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✡05: Lugares solitarios.

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Follow you ‒ Bring Me The Horizon
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Recorrían los inmensos rosales que ese castillo podía ofrecerles, la casa de Jack era más grande de lo que uno pudiese imaginarse ¿Había vivido solo ahí? O simplemente en su momento tenía compañía de alguien más.

―¿Por qué tienes un castillo cuando solamente eres tú?―Lo miré detrás de un ángel de roca.

―Mis demonios también necesitan un lugar en donde establecerse, no puedo permitir que me consuman―miró hacia una ventana, una mujer nos miraba―, No nos pueden hacer daño, todo está aquí.―Estiró su mano para tocarme la frente―. Si no los dejas entrar, no pueden dañarte.

Mantuve silencio mientras alejaba su mano lentamente.

―¿Cuánto tiempo nos hemos ido?―me recargué en la estatua, mirando a la ventana, ya no había nadie.

―Aquí no pasa el tiempo, no puedo permitirme algo así―rodeó la estatua para apoyarse al lado de mí―, me dolería ver que estos rosales muertos, significan mucho para mí. El tiempo es un constante recordatorio que simplemente en algún momento el tiempo se nos va a acabar y dejaremos de existir.―Suspiró con pesadez

―Es una mierda.―Cerré los ojo.

―Creo que es hora de irnos―suspiró con pesadez, sujetando mi mano.

―¿Es necesario que nos demos la mano?―sonreí de medio lado, mirándolo, también sonreía.

―Si no estoy tocando el anillo, y tú no estás tocándome de alguna manera te quedarás aquí, hasta que decida entrar y sacarte. A menos que...―sonrió completamente, atrayéndome hacia él―, que quieras quedarte en mi mente por tiempo indefinido.

Golpee su brazo― No seas ridículo, mejor vámonos que escuchar tu voz mucho tiempo me tiene loca.

Como si el anillo escuchara su mente, todo comenzó a desmaterializarse, volviendo al loft de Everlee.

Me solté de su mano y fui a la cocina, ignorando todo lo que había sucedido. Ahí estaba ella, tomando agua―¿Quieres?―sonrió, sirviéndonos un vaso a cada uno―. Entonces, Jack.

Miré extrañada, había llegado sola a la cocina. O eso creía.

―¿Te quedarás a cenar?―preguntó Everlee, extendiéndole el vaso en sus manos, al igual que a mí. Me había seguido el paso.

―No―respondí de inmediato―, Jack ya se tiene que ir ¿Cierto Jack?

Juntó sus labios, su cara arrugada y ojos entre cerrados lo lograban encontrar una respuesta lo que estaba haciendo ¿Tan malo fue el viaje que acababan de dar?― ¿Te llamas Jack?―respondió irónicamente, bebiendo agua, aclarándose la garganta para desatar la tercera guerra mundial―, Everlee, amor, claro que me quedo a cenar.―tocó su pecho, como si las emociones le hubiesen llegado.

―¿Te sucede algo Elizabeth?―se revolvió en la silla, dejando el vaso en la mesa―¿Les fue bien en la otra realidad?

―Nos fue genial―respondió instantáneamente Jack, buscaba alguna respuesta en mí, algún indicio que haya hecho algo mal.

―Cenen ustedes, no sé como pueden comer algo después de este día―salí de la cocina directo a mi habitación, necesitaba procesarlo.

Everlee levantó la mano hacia el pecho de Jack, el cuál estuvo a punto de ir detrás de mí.

―¿Qué le hiciste, Jack Manson?

―Nada, nos pusimos profundos y creo que le llegó.

―¿Profundos en qué sentido? No me digas que...―Jack podía jurar que los ojos de Everlee se saldrían de su orbita y la boca se le desencajaría.

―¡No!―negó mientras tomaba asiento al frente de ella―, hablo de temas profundos como su muerte, ella al saber que el anillo hace lo que uno desea, quería saber sobre su cuerpo...

Everlee suspiró aliviadamente mientras se relajaba en el asiento― ¿Algo más?

―Le puse Nocturne...

―Jack.

―No le expliqué el por qué, tampoco soy capaz de bailarla.―Juntó sus manos contra su cara

―Es normal, supongo, pero han pasado siglos Jack...

Everlee se levantó de su silla para comenzar a sacar los ingredientes para una sopa.

―¿Y los sirvientes Everlee? Antes, en tus momentos de gloria, éramos entendidos como reyes...―miró a Everlee colocarse una toalla en los hombros― Y ahora.

―Somos atendidos por la inigualable Everlee, imbécil―interrumpió, con el cuchillo en la mano―. Mejor comienza a picar las verduras antes que te quiera picar un dedo―enterró el cuchillo en la madera.

...

