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—Cálmate... —dice Rin, apretando los hombros del mayor en una especie de masaje.

—No me estás ayudando. —Isagi se queja con una mueca en el rostro, mientras intenta disimular lo bien que se sienten las caricias. —No me estoy calmando. ¿Nunca te han dicho que no tienes que decirle a las personas que se calmen? Eso solo los estresa más. Mierda, me estoy estresando.

Rin se rió de sus palabras, mientras seguía masajeando sus hombros. Yoichi no se esperaba eso de él, pero tampoco se quejaría. Realmente se sentía muy agradecido con el menor, pues a pesar de reírse de su nerviosismo ha estado ahí haciendo lo posible para ayudarlo a calmarse.

—¿A qué hora tienes que ir a buscar los resultados? ¿Y por qué mierda tienes que ir hasta allá a buscarlos?

—Dentro de una hora. —contesta Isagi, cubriéndose el rostro con sus manos. —Y no lo sé, Ego es un hijo de puta al que le gusta hacernos sufrir hasta el final.

—Supongo que es hora de irnos entonces. Tu universidad no queda cerca y estamos en hora pico. Debemos salir para no llegar tarde. —comenta su novio, separándose de él para buscar las llaves del auto.

—No quiero irme. Aquí estoy a salvo. —Se queja el mayor, tirandose hasta quedar acostado en el sofá aún con el rostro escondido. —Si me quedo aquí en tu apartamento, no sabré la calificación. Puedo estar bien con eso, nos iremos de viaje a Saitama sin preocupaciones y no necesito enterarme hasta volver al próximo semestre.

—Ajá, claro. Y luego vas a estar con esta puta ansiedad todas las vacaciones. —responde Itoshi, que puede escucharlo hablar desde la lejanía. —Te quiero y todo eso, pero aún así no tengo ganas aguantarte los próximos dos meses llorando por creer que reprobaste. Tuve suficiente las últimas semanas.

Y lo que Rin dice es cierto en gran parte. Yoichi estaba en su temporada de finales, mientras que para algunas materias tuvo que hacer exámenes sobre la historia y las técnicas de arte, para otras tuvo que hacer proyectos artísticos, los cuales eran evaluados bajo una crítica mucho mayor a la común, por lo cual, a pesar de que los entregó la semana anterior, tenía que esperar varios días antes de saber el resultado final.

Isagi era un buen estudiante, pero esos proyectos significaban un porcentaje bastante importante en su calificación final, y por supuesto que no iba a culpar a Rin, pero pasar tanto tiempo con su novio a veces le daba menos tiempo para trabajar en sus obras. Nada demasiado grave, pero sí causaba que algunas veces por falta de tiempo, sus cuadros tuvieran un par de errores, como líneas temblorosas, o perspectivas equivocadas. Pequeñas cosas que bajaban puntos en su calificación, y que aunque no ponían en peligro su oportunidad de aprobar, podían causar un puntaje más bajo del habitual en su calificación.

No se arrepentía de nada, pues más allá del discurso del amor y de la cercanía, y toda esa cursilería, Yoichi se sentía bien con sus decisiones en el último tiempo.

Rin era un escape que le permitía irse pero al mismo tiempo no alejarse del mundo del arte. Rin era su escondite, era entrar en una dimensión completamente diferente que le permitía ver el arte de una forma que no esperaba, que le dejaba sentir de una forma que no había sentido antes y comprender cosas que antes le habían parecido demasiado complicadas y confusas.

Rin no era la respuesta a sus incógnitas, ni tampoco era su felicidad absoluta, pero era quien le aceleraba el corazón de una forma que nunca antes había sentido, aquel que le inspiraba de maneras que jamás esperó y esa persona que desde su particular perspectiva le entendía.

Rin lo entendía. ¿Acaso había algo mejor que eso?

—Levántate, Yoichi. Debemos irnos.

Itoshi se arrodilló en el sofá, jalando a su novio por los brazos para levantarlo, mientras que el de ojos azules solo se quejaba en voz alta. Negándose a cooperar.

—Vamos, levántate. Te compraré un batido de camino.

—¿Me estás intentando sobornar?

—Sí.

—Está bien.

[...]

—Cálmate.

Isagi volteó a ver a su novio con el ceño fruncido, mientras tomaba un sorbo de su batido de chocolate.

—¿Qué te dije, Rin?

—Ya lo sé, pero me estás poniendo nervioso a mí también idiota. —responde el menor, colocando su mano sobre la rodilla de su novio para detener el movimiento insistente que tenía. —Vamos a llegar a tu universidad, y vas a buscar tu nota aprobada para que termines con este estrés ya mismo.

—Pero es que...

—Nada. Aprobaste ese proyecto. Eso es obvio así que ya tranquilízate.

