007. la llegada de las otras escuelas
Cuando Ruby bajó a la sala común, vio a Harry escribir algo en un pergamino y luego salir de la sala común con el pergamino en mano, y frunció el ceño. Vio a Evie sentada en uno de los sillones y se acercó a ella.
―¿Qué escribía Harry? ―le preguntó.
Evie volteó a verla.
―No tengo idea, ¿por qué? ―respondió.
―Nada, nada ―dijo Ruby despreocupadamente.
Pasaron las semanas y llegó el día que Ruby nunca pensó que llegaría. En una de las clases, Moody avisó que les echaría la maldición imperius por turno, tanto para mostrarles su poder como para ver si podían resistirse a sus efectos.
―Pero... pero usted dijo que eso estaba prohibido, profesor ―dijo vacilante Hermione, y Ruby la miró aliviada.
―Usted dijo que usarlo contra otro ser humano estaba... ―siguió Evie.
―Dumbledore quiere que les enseñe cómo es ―le interrumpió Moody―. Si alguno de ustedes prefiere aprenderlo del modo más duro, cuando alguien les eche la maldición para controlarlo plenamente, por mí de acuerdo. Puede salir del aula.
Ruby se encogió de hombros y se dispuso a salir del aula, pero Evie agarró su brazo y le mandó una mirada suplicante.
―Sólo por ti ―susurró la rubia, cruzándose de brazos.
Ruby se sentó a mirar la ventana, oyendo como Moody empezaba a llamar a los estudiantes, y ellos hacían cosas estúpidas. Hasta que...
―Stewart.
Moody la estaba llamando.
Ruby tragó saliva y se adelantó hasta el centro del aula. Ya había visto a Harry hacerlo, así que tenía un poquito, muy poquito, de seguridad en ella misma.
―¡Imperio!
Fue una sensación rara. Varias voces en su cabeza le empezaron a dar órdenes.
«Salta como conejo...»
«Grita como mono...»
«Usa tu magia delante de todos...»
No, no podía, no quería. Usó todas sus fuerzas para callar las voces.
―¡QUE NO! ―gritó Ruby saliendo del trance, dejando a todos muy sorprendidos.
¿Acaso se había resistido? Todos estaban muy sorprendidos. Pero Ruby no miraba a nadie, las ganas de salir corriendo iban a ganarle. Ruby no prestó atención hasta que vio que todos estaban saliendo, y salió también.
El resto de las clases fueron aburridas, lo que significó que Ruby no se acordara de más de la mitad de cada clase. Llegó la clase de criaturas mágicas. Los escregutos de cola explosiva crecían a un ritmo sorprendente aunque nadie había descubierto todavía qué comían.
━No lo haré ━se negó rotundamente Malfoy al oír a Hagrid━. Ya tengo bastante con ver esos bichos durante las clases, gracias.
Hagrid dejó de sonreír.
━Harás lo que te digo ━gruñó Hagrid━, o seguiré el ejemplo del profesor Moody... Me han dicho que eres un hurón magnifico, Malfoy.
Ruby no quería reírse. Encontraba que aquel chiste había sido cruel. Pero se rió de todos modos; nada mejor que ver como ponen a un brabucón en su lugar. No fue la única que se rió, todos los de Gryffindor estallaron en carcajadas.
Tras la clase, y cuando llegaron al vestíbulo. Cuando pudo, Ron leyó el cartel que todos estaban viendo.
TORNEO DE LOS TRES MAGOS
Los representantes de Beauxbatons y Durmstrang llegarán a las seis en punto del viernes 30 de octubre. Las clases se interrumpirán media hora antes.
━¡Estupendo! ━dijo Harry━. ¡La última clase del viernes es Pociones!
━¡A Snape no le dará tiempo de envenenarnos a todos! ━siguió Ruby con emoción.
Harry le sonrió y chocó los cinco con ella.
Los estudiantes deberán llevar sus libros y mochilas a los dormitorios y reunirse a la salida del castillo para recibir a nuestros huéspedes antes del banquete de bienvenida.
━¡Sólo falta una semana! ━dijo emocionado un chico de Hufflepuff━. Me pregunto si Cedric estará enterado. Me parece que voy a decírselo...
━¿Cedric? ━dijo Ron sin comprender.
━Diggory ━explicó Evie━. Querrá participar en el Torneo.
━¿Ese idiota, campeón de Hogwarts? ━gruñó Ron mientras caminaban hacia las escaleras.
━No es idiota. Lo que pasa es que no te gusta porque venció al equipo de Gryffindor en el partido de quidditch ━repuso Hermione━. He oído que es un estudiante realmente bueno. Y es prefecto.
━Sólo te gusta porque es guapo ━dijo Ron mordazmente.
━Perdona, a mí no me gusta la gente sólo porque sea guapa ━repuso Hermione indignada.
Ron y Evie se miraron antes de fingir que tosían, y cuando tosieron se les entendió un claro «¡Lockhart!». Ruby miró a los dos chicos confundida, ¿quién era Lockhart?
