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xix.

Rin no está muy seguro de lo que significa ser novios.

Nunca había tenido una pareja lo suficientemente formal como para ponerle título a la relación, para conocer a los padres, o para ir de viaje junto o algo así. Ni siquiera está seguro de qué son las cosas comunes que los novios hacen.

Supone que es algo sencillo como planear citas, recordar fechas importantes, tener cenas románticas y pasar la noche juntos.

Lo cual, no es muy diferente a lo que hacía con Isagi antes de ponerle un nombre a eso que tenían, aunque sus citas se limitaban a tener encuentros en su apartamento mientras ambos trabajaban en sus propios proyectos, las cenas románticas no eran más que alguno de los dos cocinando mientras el otro merodeaba a su alrededor, y la única fecha importante que recordaba fue el cumpleaños de Isagi cuando me obsequió pinturas, pinceles y un par de lienzos.

—Oye, Yoichi. —Rin se corrige incluso antes de equivocarse, porque su novio fue muy específico al respecto de llamarlo por su nombre.

—¿Qué sucede? —El mayor aparta la vista de la ventanilla del auto para ahora mirarlo a él mientras toma otro sorbo de su café. Aunque estuvieran muy cómodos en su burbuja de amor, tarde o temprano había que regresar al mundo real.

Eligieron volver tarde, por eso Rin tiene que conducir para que Isagi logre llegar a tiempo a su clase.

El menor se detiene en un semáforo en rojo, su mano descansa en el volante y la otra en la palanca de cambios. Ni siquiera está seguro de qué o cómo decirlo, pues no es más que una duda estúpida que salió de la nada y una innecesaria molestia por sentirse inexperto en todo esto.

—¿Acaso...? —Rin niega junto a un bufido. Isagi es consciente de su inexperiencia, no necesita que se lo recuerde bajo un pregunta boba y nerviosa cuál adolescente precoz. Así que vuelve a arrancar el auto antes de hablar: —¿Acaso planeas dejarle en claro a toda la universidad que tuviste sexo anoche?

Cambia sus palabras, convirtiendo su duda en una burla, viendo como la mirada suave del mayor rápidamente cambió a una de completa incredulidad.

—¿A qué te refieres, idiota?

—Se ven las marcas en tu cuello, tonto.

Isagi abre los ojos con sorpresa y enseguida saca el teléfono de su bolsillo para poder verse gracias a la cámara. La camiseta tiene el cuello bajo, permitiendo una amplia visión de su piel pálida y las marcas que empiezan a amoratarse.

—Maldición... —Yoichi habla en voz baja, junto a él, Rin sonríe von burla, sin esperarse el golpe en el hombro que le proporciona su novio. —¡¿Por qué mierda tienes que dejarme el cuello?!

—No recuerdo escuchar quejas de eso anoche. —responde con obviedad, antes de recibir otro golpe. —¡No seas llorón, yo no me estoy quejando por las marcas!

—¡Tú no tienes!

—¿Ah no? —Rin frena en la siguiente intersección antes de cruzar, baja un poco el cuello alto de su chaqueta permitiendo ver un chupetón de color morado. —¡Y me mordiste el hombro, imbécil!

—¡También me mordiste! —Isagi no está conduciendo, así que no tiene problemas en levantar su camiseta mostrando marcas en su abdomen y una mordida en el pezón.

—Solo fue una vez. Tú me mordiste varias veces las piernas, inútil. —Rin lo acusa e Isagi simplemente lo ignora.

—No tendrás problema en ocultar ninguna de esas marcas. ¡En cambio yo tengo el cuello morado!

—Usa una camisa de cuello de tortuga o una bufanda, no sé.

—Estamos cerca de iniciar el verano. No tiene sentido usar ropa abrigada. —contesta entre dientes el mayor.

—Pues entonces solo queda una opción.

—Me voy a arrepentir de preguntar... —Isagi suspira con desgana antes de mirar al menor. —¿Cuál es tu brillante solución, Rin?

Itoshi frena el auto frente al apartamento de Yoichi porque obviamente tiene que cambiarse antes de ir a clase. El de ojos turquesa se acerca hasta rozarle los labios y sonríe antes de hablar:

—Si alguien pregunta, diles que tuviste una noche muy divertida.

El mayor aparta su rostro con la mano, antes de bajar del auto murmurando un par de insultos y también que volverá pronto. Rin sonríe con diversión por el hecho de haber logrado molestarlo.

—¡Buenos días, Rin-chan!

El de ojos turquesa se sobresalta al escuchar la puerta del auto ser abierta y a Bachira hablar repentinamente junto a él. De no ser porque habló con él por teléfono aquella mañana probablemente no podría haber reconocido su voz.