Isagi se quedó en silencio bebiendo de nuevo de su batido, viendo a su novio suspirar antes de soltarlo, y volver a sujetar el volante del auto.

—Parece más un regaño que palabras de apoyo.

—Tómalo como quieras. Solo cálmate. Ya casi llegamos.

Yoichi bufa con fastidio, recostandose contra el vidrio del auto, mirando como se acercaban cada vez más a la universidad. Puede sentir su corazón latiendo con fuerza mientras que su mano tiembla un poco. Es tonto, pero no lo puede evitar, la calificación es algo importante para él, por más que se esfuerza, por más que responda sin dudar las pruebas y por más que sus resultados sean buenos la mayoría del tiempo, en cada ocasión y sin falta, puede sentir esa presión en el pecho, que le ahoga y le paraliza de solo pensar que pudo haber fallado.

Fallar. Mierda, fallar no significa el fin del mundo, pero se siente como una herida capaz de dejarte tirado en el piso por demasiado tiempo.

Isagi nunca ha destacado demasiado. Él es un chico de apariencia común, de gustos sencillos, de personalidad tranquila. El arte siempre ha sido su única forma de resaltar, de mostrarle al mundo que Isagi Yoichi tiene su propio brillo, que él también es especial.

Desde que empezó la universidad, se dió cuenta que no es el único, pues existen muchas personas como él y aunque eso era obvio ver esa verdad de forma tan clara frente a él se siente como una bofetada de realidad que no esperaba. Personas más talentosas, más creativas, más técnicas, personas mejores que él en tantos aspectos que daba miedo.

La calificación no define su valor como persona, pero siendo que el promedio académico y el arte son parte de las pocas cosas en las que siempre ha sido realmente bueno...

¿Fallar no sería entonces la prueba de que Yoichi realmente no es alguien especial?

El mayor reacciona cuando el auto frena de forma repentina, empujándolo un poco hacia adelante y causando que derrame lo poco que le queda de batido sobre el tapete.

—Mierda. Lo siento, Rin pero ¿Por qué carajo frenas...?

—¿Por qué lloras, Yoichi?

—¿Qué?

Por un momento se siente desconectado, puede ver el batido derramado en el tapete, y puede ver el semáforo frente a ellos en rojo, parpadeando con los casi noventa segundos que faltan antes de permitirles avanzar. Las manos de Rin acarician sus mejillas y no es hasta ese momento que es plenamente consciente de una pequeña lágrima que se escapa de su ojo izquierdo, pues aunque no estaba llorando tal cual, sus ojos solo se sentían algo pesados por las pocas lágrimas que estaba conteniendo.

—No es nada. —responde, alejándose de su toque al sentirse sobrepasado por sus emociones, mientras aparta las lágrimas por sí mismo.

—Nadie llora por nada, idiota. —La voz de Rin es algo molesta junto a su ceño fruncido pero lo puede ver respirar un par de segundos, intentando calmarse, sabiendo que su poca paciencia no ayudaría con la situación. —¿Dije algo malo?

—No, tú no hiciste nada...

—¿Entonces qué?

—Estoy bien, Rin.

—No es cierto. Estás llorando, eso no es estar bien. Y no planeo irme de aquí hasta que me lo digas.

—El semáforo está a punto de cambiar...

—¿Crees que me importa el semáforo de mierda? Lo que me importa es saber qué es lo que está pasando, Yoichi. ¿Por qué has estado tan tenso? Literalmente has estado temblando todo el maldito día. —Rin tiene una forma acelerada de hablar y es tosco con sus palabras, cualquier persona podría empeorar su ánimo de solo oírlo, pero Isagi entiende que algunas veces el menor ni siquiera sabe qué hacer con sus propias emociones, y solo hace su mejor intento de ayudarlo con lo que sabe. —¿Es por los resultados? Yo nunca me he preocupado tanto por eso, pero es porque soy un jodido desaplicado, eso lo admito.
Nunca ha sido algo importante para mí, pero sí lo es para tí, lo respeto.

Itoshi vuelve a levantar las manos, secando las mejillas de su novio mientras deja pequeñas caricias con sus pulgares. Isagi siente que sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas debido a lo sensible que se siente en este momento.

—Me esforcé mucho, Rin. Y aunque me gustó mi proyecto y estoy orgulloso de el, tengo miedo de fallar. —responde, mientras respira con pesadez. —No puedo evitarlo, estoy aterrado, porque fue de las pruebas más difíciles que he tenido que hacer. Trabajé en ese proyecto por semanas, Rin. ¿Y sí fallo...?

