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Epílogo

Argentina y Reino Unido estaban parados uno al lado del otro mientras miraban a su hijo fijamente, ambos apenas logrando procesar que aquella imagen fuera legítima y no parte de aquellos momentos en los que uno imagina un futuro y las probabilidades de lo que pueda ocurrir.

Pero no, ahí estaba. Su ahora no tan pequeño hijo, con una torta que tenía sobre su glaseado el tan temido número, los dieciocho años.

Era oficial, era un adulto y se notaba en sus fracciones, en su altura más alta, en su preferencia por ropa más práctica para él trabajo, en su cabello suelto que caía delicadamente sobre sus hombros, en sus alas que ahora incluso llegaban a arrastrarse en el suelo cada que caminaba, en los temas que prefería hablar. Todo su ser gritaba con fuerza "ya no soy el bebé que lloraba por su atención, ni el niño que jueteaba por la casa, ni el adolescente amargado que los desafiaba, ahora soy un adulto y soy funcional"

Ambos se agarraron de las manos ante aquella imagen, ante esa clara señal de que habían terminado su trabajo y que pronto, como habían previsto, Nicolás haría su propia vida.

__oh, mi bebé...__dijo Reino Unido de repente mientras miraba como su hijo se sacaba una foto, mostrando aquellos afilados dientes que apezar de su tamaño, a él como padre siempre le habían parecido adorables__¿Esto es real?

Argentina solo apretó el agarré en la mano de su marido y se masejeó la cien.

__si, es totalmente real. El tiempo pasa volando, apenas ayer tenía solo cuatro años y me obligaba a ver los cuentos que hacía en sus cuadernitos... aunque estos no parecieran más que rayones.

__o cuando tenía ocho y robaba los focos de la casa para hacer "la mejor lámpara del mundo"

__o cuando tenía doce y quería imitarte y te obligaba a que le hicieras peinados__Argentina apoyó su cabeza sobre la de su esposo__pero mirarlo ahora, es un buen hombre y está muy comprometido con su territorio...estoy orgulloso de él.

__yo igual.

Dicho esto, ambos simplemente se dedicaron a observarlo, en cuanto Nicolás los notó, les devolvió la mirada y les sonrió, sus dientes prominentes mostrándose en toda su gloria.

__¿Que miran tanto?__preguntó finalmente.

Argentina y Reino Unido se miraron entre si, se sonrieron levemente y fueron directo a sentarse en la mesa a su lado. Ambos a cada lado del menor, no hubo palabras, no fueron necesarias, con solo sus miradas dejaban claro su mensaje: estaban orgullosos y felices de tenerlo a su lado.

Finalmente, los tres posaron y se sacaron una foto juntos.

Las despedidas nunca fueron fáciles y menos lo fueron para dos padres que estuvieron acostumbrados a la presencia de su hijo durante años. Un tiempo después de cumplir los dieciocho, Nicolás decidió que debía comenzar a vivir solo y dejar que sus padres tuvieran un respiro después de haberlo criado durante toda su vida. Y no era que a ambos no les gustará la idea, era que le temian a ella.

Ninguno de los dos parecía querer dejarlo aunque sabían que era lo más sano, la despedida se alargó más de lo necesario y eso hartaba al pobre isleño.

__papás...por favor, no es como si me vaya muy lejos, vendré a visitarlos de vez en cuando__dio un suspiro derrotado cuando sintió como Reino Unido ajustaba por tercera vez su ropa.

__pero no será lo mismo, estarás más ocupado que nunca con él trabajo__contestó el británico mientras se apartaba.

__prometenos que ese "de vez en cuando" será seguido__dijo Argentina, usando su clásico tono autoritario pero con un deje de preocupación.

__lo haré, no sé preocupen, cómo bien dije, no me iré muy lejos.

Nicolás por fin pudo irse, lo siguiente que hizo fue despedirse con la mano mientras arrancaba el auto y finalmente, se veía.

__¡Más te vale cepillarte los dientes todos los días!

Y después de eso, finalmente todo quedó en silencio.

Ambos volvieron al interior de su hogar, se sentaron juntos frente al televisor y...no hicieron nada, los dos tenían aquella pregunta que rondaba por sus cabezas, ¿Y ahora que?

__¿Quieres que haga un postre?__preguntó Argentina, mirando a su esposo de reojo.

__solo si lo hacemos juntos...¿Hace cuánto que no cocinamos juntos?

__hace un par de años.

Los dos se devolvieron la sonrisa, se aferraron de las manos y se dieron un beso antes de por fin levantarse para buscar los ingredientes.

Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y todos finalmente se acostumbraron.

Nicolás dió un bufido mientras se recostaba en su silla frente al escritorio, aliviado de por fin haber terminado su trabajo después de horas, se estiró y antes de que pudiera decir cualquier cosa, vio como una mano robótica le dejaba un café sobre su escritorio.

__gracias ONU, no entiendo cómo siempre logras saber lo que quiero justo en el momento__dijo, mientras agarraba la taza y disfrutaba del líquido que estaba en su interior__y está como me gusta.

__aprendo de patrones, puedo analizar tu lenguaje corporal para interpretar tus necesidades casi al momento__contestó, con su clásica eficiencia mecánica, viendo como su compañero se levantaba con taza en mano y miraba el gran ventanal, admirando el glorioso espectáculo que era el paisaje de Pangea.

__es raro...¿Sabes? Procesar, incluso después de años, que soy todo esto, lo que tengo frente a mi...soy yo, pero diferente, no sé cómo explicarlo.

__si eso sentis vos con solo una isla, imagínate como deben sentirse los demás al ver todavía más grandes extensiones de tierra yendo hacia él horizonte.

__...te volviste bueno interpretando emociones__rió, para luego tomar un sorbo de café__es casi como si sintieras empatía.

__no es lo mismo, pero es lo más cercano__ONU se paró a su lado y también comenzó a observar la vista, registrando la palabra "bello" y luego mirar a Nicolás, admirando como la luz iluminaba aún más su rostro, antes de registrar la misma palabra "bello" a un lado de "molesto" y volver a mirar al frente.

Todo quedó en silencio en ese momento, todo parecía perfecto aunque en verdad no lo fuera, todo se sentía bien aunque ese sentimiento de tranquilidad fuera efímero.

Y mientras los países en Pangea interactuaban entre si de todas las formas posibles, ya sean buenas o malas. El mismo Pangea comenzaba a reflexionar sobre su vida, pensando como de un contenedor de basura llegó a ser algo tan importante, pero a decir verdad, estaba no solo orgulloso, si no también satisfecho.

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