Bachira se sienta sin problemas en el asiento del copiloto y se recuesta de forma cómoda mientras le sonríe. Isagi le había dicho que su mejor amigo era algo peculiar. Mucho más extrovertido e inesperado de las personas a las cuales Rin estaba acostumbrado pero aún así, debía hacer un esfuerzo porque se lo había prometido a Yoichi.

—Buenos días... —responde sin saber muy bien qué debería hacer o decir, porque sabe muy bien que no es la persona más social y amable.

—Nah, no estés tenso. A pesar de que te robaste a mi mejor amigo por todo el fin de semana y lo devolviste con el cuello más marcado que Drácula... No te odio. —El de ojos amarillos sonríe, colocando los brazos detrás de su cabeza adoptando una pose más cómoda. —Solo estoy enojado contigo. Eres todo un ladrón de mejores amigos, eh. Usurpador de inocencia. Lo cual es loco porque eres menor que nosotros.

—No voy a disculparme por eso. —La amabilidad puede irse a la mierda, porque aunque las palabras de Bachira no le molestan, tampoco puede evitar responder con la misma altanería de siempre. —Además de que, no había mucha inocencia que robarle a Yoichi.

—Que adorable que ya hasta lo llames por su nombre. —El de mechones amarillos habla con la voz algo tierna, antes de mirarlo con algo más de seriedad. —¿No están llendo demasiado rápido?

—Debiste preocuparte por eso cuando tuvimos sexo sin conocernos.

—Vaya, veo que no tienes vergüenza al hablar de eso.

—Es solo sexo. Y tú no eres una anciana, no veo porqué debería evitar decirlo frente a tí.

—¿Y qué sucede si yo no tenía idea de la forma en la que ustedes se conocieron?

—Yoichi me dijo que lo sabías. De otra forma no te lo habría dicho. —contesta, porque Rin no es tan estúpido como para contar su dramática forma de conocerse a cualquiera.

—¿Sabes todo lo que él me ha dicho? —Bachira se acerca con los ojos bien abiertos y una sonrisa burlona. Itoshi sabe muy bien que está intentando molestarlo pero no va a darle el gusto.

—Por supuesto que no.

—¿Y eso no te molesta?

—¿Por qué debería? No está en la obligación de decírmelo todo. —contesta cruzándose de brazos, y realmente no sabe qué pensar cuando escucha al de ojos amarillos reírse con diversión.

—Me agradas, Rin-chan. Al parecer eres menos manipulador y malvado de lo que aparentas. —Bachira sonríe de forma dulce, pero luego su rostro cambia a un ceño fruncido y una mirada algo amenazante. —Me agradas, pero si llegas a hacerle algo malo a mí Yoichi. Te arrepentirás.

—¿Me golpearás? —pregunta Rin sin intenciones de dejarse amedrentar.

—Peor. Yo mismo me encargaré de que no vuelvas a tener la oportunidad de acercarte de nuevo. —contesta, Bachira le golpea el pecho con su dedo y lo mira con atención. —Yoichi es demasiado bueno para este mundo. Si le rompes el corazón, no tendrás ningúna oportunidad de arreglar tu mierda. ¿Entiendes?

Bachira sonríe aunque su amenaza es obvia y Rin no tiene oportunidad de decir nada porque Isagi toca la ventanilla un par de veces. El de ojos amarillos abre la puerta, su sonrisa ahora es dulce cuando baja del auto para abrazar a Yoichi, quien parece estar muy confundido.

—¿Qué sucedió? —pregunta el recién llegado.

—Estaba saludando a tu novio. Oh, que bonito es el amor. Me alegra que sean felices juntos. ¡Mi niño ya tiene pareja! —Bachira vuelve a abrazar a Isagi, quien algo confundido corresponde.

—Espero que no hayas estado amenazándolo.

—¡¿Me crees capaz de algo como eso?!

—Por supuesto que sí. —Isagi lo mira de mala forma antes de subir al auto, Bachira ni siquiera pregunta antes de subirse al asiento trasero del auto. —Y supongo que podemos llevarte a la universidad también ¿Cierto?

—¡Claro que sí! ¿No ves que Rin-chan y yo ya somos amigos? ¡Hasta me invitó a ir al zoológico!

—¿En serio?

Ahora ambos lo están mirando, Isagi parece confundido y la sonrisa de Bachira es un reto directo. Rin no siente que el de ojos amarillos este siendo malo con él, sino que parece estarlo poniendo a prueba. Y claramente no le iba a dar el gusto de ganar.

—Claro. Iremos al zoológico para que Bachira vea que soy perfecto para tí. —responde con una sonrisa socarrona sujetando la mano de Isagi de improviso, quien se sonrojó por la sorpresa.

—Oh, ya quiero ver eso. —Ríe Bachira cómo respuesta

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