✡04: Falsas realidades.
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Guardians At the Gate ‒ Audiomachine
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Todo en nuestro alrededor era humo, cada persona que pasaba en nuestro lado era como si no nos vieran, solo podíamos escuchar y movernos. Sin romper el lazo de las manos.
Jack llevó su mano libre a la boca, en señal de que guardara silencio.
―¡Elizabeth!―Gritaron detrás de mí, me asusté cuando sentí la energía traspasarme.
Mi padre tiraba el periódico en la mesa, en donde mi madre trabajaba.―El coronel Anderson me ha comentado que así se llaman las mujeres lideres―colocó la mano en el teclado, captando la mirada de mi madre― Elizabeth.
―¿Le haremos caso a un señor borracho que es gobernador de Londres? Lo veo muy lógico.―Juntó sus manos hacia su boca para evitar reír.
―No responderé nada de lo que acabas de decir, pero, Elizabeth suena bien, tendremos que ver si a Alexander le gusta el nombre de su nueva hermana...
―¿Por qué no me preguntas si me gusta?
―Porque tú decidiste el primer nombre de nuestro hijo, ahora, es mi turno.―Agarró el periódico de nuevo―. Tenemos hasta mañana para ponerle el nombre, llevaré a la nueva Elizabeth a la casa de mis padres, mamá quiere verla.
―No tardes Wilson, ya es tarde―miró el reloj del computador―, la bebé puede agarrar un resfriado.
―Vuelvo pronto.
Wilson caminó con pasos apresurados hacia la cuna agarrando el transportador, saliendo de la casa y subiéndose al auto.
No podía entender por qué esta memoria era negra cuando lo que hemos visto no tenía oscuridad. Jack lo notó, jalándome para seguir a mi padre. Nos unimos a su alma, la cual nos dirigía a las afueras de la ciudad, encontrándose con alguien.
No todo lo que brilla es bueno.
―Espero que tengas el pago, Wilson, estoy harto de esta mierda.
―Tranquilo, S, aquí está.―Sacó a Elizabeth del transportador― No quiero que salga herida.
― Oh, eso depende de ti.―Sonrió de medio lado.
Las sombras comenzaban a inundarnos, pero, curiosamente veíamos mejor ahora que antes.
Sujeté con más fuerza la mano de Jack.
―Bueno, entonces, dime―miró el reloj de bolsillo― ¿Qué te trae aquí? Humano.
Los hombres hablaban, pero ninguno de los dos escuchaba, la memoria se alejaba. Miré con desesperación hacia Jack, el cual tenía la vista en los restos de memoria que estaban quedando, con confusión.
Una luz blanca nos cegó, haciendo que cayéramos en la misma piedra.
―Tapate la nariz.―Gritó levantándome rápidamente.
―¿¡Qué sucede!?
Sus manos sujetaron mis hombros y me empujó hacia el agua, la cual estaba comenzando a ser roja, las manos buscaban con urgencia algún sitio estable para poder sujetarme.
Caí.
Un reflejo me hizo levantarme de la caída que había sufrido hace unos segundos, me sentía perdida, veía borroso y la cabeza me daba vueltas. Los gritos no se hicieron esperar.
―¡Eres un puto irresponsable Jack!―Gritó un hombre de una esquina de la sala de la cual salía humo dorado.
―¡Lo hice como me explicaste!―Limpió la sangre de su nariz mientras sacaba el libro en donde había anotado el ritual.
Otro golpe lanzó a Jack al suelo, para luego pasar encima de él.
Sus manos me sujetaron la cara, haciendo que lo viera, pero solo veía borroso, sentía que me desvanecía.
―¡Casi haces que se pierdan en una realidad distorsionada!―Observó a Jack de reojo, gritándole.
El hombre sacó algo de su chaqueta, acostándome en sus brazos como un bebé comenzó a darme una poción―Sabe a lo que más te gusta. ―habló pacíficamente.
―Jack solo quería ayudarnos...
―Everlee, mejor no hables, esto es una violación al pandemónium, y ustedes lo saben.―La miró a los ojos.
―¿Y qué nos harás Nathaniel?―Jack caminó hacia Everlee, sin despegar la vista de nosotros.
Mi piel se sentía más cálida, sentía que algo me regresaba.
Nathaniel me levantó, sujetándome los hombros―Quiero que me den una botella de bourbon y me expliquen que mierda acaba de pasar, ustedes saben que soy el jefe de los paladines, no jodan conmigo.―rompió el circulo de sal de una patada mientras me llevaba a la mesa de la cocina. Sentándome en una silla.