Habían pasado varios días desde aquel extraño accidente, mi mente se encontraba más clara desde ese entonces, hablarlo con Everlee me ayudó a que nos conociéramos más, le hablé del por qué la insistencia de saber en dónde estaba mi cuerpo o si ya habían encontrado.

―Entonces me dices que naciste el mismo día que tu hermano Alexander ¿No? Pero claro, con diferencia de años porque él es mayor de tú.―Comentó juntando las piezas en su mente.

―Sí, y me morí también el mismo día, por eso es loco todo el asunto,―dejé caer mi cabeza en la mesa del bar.― Estaba en camino de ir a comprarle un regalo a Alex, es lo único que recuerdo, me iba a ver con un amigo de mi padre que me iba a llevar al centro comercial.

―¿Y por qué ibas con el amigo de tu padre?

―Porque mi familia es importante dentro de la política, entonces solamente podemos salir acompañados de gente conocida―suspiré―, pero me separé de él durante mucho tiempo, y en ese momento no recuerdo más, todo es un caos en mi cabeza.

―Me imagino, pero no te preocupes.―Acarició mi cabeza, dejando caer varios mechones de cabello en la mesa―. Ya verás como en los meses irás recordando, tiempo al tiempo, algún día se sabrá la verdad.

―¿Y si me dio un paro cardiaco y me quedé tirada muerta en el centro comercial?―levanté la cabeza de inmediato, mirándola― ¿Y si mi hermano tuvo que reconocer el cuerpo porque mis padres no podían por viajes?―me tapé la cara con las manos.

―¡Nada de eso sucedió!―me sujetó los hombros a través de la mesa.

―Señoritas, ¿Las interrumpo?―carraspeó alguien al lado de nosotras, por las luces neón del bar no podíamos distinguir quién era.

―Nathaniel.―Soltó con irritación Everlee, sonriendo como si le hubiesen contado el peor chiste de su muerte.―¿Qué te trae esta trágica noche?

No venía solo, detrás de él varios paladines se hacían presentes, tenían máscaras de la peste.

―Vengo a hablar civilizadamente con Elizabeth, en estos días me he envuelto en diversos problemas que creo que ella podrá ayudarme a solucionarlos―comentó su inquietud, sin decir toda la realidad, se le notaba en la manera en la cual hablaba. Sus manos reposaban el su espalda, en una pose de militar. Sus ojos se posaron en mí―¿Quieres dar una vuelta por el Carnaval que está justo por aquí?―estiró su mano, dejándola en mi cara.

―¿Cómo quieres que se niegue o acepte ir si la estás obligando?―apuntó Everlee, a la mano de Nathaniel.

―La estoy obligando a ir por las buenas, necesito hablar, hay dudas que necesitan ser resueltas.

―Y hay puertas que necesitan estar cerradas, te conozco maldito bastardo, y lo que le hiciste a Jack hace unos años demuestra la poca empatía y el gran ego que tienes―se levantó, mirándolo con odio y asco.

―No hables mucho Everlee―la miró con media sonrisa en su boca―, Tienes mucha cola que pisar, tú eres de lo más bajo.

―Sí, tengo una cola enorme, pero de la cuál solamente yo puedo pisar, tirar, juzgar y reprochar.―Se sentó en la mesa―, ¿Pero sabes cuál es la diferencia entre tú y yo?―carcajeó―Que dentro de "Lo más bajo" se encontrar la balanza de lo moral e inmoral, y tú, estás super jodido.

―Te golpearía, pero no quiero darle una mala impresión a nuestra invitada.

―Tranquilo, que aún puedes caer más bajo, eres el único que compite consigo mismo para demostrarlo.―dio por terminada la conversación, dedicándome una mirada fugaz, ella confiaba en mí.

―Entonces, ¿Vamos?―volvió a estirar la mano hacia mí.

Me levanté de la silla y camine hacia la puerta, esquivándolo― Si iré contigo, lo haré bajo mis reglas, mago de Oz.

Nathaniel reía por lo bajo, con un movimiento de manos todos los paladines se habían convertido en sombra. ¿Por qué le tendría que dar la mano cuando él me había hecho lo mismo? Mi juego, mis reglas.

Con paso firme pero apresurado Nathaniel se colocó al lado de mí.― No sé a que juego estás jugando, pero no te metas en la boca del lobo, pequeña Elizabeth.―Apresuró su caminata y se colocó delante de mí, observando como caminaba.

Las rejas se comenzaban a hacer visibles; Carteles, luces, decoraciones y personas felices de poder estar en un punto mínimo de felicidad en la miseria.

―¿Has estado aquí antes?―entrecerró los ojos, observándome.

―Sí.

―¿Puedo saber con quién?―preguntó mientras detenía su paso y lo hacía lento, para caminar derecho.

―Con Jack, nos encontramos por aquí―señalé el puesto de babilonias.

―¿Y te leíste el futuro con las babilonias?