—Te esforzaste mucho para conseguir una obra perfecta, dudo que falles, pero incluso si lo haces, eso no cambia el hecho de que eres de los mejores artistas que conozco. —Rin habla seriamente mientras sigue secando sus mejillas, sin apartar la vista de sus ojos. —Eres un gran artista, Yoichi. Una calificación no va a cambiar eso.

Isagi se derrumba, permitiendo que su novio lo rodee con sus brazos en un abrazo un tanto incómodo por la falta de espacio que hay en el auto, pero no es algo que realmente les importe a ambos, así como tampoco les importa las bocinas que suenan detrás de ellos debido al cambio de luz en el semáforo.

—Debes creer que soy un tonto. —dice Isagi, con cierta vergüenza, recuperándose un poco del bajón anterior, mientras se acomoda en su asiento, pensando que las noches sin dormir le están cobrando factura al volverlo más sensible de lo común.

—Eso ya lo sabía incluso antes de aceptar ser tu novio. —contesta Itoshi, acomodándose para poder arrancar el auto.

—Eres un idiota.

—Tu sabías que lo soy, y aún así me pediste ser tu novio. Por lógica, también eres uno por volverme tu pareja, idiota.

Rin se burla de él, mientras que Isagi se ríe, secando las pocas lágrimas que le quedan en los ojos, pues en cierta manera, el menor tiene razón.

—Es que... Eres mi idiota favorito, Rin.

—Ya. No empieces con tu mierda empalagosa justo ahora.

—¡Me acabas de decir que soy tu artista favorito!

—Dije que eras el mejor, pero no dije que eres mi favorito. —responde el de ojos turquesa. Isagi en ese momento no sabe si reírse o golpearlo.

—¡Imbécil!

—Ajá. También lo soy, al igual que tú. Dicen por ahí que los iguales se juntan con los de su misma especie.

Itoshi se encoge de hombros, entrando en el estacionamiento de la universidad. Isagi se pregunta por un momento como es que Rin es capaz de convertir casi cualquier conversación en una discusión donde siempre va ganando con sus contestaciones.

El auto frena, el edificio de artes luce imponente frente a ellos, mientras que permanecen en sus asientos.

—¿Necesitas un minuto antes de entrar? —Rin recuesta su cabeza contra el cabezal del asiento, mirándolo fijamente con una calma que permite a Isagi saber que el menor está dispuesto a quedarse ahí por horas si así se lo pide.

—Solo dame un momento para que mis ojos no se vean tan rojos. —contesta, respirando para terminar de calmarse, su novio solo asiente, mientras lo sigue mirando.

Se quedan en silencio un par de segundos, Isagi aún siente el nudo en su garganta y una presión que probablemente no se va a desvanecer hasta tener los resultados positivos en sus manos, pero la compañía de Rin y ese apoyo que le ha demostrado en cada oportunidad le permite sentirse más confiado.

Acerca su mano con cautela hasta entrelazar sus dedos con los del menor, quien no duda en sujetarlo con un agarre un tanto fuerte.

—Oye, Rin...

—¿Qué pasa?

—¿Me acompañarías a buscar los resultados?

—Creí que por el hecho de ayudarte a mantener la calma ya estaba invitado a entrar a buscarlos.

—Claro que lo estás. —contesta Isagi, riéndose un poco por sus palabras anteriores. —Gracias por ayudarme a mantener la calma.

—No hice un buen trabajo, estabas mucho más asustado de lo que pensé. Debí darme cuenta antes.

—No estás en la obligación de darte cuenta de esas cosas, Rin.

—Pero aún así me gustaría notarlo, aunque a veces no tenga ni puta idea de cómo ayudarte. Intentaría hacer algo por tí.

—Literalmente el que debería ser más abierto y directo con lo que siente soy yo. Así que no te sientas mal. —dice el mayor, dejando un beso en la mano de Rin. —Entonces, gracias por intentar ayudarme aunque no tengas idea de qué hacer.

El de ojos turquesa chasquea la lengua, desviando la vista, Yoichi se ríe en voz baja al notar su vergüenza.

—Es hora de ir.

—¿Estás listo?

—Estoy aterrado... —responde Isagi, antes de suspirar. —Pero hay que hacerlo.

Rin asiente, soltando su mano para bajar del auto, mientras que Yoichi hace lo mismo, después de un par de pasos se encuentran uno junto al otro, así que el mayor vuelve a entrelazar sus manos antes de empezar su camino.

Porque aún está aterrado pero Yoichi ya no estaba solo.

[...]

No saben lo mucho que me costó este capítulo (ಥ⁠_⁠ಥ)

Me gusta pero no me encanta, y noe quiero quedar estancada porque ya lo que se viene es algo que todxs estamos esperando, así que tocó sacrificar este cap, aunque no sea perfecto.

Gracias por leer ✨💓


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