Everlee sirvió cuatro tragos enormes de su mejor botella, un bourbon de la segunda cosecha de su creación.
―Tenemos la sospecha de que―bebió todo su vaso―Elizabeth fue un error en el pandemónium.―Comentó Everlee, segura de lo que decía.
Nathaniel bebió la mitad de su vaso junto con Jack, yo no podía tocar el mío.
―Es una acusación muy grave lo que están diciendo, pero sinceramente―me miró―, el pandemónium no comete errores. Cada persona tiene sus propios pecados, algunos son más grandes que otros―se terminó la bebida―, Y siendo sinceros, algunos pecados deben permanecer en el fondo de nuestra conciencia.
―No sé cuantas veces lo he dicho―hablé por primera vez, captando la atención de los tres presentes―. Pero, de verdad no hice nada.
Nathaniel elevó la ceja izquierda, mirándome.― Entonces, si yo ahora mismo busco en lo más profundo de tu mente ¿Solo voy a encontrar corazones y esas mierdas cursis?
Tragué, regulando mi respiración, y negué
―Eso pensaba.―Carcajeó
―Si te digo que algo sucede en este lugar, es porque algo está pasando, mierda―miró hacia el techo―, desde hace meses que el pandemónium está tambaleando y nadie parece darse cuenta.
Nathaniel golpeó la mesa, enojado, levantándose para ir a donde estaba en circulo que había destrozado.― Si el pandemónium está tambaleando es porque personas que no son paladines o monstruos nocturnos se están convirtiendo en aprendices. Y yo soy culpable de enseñarte, de aceptar.
Everlee carcajeó mientras seguía el paso de Nathaniel―¿Tú crees que eres el único paladín hechicero que me ha enseñado algo?―relamió sus labios, cruzándose los brazos―, que yo recuerde, me enseñaste esto porque me debías puntos, tantos puntos que ni en tu miserable muerte me podrías pagar. Nada es gratis en el pandemónium, querido.
Una navaja cayó en los pies de Nathaniel.
―Las cosas vuelan en este lugar.
―Vamos Jack, no seas ridículo .―Sonrió Nathaniel, irónico.
Jack le guiñó el ojo, levantando la navaja de un ademan con la mano, devolviéndola a su cinturón.
―¿Podemos solucionar esto como personas civilizadas? Ya saben...―me levanté, colocándome en el medio de los tres―, como adultos.―Miré a Nathaniel, que seguía con la mirada en Jack.― Elizabeth, un gusto.―Estiré la mano.
Cómo en el principio, levantó la ceja mirándome hacia abajo. No aceptó mi saludo.
―Se habla de ti en la comunidad, los nuevos causan revuelta, apostamos por cuanto durarán.―me miró de arriba hacia abajo―, te doy unos meses.
Dejé caer la mano encima de la otra, suspirando derrotada.
―Vaya modales de mierda tienes, eh―Respondió Jack, rodando los ojos.
Si las miradas mataran, definitivamente Jack estaría muerto.
―Pero bueno, Nathaniel.―Carraspeó Everlee, cortando las malas palabras que habían en el aire―, ¿De qué lado estás?―posó una mano en la cintura, levantando la ceja.
―No puedo responderte ahora, cariño, pero en algún momento podrás saberlo.―sonrió de medio lado, recorriendo el piso; Tocando, mirando oliendo.―, Traten de no meterse en más problemas. Juro que nos volveremos a ver y espero que sea en un mejor momento, no quiero matarlos.
Se sacó el anillo del meñique y lo sacudió, sacando un bastón en forma de calavera. Hizo unos movimientos con sus manos para abrir un portal.
―Antes de irme, Jack―lo miró de reojo―, te veré en el purgatorio.
Jack lanzó una navaja lo más rápido posible, pero solo rompió un jarrón de la casa de Everlee, la cual lo miró mal.
―¿Qué es el purgatorio?―pregunté dudosa, volteándome a verlos.
Everlee pasó furiosa a mi alrededor, levantando la navaja enterrada en el suelo.― Es donde se juzgan las almas, no hay leyes en esa parte del pandemónium y por eso ahí puedes hacer lo que sea.
―Pocos tenemos acceso, y puedo creer lo que quiere ese bastardo de mí.―se quitó la chaqueta, tirándola en el sofá―, quiere el anillo.―Miró su mano, jugando con el circulo de oro.
―¿Y qué hace ese anillo?
Jack miró fugazmente a Everlee, planteándose si debiese confesar o no.
―Bueno, después de lo que acabamos de vivir, creo que necesitamos ser sinceros entre los tres.―caminé hacia la barra, para poder beber el trago que me había servido Everlee desde el principio― Solo así lograremos avanzar en esto.