La semana pasó lentamente para Ruby, que estaba ansiosa de conocer más escuelas de magia. Ella no parecía ser la única ansiosa. Esa tarde, Ruby se peinó muy bonita y usó sus dotes en el maquillaje, que la mismísima Afrodita le había enseñado. Todos sabían que Ruby Stewart era muy bonita.
Pero los profesores también parecían algo nerviosos.
━¡Longbottom, ten la amabilidad de no decir delate de nadie de Durmstrang que no eres capaz de llevar a cabo un sencillo encantamiento permutador! ━gritó la profesora McGonagall al final de una clase.
En la mañana del octubre 30, Ruby vio con asombro lo hermoso que estaba decorado el Gran Comedor. En la mesa de Gryffindor, Fred y George Weasley estaban inusualmente alejados de los demás, y Ruby sabía porque. Ellos querían entrar al torneo de los tres magos.
―¿Crees que lo consigan? ―le preguntó Evie a Ruby.
Ruby ladeó la cabeza.
―No creo ―contestó―. ¿Tú te meterías?
Evie negó con la cabeza de inmediato.
―¿Y tú, Ruby? ―preguntó Harry metiéndose en la conversación.
―No ―contestó Ruby―. Suena peligroso y yo no tengo ni un pelo de tonta, este torneo es suicida. Estoy completamente segura que algo malo va a pasar.
―Solo esperemos que no sea una muerte ―opinó Hermione.
Ruby miró a Evie y ella comprendió. Ruby pensaba que iba a haber una muerte. Sólo una. Pero ya una es demasiado.
―Me gustaría saber cuáles serán las pruebas ―dijo Ron―. Porque yo creo que nosotros podríamos hacerlo, Harry. Hemos hecho antes cosas muy peligrosas.
―Eso no significa nada ―dijo Evie indiferente―. Las pruebas van a ser más peligrosas.
―¿Y qué sabes tú? ―le espetó Ron mirándola mal.
―No delante de un tribunal ―intervino Fred―. McGonagall dice que puntuarán a los campeones según cómo lleven a cabo las pruebas.
―¿Quiénes son los jueces? ―preguntó Ruby interesada.
―Bueno, los directores de los colegios participantes deben de formar parte del tribunal ―contestó Hermione―, porque los tres resultaron heridos durante el torneo del 1792, cuando se soltó un basilisco que tenían que atrapar los campeones.
―¿Qué clase de imbécil pide que atrapen a un basilisco? ―comentó Ruby, agarrando una tostada y untándole mantequilla―. O sea, todos saben que los basiliscos son mortales...
―Está todo en Historia de Hogwarts. Aunque, desde luego, ese libro no es muy de fiar. Un título más adecuado sería «Histo ria censurada de Hogwarts», o bien «Historia tendenciosa y selectiva de Hogwarts, que pasa por alto los aspectos menos favorecedores del colegio»
Ruby y Ron se miraron con el ceño fruncido.
―¿De qué hablas? ―preguntó Ron.
―¡De los elfos domésticos! ―dijo Hermione en voz alta―. ¡Ni una sola vez, en más de mil páginas, aparece algo de que somos cómplices de la opresión de un centenar de esclavos!
Ruby se rascó el cuello incómoda.
―¿Son consientes de que son criaturas mágicas que no reciben sueldos y trabajan en condiciones de esclavitud las que les cambian las sábanas, les encienden el fuego, les limpian las aulas, y les preparan las comidas?
―Si tanto se queja que lo haga ella ―susurró Ruby a Evie.
Evie se tapó la boca con su mano para no reírse tan fuerte.
El resto del día, nadie estuvo muy atentos a las clases. El THDA de Ruby hizo que ella no recordara nada de las clases cuando llegó el momento.
―Síganme, por favor ―dijo la profesora McGonagall―. Los de primero delante. Sin empujar.
Sin darse cuenta, Ruby quedó justo al lado de Harry, con Evie a su otro lado.
―Esto es demasiado emocionante ―susurró Ruby.
Harry la miró sonriente.
―¿Estás emocionado? ―le preguntó Ruby a Harry al ver como él le sonreía.
―No tanto como tú ―contestó Harry.
Ruby se mordió el labio pensando lo bonito que eran los ojos de Harry. Evie, al darse cuenta de la mirada que Ruby le daba a Harry, la golpeó suavemente con su codo.
―Auch ―susurró Ruby, sobándose la zona afectada―. ¿Y eso?
―Vi como mirabas a Harry, Rubita ―se burló Evie―. No me digas que te gusta.
Ruby le hizo un gesto para que se callara o bajara la voz.
―Realmente no sé, Evie ―se sinceró Ruby―. Pero si lo supiera no es momento ni lugar para hablar de eso.
Evie sonrió burlesca, y en ese momento se oyó el grito de Dumbledore:
―¡Ajá! ¡Si no me equivoco, se acercan los representantes de Beauxbatons!
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