004
ALZABÚ
No fue buena idea hacerle creer que fue un sueño, el irme por un momento causó que otros demonios sin forma física la atormenten, como pasaba con Rebekah.
Me sentía miserable al haberla dejado sola.
Estaba llorando, encerrada en su habitación, aún no me hacía notar ya que quería darle su espacio. Sentía pena y odio, no sabía que hacer; y mis emociones tensaban en el ambiente.
Ella se voltea, ya que me había notado; se sienta en su cama con cautela y frota sus ojos, como si quisiera despertar de un sueño.
-Soy real, tranquila.- Ella vuelve a llorar y se levanta para ir a abrazarme, sentándose junto a mi en la ventana-. Lamento haberme ido, estaba arreglando algunos asuntos.
-Reconciliando el amor con tu novio.- susurra, yo asiento ya que era obvio-. No te hubieras ido... pero no te pediré que te quedes.
-Oye, yo lo hago porque quiero.- se separa de mi para verme-. Y de aquí nadie me saca eh, así traigan al Papa.
Reímos los dos, yo seco sus lágrimas y beso su frente, sin duda aún es una niñita. Pero una muy valiente. Y es mía.
-Le rompí el brazo a alguien.- susurra, arrepentida.
-Lo sé, leo mentes.- murmuro, ella me mira-. Se lo del sótano, no es Rebekah; porque ella ya no divaga aquí.
-¿A que te refieres?- pregunta, acomodándose mejor al sentarse frente mío-. ¿Su alma ya no está en la tierra? Entonces hablaba sola.
-Me encargué de que descanse en paz, así que cualquier visión que tengas de ella aquí; no es ella.- le comento-. Tranquila, te prometí y se lo prometí a ella; no dejaré que nadie te haga daño. No dejaré que tengas ese final.
-¿Y tu novio?- pregunta, yo sonrío al recordarlo-. ¿Donde está?
-Tuvo que irse, ser la mano derecha de Dios es cansado.- ella abre sus ojos con sorpresa-. Si... es una cosa increíble.
-Oh, ¿crees que yo iría ahí?- frunzo ligeramente el ceño-. Mmm bueno yo dudo pero tú siendo un demonio, ¿qué opinas?
-Pase lo que pase, tú irás al paraíso.- le tomo el rostro en mis manos-. Yo me encargaré de que el día en que te vayas de este mundo, descanses en paz.
-Quiero irme de aquí, Alú.- susurra, junto nuestras frentes-. ¿Podemos volar un rato? ¿O eso también fue un sueño?
-No no, todo fue real; vamos a dar un paseo preciosa.- nos separamos para que yo pueda dejar salir mis alas.
Eran grandes, algo pesadas pero yo ya estaba acostumbrado, sin plumas porque claramente las plumas son hermosas para los ángeles, no para los demonios. Lilianne las mira con admiración, a pesar de que yo en un inicio las veía horrendas.
-Puedes tocarlas si gustas.- las acerco a ella, haciéndole cosquillas con cuidado y ella suelta risitas-. ¿Vamos? Hay que escapar un momento de esta horrible realidad.
La abrazo a mi y salgo por la ventana alzando vuelo, el aire choca contra nuestros rostros, la observo a ella y se ve algo asustada pero asombrada. Y me hace feliz.
Aterrizo con cuidado en una montaña cerca al bosque, ella se suelta con cuidado para observar todo el panorama y sonríe, se sentía libre.
Guardo mis alas para estar más cómodo, despeino mi cabello un poco acercándome a ella, nos miramos unos segundos y de ahí nos sentamos en el suelo, empezando a charlar.
-Cuéntame de ti.- me pregunta, yo suspiro-. Si deseas, claro.
-No no, tranquila.- me mantengo calmado, esos recuerdos me atormentan aún pero ya estoy acostumbrado-. Soy hijo de Adán y Lilith. Después de mi madre vino Eva y esa historia ya la sabes. Pero la mía, pues tuve cientos de hermanos, que fueron muriendo al ser demonios en busca de sangre y carne humana. Cuando mi madre murió, solo quedamos unos cuantos; pero empezaron a morir de una manera que... no quiero ni pensar.
