Rosa.
Se sentó en el sofá mirando al español con una sonrisa divertida en el rostro, el otro bailaba y cantaba mientras cocinaba solo en ropa interior y el delantal de cocina. Río para sí mismo apoyando su rostro en la mano, estaba tan jodidamente enamorado de Antonio...
— Lovi Love~ —le llamó, acercándose a él con dos tazas en sus manos—. ¿Gustas?
No le contestó pero aceptó la taza ofrecida, viendo cómo se sentaba a su lado. Se mantuvieron unos segundos en silencio antes de que decidiera apoyarse en su hombro provocando una risita en el contrario.
— ¿Qué? —preguntó en un tono indignado sin moverse de su lugar.
— Nada, nada. No sueles ser así de cariñoso
— ¿Insinuas que soy un mal novio?
— ¡Yo no dije eso! —se defendió para luego tomar de su taza de café—. Eres el novio que justamente deseo tener.
— Eres un masoquista... —murmuró pero antes de que el otro pudiera si quiera contestarle se estiró para poder besarlo en los labios.
A veces, lo único que necesitaba era eso. Porque el amor de ellos era dulce e inocente, se demostraba en los momentos pequeños y cotidianos como lo era tomar una taza de café en la tarde de un día sábado.
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