas que llamasen mi atención, entro tienda por tienda, recibiendo las miradas de los presentes, y claro; éramos visibles ante todos.
Algunas chicas me lanzaban miradas coquetas, pero era lo de menos aquí; me había llamado la atención una tienda de ropa vintage, skates y demás; se veía bien acorde a mi estilo. Camino por los pasillos cortos revisando las prendas con cautela, en cierta forma admiraba a los humanos y su ingeniosidad por hacer ropa tan... como decirlo, cool.
Me siento como un viejo creyéndose adolescente, iugh.
-Bien, quiero llevar esto.- me acerco al mostrador para pagar todo lo que elegí.
El muchacho frente a mi me mira unos segundos, para luego tomar toda la ropa y empezar a cobrarla, digamos que me dejé llevar y agarré un poco de todo; creo. Unas chicas que estaban trabajando también en la tienda, murmuran cosas y ríen cómplices. Las miro de reojo con una cara de pocos amigos, callándoles al instante.
El chico me entrega todo en una bolsa y yo saco mi tarjeta para pagarle, claramente vivir en la tierra me hacía asegurarme y adaptarme a su estilo de vida, sino que chiste tendría.
-¡Papá, mira!- volteo viendo a Lila entrar, con varias bolsas de compras en sus brazos. Su rostro de emoción me hace sonreír, olvidando lo demás-. Gabri me compró esto de aquí, es muy hermoso.
Con algo de dificultad saca unos pendientes de una cajita, eran de un lila brillante con el contorno plateado. Los ojos de mi hija brillan de emoción a lo que los tomo y se los coloco, quitándoles los antiguos que tenía.
-Oye, disculpa.- llamo a una de las chicas, que se había quedado estupefacta al oír que Lila me llamaba papá-. Podrías tirar esto a la basura, por favor.
Le doy los antiguos pendientes y ella solo asiente para irse con su amiga, recojo mi tarjeta y le agradezco al chico que también había quedado con la reacción de la chica. Salgo de allí con mi hija quien luce muy preciosa y feliz; y eso me hace feliz a mi también.
Cuando estábamos a punto de ir por Gabriel, un chico se pone delante nuestro, podría tener la edad de Lilianne sinceramente, la mira asombrado y ella se queda estupefacta, yo miro al chico con confusión.
-Lila... no te he visto en tu casa...- me mira, yo parpadeo un poco. ¿La acaba de llamar por su nombre?- ¿Quién es él?
-¿Cómo sabes que soy...?- mi hija me mira, como si pudiese entender lo que ha pasado-. Papá...
-Es uno de nosotros.- murmuro, ahora el muchacho parece entender que cayó en su propia trampa.
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