-¿Tus hermanos están aquí?- pregunta, curiosa.
-No lo se, se que están vivos pero aquí en la tierra no tengo idea.- froto mis manos un poco, acomodándome-. Recuerdo más a una hermana, fui pegado con ella; se llama Eris.
-Ojalá la encuentres un día.- me soba la espalda, yo le sonrío suavemente-. Presiento que terminaron peleados o su relación de hermanos no fue la mejor.
-Si, fue algo feo.- frunzo la nariz, negando-. Pero ya no quiero acordarme de eso. Prefiero dejarlo allí, es mejor así. Ojalá verla algún día, pero por ahora darle su espacio.
-Entiendo, lamento eso.- la atraigo a mi para abrazarla de lado, ella se apoya en mi hombro-. Y... pues, ¿algo que me cuentes sobre mi? Tipo, ¿como era yo de bebé?
-Pues... eras muy blanca, ojos saltones y todas tus pecas.- sonrío cuando me besa la frente-. Con pelitos rojizos, preciosa, una muñequita de porcelana. Te tuve en mis brazos por ciertos momentos, y esos fueron los mejores para mi.
Ella se acomoda, así que yo prosigo.
-Te críe con Rebekah, cuando tenías un año tu primera palabra fue Reba.- vi su sonrisa pequeña asomarse, yo le acaricio el cabello-. De ahí, siempre querías estar en mis brazos; yo te hacía dormir en mi pecho y no dejaba de fijarme de que estés bien. Me hiciste humano.
Se separa para verme, yo igual a ella. Piensa un momento, le limpio una pequeña lágrima que cae por su mejilla.
-¿Tú me quieres como tú hija?- me pregunta, yo le tomo las manos.
-Para mi, lo eres desde que naciste; tal vez no seas mi hija de sangre pero yo te crié y te vi crecer toda tu vida. Se que no estaba presente del todo porque no podías verme pero ahora yo te prometo Lilianne que yo seré el padre que tanto deseas tener.- sus lágrimas salen aún más, yo le sonrío con felicidad y por primera vez en milenios, empiezo a llorar-. Te quiero tanto, mi niña hermosa.
Me abraza con fuerza, y yo se lo correspondo, acaricio su cabello mientras le dejo besos en su sien. Sabía que ella no tenía recuerdos conmigo, le costaría mucho adaptarse a mi pero a pesar de todo ella sabía que yo siempre estuve allí, sintió mi presencia siempre.
Pongo mi mano en su cabeza, enseñándole todos los momentos donde pasaba con ella, cuando ella me veía o ya no; cuando estábamos junto a Rebekah.
Nos separamos luego de unos minutos, ella se limpia las lágrimas y luego las mías, se me hacía raro llorar pero no dolía, era un sentimiento bonito.
-Sentir es humano.- me dice-. Yo sé que no eres un demonio, bueno... si lo eres, pero tienes alma. Eso te hace diferente, papá.
Esa última palabra me deja perplejo, ella se da cuenta y se pone nerviosa, lo cual me hace reaccionar. No quería darle a entender que había hecho mal.
-No no, tranquila, está bien.- le digo, calmándola-. Llámame papá, me gusta eso. Lo admito.
-¿Seguro? No te quiero incomodar.- me dice apenada, entendía su situación pero yo estaba aquí para ella-. Vale vale, te llamaré así.
-No hay problema mi niña, puedo parecer joven pero soy más viejo que todos los humanos.- los dos reímos, de la nada se me viene una idea-. ¿Te gustan los tatuajes?
-Me encantan pero no me dejan hacerme uno, ya sabes.- ruedo los ojos, esos idiotas-. Te iba a preguntar lo mismo pero viéndote... creo que la respuesta ya está dicha.
Mira mis brazos, los cuales estaban llenos de tatuajes, agradecía tener ese poder de conservarlos y no me dolían en lo absoluto, era como una droga para mi. Y tenía en mente cambiarle la vida a mi hija. No simplemente por unos tatuajes. Sino que ella merece muchas cosas, merece un mundo.
Y yo se lo iba a dar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro