—Oye, Isagi.

—¿Uhm?

—¿Por qué viniste aquí a Tokio?

Los ojos de Yoichi se apartan del cuaderno en el cual estaba dibujando una paloma que estaba apoyada en el barandal del balcón. Rin está sentado junto a él, cambiando las lentes de algunas de sus cámaras.

—¿A qué viene la curiosidad?

—Tú me preguntaste porqué vine aquí. Es mi turno de preguntar.

—Y según recuerdo, no me respondiste. —acusó Yoichi antes de volver a dibujar.

—La mayoría de los desfiles y sesiones fotográficas son aquí. Y la universidad también está aquí. No fue muy difícil decidirlo. Me mudé después de terminar la preparatoria porque Sae ya tenía este apartamento. —contestó, mientras seguía ajustando las piezas de la cámara. —¿Ya estás feliz?

—Estoy bastante conforme. —Isagi sonríe de costado, antes de volver su atención al cuaderno. —Yo vine aquí porque me aceptaron en la universidad de artes.

—Vaya, que profundo.

—Tu historia tampoco es muy profunda, Rin.

—Pero tiene mucho más contexto.

—Bueno, ya. La mamá de Bachira también es artista, y ella me mostró muchas de sus obras, también me llevó a distintos museos aquí en Tokio. La forma que tiene ella de describir los lugares y todos los alrededores me hizo enamorarme mucho más del arte y un poco de la ciudad. —contó Isagi, mientras seguía dibujando en su cuaderno. —Además Bachira me dijo que podríamos mudarnos juntos, y en ese momento la idea me emocionaba mucho.

—Se cumplió ¿No?

—¿El qué?

—Vivir con él. Bachira es tu compañero de apartamento, según recuerdo.

—Sí, se cumplió. Es de las cosas más difíciles y divertidas que he hecho en mi vida, pues, Bachira no es una persona fácil de manejar. —Isagi hace una mueca divertida, recordando el montón de veces que han discutido desde que viven juntos, pero aún así, pueden sobrellevarse mutuamente lo suficientemente bien. —De cualquier forma no me arrepiento de haber venido. Me encanta estar aquí en Tokio.

—¿Por?

—¿Quieres que diga que soy felíz porque te conocí y todo eso?

—Sería demasiado empalagoso de tu parte decirlo.

—Pero te gustaría que lo dijera. —responde en un tono acusador. Rin ni siquiera esconde la sonrisa divertida de sus labios.

—Claro que sí.

—No planeo subirte más el ego. —contesta Isagi cruzándose de brazos.

Rin lo mira una última vez y le sonríe con diversión. Yoichi simplemente aparta la vista y vuelve su atención al dibujo pues siente su corazón acelerado porque, joder, tal vez sí fue algo demasiado bueno conocer a Rin.