―No, pero siendo sincera, no me interesa aportar al trafico y muerte de babilonias.―Respondí tajante.

―¿Eso lo dedujiste tú o fue Jack?―llevó su mano a su mentón―, déjame adivinar...―me miró divertido―. Fue Jack, ¿No? Él y su animalismo.

―Al menos él tiene sentido común, ¿y el tuyo?―me detuve en seco―. Mejor dime de una vez para qué me trajiste aquí, porque si es para burlarte de mis conocidos mejor me voy, no sé que te piensas―lo incriminé―, ¿Quién te dio ese maldito derecho Nathaniel?―me crucé de brazos.

Suspiró derrotado, mirando el suelo―. Que mal, pensé que todo sería más fácil.

Levantó la cabeza lentamente, mostrando un ojo negro, pero con la pupila negra y el iris celeste.―Creo que será a la mala.―sujetó mi brazo con fuerza hacía un pasillo del carnaval.

―¿Quién eres tú y por qué estás en el pandemónium?―me lanzó a la pared, haciendo que perdiera el aliento.

Un líquido espejo caía de su ojo, el cual estaba de un celeste. Las luces amarillas le llegaban a la mitad de la cara, mostrándome como poco a poco se convertía en un monstruo nocturno.

Pisadas de lo más profundo del callejón se hicieron presentes, un gente sombra caminaba por el mismo callejón. Este tenía una calavera en la cara.

―¿Sucede algo Nathaniel?―preguntó a dos metros de nosotros, mirándonos.

Nathaniel me miró de medio lado, mientras miraba con el ojo normal al paladín―, No sucede nada, amigo, solo estoy pasando un momento con esta alma.

El paladín sin preguntarme como estaba o si estaba ahí en contra de mi voluntad se perdió entre el viento, como las sombras.

Nathaniel es más alto que yo, por muchas cabezas, y el simple hecho de que tuviera prisionera entre su cuerpo y una pared me creaba claustrofobia.

―¿Por qué siempre mientes, Elizabeth?―me incriminó, sus manos se teñían de negro.

―¿Por qué no eres claro?―di el salto de fe.

Carcajeó mirándome―. Desde el primer día te olí, tu sangre no pertenece aquí ¿Qué intenta ocultar Everlee?

No pude responder, no sabía que decirle ¿Cómo sabría eso?

―Pero es imposible que el pandemónium haya cometido algún error, este sistema está perfectamente estructurado.

―Y si mejor nos ayudas a encontrar las respuestas a nuestro problema, digo, antes que te conviertas en uno.―Respondió él antes de que yo pudiera decirle algo.

―¿Cómo?―se separó de mí, pero sujetó más fuerte mi brazo.―¿Qué haces aquí Jack?

―Suelta a Elizabeth, la verdad estoy un poco harto de andar peleando, tú eres un gran amigo mío, vamos a hacerlo más civilizado―se recordó el incidente de la casa―, esta vez de hombre a hombre―miró a Elizabeth―, y dama.

―En serio te estás metiendo en este bando de "El pandemónium hizo algo malo y por eso vamos a resolverlo?"

―Tú mismo lo dijiste, hay algo raro, ¿Crees que no te seguí?―se cruzó de brazos―Me doy unos paseos por el Carnaval, y curiosamente hay un tipo de un metro noventa aterrorizando a una dama.―se acercó hacia nosotros―, vamos, Nath, ¿En serio crees que no se nota como pierdes el poder?

Nathaniel me empujó hacia el suelo, a los pies de Jack, que me logró atrapar antes de la tragedia y el dolor.

―Lo haré, pero con un favor―lo apuntó con el dedo medio―, Una vez terminada esta misión...

Jack sabía lo que iba a pasar, aún en sus brazos lo miré a la cara, él estaba consciente de que el costo de una gran ayuda sería algo del mismo peso ¿Estaría dispuesto?

―Una vez terminada la misión me darás el anillo.―Apuñaló con las palabras. Encontraba bajo que se aprovechara de lo que estaba pasando, pero lo peor de todo, es que si esto resultaba ser simples teorías conspirativas habría dado el anillo por nada.

―Acepto.―Respondió sin dudarlo, estrechando su mano con la de él, como si las palabras que me había dicho hace algunos días no tuvieran peso en este momento.

Nathaniel sonrió y se esfumó. Quizás estaba a punto de perder algo, pero si esta misión, como le había dicho Nathaniel hace unos minutos era "real" y lo podíamos demostrar, entonces habíamos ganado un gran aliado, el cual, podía recuperar el cien por ciento de su capacidad de las artes oscuras en el proceso. Tener a los paladines de nuestro lado puede ayudarnos el doble.

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By: TyRood
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Quiero que vean la manipulación que he realizado para pandemónium: ciudades ocultas y es de los monstruos nocturnos realizando los rituales.

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