Nos quedamos sumergidos en el silencio, ninguno podía dar el paso para romper la tensión que se estaba creando.
―Vaya mierda, pero ya que―chasqueó los dedos.
Una vez Jack dio el primer paso, y el chasquido de dedos resonó en toda la sala el humo comenzó a salir de las ventanas, inundándonos.
―Ten cuidado Jack.―susurró Everlee, camuflándose en la niebla.
Con los últimos rayos fugaces que entraban por las ventanas, me sonrió, estirándome las manos.
―No te sueltes―apretó.
―Espero no hacerlo.
El entorno cambió, estábamos en una casa antigua; Candelabros, alfombras y ornamentos por todos lados.
―Estoy mostrándote en donde vivía cuando estaba vivo, este anillo te permite salir de tu realidad y jugar con la mente de los demás.―sonrió, mirándome otra vez, parado en frente de mí―, y eso no es lo único que hace. Dime algo que deseas hacer en este momento.
―Ver mi cuerpo.
―¿Disculpa?
―Perdón, hiciste la pregunta muy rápido, y solo puedo pensar en mi cuerpo en el mundo terrenal ¿En dónde estaré?―solté en un suspiro.
―No puedo mostrarte eso por ahora Elizabeth, es muy reciente, el pandemónium necesita tiempo para recopilar todo lo que fue tu otra vida―con sus pulgares acarició mi mano―Por eso aun no puedes recordar nada de lo que fue las horas antes de tu trágica muerte.
―¿Por qué dices que fue trágica?
―Sensaciones que me da el anillo, por eso es muy valioso para mí.
―¿Por eso lo quiere Nathaniel?
Jack asintió, mientras comenzábamos un recorrido por la inmensa casa.
―Me lo gané en una apuesta infernal, poderosas personas dentro del pandemónium estaban apostando, supongo que tuve suerte de principiante porque gané el tesoro más grande que ellos habían colocado.
Todo comenzaba a tener sentido, lo miré atenta a la historia, Everlee tenía razón, quería matarlo de lo arrogante que sonaba.
―Deja de mirarme así―comentó.
―¿Cómo te estoy mirando?
―Cómo si quisieras abofetearme y besarme aquí mismo.―sonrió
Rodeé los ojos, mirando a las ventanas―, ¿Y si te lo quita?―pregunté sin mirarlo, manteniendo nuestras manos juntas, mientras caminábamos por los pasillos.
―Tengo que decir "Yo, Jack Manson, uso las facultades mentales que son nulas para darte el artefacto más poderoso del pandemónium para que hagas y deshagas lo que quieras. Por que claro, estoy tan convaleciente de mis facultades mentales que te lo daré"
―No es necesario ser irónico.―Resoplé.
― Pero se entendió la idea, ¿No?
Asentí.
Llegamos al final del pasillo, dejando ver un enorme ventanal de cristal, la luna llena estaba en su máximo esplendor. Jack sacó las llaves de su bolsillo y abrió el cerrojo, empujando el ventanal hacia delante.
―Bienvenida a mi propio paraíso perdido.
Soltó mi mano para pararse delante de mí. Al sentir que su mano ya no estaba sujeta de la mía me preparé para lo peor, una caída, la doble muerte o lo peor... caer a la nada misma. Pero no fue así, Jack solo me miraba con la expresión curiosa, mientras yo solo tapaba mi cara con fuerza.
―¿Te sucede algo, amor?
Separé mis dedos, mirándolo―Eres un imbécil.―Le di un golpe con el puño cerrado en el hombro, pasando al lado de él―Entonces, me mentiste todo este tiempo, "nuestras manos no se tienen que soltar"―hice comillas con los dedos, recriminándole.
―No seas aguafiestas―me ignoró―, tienes que verle lo positivo a la muerte, y no agobiarte de cosas tan mínimas. Por ejemplo...
Caminó dentro del castillo para poner una canción en su tocadiscos.
―¿Conoces esta obra de arte?―preguntó mientras regresaba hacia donde yo me encontraba completamente a oscuras.
―No.
―¡¿No!?―Casi se desmaya al enterarse que jamás había escuchado oír de esa canción.
La melodía melancólica, pero a la vez dulce sonaba tenuemente en el inmenso parque en donde nos encontrábamos.
―La canción se llama Nocturne, es de Chopin―miró a la luna―. Me genera muchas emociones esa canción, sé tocarla en piano.
―¿ Y por qué no tocas?―comenté emocionada.
―Juré no tocarla otra vez en vida y en muerte, así que, disfrútala en este bello tocadiscos.
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By: TyRood
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